Principal - Robert D. Brinnsmead

El escándalo de Yeshúah ben Adam III

Ninguna discriminación

 

Ninguna religión

Digresiones sobre Pablo

Señor de la danza

Sin Apocalíptica

 

Ninguna discriminación

"Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores" Lucas 7:34.

Esta declaración es una ilustración extraordinaria de la manera en que Yeshúah ben Adam usa su nombre. Es una declaración de solidaridad con todos los que son hijos e hijas de "Adán". Así respaldó lo que está implícito en su nombre con acciones apropiadas. Rechaza todas las distinciones reconocidas entre las clases sociales, puros e impuros, justos y pecadores, notables y don nadie, varones y hembras.

Ben Adam se propuso a sí mismo desmantelar la cultura de discriminación mediante una gran variedad de refranes y acciones. Pero la pieza central de su estrategia fue sencilla y estupendamente eficaz. El comedor fue el lugar central para su misión. Por todas partes donde ben Adam fue, comió y bebió de acuerdo a una nueva manera. Impresionó a todos. A veces las ocasiones fueron comidas ordinarias. Otras ocasiones fueron banquetes más relajados donde los participantes se reclinaban conforme comían según la costumbre contemporánea. La compañía de Yeshúah incluía: "publicanos y pecadores". (Marcos 2:15,16). Eran personas consideradas impuras o sucias según la tradición religiosa.

Los discípulos de Yeshúah no se sentían cómodos con su conducta escandalosa. Es asombroso que veinte años después cuando la iglesia fue formada y crecía, los cristianos de Jerusalén no estaban preparados para comer con "incircuncisos". Incluso Pedro, el apóstol principal, se retiró de comer con los "incircuncisos" cuando su hermanos de Jerusalén llegaron a Antioquía. (vea Hechos 15: 1-2, Gálatas 2:11-14).

La práctica de comida de ben Adam era tan importante en su modus operandi que los autores del Nuevo Testamento no podían fallar en mencionarlo, pero maquillan este escándalo poniéndolo en el contexto de que Yeshúah lo hacía como parte de su misión de rescatar a los pecadores. Este forma de condescendencia evita el punto principal de Yeshúah.

Es difícil para nosotros los occidentales, con nuestras costumbres más relajadas e igualitarias, apreciar lo que significaba el comer juntos en la cultura oriental de Yeshúah. Significaba aceptación mutua, perdón y compartir una vida juntos en un sentido profundamente religioso.

La religión de Israel se distinguía por una pureza muy detallada o por un código de santidad. La esencia de la santidad era estar separado como Dios estaba separado y ser distinto de cada objeto o cosa.

Israel se vio a sí misma como llamada a ser separada, distinta sobre todas las demás personas. El código de "santidad" fue una manera de lograrlo además de mantener el estado especial de la nación y el sentido de identidad. En la etimología de su idioma hebreo, la palabra contaminar significaba algo ajeno, extraño o extranjero.

Había niveles de pureza y deshonra. Por ejemplo, las mujeres eran más impuras que los hombres y el nacimiento de una hija aislaba a una madre con más tiempo de impureza que lo que hubiera sido si tenía un hijo. Hernias o salpullidos serios en la piel como la psoriasis, fueron llamados lepra dejando en calidad de impuro al que lo portaba.

En la condición más alta de limpieza o pureza una persona estaría completa o saludable. El enfermo era más impuro. El rico era más puro que el pobre. El sabio que conocía la Toráh era mucho más puro que el ignorante.

Los goyim (gentiles o no judíos) siendo incircuncisos, eran muy impuros. Desgraciadamente algunas de las propias personas de Yeshúah eran tan indigentes que no podían permitirse el lujo de circuncidar a sus niños, así que eran tratados como goyim.

