El sur y el norte

                         

 
Con su ritual de acero, sus grandes chimeneas,
sus sabios clandestinos, su canto de sirenas,
sus cielos de neón, sus ventas navideñas,
su culto de Dios Padre y de las charreteras,
con sus llaves del Reino, el Norte es el que ordena.

Pero aquí abajo, abajo, el hambre disponible,
recurre al fruto amargo de lo que otros deciden,
mientras el tiempo pasa y pasan los desfiles,
y se hacen otras cosas que el Norte no prohibe,
con su esperanza dura, el Sur, el Sur también existe.

Con sus predicadores, sus gases que envenenan,
su Escuela de Chicago, sus dueños de la tierra,
con sus trapos de lujo y su pobre osamenta,
sus defensas gastadas, sus gastos de defensa,
con sus gesta invasora, el Norte es el que ordena.
 
Pero aquí abajo, abajo, cada uno en su escondite,
hay hombres y mujeres que saben a qué asirse,
aprovechando el sol y también los eclipses,
apartando lo inútil y usando lo que sirve,
con su fe veterana, el Sur también existe.
 
Con su corno francés y su Academia Sueca,
su salsa americana y sus llaves inglesas,
con todos su misiles y sus enciclopedias,
su guerra de galaxias y su saña opulenta,
con todos sus laureles, el Norte es el que ordena.
 
Pero aquí abajo, abajo, cerca de las raíces,
es donde la memoria ningún recuerdo omite,
y hay quienes se desmueren y hay quienes se desviven,
y así entre todos logran lo que era un imposible,
que todo el mundo sepa, que el Sur también existe.

 

 

 
 
 

 

 

 

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