Principal - Robert D. Brinnsmead

El escándalo de Yeshúah Ben Adam, VII

Ninguna barrera

 

Prólogo

Introducción   

La visión hebrea de Dios 

La visión hebrea de la humanidad 

La visión hebrea de la justicia 

La visión hebrea de la elección 

La visión cristiana de Dios 

La visión cristiana de la humanidad 

La visión cristiana de la justicia 

La visión cristiana de la elección 

Ben Adam y el Islamismo  

Ben Adam y el Ateísmo 

 

Prólogo

Los cristianos persiguieron a los judíos por muchos siglos en nombre del Jesús cristiano, mas el Jesús histórico (Yeshúah ben Adam) era judío más que un cristiano en sus creencias principales acerca de Dios (hombre y mujer), justicia y elección.   

El Jesús de la Encarnación, Trinidad y Expiación por el sacrificio de sangre ha sido una barrera insuperable para los judíos, musulmanes y ateos.   

Yeshúah ben Adam quitó todas las barreras religiosas, la religión nunca ha llevado ni nunca llevará la imagen y semejanza de Dios; sólo humanidad lo puede hacer.   

Dios es el amigo e inspiración de todos que aman a la humanidad a pesar de su religión o falta de ella.   

Introducción   

"Porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas", (Lucas 9:56).   

Este dicho del "hijo del hombre" no está bien testificado en la tradición del Nuevo Testamento. Sólo se registra en Lucas. Sin embargo, el dicho parece estar dentro del círculo de autenticidad de Yeshúah ben Adam. Es otro de esos dichos que respiran su mismo espíritu de afirmación y promoción de vida.   

El contexto en el que este dicho aparece es bastante notable. Un pueblo samaritano había tratado a Yeshúah ben Adam como persona no grata porque fue ofendida religiosamente por la intención de Yeshúah de proceder a Jerusalén, un centro religioso rival. Santiago y Juan se sintieron tan ofendidos por el desaire religioso que desearon a los samaritanos aniquilados por el fuego tal como Elías, se informa, hizo con algunos recalcitrantes en sus días. Los apóstoles ciertamente no fueron los primeros ni los últimos en proponer la muerte de las personas que rechazaron a su gran maestro.   

Aquí estaban los samaritanos por un lado y los apóstoles por el otro actuando de una manera amenazadora debido a las barreras religiosas. Sin embargo, Yeshúah nunca permitió que la religión coloreara o determinara en mínimo grado la manera en que se relacionó con los samaritanos, romanos o paganos sirio-fenicios. Pudo fácilmente vislumbrar que si se le permite a la religión determinar la manera en que nos relacionamos, muy fácilmente terminaría en una inspirada violencia religiosa.   

Esto está ejemplificado ampliamente en la historia de Iglesia. Mostró, a menudo, hostilidad hacia aquéllos que rechazaron su mensaje. Tan pronto como recibió poder, la Iglesia se convirtió en un instrumento de violencia hacia los "incrédulos" fuera de sus filas, y de cualquier voz disidente dentro de ellas. Es un hecho histórico que la Iglesia produjo más mártires de los que produjo en sus propias filas.   

Durante dos milenios los judíos sufrieron en manos del cristianismo occidental. La iglesia los marcó como asesinos de Cristo. Fueron víctimas de pogroms, persecuciones, exilios, fueron chivos expiatorios y una cantidad espantosa de sangrías que continuaron en el estallido del frenesí religioso de lúgubres siglos tras siglos. La semilla del antisemitismo se regó y nutrió por tanto tiempo dentro del seno de la civilización cristiana que dio como resultado el Holocausto del que los  cristianos retrocedieron asustados y horrorizados.   

Hubo un tiempo en la historia cristiana donde los portavoces cristianos debatían en serio si en verdad los judíos tenían alma o eran verdaderamente humanos. Los judíos fueron calumniados, deshumanizados y satanizados siglo tras siglo, todo en el nombre del Jesús cristiano. Debe ser un asunto de seria reflexión entre los cristianos, el porqué su enseñanza central de la Encarnación y Trinidad parece inspirar en vez de dominar tanta violencia religiosa hacia las personas que no pueden ser persuadidas de que Jesús es Dios o que Dios son tres personas en vez de una.   

