Principal - Robert D. Brinnsmead
El escándalo de Yeshúah ben Adam, V
La distinción entre lo natural y lo humano
Dios en solidaridad con nosotros
"De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos", Mateo 18:3. (1)
Estamos ahora listos para unir los hilos de nuestro esquema. Yeshúah ben Adam irrumpe en la escena con una enseñanza acerca del reino. Es algo nuevo. Es algo que ya ha llegado. El tiempo para entrar es ahora. La proclamación se llama "buenas noticias", tan emocionantemente bueno que debe acompañarse con gran celebración y mucha comida y bebida.
Una nueva visión de la humanidad
El "reino" es un nuevo tipo de sociedad humana. El requisito para entrar es ser miembro de la raza humana.
Ser humano es suficiente. Por consiguiente los que respondan deben entrar sin ningún otro título. Todos tienen que entrar a esta nueva sociedad como niños. Cuando Yeshúah dijo esto, no estaba adulando ninguna virtud de la niñez. En esa cultura los niños no tenían ningún estatus. Ellos no contaban. Entrar en el reino como un niño, por consiguiente, significa entrar como alguien sin ningún título o como alguien que no cuenta. Es un reino de personas sin importancia. (2)
Por esto Yeshúah declaró que los necesitados en lo más bajo de la sociedad eran en realidad los más afortunados. Ya eran seres sin importancia. No tenían nada que perder. Fueron abrumados por la maravillosa generosidad de la invitación. Llegar a ser parte de este nuevo reino humano fue mucho más difícil para aquéllos en la cima. Eran tan bienvenidos como los demás, mas ellos tenían que entrar sin tener en cuenta sus títulos de honor, riqueza o poder. Tenían que entrar como niños, como personas sin importancia que no contaban.
En la nueva confraternidad de la sociedad de ben Adam no hay ninguna discriminación. No hay rangos altos o bajos. Señores o lacayos. Amos o siervos. No hay gobernantes. Apóstoles supremos. No hay silla especial para San Pedro. Nadie llamado Padre (Líder, Führer, Papa). ¡Todos es daltoniano! El género no importa porque tanto varón como hembra son igualmente humanos. No hay jerarquías. Ninguna autoridad impuesta porque el amor no es ordenable. Ningún servilismo a los superiores o transigencia a los subordinados. Sólo el amor que no conoce el juego de niveles elevados o bajos, sino de alegría, en este banquete de liberación humana.
La religión no cuenta. No hay ninguna prueba religiosa. Ya sea si uno cree en el bautismo por inmersión o en el bautismo por chorro de agua o ninguno de los dos, es irrelevante. Ni buenas ni malas opiniones acerca de la religión influyen en los asuntos de admisión o exclusión.
Fuera de lo malo de no ser humano (misericordioso, compasivo, clemente, dador, etc.) no hay ningún pecado.
La sociedad de ben Adam tiene una declaración de misión: vivir y morir en el servicio de la humanidad, trabajar incesantemente por la liberación de cada ser humano oprimido.
La distinción entre lo natural y lo humano
Otros además de Yeshúah ben Adam han soñado y trabajado en crear una sociedad igualitaria. Los humanistas, libertarios, republicanos, igualitarios y marxistas pudieron todos ver que Dios y la religión crean sociedades opresivas hostiles a la libertad e igualdad humana. La historia ha demostrado ampliamente el fracaso de toda teocracia.
Así que dejaron de lado lo sobrenatural y confinaron sus sueños a lo que era posible según el orden natural de las cosas. Hay, sin embargo, una muy gran tensión entre el reino natural y el reino humano. La naturaleza crea su propia jerarquía. La naturaleza en sí es un campo de muerte, "una malvada bruja vieja". El fuerte sobrevive para comer, dominar o subyugar al débil. La naturaleza no ayuda al débil sino los destruye. La naturaleza no ama al prójimo. Esta totalmente ciega, sin discernimiento y no elige conscientemente.
¿Por qué asombrarse de que hay depredadores que cazan, opresores y oprimidos, y "perros que comen perro" en nuestro desafiante nuevo mundo? Esto es consistente con el desarrollo de un orden natural. La xenofobia (3) es natural (pregunte a cualquier biólogo). El incesto es natural. La violencia es natural. La promiscuidad sexual, incluso la violación, es natural. La conducta rapaz es natural. Ser un parásito que debilita, mutila y mata es natural. ¡Del mismo modo para el nuevo culto de adoración a la naturaleza, y la visión de que cualquier conducta humana aberrante está justificada si es natural!
