- Para que tú me oigas...
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- Para que tú me oigas
- mis palabras
- se adelgazan a veces
- como las huellas de las gaviotas en las
playas.
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- Collar, cascabel ebrio
- para tus manos suaves como las
uvas.
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- Y las miro lejanas mis
palabras.
- Más que mías son tuyas.
- Van trepando en mi viejo dolor como las
yedras.
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- Ellas trepan así por las paredes
húmedas.
- Eres tú la culpable de este juego
sangriento.
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- Ellas están huyendo de mi guarida
oscura.
- Todo lo llenas tú, todo lo
llenas.
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- Antes que tú poblaron la soledad que
ocupas,
- y están acostumbradas más que tú a mi
tristeza.
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- Ahora quiero que digan lo que quiero
decirte
- para que tú me oigas como quiero que me
oigas.
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- El viento de la angustia aún las suele
arrastrar.
- Huracanes de sueños aún a veces las
tumban.
- Escuchas otras voces en mi voz
dolorida.
- Llanto de viejas bocas, sangre de viejas
súplicas.
- Ámane, compañera. No me abandones.
Sígueme.
- Sígueme, compañera, en esa ola de
angustia.
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- Pero se van tiñendo con tu amor mis
palabras.
- Todo lo ocupas tú, todo lo
ocupas.
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- Voy haciendo un collar
infinito
- para tus blancas manos, suaves como las
uvas.
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