Ninguna iglesia que tomó en serio la historia auténtica de Yeshúah ben Adam podría involucrarse en lo más mínimo en destruir vidas humanas en su nombre. Él se relacionó compasivamente con las personas con la única idea de que Dios era su Padre y él era su hermano humano. Con él no había ninguna barrera religiosa.   

La persecución cristiana de los judíos fue una trágica ironía porque Yeshúah ben Adam tenía más en común con el judaísmo que con el cristianismo. A esta sorprendente evidencia iremos ahora.   

En primer lugar ben Adam fue un judío circuncidado que observó las costumbres judías básicas como asistir a la sinagoga y leer la escritura en sábado. Ciertamente confrontó a Israel criticando seriamente algunos de sus caminos, mas no estaba haciendo nada diferente de lo que los profetas hicieron antes que él.    

Además, tenía un grupo partidario judío significante. No fue muerto en contestación a alguna demanda popular sino por provocar a la elite sacerdotal cuyos antepasados sacerdotes también habían matado algunos de los más grandes profetas de Israel.   

Después de la Pascua, los partidarios judíos de Yeshúah crecieron en lugar de disminuir. Esto incluyó a una gran cantidad de Fariseos que eran fervientes creyentes en la vida después de la muerte por la resurrección. El mensaje de la resurrección de Yeshúah se vio como una confirmación a su tradición. Los partidarios judíos, llamados nazarenos, no abandonaron su identidad judía. Su líder fue Jacobo, el propio hermano de Yeshúah. Jacobo y su grupo fueron ampliamente respetados en la sociedad judía. La élite sacerdotal conspiró para matar a Jacobo aproximadamente 30 años después de que habían matado a Yeshúah. Por esto se ganaron un gran resentimiento de muchos judíos ordinarios.   

La precipitación del rompimiento real entre la sinagoga y los nazarenos fue por la desastrosa guerra judío-romana que llevó al saqueo de Jerusalén y su templo en el 70 d.C. Puesto que los seguidores de Yeshúah ben Adam no se levantaron en armas en contra de los romanos los patriotas judíos los denunciaron como traidores. Pero el hecho es que Yeshúah no habría atraído a un número significante de partidarios judíos si su vida y enseñanza fueran incompatibles con la fe medular judía.    

Esa fe medular, personificada en el Antiguo Testamento, fue una visión inclusiva o universal para toda la humanidad. Esa visión ha sido corrompida por una religión exclusiva o ritual que había ganado influencia en el judaísmo de los días de Yeshúah.   

Había cuatro aspectos medulares en esta visión inclusiva o universal: éstos eran la visión hebrea de Dios, de la humanidad, de la justicia y de la elección.    

La visión hebrea de Dios   

La fundación de la fe hebrea era su monoteísmo inflexible: "Escucha Oh Israel, el Señor es Uno...". Éste fue el gran legado de los judíos a la historia humana.   

En el mundo antiguo cada tribu tenía sus propios dioses. Eran la personificación de los poderes de la naturaleza, el viento, fuego, tormenta, terremoto, estaciones en el año, sexualidad y fertilidad, etc.  La religión era el culto de la naturaleza en una forma u otra. Éste fue humanamente degradante y contra todo progreso humano. Hasta hoy la religión ha continuado oponiéndose al progreso social, iluminación humana o avance científico.   

¡El monoteísmo en sí no ha detenido que las personas se maten entre sí en el nombre de Dios, ahora imagínese cómo debe haber sido en los lugares donde existía todo un estofado politeísta de dioses tribales! Las tendencias xenófobas del homo sapiens crecieron hasta el punto del salvajismo de sangre por deidades tribales que exigían la violencia como un deber religioso. La matanza de otras tribus fue una manera de demostrar que este dios tribal era superior a todos los demás.   