El reino animal entero es natural y es un orden vertical de dominación y sumisión, depredador y presa. Se forma naturalmente en la "ley del más fuerte" con el fuerte arriba y el débil abajo.
El reino humano, por otro lado, no es natural. Preocuparse de otros como lo hacemos por nosotros mismos no es natural. Ayudar al débil y redimir al oprimido no es natural. Amar a otros grupos étnicos e incluso a nuestros enemigos no es natural. Perdonar a aquéllos que nos dañan no es natural. Ser compasivo, considerado y amable no es natural. Todo lo que es la expresión del gran imperativo humano "amarás a tu prójimo como a ti mismo" no es natural porque no opera en un orden vertical. ¡Ser humano significa un orden horizontal, lateral, del mismo nivel!
¡Por consiguiente, ser humano no es natural! Está por encima o es superior a lo natural. Es sobrenatural.
Nos estamos ahora acercando al corazón de lo que significa Yeshúah ben Adam, lo que significa la vida y las relaciones humanas, y lo que significa lo sobrenatural. Por consiguiente debemos ir tras la distinción entre lo natural y lo humano con toda la tenacidad y ánimo de un cazador de tesoros cercano a un gran descubrimiento.
Hay otra distinción muy fundamental entre el reino natural y el reino humano. El orden natural se desarrolla al azar. Es un orden espontáneo. Es irreflexivo, no razona la causa y efecto, no tiene ni previsión ni retrospectiva. No elige conscientemente, sino es guiado totalmente a través del instinto. Ni está consciente ni libre.
Lo humano por otro lado es consciente, inteligente, y tiene la libertad para tomar decisiones, aun aquellos que van en contra del instinto natural, leyes de herencia y orden espontáneo. Los dos atributos que hacen posible el orden humano u horizontal son amor y libertad. Juntos son la esencia del ser humano. El amor y la libertad pertenecen juntos a los dos lados de una moneda. Son los dos lados de una realidad. No hay amor sin libertad ni libertad sin amor; y por supuesto no hay ningún orden horizontal ni ninguna verdadera existencia humana, sin ambos.
Para ejemplificar, si alguien pone una arma en su cabeza y exige dinero para su hambriento estómago, usted puede acceder. Pero ese acto de dar no sería de amor. Sólo sería de amor si lo hace libremente. Pero si lo hiciera con la esperanza de que Dios lo premiara (pago) tampoco sería amor. Como dijo Yeshúah ben Adam, amor significa dar sin esperar recibir. Si lo hiciera por miedo al castigo futuro tampoco sería amor.
Cualquier cosa que no se haga libremente no es amor. El amor no es ordenable. No coexiste con la intimidación, temor, violencia, y no es corruptible por la esperanza de una retribución.
Ahora miremos el amor desde la perspectiva del prójimo. Existe lo que se llama benevolencia interesada, el dar diseñado para manipular al receptor, "cóbrele la cuenta o póngalo de su lado". Este tipo de "amor" es la condescendencia a un superior. Produce resentimiento en el desaventajado porque arrebata su dignidad de ser libre y ser humano. ¿Cómo puede ser amor el manipular o forzar a devolver un favor? ¿Cómo puede ser amor el control de un benefactor?
El amor no sólo tiene que operar en una atmósfera de libertad, sino en una relación de igualdad.
El amor no existe donde hay superiores e inferiores. No hay tal cosa como amar "más" a alguien igualmente que amar "menos" a alguien. El orden humano de la libertad y amor, por consiguiente, es muy diferente al orden basando en la ley del más fuerte del reino animal con la dominación del fuerte sobre el débil.
Ser humano es la imagen y semejanza de Dios
Ser humano no es natural. Es superior o está por encima de lo natural. Ser humano es sobrenatural. Este orden humano horizontal de libertad y amor es la imagen y semejanza de Dios, (vea Génesis 2:27, 28; Salmos 8:3-7).