El código de pureza prohibía el compañerismo durante las comidas con personas impuras. Hacerlo era aceptar y compartir esa suciedad. Cualquiera que considerara ser puro o permanecer puro a los ojos de Dios, y por supuesto a los ojos de sus semejantes, no pensaría en comer con los de más abajo de su propia "jerarquía" de pureza. Esto incluía a las mujeres. Ellas sólo podían servir en los banquetes.

Así que más que nada, era en la mesa de comer y beber donde toda la "jerarquía" de la sociedad de Yeshúah fue reforzada. La discriminación humillaba a los de más bajo nivel social tanto como deshumanizaba a los de alto nivel. A través de su compañerismo de mesa indiscriminatorio Yeshúah quiso decir que estaba haciendo a un lado el código de santidad. Estaba despreciando todas las categorías aceptadas de vergüenza y honor. El código de pureza entró al corazón de la propia identidad de Israel. Con estas leyes que separaban al puro del impuro, Israel se separó de otras personas. Por este medio ritualizó su favorecido estado de nación.

¡La religión es la santificación de la identidad personal!

Ben Adam no estaba subvirtiendo simplemente unas tradiciones. Promover su tipo de igualitarismo en una sociedad jerárquica con tres por ciento de las personas en la cima seguros de defender su posición, era muy peligroso. Pero ben Adam estaba subvirtiendo el estatus de toda la favorecida nación de Israel y su sentido egoísta de identidad. Todo esto lo hizo en el nombre de ben Adam. Sus fiestas donde daba la bienvenida a un tumulto de diversidad humana eran más divertidas que la compañía de clones sectarios.

 

Ninguna religión

"El Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo" (Marcos 2:28).

El nombre ben Adam no sólo le dio solidaridad a Yeshúah con todos, le dio autoridad sobre todo. Hacer a un lado el código de la pureza como Yeshúah lo hizo es muy osado, pero afirmar autoridad sobre el sábado es sorprendente. El sábado es la señal y sello del pacto de Israel con Dios; es el corazón de los diez mandamientos. Si Yeshúah, el humano, afirma tener autoridad para hacer a un lado las regulaciones sabáticas para satisfacer las necesidades humanas, entonces todo el que sea humano tiene la autoridad sobre toda la Toráh o Santa Escritura (vea Mateo 5:33-39).

A diferencia de los profetas que le precedieron, ben Adam no basó su autoridad diciendo: "Así dijo el Señor...", ni declaró como Billy Graham: "La Biblia dice...". Él no es un chaman o un místico que actúa con visiones o voces de Dios en la mente bicameral. * Toda apelación a alguna grandiosa autoridad religiosa está visiblemente ausente con ben Adam. ¡La única autoridad que demanda es la autoridad del ser humano!

Cuando miramos el contexto de lo dicho en el sábado por Yeshúah, es claro que está reinterpretando la historia de la creación.

"Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra ... y les dijo ... señoread ... en todas las bestias que se mueven sobre la tierra" (Génesis 1:27,28).

A lo largo del Antiguo Testamento Dios nos prohibe estrictamente hacer cualquier imagen de él. Nos prohibe totalmente usar algo en el reino de la naturaleza como árboles, piedras, animales, estrellas, montañas, templos, para hacer una imagen del Dios invisible. Dios ha dado la única imagen de él y es la del ser humano viviente, varón y hembra.

Junto con el monoteísmo, ésta es la visión más asombrosa del Antiguo Testamento. Es una visión que ben Adam acepta y actúa. Comprende que Dios le ha conferido como ser humano, el más grande honor, estado y dignidad posible.

"Le has hecho (ser humano) poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies" Salmos 8:5,6.

Cuando ben Adam rechaza todo título de honor que los hombres ofrecen conferir en él, lo hace consciente de quién es ben Adam: el humano.

Suponga que al príncipe de Gales le es ofrecido el título de Caballero o Señor de la realeza, ¿lo aceptaría?, difícilmente, puesto que ya tiene un estatus mayor que estos honores en virtud de ser hijo de la casa real de Windsor. Así que ben Adam está consciente que ser humano le confiere el más alto estatus, dignidad y autoridad que es posible tener.

