Principal - Robert D. Brinnsmead
El escándalo de la justicia de Dios
Parte III (1983)
La caída del cristianismo occidental
La base teológica de la fea cara de la cristiandad
Una revolución Copérnica en teología
El triunfo de la justicia de Dios
Una crítica de la teoría latina de la Expiación
Un acercamiento basado en la gracia
En los dos números anteriores de Veredicto definimos la justicia, primero, cómo se relaciona con Dios y, segundo, cómo se relaciona con su gente. La tarea principal de este número es entender cómo la justicia de Dios fue descubierta en el fenómeno del evangelio de Jesucristo. Esto llevará a una revisión de la doctrina de la expiación y avivará uno de los asuntos más delicados en la historia de la teología occidental. Para dar énfasis a la necesidad de esta atrevida aventura, procederemos a reexaminar la doctrina de la expiación con una discusión de la caída del cristianismo occidental.
La caída del cristianismo occidental
Vivimos en una era de cambios. Cambios acelerados, catastróficos. Como un autor declaró: "Todas las certezas de la sociedad industrial en la que vivimos, están desintegrándose. Estamos siendo testigos de una erosión de ideologías, teorías económicas y cultura tradicional". De hecho, estamos siendo testigos del decaimiento y desintegración de la civilización occidental.
La iglesia como la conocemos es más una expresión e institución de la civilización occidental, que lo que normalmente comprendemos. No escapará a este proceso de desintegración más de lo que el reino de Judá escapó del derrumbamiento del orden mundial en el siglo VI a.C. Éstos son "los últimos días de la era de Constantino". Douglas John Hallis no es una sola voz que clama en el desierto cuando declara: "La iglesia como la hemos conocido, la iglesia que intentó ser un 'ejército poderoso', la iglesia asimismo de los pequeños edificios de madera y de tabicón y edificios de piedra, en conclusión: el cristianismo ha llegado a su fin".
Si creemos que Cristo es el Señor de la historia, entonces la caída del cristianismo debe verse como el triunfo de la justicia divina. El repaso de algunos hechos en la historia puede ayudarnos a apreciar esto. Hay historiadores que creen que el cristianismo triunfó sobre religiones rivales en el mundo occidental, porque era la más intolerante de todas las (4) religiones rivales. Algunos pueden discutir este veredicto, pero nadie puede discutir la evidencia de que la iglesia occidental ha sido una institución opresiva y perseguidora, durante casi toda su historia. Hay algo profundamente intolerante acerca del cristianismo histórico.
Por ejemplo, el occidente cristiano tiene mucho que explicar por su trato a los judíos. Durante muchos siglos los judíos fueron sujetos a matanzas, cremaciones, ahorcamientos y saqueos de manos de los cristianos. Cristianos supersticiosos a menudo culparon a los judíos de la Peste Negra que diezmó a la cristiandad. En 1492 España emitió el infame Decreto de Expulsión dejando a más de 100,000 judíos sin casa ni hogar. Las autoridades cristianas a menudo forzaron a los judíos a sufrir el adoctrinamiento cristiano y a profesar la fe so pena de terrible persecución.
El joven Lutero apeló a los cristianos "para tratar amablemente con los judíos". Pero el anciano Lutero se tornó más intolerante e irascible. En su tratado "En relación a los Judíos y sus mentiras" aconsejó a sus seguidores a que erradicaran las casas y sinagogas judías incendiándolas y cubriendo sus ruinas con suciedad; su Talmud y otros libros de oración serían destruidos, los rabinos fueron silenciados so pena de muerte; se les prohibió viajar, su riqueza fue incautada, y la usura se detuvo; los jóvenes judíos serían esclavizados a duras tareas. Por último, Lutero apoyó su expulsión: "Expulsémolos del país por siempre. Concluyó: "Para resumir, estimados príncipes y nobles que tienen judíos en sus dominios, si este consejo mío no los satisface, entonces encuentren uno mejor para que usted y nosotros podamos estar libres de esta carga diabólica inaguantable: los judíos". (6)
Todo el occidente cristiano, católico y protestante, no puede absolverse por tener algo de responsabilidad en el Holocausto.
Los cristianos han demostrado ser muy hostiles hacia sus compañeros cristianos. Por lo general han sido una familia de pelea, combatiente. Los cristianos han puesto a menudo entre sí la espada, la hoguera y otros tipos de sufrimiento inhumanos. Los protestantes a veces han hecho hincapié también en abusos opresivos a los católicos. Sin embargo el historiador protestante Roland H. Bainton dice: "Cuando inició el protestantismo fue más intolerante que el catolicismo contemporáneo". (7) En 1525 el reformador suizo Zwingli, lanzó una campaña para ahogar a los anabaptistas. Lutero no se opuso a este terrible programa, aunque se negó a proponer semejante solución por diferencias religiosas. (8)
En 1536 Melanchton redactó un memorándum exigiendo la muerte de los anabaptistas. En el mismo año, Fritz Erbe murió después de ser encarcelado en Wartburg solamente por sus convicciones religiosas. Lutero no expresó ni una palabra de simpatía, respeto o pesar. (9)
Unos años después, el inteligente y algo excéntrico Servet fue llevado a la hoguera en Ginebra por Calvino. Farel estuvo presente en la terrible ejecución invocando la bendición de Dios por la miserable acción. A Servet se le ofreció el indulto si confesaba que Jesús era el hijo eterno de Dios. Él dijo: "Confieso que Jesús es el hijo del Dios eterno". Pero eso no fue suficiente para estos guardianes de la fe, y así Servet fue entregado a la agonía indecible del fuego lento. ¡Finalmente se desplomó en las llamas, clamando: "Oh Jesús, usted, el hijo del Dios eterno, tenga piedad de mí!" (10)
Beta, el sucesor de Calvino, desechó la súplica para la tolerancia cristiana, llamando a la libertad religiosa: "el dogma más diabólico porque significa que cada uno puede ir al infierno a su manera". (11)
Este pequeño esbozo del espíritu de la intolerancia cristiana no es una deformación de la evidencia partidista del rostro maniático de la cristiandad. Es una expresión de la cristiandad de línea principal a través de algunas de sus personalidades más famosas.