Si esta violencia religiosamente inspirada iba a cesar, tenía que empezar con una visión de un Dios que podría unir a la humanidad en una hermandad universal *. El monoteísmo empezó como una fe entre algunos miembros de una tribu en el desierto. A este mundo politeísta que ha santificado la naturaleza en iconos imperecederos, altares, templos y rituales, la fe hebrea debió haber parecido tan austera como el ambiente desértico en el que surgió. Con Moisés y los profetas hebreos el proceso de desantificación o desmitificación de la naturaleza, empezó. Yeshúah ben Adam llevó este proceso a su finalización.   

La base para la desantificación y desmitificación de la naturaleza estaba en la  clara distinción hecha en la fe hebrea entre Dios y la naturaleza. Aunque es verdad que los hebreos plagiaron el mito de creación de sus vecinos, ellos exorcizaron todo rastro de panteísmo o paniteísmozzz* de su reconstruida historia. En la versión hebrea, la naturaleza no era Dios ni ninguna parte de Dios. Él fue una transcendente persona que estaba totalmente separada, aparte y encima de todo lo que había hecho.   

Este monoteísmo estricto con su distinción igualmente estricta de un Creador transcendente, personal y la naturaleza es el corazón del Antiguo Testamento. Éste fue el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. También fue el Dios de Yeshúah ben Adam.   

Sin embargo, el teísmo del Antiguo Testamento no tiene nada que ver con el concepto de un propietario ausente que se desarrolló en la posterior apocalíptica judía o que resurgió de nuevo en el deísmo del siglo XVIII.   

El monoteísmo del Antiguo Testamento no sólo es la visión de la transcendencia de Dios (su distinción de la creación) sino también su inmanencia * (su presencia dentro de su creación). Como el poderoso viento, él es representado como el espíritu que está presente por todas partes. No hay un lugar en alguna parte del universo donde Dios no esté. (Salmos 139).  El ruach (espíritu) de Dios se dice que sostiene cada criatura viviente. Si él retira su sustentadora presencia deja de haber tal cosa como la vida. Dios es la presencia curativa, dadora de vida, dentro de su creación. (Vea Job 27:3; 33:4; 34:14,15; Salmos 103:3-5).   

La declaración de Yeshúah ben Adam de un reino de Dios cercano, entre y dentro de las personas era una extrapolación de la visión del Antiguo Testamento sobre la omnipresencia de Dios. Cuando Israel exigió un rey como las otras naciones, Samuel el profeta se quejó de que Dios ya estaba presente como el rey de las personas. En contestación a esta importante tradición judía, Yeshúah vio a Dios activo por todas partes del mundo. Él llamó a su generación para que creyeran que el reino de Dios ya estaba en medio de ellos. El Abba Padre de Yeshúah ben Adam estaba presente para alimentar las aves, cuidar a los gorriones y para numerar los cabellos de toda cabeza humana. Para él, la fe era no era realizar una larga distancia para llamar a Dios que estaba "por ahí" o "por allá", o que tenía que ser contactado a través de una red de sacerdotes mediadores, por ángeles o por María o incluso por él mismo. Para Yeshúah ben Adam, la inmanencia de Dios significa que todos podemos tener un acceso ininterrumpido con la presencia de Dios. Como el Antiguo Testamento repetidamente dice:     

"... ¿Y a dónde huiré de tu presencia?" (Salmos 139:7).    

"Cercano está Jehová a todos los que le invocan..." (Salmos 145:18).    

"El sana a los quebrantados de corazón,   Y venda sus heridas... Jehová exalta a los humildes... El da a la bestia su mantenimiento,   Y a los hijos de los cuervos que claman" (Salmos 147:3,6,9).    

"Bueno es Jehová para con todos,   Y sus misericordias sobre todas sus obras" (Salmos 145:9).     

Esta auténtica visión hebrea de Dios fue el material de la espiritualidad y enseñanza de Yeshúah.    

La visión hebrea de la humanidad   

Junto al monoteísmo, la visión hebrea acerca de una humanidad hecha a la imagen y semejanza de Dios fue la mayor contribución al pensamiento humano. Representó el gran rompimiento con el culto de la naturaleza porque colocó a la humanidad encima de la naturaleza y proporcionó las bases para una igualdad humana.   