La religión, sin embargo, crea imágenes sagradas de cosas como: tiempos especiales (sábado), lugares (montañas, templos, Jerusalén, Roma) árboles, rocas, agua, fuego, vestidos, rituales, credos, libros, ríos, estrellas, pan; difícilmente hay algo que de alguna manera o modo no sea una imagen santificada. La religión santifica a toda la naturaleza ya sea total (como en las antiguas religiones de naturaleza o con los modernos Greens) o parcialmente (como en el judaísmo o cristianismo).

Cualquier cosa que sea santificada, se supone que funciona como un mediador de la presencia de Dios (espíritu). Algunas personas piensan que encontrarán a Dios en la observancia de un día sagrado. Otros piensan que el lugar para contactar con el Divino está en un lugar sagrado como Jerusalén, Lourdes, o alguna otra "santa montaña". Aún otros quieren sentir la proximidad de Dios en un ritual u ordenanza religiosa. Algunos imaginan que Dios media por ellos al comer alguna comida sagrada o no comiendo comida en absoluto (ayunando). Luego está la religión de "sólo la Biblia" en que los adoradores confían en que Dios se encuentra en un libro.

Parece que en algún momento, en alguna parte, todo ha sido santificado a excepción del hombre. La humanidad ha sido sacrificada a los iconos de la religión. Los iconos hacen de la sumisión y esclavitud, para el orden vertical, un sagrado deber.

Consciente de su dignidad y autoridad en virtud de ser humano, ben Adam derrumba todo. Él desantifica todo: tiempos, lugares, rituales, altares, jerarquías, tradiciones, excepto al hombre y mujer ordinaria que llevan la imagen de Dios. Volvió a poner todo bajo los pies del humano. La religión (ley, escritura, todo lo demás) debe servirles en lugar de ser siervos de ella.

Yeshúah ben Adam no asumió una personalidad religiosa. En el espíritu de los profetas del Antiguo Testamento, no defendió el ayuno religioso o apoyó los sacrificios del templo. * No bautizó. No predicó con la Biblia, aunque pudo usarla creativamente para servir a sus propósitos. Desechó las oraciones largas o redundantes. Hizo a un lado el código de la pureza con respecto a la comida, el lavado de manos, la interacción con mujeres y el tocar a los leprosos. Declaró su soberanía sobre el sábado y, por implicación, a toda la Toráh o sagradas escrituras. Y todo esto lo hizo en solidaridad de todos nosotros porque él era el hijo de Adán.

Las autoridades religiosas siendo los guardianes del orden vertical, respondieron condenando a Yeshúah a la muerte por blasfemia, es decir, por ser antireligioso. El sumo sacerdote razonó que era mejor que un hombre muriese a que todo el sistema se colapsara (Juan 11: 50).

* Compare Lucas 5:33 e Isaías 58:3-8; Mateo 12:7 e Isaías 1:11-17

 

Digresiones sobre el evangelio libre de la ley de Pablo

Según el evangelio de Marcos, los apóstoles eran tan lerdos que nunca entendieron las palabras o actos de Yeshúah ben Adam justo antes del amargo fin. Dan muy poca muestra de que entendieron su mensaje sobre la libertad humana aún después de la Pascua.

La primera iglesia en Jerusalén fue donde los apóstoles presidieron el aislamiento al conservatismo totalmente en desacuerdo con Yeshúah ben Adam. Veinte años después continuaban renuentes a comer con personas incircuncisas. (Hechos 11:3; Gál. 2:11-14). Vivían todavía estrictamente según los códigos religiosos del judaísmo. Se aterraron por los rumores de que Pablo permitió a sus convertidos judíos de la dispersión abandonar a Moisés y a las costumbres judías (Hechos 21:22-24).