Hasta donde a la cristiandad histórica le concierne, la tolerancia y libertad religiosa es sólo un fenómeno de los últimos 200 años. Y el triunfo de la tolerancia a veces se ganó, no debido a los cristianos, sino a pesar de ellos. Los odiados "humanista seculares" fueron a menudo más responsables para asegurar la libertad religiosa que los mismos cristianos. El lamento de Martin L. King ha demostrado a menudo ser verdad: "Las gente civilizada no está comprometida y la gente comprometida no está civilizada. En Estados Unidos la presencia del pluralismo religioso ayudó también a forzar a los grupos cristianos a conformarse con la tolerancia religiosa".
Mientras las leyes de la tierra ya no aprueban el uso de la fuerza física en asuntos religiosos, el espíritu de la intolerancia no está muerto. No sólo nos referimos a aquéllos como Gary North y Rousas John Rushdoony que están intentando hacer lo que piensan son las leyes de Dios y las leyes de la tierra. Sino simplemente atraemos la atención de los diferentes medios que los cristianos utilizan a menudo para controlar los compromisos religiosos de otras personas. En una situación en la que los grupos cristianos compiten por la obediencia, muchas personas se han convertido en víctimas de una coerción mental, social y psicológica, diseñada para que se sometan a los sistemas religiosos. Estos sistemas de intolerancia son más sutiles porque generalmente se transmiten con preocupación ferviente y amorosa para el bienestar eterno de las víctimas. Los cristianos a menudo traen cargas para que otros cristianos sufran por las razones más insignificantes. Un reciente informe de China ilustra esto:
Diferencias en el culto entre los creyentes de las llamadas casa-iglesias han empezado a surgir, precipitando a que las autoridades intervengan más rígidamente en controlar las evidencias de reavivamiento en este país, según informes distribuidos por el Centro Chino de Investigación de Iglesias (CCRC, por sus siglas en inglés) ubicado en Honk Kong.
Las casa-iglesias existen aparte de la jurisdicción de la Iglesia oficial Tres Personalidades, que es el cuerpo reconocido por el gobierno pero es considerado por muchos como más liberal que los evangélicos. Pero ahora las diferencias en las prácticas de las casa-iglesias parecen amenazar su unanimidad. Algunos grupos de la iglesia local, según el informe, insisten en que todas las mujeres lleven cubierta la cabeza cuando oren, en obediencia a la orden del apóstol Pablo.
Otros insisten en que los hombres y mujeres se sienten en lados opuestos durante el culto, aun y cuando haya muy pocos hombres presentes. Aún otros creen que deben hablar en alta voz mientras oran, una práctica que incomoda a los residentes locales. Un grupo insiste en que sólo una copa debe usarse en la sagrada comunión, sin importar el número de participantes en el grupo. "Estas y otras prácticas están causando confusión y desarmonía entre los creyentes", el informe de CCRC dice. "Algunos van tan lejos en insistir que aquéllos que no practican la fe como ellos lo hacen no son verdaderos cristianos.
"Todas estas disputas han dado excusa a las autoridades locales para intervenir en los servicios de culto en el nombre del orden y paz pública" dice el informe. (13) Reinhold Niebuhr declaró que "las formas más grotescas del mal entran en la historia como esquemas de redención". Dice esto en el contexto de comentarios con respecto a los males de la iglesia cristiana.
En su libro "El precio de la autoridad" Graham Shaw ha hecho las siguientes observaciones perturbadoras:
El cristianismo no es simplemente un programa para la reforma humana. Es un evangelio de libertad, liberación y reconciliación. Proclama a Jesús como el Salvador. Le ofrece al hombre la oportunidad de una nueva vida y hermandad. El reto fundamental de la experiencia histórica es que contradice directamente lo que afirma. Repetidamente en la historia de la iglesia, el mensaje de libertad y liberación sólo ha servido para santificar un nuevo sistema de mando social, reforzado por actitudes sociales amargamente divisorias.
A este respeto la experiencia cristiana tiene una similitud desconcertante a muchas ideologías seculares modernas. La vehemencia moral de abolir la esclavitud establecida en el Imperio Británico. La búsqueda de la libertad, igualdad y fraternidad francesa, trajeron primero el terror y luego el imperio. La búsqueda de la regeneración social en Italia y Alemania estableció el fascismo. Más profundamente, los sueños Marxistas de una nueva humanidad han consentido la opresión sistemática y la acrítica concentración del poder. Todos estos evangelios seculares han prometido una fresco comienzo y a menudo han apelado a las aspiraciones por la libertad y fraternidad. Repetidamente tal retórica sólo ha servido para aprobar el reemplazo de una tiranía por otra, y suplido los viejos antagonismos con nuevas sanciones. Algunos rasgos de la historia cristiana hacen pensar en paralelos perturbadores...
¿Acaso el resonante idioma de la libertad sólo prepara una nueva tiranía? ¿La pregunta básica de este libro es si la libertad del cristiano es autosustentable o si simplemente lo prepara para una nueva tiranía?
