Los filósofos son personas que tienen una sed insaciable de saber.
Esta clase de personas ha existido desde hace mucho tiempo. Son tan antiguos como el hombre mismo. De hecho, son el hombre mismo. Todos los hombres quieren saber algo. Un algo que tal vez le da sentido a su vida o quizá sólo quieren saber.
Desde luego, no todos los hombres siguen su sed de saber. Esta sed puede "aparentemente" ser saciada por riquezas, ocios sin provecho ni beneficio o vicios que acarrean males al cuerpo y al espíritu. Pero no a todos se les puede ser ocultada, y menos a aquellos que la siguen ciegamente en busca del agua del conocimiento. Esas personas se llaman filósofos.
Los filósofos más antiguos datan de la Antigua Grecia. Estos filósofos nacieron de la necesidad de explicar el Universo de una manera mejor que otros antiguos "filósofos" que muy a la ligera dieron conclusiones de que el mundo había sido creado por dioses y se regía por leyes de estos mismos. A los filósofos que buscaban los porqués de los procesos físicos, biológicos y químicos de la naturaleza, se les denominaba filósofos de la Naturaleza.
Estos primeros filósofos más tarde se volvieron científicos. Pero hubo otros filósofos que no estaban de acuerdo con únicamente buscar como ocurrían los fenómenos de la Naturaleza. También querían saber por que el hombre es como es. Me estoy refieriendo a sus principios morales, éticos y de conducta.
Por ejemplo, un día, me encontré con un filósofo en el salón de clases. Precisamente estaba pensando en como iba a escribir este discurso cuando me preguntó lo que sigue:
-¿Cuál es la diferencia entre ser rico y ser pobre?
Cavilé un rato y luego le respondí:
- Que rico es que se tiene algo en exceso y pobre que se tiene en carencia.
Entonces él me hizo otra pregunta:
- ¿Este concepto se aplica a todas las cosas o sólo a algunas?
- A todas - le contesté.
- ¿Se puede estar carente o ser pobre en felicidad?
- Sí. - le dije.
- ¿Y se puede tener en exceso o ser rico en felicidad?
Dándome cuenta de que había caído de mi propia sabiduría, le respondí:
- Está bien. No se aplica a la felicidad.
- Entonces, ¿ nunca se puede tener un exceso de felicidad?
Ya no pude seguir conversando con el filósofo por que tuvimos que ir a la sala de vídeo.
Sin embargo, sí puedo referirles otra conversación de ese mismo filósofo con otra persona. Recuerdo desde este punto. Dijo la persona que estaba hablando con el filósofo:
- No hay cosas buenas ni malas. Todo depende de cómo las vea una persona. Si una cosa la ve buena, entonces será buena. Si le parece mala, entonces será mala.
- Muy de respetar tu opinión, pero dime: ¿Puede haber cosas que sean buenas a pesar de lo que piense la gente y cosas malas a pesar de lo que piense la gente?
- No. Todo esta sujeto al juicio de la gente.
- Entonces, ¿cualquier atributo de los objetos esta sujeto a lo que piense la gente? Por ejemplo, independientemente de que sea bueno o malo este cuaderno, ¿Es rojo o no es rojo?
- Es diferente. Con adjetivos de ese tipo son cualidades mensurables y cuantificables. La bondad y la maldad no se pueden medir.
- Sin embargo, yo no me refiero a que si este cuaderno es más o menos rojo. Me refiero a que tu y yo tal vez vemos a este cuaderno como rojo. No obstante, hay gente que posiblemente no vea a este cuaderno color rojo.
- ¿Ah, sí? ¿Cómo cuales?
- Un daltónico tal vez.
A esa respuesta esta persona hizo una mueca socarrona. Pero el filósofo continuó hablando.
- Pero aunque nosotros veamos a este cuaderno como color rojo y un daltónico lo vea color verde, ¿El cuaderno seguirá siendo rojo o no?
El otro interlocutor continuó hablando. Pero ambos no se comprendían mutuamente me imagino. Por eso ya no pude seguirle el hilo a la conversación. Tengo que señalar que esta persona puso en serios aprietos al filósofo, que estuvo a punto de darse por vencido varias veces
Quisiera contarles otros pasajes de la conversación, pero no creo que sea necesario.
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Última actualización: 9 de Enero del 2001.