La persona que reflejó lo más parecido la libertad de religión de Yeshúah fue Pablo. Estaba tan adelantado del resto, que la iglesia en su totalidad nunca aceptó su evangelio libre de la ley. Incluso los reformadores protestantes que trazaron su inspiración en Pablo, sólo tocaron superficialmente su pensamiento libertador.

La pieza central de la enseñanza de Pablo, al menos en Romanos y Gálatas, es un argumento bastante complicado sobre "la justificación por fe sin las obras de la ley". Contrariamente a la interpretación popular de este tema en la cristiandad occidental, el verdadero punto de Pablo en su largo argumento legal e histórico no es mostrar a las personas cómo ser salvo o encontrar a un Dios bondadoso. Pablo supo dar una respuesta directa y simple a esa pregunta.

El problema que Pablo tenía que mostrar era el de una iglesia tremendamente dividida entre cristianos judíos y gentiles. Los cristianos judíos continuaban viviendo según sus costumbres antiguas (la circuncisión, el sábado y la comida judía, eran las tres grandes). Pensaban que los cristianos gentiles debían vivir de la misma manera. Los cristianos gentiles en Roma, por ejemplo, no consideraban ningún día como sagrado y comían cualquier tipo de comida (vea Romanos 14). Pensaban que los cristianos judíos debían vivir como ellos. Cada lado se inclinó a criticar y no aceptar al otro.

En su carta a la iglesia romana, Pablo no dice a ninguno de los dos que cambie sus prácticas religiosas. Su línea de ataque es mostrar que las prácticas religiosas son irrelevantes. "Porque no hay diferencia", declara en Romanos 3:22; 10:12. La justificación, el preciado estado de una persona haciendo lo correcto, es por fe sin las obras de la ley que es decir sin las prácticas de la religión judía. Por simple extrapolación, significa sin las prácticas de cualquier religión. Ya sea si es a los ojos de Dios o de la comunidad, las diferencias religiosas no cuentan. "Porque no hay diferencia". Sólo las personas importan (vea Corintios 9:19-22).

En su carta a los Gálatas, Pablo explica cómo la ley se dio a Israel como un menor a su tutor. Gobernados por la ley o escritura, razona que es como estar en la cárcel o prisión. Pero ahora que Cristo nos ha liberado: "ya no estamos bajo ayo". (Gálatas 3:19-25: 4:1-22). No hay obediencia esclavizadora a códigos, documentos o cartas escritas. No hay Biblicismo. ** (Efesios 2;15; 2 Corintios 3; Romanos 7:6).

Por consiguiente, la libertad de la ley en Pablo lleva la idea de ser libre de la religión y de una adhesión esclavizada a la escritura. Los reformadores nunca entendieron a Pablo a este nivel, así pues, fueron tan intolerantes y autoritarios como Roma.

** Pablo utiliza las palabras ley y escritura intercambiablemente. En el griego no bíblico contemporáneo la palabra homos (ley) también tenía el significado de religión.

 

Señor de la danza

Como antes lo hizo Yeshúah ben Adam, Pablo es ambivalente hacia las prácticas religiosas. En su Romanos es indulgentemente acomodadizo. En su Gálatas es inflexible en su crítica. ¿Por qué la diferencia?

Las fiestas y rituales religiosos de las tribus hebreas no eran diferentes de los rituales, bailes y fiestas africanos, malasios, australianos o de cualquier otra tribu. En su mayoría eran felices festividades con bailes, comida y bebida. De esta manera celebraban sus historias de la creación y contaban sus victorias y derrotas. La simplificación, exageración y embellecimiento de las historias eran necesarias, como era necesario el espectáculo del pueblo.

Junto con las festividades rituales, la mayor parte del Antiguo Testamento es salmo, poesía e historia de gente. Mucho de esto era cantado o recitado en los dramas festivos. (El libro de Job es también poesía como una gran obra Shakespeareana. La pregunta sobre la historicidad de los personajes es completamente irrelevante al mensaje de la obra. Jonás es algún sátiro inteligente del nacionalismo judío). Hay un elemento imaginativo, juguetón en este tipo de literatura.