En un reciente artículo periodístico acerca de Gandhi, el columnista J. Stephen Conn citó a Howard Thurman quién una vez preguntó al Mahatma: "Sr. Gandhi, ¿quién es el más grande enemigo de Cristo en la India, hoy?" La contestación de dos palabras de Gandhi fue: "¡La Cristiandad!" (16)
La base teológica de la fea cara de la cristiandad.
Estos rasgos desagradables del cristianismo occidental, no deben perderse de vista como simplemente las aberraciones de la pecadora naturaleza humana que existe en todos los cristianos. Por supuesto, una intolerancia inherente en la naturaleza humana no puede negarse. Pero necesitamos enfrentar la evidencia de que la cristiandad occidental ha mostrado intolerancia con base teológica.
En nuestro reciente número de Veredicto, "La justificación por fe revisada", consagramos una gran sección a la crítica de las leyes y normas del cristianismo. Mostramos que el cristianismo occidental o latino realizó una síntesis entre la gracia del Nuevo Testamento (NT) y la ley del Antiguo Testamento. La existencia del cristiano fue así gobernada y estructurada por la ley en cada asunto. Vivir por reglas y regulaciones de la tradición religiosa es un tipo de judaísmo cristiano en que la ley (o religión) opera como una barrera que crea hostilidad incluso entre cristianos (Efe. 2:14, 15). Pero todos deben ver ahora que el problema de las leyes y normas cristianas no se limita a la ética, lo que hacen los cristianos. Más fundamentalmente, es la base de la teología occidental, lo que los cristianos piensan. La filosofía y teología latina u occidental asumieron que puesto que hay un universo de ley-orden, la ley debe ser la base e inicio del esquema dogmático total. El erudito luterano, Gerhard O. Forde, ha expresado concisamente la naturaleza de la ley-base de la teología occidental:
La llave para la posición ortodoxa tradicional es la comprensión del lugar de la ley en el sistema teológico... Esta idea de ley proporciona la estructura básica del sistema ortodoxo entero y determina así el entendimiento de todas las otras doctrinas relacionadas como la naturaleza del evangelio, apocalipsis, y por supuesto, la doctrina de la expiación... Por consiguiente, la ley proporciona la estructura que gobierna la comprensión de las demás doctrinas".
Esta teología latina u occidental, basada y gobernada por el principio de la ley, ha tenido profundas implicaciones para toda la cristiandad occidental:
1. Esta teología basada en la ley inevitablemente llevó al desarrollo de la teología sistemática. La buena teología sistemática es tan lógica (ley-ordenada) como geométrica. De hecho, Gordon H. Clark insiste que la geometría debe ser la norma para expresar la verdad teológica.
2. La teología sistemática se refiere a que la verdad se iguala con un sistema cerrado. Esto es muy parecido a la religión de un "Dios encajonado". Un sistema cerrado de verdad da como resultado mentes cerradas. No se supone que el creyente, y en la mayoría del los casos no se atreve, piense más allá de los límites del sistema teológico cerrado. La teología sistemática distingue los límites precisos para la mente humana, y el miedo de cruzar estos límites misteriosos son semejantes al miedo que los marineros medievales tenían de caer por el borde del mundo. Y si la inculcación del miedo de vagar fuera del sistema cerrado no es suficiente, hay personas con grandes clubes religiosos y muros eclesiásticos diseñados para impedirle al creyente pensar fuera de los límites prescritos.
Hay otro aspecto de la teología sistemática que aumenta el control religioso y la pérdida de la libertad. Los grandes sistemas teológicos se han tornado tan complejos que su dominación está más allá de la capacidad de las personas ordinarias. La tarea de comprender e interpretar la fe se ha entregado por consiguiente a especialistas. Esto ha alentado el desarrollo de una clase distinta de profesionales religiosos en la iglesia llamada: clero. Puesto que la mayoría de la investigación teológica es dirigida por profesionales religiosos, hay una inclinación a convertirse cada vez más en esotérico y, de forma creciente, alejado de la laicidad. Todo esto se presta al clericalismo, jerarquismo y la manipulación y control de las personas cristianas por aquéllos que supuestamente poseen conocimiento superior.
William Tyndale visualizó una revolución que elevaría al granjero al nivel de obispo en el conocimiento esencial de las Escrituras. Esa visión nunca se materializó en el protestantismo porque la escolástica protestante triunfó sobre evangelio. El protestantismo desarrolló sus propios sistemas teológicos complejos en que la gente con el tiempo era controlada y manipulada por la "clase sacerdotal" tanto como lo fue en el sistema católico romano.
3. La vida cristiana deja de ser una peregrinación. En lugar de una aventura de fe, se vuelve estático. Ofrece una seguridad con cierto encanto, pero es muy parecida a la seguridad de un estado totalitario. El sistema teológico cuidadosamente definido y las estructuras superclericales de la cristiandad occidental no son diferentes a la economía cuidadosamente planeada del sistema socialista. En ambos casos la iniciativa individual es reprimida porque el sistema entero es planeado por el clero o la burocracia. En el sistema de la iglesia, sin embargo, la pérdida de la verdadera humanidad es peor, porque el control de la mente es peor que el control sobre el cuerpo.
4. La Verdad (con mayúscula) muy fácilmente se iguala con un sistema de creencia. La pregunta "¿en qué cree usted?" tiene preeminencia y no debe determinar nuestra posición ante Dios y la gente. El impersonal "¿qué?" o el sistema de creencia se convierte en lo más importante y algunas veces el único criterio por el que las personas son juzgadas y dignas de aceptación o rechazo.
Así, una teología basada en la ley es grandemente responsable de encarcelar cristianos en los sistemas cerrados haciéndolos de mente cerrada, intolerantes hacia aquéllos con opiniones diferentes y fácilmente manipulados por la elite sacerdotal.
