De tus caderas a tus pies
quiero hacer un largo viaje.  
Soy más pequeño que un insecto.  
Voy por estas colinas,  
son de color de avena,  
tienen delgadas huellas  
que solo yo conozco,  
centímetros quemados,  
pálidas perspectivas.  
Aquí hay una montaña.  
 
No saldré nunca de ella.  
Oh que musgo gigante!  
y un cráter y una rosa  
de fuego humedecido!  
 
Por tus piernas desciendo  
hilando una espiral  
o durmiendo en el viaje  
y llego a tus rodillas  
de redonda dureza  
como a las cimas duras  
de un claro continente.  
 
Hacia tus pies resbalo,  
a las ocho aberturas  
de tus dedos agudos,  
lentos, peninsulares,  
y de ellos al vacio  
de la sabana blanca  
caigo, buscando ciego  
y hambriento tu contorno  
de vasija quemante!.  
  
 
 
--------------------------------------------------------------------------------