Domingo, 6 de octubre de 2001
Medellin, Colombia
Artículo aparecido en el periódico
EL TIEMPO-MEDELLÍN


Denuncian persecución a disidentes de los Testigos de Jehová


Varias personas expulsadas de los Testigos de Jehová cuentan cómo sus dudas sobre algunas creencias les valieron el aislamiento y repudio de sus amigos y hasta de su propia familia.

"¿Comprende usted que su dedicación y bautismo lo identifican como testigo de Jehová asociado con la organización que Dios dirige mediante su espíritu?". Con estas palabras los testigos de Jehová bautizan a sus feligreses. Luego un ‘anciano’ los sumerge en una piscina en un momento solemne y lleno de espiritualidad.

A Santiago Ruiz* y a su esposa Mery* estas palabras les retumbaron en la cabeza cuando su hija Sara* de 5 años murió a causa de una deficiencia de sangre. No podían hacerle una transfusión, pues esta religión prohibe este tipo de intervención. Para ellos la pequeña Sara había sido elegida por Jehová.

A Santiago lo invadió una gran confusión. Era enero de 1994 y en ese momento él profesaba como ‘anciano’ en la congregación de Bello y no comprendía cómo Jehová lo ponía en el dilema de elegir la vida de su hija o la obediencia a la ley bíblica.

Sara murió. Hoy, Santiago es ex testigo expulsado y tildado de hombre peligroso por su comunidad religiosa. "Ella necesitaba la sangre. Era indiscutible. Ese día la transfundieron por una orden fiscal y dos meses después falleció", recuerda con tristeza.

A pesar de la fidelidad a los dogmas de los Testigos, Santiago nunca estuvo de acuerdo con la prohibición que le costó la vida a su hija. Sus dudas lo llevaron a investigar, leer y manifestar las inquietudes, que lo pondrían en la mira de otros ‘ancianos’.

"Cometí una infracción, un asunto de infidelidad y fui delatado por otro hermano. Luego de un comité judicial y una censura pública, fui declarado no grato, apóstata y hombre peligroso", dice.

Según las normas de los Testigos, cuando uno de ellos es expulsado, el resto de los integrantes, incluidos sus propios familiares, deben ignorarlo totalmente.

Sus hermanos carnales le dieron la espalda, la familia de su esposa lo desprecia y en el sector donde vive debe sortear las desavenencias de los Testigos con los que se cruza.

"Es como si uno estuviera muerto en vida".

Censura pública

Pedro Patiño, testigo bautizado desde adolescente y estudiante de Idiomas en la Universidad de Antioquia, ha estudiado buena parte de la literatura de los Testigos. Él fue betelita, o servidor en la Betel de Facatativá por un año. Por sus inquietudes acerca de la sangre y los que "considera manejos oscuros" en la organización, fue expulsado hace pocos meses y sometido a censura pública.

"Cuando iba a ser nombrado ‘anciano’, pasé una carta de renuncia aduciendo que no compartía el tema de la sangre. Expliqué las contradicciones que encontraba en sus argumentos", sostiene el joven ex testigo.

Luego de varios comités judiciales, Pedro fue acusado de apóstata, es decir, hereje que no cree en Jehová.

"Es lo peor que le puede pasar a un testigo. De ahí el temor de los feligreses a enfrentarse a un comité".

Los comités

Un comité judicial es una confrontación entre el infractor y una terna de ‘ancianos’ para impartir justicia divina. Estas personas por lo general no poseen ninguna formación académica o de jurisprudencia y ejecutan su autoridad basados en la literatura de los Testigos y en el libro secreto de los ‘ancianos’.

"Aparte del rompimiento con los amigos de toda la vida, el apóstata es tratado como un paria condenado a la destrucción", sostiene Pedro.

Además los expulsados se enfrentan a presión sicológica y a persecución. Como en el caso de Fabiola, enfermera y testigo de Jehová por más de 30 años.

Perdió varios trabajos como enfermera por sus creencias religiosas que le impedían hacer transfusiones. Estas inquietudes además de la pregunta de por qué para los Testigos Jesús es clavado en un madero y no en una cruz, le valieron la expulsión.

Fabiola entró en una depresión aguda, fue aislada y requerida por un comité judicial. El temor de ser expulsada le impedía asistir y en varias ocasiones fue perseguida por los ‘ancianos’ para obligarla a acudir.

"Llegaron a mi casa de imprevisto. Eran dos. Tocaron la puerta y luego se escondieron. Sentía mucho miedo y no quería salir. Desde afuera me gritaron asuntos personales y me dijeron que quedaba expulsada por apóstata", recuerda Fabiola.

"Es que ingresar a los Testigos al principio es como saborear un dulce muy rico. Te endulzan y al mínimo error te tratan como a un enfermo contagioso", agrega su hija.

Láscides Blandón interpuso una tutela alegando vulneración a sus derechos fundamentales: a la honra, al buen nombre, a la libertad de cultos, a la libre conciencia, la libre expresión, al desarrollo de la personalidad, a la libre asociación, a la enseñanza y el aprendizaje. Pero no halló una respuesta.

El paso de Láscides por la congregación le dejó un sinsabor espiritual y un mar de dudas sobre el manejo financiero y la manipulación espiritual.

Máxima autoridad

La máxima autoridad de los Testigos en Medellín es Jacinto Cárdenas, un mexicano radicado en la ciudad hace más de 15 años. Ejerce como superintendente de distrito. Al respecto dice: "Hay personas que siguen ídolos y leyes humanas, nosotros seguimos la voluntad de Dios y ésta prima sobre todo lo demás".

Afirma también que "la organización juzga a lo testigos bajo la autoridad de la Biblia, que debe ser conocida con profundidad para entender los asuntos internos".

Y con el tema de la sangre advierte: "Sólo después de una autopsia se puede saber la causa de la muerte de una persona. Por otra parte, los disidentes de cualquier religión que renuncian siempre denigran de ésta".

El ‘anciano’ Román Elías López es superintendente del circuito de Itagüí y dice: "Ser testigo es una forma de vida y nosotros tratamos de adornarla. La hermosura que reflejamos es vista con superioridad por los detractores que no hablan bien de la organización".

Origen

Los Testigos de Jehová se iniciaron en Pitsburgh (Estados Unidos) en 1979, con el pastor Charles Russell. Inicialmente se conocieron como "estudiantes de la Biblia", pero tras la muerte de Russell en 1916, el juez Joseph Rutherford hizo cambios, entre ellos pasaron a ser Testigos de Gehová, en 1931.

La sociedad Watchtower, en Brooklyn (New York), dirige la organización por medio de una junta directiva compuesta por 10 hombres y llamada cuerpo gobernante, máximo ente teológico de esta religión.

A Colombia llegaron en 1946 con el misionero estadounidense Robert Tracy. En 1966 obtuvieron personería jurídica como sociedad de Biblias y tratados La Torre del Vigía de Pensilvania, en calidad de sociedad cultural para la difusión de material impreso. En 1996 se convirtieron oficialmente en religión: la Iglesia Cristiana de los testigos de Gehová.

La sede principal en Colombia es en Facatativá (Cundinamarca) y su coordinador y representante legal es el estadounidense Richard Lawrens Brown. De sus seis millones de fieles en el mundo, 100 mil están en Colombia y 10 mil en el Valle de Aburrá.

*Los nombres son ficticios por petición de los entrevistados.

WILBER ALBERTO RICO
Especial para EL TIEMPO