Aun hoy las muy abiertas rajaduras están apareciendo por todos los muros de los sistemas clásicos del pensamiento teológico. Para empezar, los adelantos en la ciencia bíblica a través de la aplicación del método histórico-crítico han mostrado repetidamente que los argumentos a menudo usados para establecer la teología sistemática es insostenible. Más seriamente el evangelio liberador pone en duda a todos estos sistemas cerrados. Se han tornado tan anticuadas como las ideas de Newton acerca de un absolutamente explicable universo mecanicista.
Una revolución Copérnica en teología.
El fin del cristianismo significa el principio de una nueva era en el pensamiento cristiano. Un nuevo comienzo es mucho más que una nueva capa de pintura en las viejas estructuras teológicas. Es, de hecho, una revolución al estilo Copérnico en la manera en que hacemos nuestra teología. En vez de hacer de la ley el punto de partida y el principio que determina la forma de la estructura entera de la teología cristiana, creemos que antes de empezar nada debemos iniciar ahora con la gracia que se nos dio en Cristo (2 Tim. 1:9). El principio de todas las cosas no es un principio abstracto de ley o una elección o algo más, sino la palabra de gracia de Dios que es Jesucristo (Juan 1:1; Col.1:15-17).
La idea de que empecemos con gracia en lugar de con la ley y hacer de eso el punto de referencia para determinar el significado de todo lo demás, puede parecer demasiado simple para lograr una profunda revolución en el pensamiento cristiano. Aun la ciencia (por no mencionar la historia cristiana) puede mostrarnos que los resultados más distantes de alcanzar a menudo son realizados por los medios más simples.
No negamos que la gracia siempre ha sido una parte importante de cada gran sistema de teología. Los calvinistas clásicos con frecuencia se han referido a su sistema como "las doctrinas de gracia". Pero sin excepción, todos estos sistemas clásicos tienen su punto de partida en la ley y entonces ponen a la gracia activa al servicio de la ley. Ahora decimos que toda esta manera de pensar debe invertirse tan radicalmente como el universo pre Copérnico. La gracia es el punto de partida y circunda todo. La ley existe meramente en el servicio de la gracia (vea Gal. 3:16-19). Esto cambiará radicalmente todo el espectro del pensamiento cristiano como nuestra idea acerca de la justicia de Dios, la expiación, la existencia cristiana , la iglesia y el castigo final. Pondrá en duda dos elementos de la religión cristiana que han vivido con placer casi sádico, esto es, ciertas ideas acerca de la expiación de sangre y el fuego del infierno. Una religión salvaje sólo puede producir gente salvaje. Pero antes de que exploremos estas cosas en más detalle, resumamos implicaciones generales de hacer de la gracia el punto de partida del pensamiento cristiano:
1. Significará el fin de todas las teologías sistemáticas. La gracia de Dios es tan soberanamente libre, abrumadora y sorprende que no puede encerrarse, dominarse, domesticarse y confinarse a un sistema ordenado, más de lo que Dios pueda poner en una caja. Ciertamente la historia de la salvación debe enseñarnos algo sobre eso. ¡No es de maravillarse que la teología sistemática clásica tiende a no basarse en la historia! La gracia de Dios en Cristo desafía todos los esfuerzos por ser adaptado a los cánones de la lógica humana.
2. El fin de los sistemas cerrados significa el fin de las mentes cerradas cristianas y toda la ridícula arrogancia contenida en ellos. No más muros religiosos y policía eclesiástica que decreten: "Hasta aquí puede pensar y no más".
3. El fin de los sistemas y mentes cerradas significa que la vida cristiana se convertirá en lo que siempre pensó ser, un peregrinaje de fe. En lugar de una tonta seguridad del sistema religioso cuidadosamente definido, habrá la aventura de vivir en las moradas de fe. En ocasiones Abraham tuvo que haber encontrado atemorizante su existencia peregrina, pero ciertamente mucho más estimulante que estar confinado a una ciudad amurallada.
4. No más se dará la prioridad al impersonal "qué", del sistema de creencia. La importancia final no se dará a lo que creemos sino en quien creemos (2 Tim. 1:12). La fe significa vivir sin exigir una respuesta a todas nuestras interrogantes teológicas. La fe nos permite vivir con ambigüedad en lugar de exigir una respuesta exacta para muchas cosas.
A veces no podemos estar demasiado seguros de lo que creemos. Cuando como Abraham no sabemos donde estamos en nuestra peregrinación, es suficiente con que Dios sepa donde estamos. Después de todo, incluso el hombre más inteligente del mundo comprende que no es lo que él sabe sino quien él conoce lo que le consigue posiciones. Aquéllos que están seguros en quien creen no tenderán a reñir con otros cristianos sobre sus creencias.
El triunfo de la justicia de Dios.
En Romanos 1:16, 17 Pablo declara que no se avergüenza del evangelio porque en él la justicia de Dios se revela. Pablo procede a mostrarnos que la justicia de Dios revelada en el evangelio no es una justicia basada en la ley. El apóstol apenas podría ser más enfático: "Pero ahora la justicia aparte de la ley de Dios (que no se basa en la ley) se ha manifestado" (Rom. 3:21, traducción del autor).
La justicia revelada en el caso del evangelio es una justicia basada en la gracia y consiste en la fidelidad de Dios a su promesa del pacto. Es esta justicia redentora y salvadora que se manifiesta una y otra vez en la historia del Antiguo Testamento.(19) Esto se aclara cuando miramos el trasfondo de Romanos 3:21. El apóstol representa al mundo entero acusado por la corte de la justicia divina. Los gentiles han demostrado ser tan pecadores que son dignos de muerte (Rom. 1). Pero por otro lado el judío también es silenciado, porque realmente no es mejor (Rom. 2). Todos son culpables. Entonces Dios se levanta para obrar justicia. Lo inesperado sucede. Un "pero" interviene -- ahora se conoce que la justicia de Dios no se basa en la ley. En lugar de traer condena y muerte, trae liberación y vida.