Es el atroz y divertido literalismo del occidente cristiano que ha chapuceado y escondido el significado real del Antiguo Testamento. Es tan tonto como alguien descubriendo el Progreso del Peregrino de Bunyan y sujetándolo entonces al análisis literal. 

Las tribus cristianas tienen sus bailes religiosos también. No todos bailan la misma melodía y los rituales varían un poco. El Marcos del Nuevo Testamento probablemente se escribió para la lectura ritual en reuniones cristianas. Mateo con su precisa estructura de cinco discursos imitando los cinco libros de Moisés, fue obviamente una composición dramática Shakespeareana. El libro de Apocalipsis es puro drama, material ridículo si se interpreta en serio. No a todos los autores o grupos les gustan las escrituras de los otros grupos. Hay detalles contradictorios y diferencia de interpretación. Cuando las rivalizadas escrituras se llamaron Santa Escritura, cientos de años después, se bloqueó cualquier esperanza de leerlos inteligentemente.

Las tribus cristianas han sido como tribus primitivas mofándose del baile de uno y otro. Lo que se suponía que era "la teología de la representación" se convirtió en un baile de guerra sangriento. Eucaristía (dar gracias), bautismo, lectura bíblica y lo demás llegó a ser el baile de las guerras de las tribus cristianas guerreando unas contra otras.

¿Cómo se relaciona todo esto en la interpretación de Pablo o Yeshúah? Si las prácticas religiosas no son nada más que celebraciones que sirven a las personas en el compañerismo y libertad del ser humano, entonces, "no hay diferencia". Cuando llegan a ser imágenes impuestas demandando la rendición de la libertad humana, Pablo sarcásticamente pide a los hombres que se sometan a la circuncisión, ¡que se mutilen! (Gálatas 5:12). Yeshúah ben Adam diría que puesto que el baile es hecho para las personas y no las personas para el baile, que él, El Humano, es Señor de la Danza. (Marcos 2:27,28) ¡Más diversión que castración!

 

Sin Apocalíptica

"El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros" (Lucas 17:20-21).

Estas palabras de Yeshúah ben Adam son sorprendentes por su originalidad. Pasaron por el rostro de todo lo que su sociedad esperaba. Son notablemente diferentes al idioma y conceptos del primitivo movimiento cristiano.

La gente de la época de Yeshúah buscaba un reino futuro. Esperaban un enardecido e inminente fin del mundo donde las personas de Dios serían redimidas y sus enemigos destruidos. Se creyó que este catastrófico fin del mundo sería precedido por señales espectaculares y presagios como el sol brillando por la noche o las estrellas cayendo cielo (II Esdras 5:4-5). Este tipo de expectativa y creencia se llama Apocalíptica.

La apocalíptica, como una forma dominante del pensamiento literario, floreció aproximadamente del 200 a.C. al 130 d.C. Se erigió cuando Israel estaba sufriendo la amenaza de extinción bajo el gobierno de un poder extranjero hostil. Se pensó que Dios había dejado que la tierra fuera gobernada por poderes gentiles que raptaron al mundo como leones, osos, leopardos y otras bestias de presa (vea Daniel 7) Pero sería durante un tiempo fijo. Entonces el reino de Dios destruiría de repente a estos enemigos opresivos y entregaría a su gente en un acto final de poder coercitivo. 

En los días de Yeshúah la expectativa apocalíptica estaba candente. El Nuevo Testamento dice: "todos los hombres estaban a la expectativa". Las personas estaban con cuidado vigilando las señales y agüeros del fin. Juan Bautista también creyó en la apocalíptica. Habló del inminente día de la ira en que se "quemará la paja en fuego que nunca se apagará".

