cartas de amor de mont blanc

    Caracas, 3 de noviembre de 2000

    Tatjana,

    En el momento que lees esto probablemente estés en tu cuarto, que estará desarreglado pues acabas de llegar, y una sonrisa acabará de sustituir la sorpresa. Espero tu sonrisa prevalezca a lo largo de estas dos páginas que para mi son larguísimas.

    En este momento te preguntarás si esto es una cobarde declaración de amor y te respondo que si, que es asi. Te preguntarás de inmediato por qué no me lo habrá dicho en clase, y te respondo que quería que fueras completamente sincera al conocer lo que te digo, y la sinceridad nunca es mayor que durante la soledad. A solas, frente a una carta puedes reir o extrañarte u odiar una expresión. Puedes exclamar ¡Qué ridículo!, releer un pedazo bonito o lanzar el papel a la cama y retomar la conversa cuando te sientas de mejor ánimo. A solas eres libre. En cambio frente a mi tendrías cuidado de no herir a un amigo, de medir tus palabras, de medir incluso tus expresiones para no dar mucha información sobre tus reacciones pues yo estaría alli vigilante.

    Quería escribir esto para confirmar tus sospechas: para aclarar de una vez que lo que siento por ti es de esas cosas que cuesta describir. Quería que supieras que me atonta tu sonrisa y que me he sorprendido con la boca abierta mirándote mientras hablas. Quería que supieras que aunque te he abrazado sólo un par de veces y te he besado sólo en la mejilla, recuerdo cada uno de esos momentos. Que supieras que no ha sido el azar el que me ubica frente a ti en el salón de clase o en la mesa de un café. Que cada día me importas más, que cada noche duermo menos, insomne de duda y esperanza.

    Sentencio sin miedo que eres tu. Asi, verbo y sujeto, sin más predicado. Y no temo desnudarme en papel para que tus ojos me lean sin ropas.

    Esto me coloca en una posición realmente desventajosa que, contra todo pronóstico, no me asusta. Porque solo dos alternativas positivas se desprenden de mi afirmación: que me aceptes o que me rechaces. La felicidad de ser aceptado por ti no requiere explicación. Tu rechazo sólo es una oportunidad para demostrarme a mi mismo que después de años sin norte, tengo una nueva oportunidad de encontrarte, pero ahora sabiendo como eres. Es sólo una oportunidad de seguir mi búsqueda, otrora pensada imposible, ahora hecha misión en pos del destello de tus ojos, el candor de tu sonrisa y la ternura de tu abrazo.

    Tuyo, O.

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