El contraste entre la justicia basada en la ley y la justicia basada en la gracia ya se ha examinado en la parte 1 de esta serie, sin embargo aquí resumiremos esta diferencia:
Definición latina u occidental de la justicia bíblica del evangelio: Conformidad a la norma, es decir, basada en la ley, justicia distributiva. Dar lo que se merece en oposición a la misericordia, principalmente justicia punitiva (retributiva).
Definición de la justicia bíblica del evangelio: Fidelidad a una relación, es decir, basada en la gracia, no es una justicia distributiva. Realiza lo que Dios ha prometido cortésmente. Misericordia para todos los oprimidos, una acción primordialmente salvadora.
Una crítica de la teoría latina de la expiación.
En el siglo XI d.C., Anselmo desarrolló una teoría de expiación para explicar por qué Cristo tenía que morir. Él pronunció la teoría de la "satisfacción" de la justicia divina basada en la filosofía latina de la ley. En la teología histórica esto es conocido como la teoría latina o forense de la expiación. Los reformadores se mantuvieron en la tradición de Anselmo. Adicionalmente desarrollaron la teoría latina de convertir a la ley en el objeto de "satisfacción" o "pago de deuda" en la muerte de Cristo. Así, la teoría de la "satisfacción vicaria de la justicia divina" o "sustitución penal" entró en la corriente de la ortodoxia protestante.
En oposición a Anselmo, Abelardo desarrolló un enfoque alterno de la expiación que se conoció como la teoría de la "influencia moral". Abelardo dijo que Dios mostró de tal manera su amor en la cruz que contemplarla nos movería al arrepentimiento y a la fe. Ninguna transacción objetiva tuvo lugar en el Calvario por medio de lo cual la salvación estuviera segura. El real acto de salvación ocurre en la respuesta subjetiva a la cruz. Hay muchas variaciones de esta teoría, pero en la teología histórica todas son agrupadas bajo el título de teorías "subjetivas" de la expiación.
Antes de repasar la teoría latina de la expiación, debemos decir algo sobre su valor. En contraste con todas las teorías subjetivas de la expiación, la teoría de la satisfacción por castigo permitió a la iglesia a mantener el elemento esencial de enseñanza bíblica, a saber, las bases objetivas de la salvación humana. La iglesia pudo expresar que nuestra salvación se basa eficazmente en un acontecimiento (fuera de uno mismo) objetivo. Igualmente la doctrina de la justificación de la Reforma mantuvo estas bases objetivas. Por otro lado, la teoría de la expiación de Abelardo y la doctrina Tridentina de la justificación orilla a las personas a mirar ya sea a su propia respuesta a la cruz o a su transformación interior como el fundamento de su aceptación con Dios. La teoría latina de la expiación también permitió a la iglesia proclamar la gravedad radical del pecado y la profunda hostilidad de Dios hacia él.
Por consiguiente, si tenemos la opción de escoger entre la teoría latina clásica de la expiación y la teoría de influencia moral, no vacilaríamos en escoger lo anterior. Si componemos las bases objetivas de la salvación en la obra concluida de Cristo, el elemento vital del evangelio cristiano se pierde. Así que no permitamos sugerir que al criticar la teoría latina estamos de alguna forma predispuestos a una teoría subjetiva de la expiación.
No obstante, tenemos las siguiente reservas serias acerca de la validez de la teoría clásica latina de la expiación:
1. Las explicaciones legales que ofrece acerca de por qué Cristo tenía que morir y cómo su muerte verdaderamente logra la redención, van más allá de lo que realmente se dice en el Nuevo Testamento. Los mejores expertos bíblicos del siglo veinte parecen llegar al acuerdo general de que todas las teorías de la expiación, incluso la teoría latina, van más allá de la revelación del Nuevo Testamento.
Cristo reconcilia al hombre con Dios y le da paz en él. Es tarea de los teólogos intentar explicar cómo Cristo con su muerte voluntaria en la cruz ha logrado este fin. Ninguna explicación precisa, sin embargo, se ofrece en el NT, ni la iglesia ha patrocinado oficialmente ninguna de las teorías de la Expiación que han sido propuestas.(20) Cuando llegamos a sistematizar la enseñanza acerca de la expiación encontramos, como en toda doctrina, que no se nos ofrece en el NT un sistema bien definido...
Todas las teorías serias, en parte, expresan la verdad y todas juntas son totalmente inadecuadas para asegurar cómo la aurora desde lo alto encamine a nuestros pies por camino de paz (Luc 1:79).
El NT no publica y ni puede publicar (como lo hicieron San Anselmo y algunos teólogos de la Reforma) la muerte de Cristo como una ofrenda o satisfacción dada por él, de un hombre en nombre del hombre, como restitución del deshonrado honor o majestuosidad del Dios infinito. "La satisfacción" es un concepto que ha figurado de forma prominente en discusiones de la expiación en la teología occidental, pero el termino no se encuentra en el NT. La mayoría de las distorsiones y disensiones que han molestado a la Iglesia, donde éstos han afectado la comprensión teológica, han surgido por la insistencia de sectas o divisiones de la comunidad cristiana al usar términos que no se encuentran en el NT; y esto es definitivamente más verídico que las teorías de expiación. El NT no dice que Dios exige compensación (en términos ya sea de honor o de deuda) o que el hombre (incluso el hombre-Dios) se lo dé.(22)
La teoría de la satisfacción de Anselmo, por consiguiente, no tiene absolutamente nada en común con Pablo.(23)
2. La teoría latina de la "satisfacción vicaria" o "sustitución penal" está basada en la teoría latina de la ley. La corte occidental, cuya tarea fundamental es defender las demandas de la ley, se vuelve la metáfora que explica la expiación. Sin embargo, esto contradice directamente la declaración de Pablo de que la justicia de Dios revelada en el evangelio es "aparte de la ley" (Rom. 3:21).