Dios es el espíritu, mente, sabiduría e inteligencia por lo que todas las cosas existen. No hay ningún lugar en los 400 mil millones de galaxias de este universo donde su presencia no esté. No está más presente en un lugar de lo que está en otro. Nunca fue un propietario ausente en lo que de refiere a la tierra y ninguna caída o pecado por parte de la humanidad causa que retire su presencia de sustentar todo lo animado e inanimado. Él vive en nosotros y alrededor de nosotros. Es su sabiduría la que vive y guía al pez en el mar y a las aves en los cielos en sus navegaciones misteriosas. Es su mente la que vigila el desarrollo de las especies, las funciones increíblemente misteriosas de nuestros billones de células, y opera en los electrones, neutrones y super cadenas de átomos.
Más que tonto es el biólogo, botánico o físico que piense que no hay ningún misterio en nada salvo en los componentes químicos y las leyes físicas. Como el científico Paul Davies ha escrito: "hay demasiada evidencia de diseño, orden, propósito, inteligencia y sabiduría como para negar la presencia de esta transcendente realidad por todo lugar. (4)
Al mismo tiempo que Dios está en su creación, él está por encima, más allá y distante de su creación. Es inimaginable, inescrutable, "la figura discreta en el silencioso cuarto trasero. Se sienta con la cabeza inclinada, silencioso, esperando, escuchando la conmoción en las calles... su presencia es evidente en los últimos rincones del espacio infinito más allá del ojo investigador humano. Su presencia es perceptible en los más recónditos lugares de la pequeñez infinita más allá de la amplificación del electrón o del microscopio. Él está presente en todos los seres vivientes y en toda la materia inanimada". (Robert Ardrey, Génesis africano).
"¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz. Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fui formado, Y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas". (Salmo 139:7-16).
"Dios es espíritu", dijo Yeshúah ben Adam, pero así como el espíritu de un maestro artista, escultor y jardinero viene a la expresión en su presentación, escultura o jardín, así el espíritu de Dios viene a la expresión en las cosas que él ha hecho.
¿Es Dios una fuerza, una inteligencia no personal como Paul Davies estuvo a punto de decir? A lo que debemos contestar, Dios como espíritu viene a ser una expresión personal en la creación del ser humano, varón y hembra. Gente crea gente. El orden humano de libertad y amor es la imagen y semejanza de Dios. "Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó", (Romanos 1:19).
Dios como conciencia y persona llega a expresarse en la humanidad en que las personas pueden relacionarse libre y lateralmente a otros con amor, compasión, cuidando, bondad y justicia. La humanidad (conciencia, libertad, amor, del mismo nivel) es un regalo sobrenatural que se deriva del espíritu de quien está presente en y a través de todas las cosas.
Ahora, si esta humanidad es la imagen y semejanza de Dios, entonces Dios debe ser sumamente humano. Debe ser una persona consciente como nosotros, sólo que supremamente más. Debe ser libre como nosotros, sólo que supremamente más. Debe ser tan amoroso como nosotros, sólo supremamente más. Debe estar comprometido por las relaciones igualitarias (no verticales o coercitivas) como nosotros, sólo que supremamente más. "... Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él", (1 Juan 4:16).
Dios debe ser sumamente humano.
La visión de Yeshúah ben Adam acerca de una nueva humanidad fue basada en su nueva visión de Dios que empezamos a anticipar en la última sección. Lejos está el Dios que exige pago por la justicia tan ofendido con nosotros que necesita expiación como pago. Lejos está un reino de Dios en un lugar llamado "cielo", un reino que llegará algún día con poder coercitivo. El reino de Dios, dijo Yeshúah, ya está aquí, en usted y alrededor de usted y con usted. Está aquí y numera los cabellos de su cabeza. Lejos está el Dios del cielo coercitivo, monárquico, que se refleja en todos los tipos de opresión inhumana.
El Dios de Yeshúah ben Adam era una realidad supremamente humana.(5) En nuestro capítulo "Ninguna religión" vimos que Yeshúah actuó en la autoridad de ser un hombre a la imagen y semejanza de Dios, (Génesis 1:28, 29; Salmo 8:3-7). En la historia del mundo hasta el tiempo de Yeshúah ben Adam, esta imagen de Dios seguía en potencia. Yeshúah actualizó el potencial humano. En él la imagen y semejanza de Dios encontró plena expresión. Todos el que venga dentro del ámbito de sus palabras y acciones encuentra la imagen y semejanza de Dios. Podemos culpar a los cristianos primitivos de empezar a manchar esta distinción entre Yeshúah y Dios, pero no podemos culpar su testimonio unido de que era "... la imagen del Dios invisible...", "... siendo... la imagen misma de su sustancia...", (Coloseses 1:15; Hebreos 1:3).
