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Deriva
continental
Es el movimiento
que experimentan los continentes sobre la superficie terrestre.
En 1620, el
filósofo y estadista inglés Francis Bacon se fijó
en la notable similitud que presentaban las formas de la costa
occidental de África y oriental de Sudamérica, aunque
nunca sugirió que los dos continentes hubiesen estado unidos
en otro momento.
La propuesta
de que los continentes podrían moverse la hizo por primera
vez en 1858 Antonio Snider, un estadounidense que vivía
en París, aunque fue el meteorólogo alemán
Alfred Wegener quien la desarrolló detalladamente
en el libro El origen de los continentes y océanos, publicado
en 1915. Por tanto, suele considerarse a Wegener autor de la teoría
de la deriva continental.
La teoría
de Wegener
Lo que Wegener
quería demostrar era que todos los continentes de la Tierra
habían estado unidos en algún momento en un único
'supercontinente' al que llamó Pangea; que Pangea
se había escindido en fragmentos en algún momento
del pasado; y que estos grandes fragmentos -los actuales continentes-
fueran alejándose poco a poco de sus posiciones de partida
hasta alcanzar las que ahora ocupan. La mayor parte de los geólogos
de la época, y del medio siglo siguiente, rechazaron esta
idea. Hasta entonces, siempre se había supuesto que los
continentes ocupaban posiciones fijas, y resultaba inaceptable
pensar que esa hipótesis fuese errónea. Además,
argumentaban los geólogos, ¿cómo podían
las masas de tierra continentales moverse sobre el fondo oceánico?
No había en la Tierra ninguna fuerza capaz de semejante
cosa.
Pruebas
de la teoría
Pero a mediados
de la década de 1960, los científicos que no aceptaban
la teoría de Wegener formaban una minoría muy reducida.
Lo que volvió aceptable esta idea fue en gran medida el
fenómeno llamado paleomagnetismo. Muchas rocas adquieren
en el momento de formarse una carga magnética cuya orientación
coincide con la que tenía el campo magnético terrestre
en el momento de su formación. A finales de la década
de 1950 se logró medir este magnetismo antiguo y muy débil
(paleomagnetismo) con instrumentos muy sensibles; el análisis
de estas mediciones permitió determinar dónde se
encontraban los continentes cuando se formaron las rocas. Se demostró
así que todos habían estado unidos en algún
momento.
Poco después
de esta prueba se obtuvieron otras. Los paleontólogos llevaban
mucho tiempo desconcertados por el hecho de que algunas especies
botánicas y animales se encontraban en varios continentes.
Era impensable que estas especies hubiesen logrado ir de un continente
a otro salvando los océanos, pero sí podían
haberse dispersado fácilmente en el momento en que todas
las tierras estaban unidas. Algunos geólogos se han preguntado
también por qué en el oeste de África y el
este de Sudamérica se encontraban ciertas formaciones rocosas
del mismo tipo y edad. Pero si los continentes estuvieron unidos
alguna vez en Pangea, es fácil entender que tales formaciones
no eran entonces sino una sola, que se escindió cuando
las masas terrestres se separaron.
Pangea empezó
a fragmentarse hace unos 200 millones de años, primero
en dos supercontinentes menores -Gondwana al sur (que comprendía
lo que ahora es Sudamérica, África, Australia, la
Antártida y la India) y Laurasia al norte (Norteamérica,
Europa y la mayor parte de Asia)- y a continuación en los
actuales continentes, que empezaron a separarse. Este episodio
de la deriva continental recibe a veces el nombre de 'deriva de
Wegener', por el autor de la teoría.
Ahora se sabe
que hubo además periodos de deriva anteriores. Pangea sólo
había durado unos pocos cientos de millones de años
y se había formado inicialmente a partir de la unión
de un conjunto de masas de tierra distintas de los continentes
actuales. Tales masas eran a su vez fragmentos de otro supercontinente,
que también se había formado a partir de la unión,
ocurrida varios centenares de millones de años antes, de
otras masas terrestres más antiguas.
A mediados
de la década de 1960 se había demostrado que era
el propio fondo oceánico el que se movía y arrastraba
de este modo los continentes.
El proceso
continúa, y los continentes siguen su deriva, por lo general
a razón de unos pocos centímetros al año.
Por tanto, su actual disposición no es permanente. Así,
el océano Atlántico se está ensanchando a
medida que África y América se separan; en cambio,
el océano Pacífico se está empequeñeciendo.
También el mar Mediterráneo se estrecha (y terminará
por desaparecer), pues África avanza hacia el norte, al
encuentro de Europa.
El movimiento
del subcontinente indio demuestra otro fenómeno: cuando
Pangea se escindió en Gondwana y Laurasia, la India formaba
parte de Gondwana. Pero más tarde se rompió y se
desplazó rápidamente hacia el norte a la velocidad
inusualmente elevada de 17 cm anuales, hasta chocar con Asia e
unirse a este continente. La presión de la India contra
Asia provocó el plegamiento de la corteza y la formación
de la cordillera del Himalaya, fenómeno que aún
prosigue. Se cree que la unión o sutura de masas de tierra
continuará repitiéndose una y otra vez en el futuro
y que todos los continentes volverán a reunirse de nuevo
en un supercontinente.
"Deriva
continental", Enciclopedia Microsoft(R) Encarta(R) 99. (c)
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