La idea central en la teoría latina o legal de la expiación es que la justicia y la misericordia son opuestas y sólo se reconcilian por obra de la cruz. Sin embargo, ya hemos demostrado (parte 1) que no hay oposición entre la justicia bíblica y la misericordia.
Cuando Pablo predica las buenas noticias de una justicia que esquiva la ley enteramente (Rom.3:21) o una justicia que se basa en una promesa que precedió la ley (Gal. 3:16-19), está siendo fiel a la enseñanza de Jesús.
En su predicación sobre las buenas nuevas del reino, Jesús habló de una justicia divina que se niega a alinearse a los cánones de la justicia legal. Sus parábolas nos enseñan que el amor y la gracia realizan lo sorprendente, "absurdo" y atrevido, como el patrono que premia con la paga de todo un día a sus trabajadores contratados aun por la tarde y el padre que da la bienvenida al hijo pródigo como si fuera un héroe.
3. La teoría latina o legal de la expiación incluye la gracia como un elemento importante, pero finalmente es gracia al servicio de la ley. Esto significa que Cristo mismo es realmente el siervo de la ley. Su obra cumple sus exigencias, paga su deuda y establece sus aseveraciones como si fuera el principio supremo del universo. Mas el Nuevo Testamento no nos enseña en ninguna parte que la obediencia de Cristo fue dirigida a la ley o que su muerte fue un pago o satisfacción a su demanda. Estas teorías se han impuesto en el Nuevo Testamento. Cristo no es el siervo de la ley. La ley siempre es su sierva y existe para el servicio de la gracia. La teoría latina es como la visión del mundo medieval que colocó a la tierra en lugar del sol como centro del sistema planetario.
4. La teoría latina presenta a Dios como el que exige ojo por ojo y diente por diente (Exo.21:24). El pago exacto por el daño parece ser más apreciado por Dios. No obstante, Jesús predica otro tipo de justicia en el reino de Dios, una justicia que no se venga sino que devuelve amor por odio y bien por mal (vea Mat. 5:38-48). ¿Nos pide Dios que vivamos por una justicia opuesta a lo que él muestra en la expiación? ¡Difícilmente!
En 1 Corintios 13:5 Pablo declara que el amor "no guarda rencor", sin embargo la teoría legal de la expiación nos dice algo muy diferente. En esta teoría Dios guarda cuidadosamente la cuenta y requiere compensación exacta. La teoría de la expiación basada y explicada en la ley se asemeja mucho a una transacción comercial en la que la deuda y el pago deben ser iguales exactamente. Tiende a transformar el amor de Dios en un amor fríamente interesado. Por ejemplo, el calvinista clásico debe negar que Cristo murió por el mundo entero en base a la lógica matemática, lógica basada en la ley. ¿Cómo podrían sufrir las personas en el infierno, se preguntan los calvinistas, si en realidad Cristo pagó por sus pecados en la cruz? ¿Requiere Dios doble pago, un por Cristo y otro por los pecadores en el infierno? Así el Calvinista clásico confía en la lógica inexpugnable de su teología sistemática. La falacia, sin embargo, consiste en pensar que el amor y gracia divina deben someterse a dicha lógica, incluso a la buena lógica Calvinista.
Tales sistemas cerrados de teología no contienen más la justicia divina que la tumba sellada podría contener al Jesús crucificado.
5. La teoría de la expiación por la satisfacción, presenta a Dios casi como un usurero celestial que debe obtener su paga antes de que pueda perdonar. Estamos de acuerdo con Alan Richardson cuando declara que el Nuevo Testamento no dice que Dios exige satisfacción ni por su honor ni por la ley.(24)
6. Esta teoría basada en la ley de la justicia divina ha dado creencia a una religión obsesionada en dos elementos de tal manera que a veces raya en el sadismo. Estos elementos, por supuesto, son sangre y fuego. Dios parece amar la sangre y el fuego. Sólo ver la sangre aplaca su enojo. De otra manera nunca se aplacaría, ni aun incluso por los eternos tormentos de los condenados al infierno. Tales enfoques del castigo final son indiscutiblemente sádicos. Ninguna persona sensata querría toparse con un Dios cuya venganza insaciable haría insignificantes a los más crueles monstruos de la historia. Si rendimos culto a un Dios que de tal manera ama la sangre y fuego, por qué debemos sorprendernos de que por casi toda su historia y siempre que tenían oportunidad los cristianos han sido intolerantes, perseguidores, crueles y salvajes. ¡Incluso hoy, ¿qué segmento de la comunidad de los Estados Unidos es vocalmente el más duro en ser el primero en "golpear" a los enemigos nacionales?! ¡¿No son ellos los exponentes de una religión de sangre y fuego?!
Un acercamiento basado en la gracia.
La justicia de Dios revelada a nosotros en el evangelio no es una justicia basada en la ley (Rom.3:21). Esta basada en la gracia, la gracia que Dios cedió a Cristo antes del principio de tiempo (2 Tim. 1:9). El punto de arranque de todos nuestros pensamientos teológicos, por lo tanto, no deben ser alguna ley estática sino el compromiso de Dios para prodigar en la raza humana cada bendición en Cristo.