Los discípulos de Yeshúah también eran incurablemente apocalípticos. Ellos tendían a buscar señales del fin del mundo. Nunca se dieron por vencidos. La muerte y resurrección de Cristo fue interpretado por Pablo y otros como un suceso del fin del mundo, la primera fase de un fin del mundo en dos fases.

Esta creencia apocalíptica se proyectó hacia Yeshúah como si él enseñara también el cercano fin del mundo. La parábola moral de las diez vírgenes, tan absolutamente contraria a sus parábolas auténticas, fue puesta en su boca para enseñar la vigilante espera del fin de la historia.

La apocalíptica se volvió el factor interpretativo dominante en la historia de Yeshúah ben Adam. Reconociendo esto, el estudioso alemán Kaseman acuñó este dicho famoso: "La apocalíptica es la madre de toda la teología cristiana". Así como el pájaro cucú en el nido cristiano donde la apocalíptica echó a Yeshúah ben Adam e incubó una teología sobre el Jesús ben Parthenos.

Sin embargo, cuando examinamos los dichos y parábolas principales de ben Adam, el reino del que habla no es un reino futuro sino algo ya presente en medio de sus oyentes. No hay discusión apocalíptica. Declara que no hay ninguna señal y ningún acontecimiento externo que anuncie su llegada. Silencioso como una semilla en crecimiento, escondido como la levadura que fermenta la masa, el reino es una realidad presente dice Yeshúah y aquéllos que responden a su enseñanza están entrando en él ahora.

En la voz auténtica de este hombre histórico no hay ninguna especulación sobre el fin del mundo o vida después de la muerte. Esto no quiere decir que Yeshúah no creía en la vida después de la muerte, sino que al buscar en esta dirección perdemos la razón de su enseñanza. No habla sobre la vida después de la muerte, sólo sobre la vida antes de la muerte. En su terminología, encontrar la vida y entrar en el reino son una misma cosa.

Apocalíptica, un icono deshumanizante

La apocalíptica ayer y hoy es parte de una religión que santifica el tiempo. Sabemos que el judaísmo santificó un día de la semana que llamaron sábado. No hay nada malo en una comunidad el tener un tiempo reservado para el descanso y el desarrollo espiritual. Ese tipo de "tiempo apartado" puede ser muy beneficioso. El problema con el judaísmo y algunas sectas cristianas, sin embargo, es que el sábado se convirtió en un icono autoritario a ser servido por el hombre en lugar de que sirva al hombre (vea Marcos 2:27,28).

La apocalíptica santifica un tiempo futuro, un gran sábado escatológico que asume un tremendo control sobre la vida humana de las siguientes formas:

1. La preocupación del inminente fin del mundo es acompañada por la especulación sobre "las señales de los tiempos" y un calendario de acontecimientos que llevan al fin (La gran tribulación, armagedón, milenio, marca de la bestia, 666, etc.)

Se vuelve una obsesión enferma, deshumanizante con el icono religioso del tiempo. Puede volverse tan dominante que viviendo en el futuro y para el futuro devalúa el presente. Se vuelve una rendición a las responsabilidades y oportunidades presentes. ("¿Por qué limpiar la nave si se va a hundir?". "Este mundo está condenado". "No hay esperanza", predica un Green paladín que anhela un apocalipsis ambiental).

Si este armagedón no está a punto de suceder, la gente apocalíptica se desalentará, entristecerá y defraudará. Incluso una secta cristiana celebra un acontecimiento conocido como "La gran desilusión". Los fundadores de este grupo fueron devastados porque el fin del mundo no tuvo lugar cuando lo predijeron. El descubrir que tenían que seguir viviendo aquí, fue una pesada desilusión para tomar las tediosas cargas de vivir aquí y ahora. En la iglesia primitiva de hecho algunas personas dejaron de trabajar para poder estar listos para la "segunda venida".

