Saquen Los Pañuelos, Vayan Desplegando Las Banderas

Julio Herrera y Obes había librado una dura batalla para llegar a la Presidencia de la República. Al poco tiempo de estar ejerciendo el cargo se encontraba, sin embargo, bastante desilusionado; siendo Presidente, se sentía en realidad «el gerente de una gran estancia, cuyo Directorio está en Londres». A partir del acceso de Latorre al poder nuestro grado de dependencia del imperio británico se había ido intensificando más y más, pero recién entonces lo pudo él aquilatar en su verdadera dimensión. Casi que no había esfera de la vida del país que no estuviera de algún modo influida por la presencia inglesa; y en ciertos casos de forma abrumadora.

Veamos sino lo que pasaba en 1900 en el ámbito del fútbol. El 30 de marzo es fundada «The Uruguay Association Football League»; la integran cuatro cuadros: Albion Football Club, Uruguay Athletic Club, Central Uruguay Railway Cricket Club (C.U.R.C.C.) y Dustcher Fussball Klub. Tan extranjerizado estaba ese nuevo organismo, que todos sus integrantes resolvieron por unanimidad rechazar el pedido de ingreso que les había cursado una institución de reciente formación: el Club Nacional de Football. La razón? Ese tal «Nacional» era un equipo ciertamente nacional; se hallaba enteramente formado por jugadores criollos. Y eso no era del agrado de «los gringos» de la Association. Placentero les resultaba, en cambio, que el CURCC celebrase el «Día de la Reina» y el «Día del Imperio», y que en su oncena titular predominasen apellidos tales como Buchanan, Ward, Jones, Lewis, Davies, Lendeblet y Jackson.

Pero los nativos eran porfiados e igual se las ingeniaron para prontamente abrir una cuña. Al otro año –ya y pese a su tufo autóctono!– el Club Nacional es aceptado como un componente más de la League, Decisión fatal. En 1902 y 1903 se alza con el título, desplazando al anglófilo CURCC, vencedor en los dos primeros campeonatos. La nacionalización» del fútbol se ha puesto en marcha, en el doble sentido de la palabra. Creado con la finalidad de desligar al fútbol practicado sobre estas tierras de «la tutela que hasta entonces habían ejercido los ingleses en tan varonil deporte» (Sebastián Puppo), el novísimo club obtenía así resultados que lo instaban a mantenerse fiel a su designio fundacional.

Los Acriollamientos Que Faltaban

Si Nacional nació criollo, a Peñarol le costó llegar a serlo. El club del cual derivó había sido constituido por 72 ingleses, 1 alemán y 45 orientales, y su equipo de fútbol fue incorporando muy gradualmente a jugadores oriundos de este país (sólo siete entre 1894 y 1899). En el seno de la Comisión Directiva la resistencia fue bastante mayor; recién en 1904 (tras la crisis generada por los contrastes de 1902 y 1903) se admitió que gente apellidada Echenique o Acevedo tuviese cargos en ella. Una herejía consentida a regañadientes con tal de recuperar el sitial de privilegio perdido.

Poco después sucede un hecho conflictivo: los partidarios del CURCC le prenden fuego al vagón en el que regresan sus adversarios de turno. Los intereses del club y los de la empresa ferroviaria que lo sustenta entran en colisión. Un informe de 1906 es contundente en ese sentido: «arreglos de vagones destrozados por causa del football al regresar de Villa Peñarol» ocasionan gastos del orden de las 1.850 libras esterlinas. Disconformidad en el Directorio y también en los Talleres; sus jefes «se quejan de la ausencia de determinados obreros especializados que son casualmente jugadores del Club», a resultas de lo cual «el rendimiento del taller es bajo». Desenlace de la historia: el CURCC deja de ser «el orgullo del Administrador» para convertirse en «un asunto interno de los Talleres».

La fisura ocasional de entonces desemboca en la grieta definitiva que se abrirá en 1913. Al cabo de una asamblea realizada en diciembre, se precipita la salida del CURCC del área de influencia de la empresa. Dado que «CURCC era lo inglés» y «Peñarol era lo oriental», el club recientemente independizado es rebautizado de inmediato como «Club Atlético Peñarol»; y la sigla de cinco letras que lucía la bandera es sustituida por once estrellas. Desde ese momento, nunca más «Día de la Reina» y «Día del Imperio». Los «ingleses de Peñarol» se han vuelto los criollos de Peñarol, tan criollos como los de Nacional. Podrá en adelante ganarle éste en una cancha de fútbol, pero ya no en el terreno de la orientalidad.

Lo interesante es que, en forma paralela al acriollamiento de Peñarol, se iba procesando la adaptación del estilo difundido por los ingleses a la idiosincracia vernácula. Lo que era vigor físico, defensa hombre a hombre y ataque en base a pases largos, se va tornando técnica, defensa posicional y progresión hacia el gol por medio de pases cortos y hábiles esquives. De tal manera, por incidencia de uno y otro factor, el fútbol uruguayo irrumpe en la década del 10 con personalidad, pujanza y solvencia. No falta tanto para que atraviese el océano y deslumbre a los europeos con la excelencia de su juego.

Las Celebraciones Que Se Vienen

Lo que sucedió después es historia sabida, y hasta archisabida. El primigenio predominio de Nacional y del CURCC será luego predominio de tricolores y aurinegros, de los trico y los peña, de los bolsos y de los manyas. Un total de 34 campeonatos para aquéllos y de 45 para estos... Son datos que revelan con claridad la magnitud de la supremacía.

Mala cosa hubiera sido que tal monopolización de títulos no se acompañara por triunfos internacionales. Afortunadamente, esa peculiaridad de nuestro balompié no fue un impedimento para que ellos se sucedieran, tanto a nivel continental como mundial. En la primera mitad del siglo, fundamentalmente por obra y gracia de la selección nacional y en la segunda, fundamentalmente por obra y gracia de «los dos grandes».

En número de copas mundiales sólo somos superados por Brasil, Alemania e Italia, y en lo que a copas sudamericanas se refiere, estamos al tope junto con Argentina y a distancia, mucha distancia, de Brasil. Y si centramos la atención en el desempeño internacional de los clubes, nos encontramos con que los únicos cuadros que por su trayectoria prevalecen sobre Nacional son Independiente y Real Madrid. Todo ello sin entrar a enumerar las conquistas de los juveniles…

Es bastante, es mucho; es demasiado, habida cuenta de que se trata de la performance de uno de los países más jóvenes y diminutos del planeta, en la práctica del deporte más popular del mundo. Si fueron celebrados a lo grande, y justificadamente, los cien años de Nacional, con tanta o más razón habría que festejar el centenario que se cumple en el 2000. El 30 de marzo del año 1900 –como ya dijimos- se fundó la primera asociación uruguaya de fútbol, de suerte que el año próximo se cumplirán cien años de incontables, de trascendentes triunfos. No es como para dejar pasar la fecha sin subrayar debidamente la significación del hecho. Estuvo bien sacar los pañuelos y agitarlos por el glorioso centenario de un equipo llamado Nacional. Estará mejor desplegar las banderas y enarbolarlas por el glorioso centenario de un país llamado Uruguay; todas las banderas: las de «los grandes», las de «los chicos» y la del sol y las nueve franjas. Todas flameando y –decadencias a un lado– que nos quiten lo ganado!

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