Por su propia naturaleza el amor es incondicional. No puede calificarse por un "si" o un "hasta". Dios se comprometió, dio su palabra y pactó, amar al mundo de los humanos independientemente de lo que pudieran hacer o merecer. Él se empeñó, sin importar el costo, a hacerles partícipes en su herencia en Cristo. Donde haya miseria, necesidad y opresión humana, el amor de Dios traerá sanidad y restauración. Dios haría esto porque él es Dios. No puede negarse a sí mismo (2 Tim. 2:13).
Hemos visto (parte 1) que la justicia de Dios es Dios manteniendo su promesa. El Antiguo Testamento está lleno de evidencia de que la justicia divina favorece a los oprimidos. Dios es alguien que obra justicia para todos los oprimidos (Sal. 103:6). El Éxodo fue prueba de eso. Este acto de liberación en nombre de los esclavos hebreos es famoso en el Antiguo Testamento como un acto de justicia divina. Evidentemente no fue una justicia basada en la ley o por lo que merecieron tales esclavos. Fue basada en la gracia, fue Dios llevando fielmente al cabo su promesa a Abraham.
Éste es el tipo de justicia revelado en el evangelio. En un artículo excelente Sam K.Williams concluye que la justicia de Dios en Romanos es la fidelidad de Dios de mantener su promesa a Abraham... Por último, al cumplir sus promesas a Abraham, haciendo hijos suyos a todas las personas a través de Cristo, no hace sino que ser fiel a sí mismo, es decir, a su propia naturaleza como creador y salvador.(26)
El evangelio nos muestra que la justicia divina es una justicia para, con e incluso en lugar de nosotros. Dios no sólo está del lado de todos los oprimidos (Sal. 103:6), sino en la persona de su Hijo él se ha vuelto uno con nosotros en la opresión. Él es Emanuel "Dios con nosotros" (Marcos 1:23: cf. Isa. 7:14).
En la tierra Jesús desvió de su camino para ser amigo de aquéllos considerados al margen de la ley y aquéllos que se mantuvieron en los límites de la sociedad. Predicó las buenas noticias "a los pobres... a los cautivos... a los ciegos... a los oprimidos" (Lucas 4:18). En la cruz no sólo se identificó con nosotros en nuestros pecados y miseria, sino fue más allá y soportó las últimas consecuencias del pecado en nuestro lugar. No negamos que hay metáforas sustituibles en la Biblia, pero sugerimos que no es tanto el lenguaje de una transacción legal sino del lenguaje del amor.
El amor siempre es por nosotros. Se identifica con su propósito. Llevando la carga de otros (Gal. 6:2).
Para entender el significado de la resurrección, debemos valorar que fue la resurrección del Jesús crucificado (Hechos 2:37-36;3:15).
La crucifixión fue un espectáculo repugnante. Nadie de noble cuna fue crucificado, ningún ciudadano romano fue muerto de esta manera. Fue la forma más degradante de castigo, reservado para la basura de la sociedad. Jesús fue crucificado en debilidad. Fue un hombre oprimido, rechazado, maldito, condenado, insultado y desamparado. En esta cruz de criminales, manchada con sudor y sangre, contemplamos a Dios volviéndose uno con todos los oprimidos. Él se apropia de la causa de todos los condenados, infelices y desamparados y ciertamente se vuelve uno con ellos en toda su deprivación y opresión. Cuando Dios levantó a Jesús de los muertos, mostró que era el Dios que obra justicia por todos los oprimidos. Cuando Dios obra justicia, libera y restaura los derechos de aquéllos que les fueron privados. La forma verbal de la palabra justicia es justificar.
Cuando Dios levantó a este oprimido Hombre poniéndolo a su derecha, lo justificó por esa razón, le hizo justicia y guardó su promesa de que liberaría a los oprimidos. Por consiguiente, la resurrección fue el triunfo de la justicia divina sobre toda la opresión humana resumida en este único Oprimido quien fue para, con y en lugar del muchos. Fue uno con nosotros en toda nuestra opresión para que pudiéramos ser uno con él en su resurrección y justificación. "el cual fue... resucitado para nuestra justificación" (Rom. 4:25). La resurrección fue por consiguiente el triunfo de la justicia divina sobre nuestros pecados, enajenaciones, deprivaciones y muerte. Este triunfo de la justicia divina en la resurrección es el triunfo del amor incondicional. No ha habido nadie tan maldito, desamparado y oprimido que no pueda oír en estas buenas noticias que la muerte es vencida y que Dios ha obrado su justicia liberadora a todos por la resurrección de Cristo.
En lugar de intentar desarrollar una teoría de la expiación en la estructura de alguna filosofía de la ley, la hemos puesto en la estructura histórica y redentora de la Biblia. De esta manera podemos conservar su objetividad esencial. Es tan objetiva y tan inalterable como la batalla de Waterloo. Así como este suceso tuvo lugar en Waterloo que cambió el curso de la historia para cada inglés, de la misma manera un suceso tuvo lugar en la muerte y resurrección de Cristo que reconcilió al mundo con Dios e inauguró la nueva historia del hombre en Jesucristo.
Estamos conscientes de que esto deja muchas preguntas sin contestar. La Biblia proclama lo que Dios ha hecho para salvarnos pero no contesta nuestras preguntas sobre por qué hizo lo que hizo, sólo que su amor le movió de esa manera. A pesar de eso, ¿por qué debemos esperar que los hechos más gloriosos de Dios estén sujetos a todo tipo de explicaciones racionalistas? No nos preguntamos y apoyamos con reverencia los milagros que pueden explicarse fácilmente. Vivir por fe significa vivir con preguntas sin contestar. La tendencia en insistir en contestar demasiadas preguntas ha agobiado a los cristianos con sistemas complejos de teología y les ha dado demasiados asuntos por que luchar y contender.