Humanidad encima de la naturaleza.  En un mundo entregado al culto de la naturaleza en una forma u otra, la llegada de esta fe hebrea debió haber parecido una blasfemia total que amenazó abundantes cosechas, estaciones rutinarias, reproducción exitosa y todo las generosidades de la "madre naturaleza". Ésta no fue otra religión que mantenía a los dioses de la naturaleza en un humor generoso. Declaró que el hombre no era el siervo sino el amo de la madre naturaleza. (Génesis 1:27,28; Salmos 8).  Nada tenía la sagrada imagen y semejanza de Dios excepto la humanidad.    

Igualdad humana.  Esta visión hebrea de la humanidad también implica algo muy diferente al orden vertical natural de dominación del fuerte y la sumisión del débil. Implica un nuevo orden horizontal, en el mismo nivel de amor y respeto. Aquí está  una nueva visión de la humanidad que transciende la nacionalidad, raza, género y cultura. La imagen de Dios no es ni judía ni gentil, ni africana ni caucásica, ni negra ni blanca, ni varón ni hembra, ni vieja ni joven. Lo que es investido de humanidad con dignidad y valor no una identidad racial, sexual, cultural y ciertamente tampoco religiosa. Es pura y simplemente la identidad humana que lleva la firma del creador. Ninguna visión de una sociedad ególatra ha podido alguna vez mejorar este fundamento del Antiguo Testamento.   

La consciencia del "hijo del hombre" Yeshúah ben Adam (tan básica para quién era y lo que enseñó) tenía sus raíces en este Salmo de la creación:    "Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,   La luna y las estrellas que tú formaste,   Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,   Y el hijo del hombre (hebreo: ben Adam), para que lo visites?  Le has hecho poco menor que los ángeles,   Y lo coronaste de gloria y de honra.   Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;   Todo lo pusiste debajo de sus pies" (Salmos 8: 3-6).    

Una consciencia del "hijo del hombre" basada en una escritura como esta, fue la razón por la que Yeshúah se atrevió a ir a la más grande regulación religiosa: el propio Sabát, y puso a la humanidad encima en lugar de abajo. (Vea Marcos 2:27,28). Tiempos, lugares, comidas y todo lo demás en el orden creado debe servir a la humanidad en vez de ser servido por la humanidad.    

La visión hebrea de la justicia   

En el Antiguo Testamento, la justicia es indiscutiblemente el atributo central de Dios. (Salmos 89:14)    

Contrariamente a lo que se piensa, la justicia generalmente no tiene ninguna connotación retributiva como el castigo, la ira, la retribución, etc. La justicia es la salvación de Dios, incluso la acción de perdonar en nombre de todos los oprimidos. El mejor texto de paradigma en relación al significado de la justicia es Salmos 103:6.   

"Jehová es el que hace justicia   Y derecho a todos los que padecen violencia", (también vea Salmos 9:9; 10:18; 72:4; 37:21; 146:7; 102:19, 20).   

Los oprimidos se identifican diversamente como los afligidos, pobres, extraños, proscritos, viudas, huérfanos de padre y otros en necesidad. Incluye a aquéllos en necesidad de perdón. La misericordia perdonadora de Dios es su justicia en acción:  "Bendice, alma mía, a Jehová... El es quien perdona todas tus iniquidades,   El que sana todas tus dolencias;  El que rescata del hoyo tu vida... Jehová es el que hace justicia   Y derecho a todos los que padecen violencia...  No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades,   Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados...  Cuanto está lejos el oriente del occidente,   Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones... Porque él conoce nuestra condición;   Se acuerda de que somos polvo",  (Salmos 103:1-14).    

En la teología cristiana el perdón es visto como algo opuesto a la justicia de Dios, una oposición que sólo puede ser resuelta por la expiación. Sin embargo, tal oposición no aparece en los pasajes del Antiguo Testamento que hablan de justicia y perdón. La justicia es la salvación de Dios en acción para todos los oprimidos. Así que también cuando Dios juzga, él salva, libera y rescata a los oprimidos:      "Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa;   Líbrame ..." (Salmos 43:1).  "... líbrame en tu justicia" (Salmos 71:2. Vea también 7:8; 10:18; 51:4; 72:4).    