En los días de Yeshúah los zelotes estaban tan engañados por la apocalíptica que pensaron podían precipitar el enardecido, escatológico diluvio con una fanática revuelta contra Roma. La apocalíptica sí precipitó el fin, pero no el fin del mundo, sino el fin del estado judío, primero en el 70 d.C. y finalmente en la desastrosa rebelión de Bar Kojbá en el 130 d.C. La matanza fue terrible. Todos los judíos sobrevivientes fueron desterrados para siempre de su patria bajo pena de muerte. Los líderes del judaísmo, viendo la devastación final, pronunciaron una maldición a cualquiera que enseñara la apocalíptica de nuevo.

Dentro del "derecho cristiano" americano, están los zelotes apocalípticos de nuestro tiempo. Están completamente seguros de lo que va a pasar y por consiguiente debe pasar en el medio oriente como parte del escenario del fin del tiempo. Su influencia política en los asuntos de Palestina ha sido considerable. Su propia literatura habla de "sangre hasta los frenos de los caballos" (del libro de Apocalipsis) y ellos en realidad anhelan la batalla de armagedón para escapar. Ellos también estarán tristes, malhumorados y defraudados al enterarse de que esta conflagración final no está a la vuelta de la esquina o incluso en el horizonte. Y la sola sugerencia de que no habrá ningún infierno o quema de malos será suficiente para desquiciarlos tanto como su infierno mítico.

2. El otro lado de esta preocupación macabra de la pirotecnia celestial es un irresistible interés personal de conseguir el cielo, la "salvación" y la vida después de la muerte. Este irresistible enfoque religioso sobre la vida en el mañana devalúa seriamente la vida humana aquí y ahora.

3. La apocalíptica se caracteriza por una visión sumamente autoritaria de Dios. Es representado como el solucionador de todos los problemas del mundo por un acto de intervención sobrepoderosa o de coerción omnipotente. Aquí está el peor orden vertical de dominación y sumisión. Este tipo de teísmo también se ha reflejado en los peores rasgos del occidente cristiano.

La apocalíptica judía guió en el tiempo de Yeshúah ben Adam el desarrollo de una visión excesiva y sumamente autoritaria de la ley. Su visión de la historia también era rígidamente predestinadora, una creencia que dice que el curso de la historia esta totalmente predestinado. Las mismas características pasaron por la apocalíptica cristiana. Incluye una visión sumamente autoritaria de la Biblia y su historia predestinada que significa un universo cerrado sin ningún lugar para la verdadera libertad humana.

Ya sea si es la visión de un Dios monárquico, la autoridad absoluta dada a la Toráh o Biblia, o el totalmente cerrado universo (predestinado), la apocalíptica es el ápice de un orden vertical religiosamente construido. En este mundo de apocalíptica la cáscara vacía del hombre no tiene nada que decir, ninguna opción y ninguna humanidad real.

La revolución silenciosa de Yeshúah

Yeshúah ben Adam enseñó que el reino de Dios no viene con muestra de fuerza o con señales que nos obliguen a creer. Que su reino pudiera haber sido disminuido por tanto tiempo por una iglesia triunfalista, es bastante testimonio de que el camino de Dios no se impone arbitrariamente a la humanidad. Siempre respetuoso de nuestros derechos de ser humano, él nos espera para trabajar hacia la creación de un lugar más humano en la tierra.

Es duro para los cristianos acostumbrarse a la idea de que Yeshúah ben Adam no habló sobre el cercano fin del mundo. Cuando le preguntaron a Winston Churchill que si la invasión de Normandía era el fin de la II Guerra Mundial, dijo: "Éste no es el fin. Ni siquiera es el principio del fin. Es, sin embargo, el fin del principio".

Si la llegada de la conciencia humana marcó el principio de la historia humana, quizás sea útil ver a Yeshúah ben Adam en términos del fin de ese inicio humano. La llegada de su reino, por consiguiente, marcaría el inicio de una verdadera historia humana.

¡Sin apocalíptica! ¡Ser libre en Los contaminados Ángeles es mejor que ser un zombie en algún paraíso apocalíptico!

Continuará...

 

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