Puede ser considerado cierto, por consiguiente, que en Rom. 3:25. Pablo de hecho considera la muerte de Jesús como un sacrificio de expiación y precisamente ve en él la justicia salvadora de Dios en acción. Pero es una gratuita, "locura", actividad de Dios (1 Cor. 1:21), y es completamente extraño en Pablo describir la actividad de Dios de alguna manera como una actividad necesaria, la necesidad de que era explicable y por la que Dios tenía que someterlo. La teoría de la satisfacción de Anselmo, por consiguiente, no tiene nada absolutamente en común con Pablo y Rom. 3:25. se alinea en cada consideración a la proclamación Paulina. Pablo no piensa explicar la actividad de Dios o despojarlo de su loco carácter haciéndolo inteligible en este texto.
Más bien, sólo quiere proclamar y testificar lo que Dios ha hecho y lo que le impulsó a hacerlo.
A menos que se indique lo contrario, las citas de la Escritura son de la Nueva Versión Internacional, (Reina Valera 1960, para la traducción).
1. Michel Poniatowski. Ministro del Interior bajo el Presidente francés Valery Giscard d'Estaing, en una entrevista para la revista de noticias Pourquoi Pas? de Bruselas, citado en la Revista de la Prensa Mundial, No. 10 (Oct. 1982):23.
2. Douglas John Hall, ¿Tiene la iglesia futuro? (Filadelfia: Westminister Press, 1980), p 36.
3. Ibid.
4. Vea a Will Durant, La Historia de la civilización, parte VI, La Reforma - Una historia de la civilización europea desde Wyclif hasta Calvino: 1300-1564 (Nueva York: Simon & Schuster, 1957). pág. 218: Roland H. Bainton, El afán de la libertad religiosa,: Nueve estudios biográficos (Filadelfia: Westminister Press, 1951, pp 35,51-2.
5. Martin Lutero, citado en Richard E. Gade, Un estudio histórico del antisemitismo (Grand Rapids: Baker Book House, 1981), p 51.
6. Ibid.
7. Bainton, El afán de la libertad religiosa, p 55.
8. Vea Ibid., P 61.
9. Vea Ibid., P 64.
10. Michael Servet, citado en ibid., p 94.
11. Theodore Beza, citado en Roland H. Bainton, La reforma del siglo XVI (Boston: Beacon Press, 1952), p 211.
12. Martin E Marty, citado en Robert Jewett, Tolerancia cristiana,: El mensaje de Pablo a la iglesia moderna (Filadelfia: Westminister Press, 1982), pág. 9.
13. El periódico presbiteriano, 15 de junio de 1983, pág. 5.
14. Reinhold Niebuhr, Fe e historia: Una comparación entre cristianos y enfoques modernos, de la Historia (Nueva York: Charles Scibner's Sons, 1949), pág. 214.
15. Graham Shaw, El precio de la autoridad,: Manipulación y libertad en el Nuevo Testamento (Filadelfia: Fortess Press, 1982), pp.5, 51, 48.
16. J. Stephen Conn, "Gandhi aun tiene influencia en las personas", Augusta Chronicle, 16 Abr. 1983.
17. Gerhard O. Forde, El debate de la ley-evangelio,: Una Interpretación de su desarrollo histórico (Minneapolis: Augsburg Publishing House, 1969), pp. 3-5.
18. Vea Peter W Macky, "El papel de la metáfora en el pensamiento y experiencia cristiana como lo entende Gordon Clark y C. S. Lewis", El periódico de la Sociedad Teológica Evangélica 24, No. 3 (Sept. 1981): 239-50
19. Vea Robert D. Brinsmead, "El escándalo de la justicia de Dios -- parte 1", El Veredicto cristiano, ensayo 6, 1983.
20. C.L. Mitton, art. "La expiación", el Diccionario bíblico del intérprete" una enciclopedia ilustrada, Ed. George Arthuo Buttrick (Nashville: Abingdon Press, 1962), 1:313.
21. William Owen Carver, art. "La expiación", La enciclopedia internacional estándar de la Biblia, Ed. James Orr (1929; reimpresión., Grand Rapids: Wm.B. Eerdmans Publishing Co., 1976, 1:323-24.
22. Alan Richardson, Una introducción a la teología del Nuevo Testamento (Nueva York: Harper & la Fila, Publicadores, 1958), p 217.
23. Werner G. Kummel, "Una contribución a la comprensión de la doctrina Paulina de la justificación", en Robert W. Funk, Ed., Temas distintivos protestantes y católicos revisados (Nueva York: Harper & la Fila, Publicadores, 1967) pág. 13.
24. Vea Richardson, La teología del Nuevo Testamento, pág. 217.
25. Vea a Edward William Fudge, El fuego que consume,: Un estudio bíblico e histórico del castigo final (Fallbrook, Calif.: Publicaciones veredicto, 1982)
26. Sam K Williams, "La justicia de Dios en romanos", El Periódico de literatura bíblica 99, No.2 (junio de 1980): 265, 290.
27. Kummel, "La doctrina Paulina de la justificación", pp.12-13. El uso de Kummel del trabajo "necesario" podría ser desorientador si se toma fuera del contexto. Nos parece apropiado confesar la necesidad de la muerte de Cristo pero impropio explicar por qué fue necesario.
Para cualquier información, por favor escriba a:
Verdict, R.D.Brinsmead, Verdict
Duranbah Road, por Robert D. Brinsmead
Duranbah NSW,
2487 Australia.