El suceso paradigma de la justicia salvadora de Dios en la escritura hebrea fue el Éxodo. Por un acto de juicio y justicia Dios liberó a un débil y afligido pueblo de las manos de opresión.    

El Éxodo no sólo mostró la justicia salvadora de Dios, sino que llegó a ser el modelo de cómo aquéllos que habían sido liberados iban a representar a su Dios:  "Y al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. A ninguna viuda ni huérfano afligiréis. Porque si tú llegas a afligirles, y ellos clamaren a mí, ciertamente oiré yo su clamor; y mi furor se encenderá... porque soy misericordioso" (Éxodo 22: 21-25).    

No deben oprimirse unos a otros (Lev. 25:14).    

A los esclavos fugados debes darle asilo y no deben ser oprimidos  (Det. 23:15,16).    

Defiendan a los pobres y huérfanos; haga justicia a los afligidos y necesitados  (Salmos 82:3).    

La justicia hebrea significa amar al prójimo como a uno mismo. (Lev. 19:18).  Significa ser humano y actuar humanamente. Es una justicia social, humanitaria basada en el privilegio de cada persona de ser hechos a la imagen y semejanza de Dios.    

La justicia es la señal del rey ideal:  "El juzgará a tu pueblo con justicia,   Y a tus afligidos con juicio... Juzgará a los afligidos del pueblo,   Salvará a los hijos del menesteroso,   Y aplastará al opresor"(Salmos 72: 2, 4).    

"... ¿No comió y bebió tu padre (el rey), e hizo juicio y justicia... El juzgó la causa del afligido y del menesteroso..." (Jeremías 22: 15,16).    

Sobre todo, se requiere del rey "justicia y juicio". (Vea 1 Reyes 10: 9; 1 Crónicas 18:4; 2 Crónicas 9:8; Daniel 4:27). La gran queja de los profetas es que los gobernantes no reflejaron el acto salvador del Éxodo. Fallaron en ejercer justicia salvadora a los pobres, marginados y oprimidos. Así que cuando los profetas empezaron a esperar un rey ideal, un hijo de David que "... hará juicio y justicia en la tierra" (Jeremías 23:5).    

Cuando Job fue obligado a defender su justicia, no apeló a su rectitud religiosa sino a su justicia humanitaria:  "Porque yo libraba al pobre que clamaba,   Y al huérfano que carecía de ayudador.    La bendición del que se iba a perder venía sobre mí,   Y al corazón de la viuda yo daba alegría.  Me vestía de justicia, y ella me cubría;   Como manto y diadema era mi rectitud.  Yo era ojos al ciego,   Y pies al cojo.  A los menesterosos era padre,   Y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia;  Y quebrantaba los colmillos del inicuo,   Y de sus dientes hacía soltar la presa... Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva,   Cuando ellos contendían conmigo,   ¿Qué haría yo cuando Dios se levantase?   Y cuando él preguntara, ¿qué le respondería yo?  El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él?   ¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?  Si estorbé el contento de los pobres,   E hice desfallecer los ojos de la viuda;  Si comí mi bocado solo,   Y no comió de él el huérfano... Si he visto que pereciera alguno sin vestido,   Y al menesteroso sin abrigo;  Si no me bendijeron sus lomos,   Y del vellón de mis ovejas se calentaron;   Si alcé contra el huérfano mi mano,   Aunque viese que me ayudaran en la puerta;   Mi espalda se caiga de mi hombro,   Y el hueso de mi brazo sea quebrado... ¿He regocijado yo a la destrucción de mi enemigo, O exaltado cuándo el mal lo ocurrió? El forastero no ha alojado fuera Porque yo he abierto mis puertas al viajero..." (Job 29:12-17;31-22,29,32).   

Esto nos trae al ultraje moral de los profetas del Antiguo Testamento y su choque con la religión sacerdotal. Los profetas acusaron a su nación de ser engañada con mentiras religiosas. (Jeremías 7).  Las personas confiaban en instituciones religiosas, sacrificios y rituales para salvarlos mientras fallaron en "... si con verdad hiciereis justicia entre el hombre y su prójimo...". Oprimieron al forastero, al huérfano y a la viuda. (Jeremías 7:5,6).   