Los antiguos griegos y romanos (y demasiados modernos también) pensaban que Dios era como un monarca terrenal sentado en su trono con personas que iban y venían de su presencia con la nariz en el suelo y las posaderas al aire. Pensaron en los humanos relacionándose con él como una autoridad vertical, del amo sobre el siervo, ley sobre asunto, fuerte sobre débil. Pero si Yeshúah ben Adam fue realmente como Dios, confrontamos una realidad totalmente diferente, un Dios supremamente humano.
La humanidad no puede operar verticalmente según el orden del reino animal. La humanidad funciona horizontalmente libre de cualquier tipo de coerción, fuerza, dominación o manipulación. Yeshúah mostró con todo su carácter y enseñanzas que Dios se relaciona con nosotros humanamente, en cierto modo que es fiel a su propia imagen y semejanza.
La gente que se movió en el círculo de la influencia de Yeshúah fue motivada a creer en un Dios que estaba con ellos, en ellos y por ellos, para sanarlos, perdonarlos e inspirarlos a enfrentar la vida con una nueva esperanza y valor. Cobradores de impuestos, aguerridos soldados romanos, prostitutas marginadas, leprosos proscritos, a todos se les hizo sentir que Dios era su estrecho y simpático amigo.
Para mostrarnos lo sumamente humano que Dios era, osadamente Yeshúah le dio un nuevo nombre a Dios. Este nuevo nombre incluyó su nueva visión de Dios. Los hebreos habían llamado a Dios por el nombre YHWH. Se escribió sin vocales y nunca fue pronunciado. Su Dios era tan santo, lejano y distante que sólo se le podía aproximar a través de mediadores que incluía a toda la parafernalia de la religión.
Yeshúah, sin embargo, se dirigió hacia Dios como Abba en su lengua aramea nativa. Éste era el nombre afectuoso, familiar con el que los niños pequeños se dirigían a sus padres. Significaba algo así como Papá o Papi. En los días de Yeshúah sonaba de una familiaridad escandalosa, aun blasfema. Pero con Yeshúah, Abba no era un rechazo de la grandeza transcendente de Dios sino la prueba de él. La grandeza, dijo, se manifestó en humildad y servicio a otros. Se vio como un padre Abba sumamente humano, con nosotros, entre nosotros y en nosotros. Todos tienen igual acceso a él, ya sea si es camionero o Papa.(6) No hay necesidad de mediadores, sacerdotes, oraciones redundantes o rituales. La existencia humana en el plano horizontal no significa relacionarse unos con otros religiosamente. La religión pertenece al mundo de las relaciones verticales. Dios no es religioso. ¡No, si es una realidad sumamente humana!
Supremamente humano significa que Dios no sólo es la fuente de nuestra humanidad, sino que es más humano que nosotros. Es más amoroso, compasivo, amable, compasivo, justo o cualquier otra cosa que reconocemos como humano. Es más sensible a nuestro derecho de ser libres y humanos de lo que podríamos imaginar. No hay ninguna autoridad impuesta, ninguna invasión de nuestra individualidad, ninguna interferencia a nuestros derechos de tomar decisiones aun si son equivocadas. ¿No será Dios el primero en respetar su imagen y semejanza en nosotros?
Es un misterio cómo Dios vive en nosotros haciéndonos posible ser conscientes, humanos y libres, y vive tan discretamente que nuestras opciones y acciones son totalmente nuestras. Nos puede inspirar, más nunca nanda; su espíritu nos advierte, más no interfiere. La vida que vivimos es nuestra, no suya. El simbolismo piadoso de usarnos como un vaso vacío o como una persona sin voluntad propia, no tiene sentido en absoluto. Es un Dios de libertad y sabe que no somos humanos a menos que seamos libres. Así él, en todas las cosas nos da el espacio que necesitamos para ser humanos porque él es el supremamente humano espíritu.
La visión de Yeshúah be Adam de un Dios sumamente humano nos ayuda a entender por qué permitió a la iglesia cometer sus errores y desarrollar un sistema de dominación que destruyó la libertad humana. O por qué permitió reformar a Yeshúah ben Adam para encajar un régimen totalitario completamente tan diferente con su visión del reino. Dios lo permitió porque es un Dios de libertad, mucho más apasionado por la libertad humana que lo que podríamos ser. Nunca obliga a la humanidad a ser a su manera. Dios no detuvo la inquisición más que de lo que detuvo el holocausto.
