RIMA II Saeta que voladora cruza, arrojada al azar, sin adivinarse dónde temblando se clavará; hoja del árbol seca arrebata el vendaval, sin que nadie acierte el surco donde a caer volverá; gigante ola que el viento riza y empuja en el mar, y rueda y pasa, y no sabe qué playa buscando va; luz que en los cercos temblorosos brilla, próxima a expirar, ignorándose cuál de ellos el último brillará; eso soy yo, que al acaso cruzo el mundo, sin pensar de dónde vengo, ni a dónde mis pasos me llevarán. |