En los profetas, ser santo como Dios significaba practicar el modelo de justicia humanitario del Éxodo. Pero la tradición sacerdotal enseñó que siendo santo como Dios significaba adhesión estricta a un código de santidad acerca de la separación por el ritual de la impureza, sacrificios en el templo y fiestas religiosas. Reyes, príncipes y pueblo encontraron esto más agradable a la práctica de la justicia humanitaria. Los profetas confrontaron una situación donde la religión estaba floreciendo. Se había vuelto un "escaqueo", un suplente paliativo para el mas estricto acto de justicia auténtica.   

Por esta razón los profetas levantaron un cerco contra la ofrenda de sacrificios y menospreciaron las fiestas religiosas. Ridiculizaron la práctica del ayuno religioso y cuestionaron el código de santidad del sacerdocio. Para abreviar, hicieron la guerra al culto de Israel, a la "justicia" religiosa, declarándolos un pútrido montón de mentiras egoístas.   

"¿Para qué me sirve, dice Jehová... Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos... Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma... asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré...  buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda... Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos aman el soborno, y van tras las recompensas; no hacen justicia al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda". (Isaías 1: 11-23)    

"Porque no hablé yo con vuestros padres, ni nada les mandé acerca de holocaustos y de víctimas el día que los saqué de la tierra de Egipto".  (Jeremías 7:22)    

"Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas. Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares... Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo" (Amós 5: 21-24).    

"¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? (Nota: Esto rechaza los sacrificios animales y humanos así como el concepto sacerdotal de expiación por sangre). Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios".  (Miqueas 6:6-8).    

"Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios" (nota: Dios perdona en contestación al arrepentimiento, no a un expiación sacerdotal de sangre) (Salmos 51: 16,17).    

"Hacer justicia y juicio es a Jehová Más agradable que sacrificio". (Proverbios 21:3).    

"Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos". (Oseas 6:6).    

"... ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?".  (Isaías 58:5-7).

Entender esta justicia profundamente humanitaria de los profetas es entender la llama en las entrañas de Yeshúah ben Adam. El suyo fue el espíritu de los profetas hebreos. También fue su visión de justicia, y estos pasajes del Antiguo Testamento fueron obviamente su alimento y bebida.    

Yeshúah confrontó lo que los profetas confrontaron, una sociedad esclavizada a un culto, "justicia" tribal. La tradición sacerdotal de una adhesión estricta a los códigos de pureza y rituales había ganado control en el judaísmo. Entre más religiosa se volvía la cultura, más injusta e inhumana era. La justicia (la misma palabra en hebreo y griego) había sido confundida con una rectitud religiosa u ortodoxia meticulosa.   

Yeshúah acusó a sus antagonistas de bruscamente torcer el espíritu e intención real de la ley judía. Aunque diezmaban religiosamente incluso sus plantas del jardín, descuidaron la justicia, misericordia y fe. (Mateo 23:23).  Les echó en cara las palabras del profeta: "misericordia quiero, no sacrificio".  "¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es invocado mi nombre?...". (Jeremías 7:11; Marcos 11:17).  Aparentemente plagiando el dicho del gran Rabino Hillel, Yeshúah dijo: "Lo que quieras que otros te hagan, hazlo a ellos". Pero entonces agregó este comentario categórico: "... porque esto es la ley y los profetas", es decir, este es el espíritu e intención de la escritura. (Mateo 7:12) 

Yeshúah no quiso que la gente lo llamara el Mesías. Sin embargo hizo el trabajo del Mesías. Realizó justicia y juicio en nombre de los oprimidos. (Jeremías 23:5; Lucas 4:18).  "... éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos ..." (Hechos 10:38).   

Claramente Yeshúah ben Adam fue movido por una auténtica visión hebrea de justicia. 