¡Cuánta paciencia tuvo Dios hasta que el hombre Yeshúah actualizara el potencial humano de ser la imagen y semejanza de Dios! Cuánta fe debió tener hasta que incluso la iglesia, tanto tiempo el archienemigo de la libertad humana, viera que el rumbo del orden vertical, con su dominación y sumisión, es un triste desastre humano. En tiempos recientes la iglesia ha aprendido muchas lecciones y ha avanzado hasta repudiar inhumanidades como la intolerancia religiosa, esclavitud, discriminación racial y oposición a la ciencia. Ojalá pronto veamos menos resistencia a la erudición bíblica, más igualdad para las mujeres, una mayor voluntad para admitir sus errores, pero sobre todo la total eliminación del error de errores, la relación vertical con Dios.
La grandeza fue manifiesta en la humildad y servicio a otros.
Dios puede ser una idea peligrosa
Cualquier visión de Dios diferente a la de un Dios sumamente humano es un horrible peligro para la humanidad. La idea de Dios con una autoridad no humana, vertical, es el arma suelta más destructiva en la tierra. Donde el ateísmo ha destruido millones, el teísmo ha destruido decenas de millones. En el nombre de Dios las peores tiranías e inhumanidades son legitimadas volviéndose sacras.
Permita que sea aceptada la idea de Dios con una autoridad vertical sobre nosotros, permita que sea aceptada la idea de que esta relación toma precedencia sobre las relaciones humanas y entonces la puerta se abre totalmente a toda atrocidad, tiranía, privación de la libertad y destrucción de los derechos humanos. Esto es lo que un ser humano sensible como Saulo de Tarso entendió al arrastrar a los cristianos en cadenas ante las autoridades. Puso la devoción a su Dios antes que sus obligaciones humanas. De la misma manera hombres buenos se involucraron en la tortura de las personas en la inquisición o al ejecutar pogromos contra los judíos. Con seguridad fueron lo bastantemente humanos para herir mientras aguijoneaban su propia conciencia humana, pero la más alta autoridad llamada Dios les hizo hacer estas cosas inhumanas.
Calvino agonizó sobre la hoguera de Servert. Esta intolerancia sangrienta no era el comportamiento real de la naturaleza humana propia de Calvino. Con seguridad tuvo que violar su propia sensibilidad humana para hacerlo, pero la obediencia a una autoridad más alta a la que rendía culto como Dios, le hizo hacerlo. Tanto como la autoridad vertical llamada Dios es separada de nuestras relaciones horizontales con nuestros semejantes humanos, la agonía de hacer cosas inhumanas en el nombre de Dios se repetirá.
"Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago", (Romanos 7:19).
Millones han sido asesinados y continúan siendo asesinados en el nombre de Dios. En alguna parte en la tierra en este mismo momento, alguien está siendo acuchillado o explotado en el nombre de Dios.
Dios es la idea más absolutamente destructiva suelta en este planeta. Esta idea ha causado más guerra, derramamiento de sangre, equivocación, disputa, tiranía y terror que cualquier otra cosa. Nada ha mantenido a las personas en tanta oscuridad, esclavitud o bloqueo en el progreso humano como la idea de Dios.
Los cristianos han pensado que el mundo estaba en la oscuridad por el deseo del Dios cristiano. Así que han salido para convertir al mundo hacia el Dios del pecado original, infierno y expiación de sangre. Un Dios de brutalidad sangrienta y venganza total investidos de amor y misericordia, que produjo un sistema totalitario que ha sobrevivido el colapso de cada sistema totalitario. ¿Por qué? Porque santifica su autoridad y mantiene a las personas cautivas con la idea de Dios.
Cualquiera que no vea que la idea de Dios es peligrosa, peligrosamente sangrienta, no ha leído la historia y no entiende la abrumadora cantidad de crímenes contra la humanidad hecha en su nombre. Y no ha terminado. El mundo hoy es un polvorín porque existe la idea de un Dios en la mente de millones de personas que es más peligroso que todos los explosivos que pueda reunir en este mundo.
Que muchos quieran adornar esta idea de Dios con una apariencia de benignidad no hace ninguna diferencia. Puede ser peor, en la apariencia de que "Dios es amor", porque la idea se torna más seductoramente peligrosa a la libertad y existencia humana. Es más seguro no creer en absoluto en ningún Dios, que creer en este Dios de las alturas, esto es, en este Dios de dimensión vertical.
