RIMA XXXIX

  Lo que el salvaje que con torpe mano
  hace de un tronco a su capricho un dios,
  y luego ante su obra se arrodilla,
          eso hicimos tu y yo.

  Dimos formas reales a un fantasma,
  de la mente ridícula invención,
  y hecho el ídolo ya, sacrificamos
          en su altar nuestro amor.




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