Por supuesto, somos necios si no reconocemos la fuente de toda esta inhumanidad hecha en el nombre de Dios. Es porque Dios se creó para ser una realidad autoritaria, no humana. Esto siempre funciona arrebatándonos nuestra libertad, destruyendo la posibilidad de amar a otros y nos convierte en la imagen y semejanza de bestias.
Yeshúah ben Adam puso el dedo en la llaga del orden vertical con una nueva doctrina que colocó a un Dios sumamente humano en el nivel humano de libertad y amor. Su imagen y semejanza no se ven en ninguna otra parte.
Si Dios no es una figura autoritaria sobre la línea horizontal humana, entonces nada más está sobre dicha línea para exigirnos obediencia ciega, sumisión y pérdida de la libertad humana. No hay Biblia, credo, jerarquía o ley religiosa alguna que pueda ejercer un dominio autoritario sobre nosotros. Todo lo humano puede estar en la línea de igualdad con nosotros, pero cualquier otro icono debe ponerse bajo nuestros pies. (Salmos 8:3-6).
Dios en solidaridad con nosotros
La nueva visión de Dios por Yeshúah se trató de su solidaridad con las personas. Fue más allá de lo enseñado antes que él. Es una visión urgentemente necesitada en un mundo sacudido por la violencia religiosa.
(1) Ningún Dios sirviente aparte de las personas
Dios y las personas están en tal grado de solidaridad que ya no es legítimo decir: "Dios viene primero". Las peores inhumanidades hacia el hombre se arrastran bajo la infeliz cubierta de poner a Dios primero. Bajo esta cubierta todavía difunden la violencia y asesinatos de Afganistán a Jerusalén, de Bosnia a Irlanda del Norte.
El Dios que no es solidario con las personas es un Dios del orden vertical, una abstracción no humana y un ídolo peligroso de la imaginación. Millones se apresurarían a una batalla por esta abstracción, un Dios aislado de las personas, y darían sus vidas o matarían a otros para defenderlo. Más es un engaño total porque un Dios aislado de las personas no existe.
Un Dios sumamente humano, sin embargo, es tan inseparable de las personas que no es posible herir o abandonar a ningún ser humano sin herirlo o abandonarlo. El refrán de Yeshúah es aplicable a Dios: "...De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis". (Mateo 25:40). Yeshúah sugiere que su Abba Padre pudiera sentirse sinceramente amenazando si uno de sus "pequeños" es dañado, (Lucas 17:2). ¿Acaso no un buen padre cuida primero a sus hijos?
Dios es un espíritu (Juan 4:24) que llega a ser la expresión personal de las personas. La única manera de servirlo es sirviendo a las personas. Si usted vierte a tierra su sangre no le beneficiaría más que darle comida o dinero.
Yeshúah dijo que debemos acudir a Dios en su nombre. Su nombre es ben Adam, y significa el humano en solidaridad con toda la humanidad. Acudir a Dios en el nombre de ben Adam significa que acudimos solidariamente con la humanidad así como él es solidario con la humanidad. Por ejemplo, no piense que puede adorar a Dios, dice Yeshúah, si las cosas no van bien entre usted y su prójimo. Primero vaya y reconcíliese con el ofendido y después den gracias juntos, (Mateo 5:24). Es como si Dios dijera (tomando prestado un verso de la historia del Antiguo Testamento): "No verás mi cara a menos que tu hermano este contigo".
(2) No ver a Dios excepto en las personas
La religión hace de una "montaña" o un templo el lugar donde se encuentra Dios. Yeshúah ben Adam desantifica todos los lugares (Juan 4:21-24) y hace de las personas el lugar donde Dios se encuentra. ¡La imagen de Dios o su semejanza sólo llega a expresarse en la personas, en ninguna otra parte! Se muestra en las personas, especialmente personas ordinarias que realizan asuntos ordinarias.
La religión generalmente dirige a todos en la dirección equivocada. La gente se apresura a encontrar a Dios en cosas sagradas, en un lugar, en un día, en el alimento que se comen o no, en la contemplación mística, en rituales religiosos e histeria de grupo, aunque la imagen viviente de Dios se demuestra en la vida cotidiana, en la bondad de un extraño, en la edificante alegría del prójimo y en el sorprendente esmero de personas ordinarias ayudando a personas ordinarias. Esto no es natural sino humano y sobrenatural. Este es el templo del Dios viviente que brilla con la gloria de su presencia.
(3) Ningún hallazgo de Dios en el subjetivismo
No deben confundirse las enseñanzas de Yeshúah ben Adam acerca del reino de Dios dentro de nosotros con estas interminables e infelices periplos de auto descubrimiento. Dios no se encuentra en ninguna contemplación mística en el chakra del bazo. La vida entera y enseñanza de Yeshúah fue acerca del auto olvido en el cuidado y servicio a otros.
El ojo fue hecho par ver y admirar lo que está fuera de uno mismo. Ciertamente Yeshúah habló acerca de Dios como espíritu que mora en nosotros, pero su espíritu es extrovertido en vez de introvertido. De Yeshúah se dijo: "Salvó a otros, pero no pudo salvarse a sí mismo". También esto puede decirse de nosotros porque es sencillamente la manera de ser humano.
Se ha dicho a veces que debemos aprender a perdonar y amar a nosotros mismos antes de que podamos perdonar o amar a otros. Eso es sabiduría popular, más no la manera del reino de Yeshúah. Su manera es encontrar el perdón y la misericordia mostrando perdón y misericordia en otros. El misericordioso encuentra misericordia. Nuestras deudas se perdonan "como también nosotros perdonamos a nuestros deudores", (Mateo 3:7; 6:12). La vida se encuentra perdiéndola.
Éste no es un tipo interesado de dar como un medio para recibir algo a cambio. Ésa es la desagradable vieja manera de pago por la justicia y donde las dan las toman. A lo que Yeshúah se refiere es a un temerario auto olvido. La única manera de aprender esta verdad es hacerlo así, como nadar se aprende nadando. Es la manera de ser libre y ser humano.
La método en el reino de Yeshúah no es sentarse y aprender cómo podemos ser salvos o cómo conseguir el cielo. Hablar sobre cómo encontrar nuestra salvación está notoriamente ausente en los auténticos dichos de Yeshúah ben Adam. Busca usted aquí en vano el hablar de la vida después de la muerte. Su tema es encontrar la vida ahora, y usted la encuentra desechándola.
Hace treinta años hubo un grupo de personas obsesionadas con estar bien con Dios por medio de la "justicia por la fe". (¡Yo estuve allí!). Algunos de ellos todavía le dan vueltas al mismo asunto después de treinta años. A menos que ellos bajen de esa rueda de molino, el único éxito que alguna vez disfrutarán será la difusión de su propia preocupación neurótica de su salvación y la de otros.
Yeshúah contó una escandalosa historia acerca de un indolente gerente que estaba programado para ser despedido. Así que empezó por regalar las cosas del jefe al reducir los precios, y perdonaba grandes deudas a la empresa anulando los términos de venta. Por supuesto, todo este regalo a expensas del dueño hizo feliz a algunas personas e hizo entrar a este inestable jovencillo gerente en sus libros buenos. Pero la verdadera sorpresa fue la reacción del dueño. Felicitó al bribón por hacer lo correcto.
or dos mil años se ha discutido acerca del repentino relato de esa historia. Pero el punto es muy sencillo. Empiece a regalar los tesoros reales como si tuviera la tarjeta de crédito de Dios. Vea si usted puede hacer explotar el banco. ¡Sólo hay una captura y no es para usted!
Notas:
(1) Las palabras "del cielo" parecen ser anotaciones distintivas de Mateo, nosotros las dejamos.
(2) Este entendimiento del significado de "pequeños (niños)" viene de El Jesús histórico: La vida de un campesino judío mediterráneo de Dominic Crossan.
(3) Xenofobia: miedo a los extranjeros o extraños; racista.
(4) Vea Paul Davies: "La mente de Dios".
(5) Estoy agradecido con la frase "Un Dios sumamente humano" del libro de Albert Nolan: Jesús antes de la cristiandad. Este pensamiento fue el punto más alto de su excelente librito.
(6) Así dice Michael Morwood en su libro: El católico del mañana. Comprendiendo a Dios y a Jesús en un nuevo milenio.
Para cualquier información, por favor escriba a:
Verdict, R.D.Brinsmead, Verdict
Duranbah Road, por Robert D. Brinsmead
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2487 Australia.