La visión hebrea de la elección   

La elección de Israel fue a menudo interpretada por el pueblo judío como significado de algún tipo de favoritismo divino o rechazo de los demás. Esta malinterpretación de la elección, vehementemente desdeñada por los profetas, llevó a una gran arrogancia racial, orgullo nacional y desprecio por otras personas. Esta presunción no fue nada diferente al "síndrome de la gente especial" encontrado a lo largo de la historia en tribus y naciones por todo el mundo. ¿Qué grupo étnico o grupo religioso no se ha concebido a sí mismo como el primero, el mejor y el escogido de Dios?   

Esta actitud de "mejor que los demás" está claramente fuera de armonía con la visión de un Dios, de una humanidad a su imagen y semejanza, y de un tipo de justicia para toda la raza humana. Así, Dios es representado al decir a Abraham: "... y serán benditas en ti todas las familias de la tierra" (Génesis 12:3).  Esta visión mundial fue destruida por el orgullo del culto, pero nunca estuvo totalmente perdida, ciertamente no mientras profetas hablaron. Su pasión por la justicia fue más allá de los confines nacionales:  "Y Jehová será conocido de Egipto, y los de Egipto conocerán a Jehová en aquel día... Jehová a Egipto; herirá y sanará... diciendo: Bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel mi heredad" (Isaías 19:21-25).    

"Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos... Y destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones. Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros..." (Isaías 25:6-8).    

"Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas... Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra" (Miqueas 4:2-3).    

No había ninguna duda en qué parte estaba Yeshúah ben Adam en materia de elección. Exhibió la comprensible visión universal de los profetas. Junto con Juan el Bautista, enseñó que el acercamiento de espíritu en lugar de la sangre hace a cualquiera un hijo de Abraham. (Mateo 3:9; Marcos 3:35; Juan 8:39).   

La sinagoga cerca de su casa en Nazaret se enfureció cuando les recordó cómo Dios visitó a los paganos en vez de los judíos en los días de Elías. Sus parábolas pintaron a los gentiles sentados en el banquete con Abraham, Issac, y Jacob aunque los "escogidos" quedaron fuera. Ofendió el orgullo nacional al declarar que la fe de un samaritano, o un romano, o un pagano siro-fenicio eran superior a cualquiera que había encontrado en Israel. Rechazó toda barrera racial y religiosa. Se relacionó con las personas compasivamente basado en que el Padre de toda la humanidad demanda justicia sin discriminación.   

En conclusión, tenemos que decir que a juzgar por la enseñanza central de Dios, hombre, justicia y elección como resultado de la escritura judía, Yeshúah ben Adam fue profundamente judío.    

La visión cristiana de Dios   

En la iglesia pos pascua podemos rastrear la progresiva transformación de Yeshúah ben Adam de un hijo judío de Dios a un gentil "hijo de Dios".   

En la tradición judía, el término "hijo de Dios" podría aplicarse al Adan de Israel o al rey ungido. (Lucas 3:38; Oseas 11:1; Salmo 2:2,7,12). Aplicado a Yeshúah ben Adam simplemente significó que era el Mesías, el rey ungido.   

En los escritos más antiguos del Nuevo Testamento, se dice que ben Adam sería el "hijo de Dios" por su resurrección de los muertos. (Romanos 1:4).  Luego, Marcos (autor desconocido) sugiere que Yeshúah fue designado "hijo de Dios" por el ungimiento del espíritu en su bautismo. Si por su resurrección, por su bautismo, o por ambos, la cristología de esos primeros cristianos judíos era "Adopcionista" que quiere decir que en un cierto punto del tiempo Dios escogió o adoptó a Yeshúah como su hijo.   

Cuando este mensaje cristiano entró en el mundo griego "el hijo de Dios" fue investido con alusiones de esa cultura. Los griegos tenían una plétora de divinidades, muchas de ellas nacidas de vírgenes sufrientes que murieron y regresaron al cielo. Cada uno de éstos fue llamado "hijo de Dios". Había la leyenda de que Alejandro el Grande había nacido de una virgen y que era el "hijo de Dios". Finalmente existía el culto al Cesar. El emperador romano también era una divinidad que fue adorada como "Señor" e "hijo de Dios".   

Aproximadamente en el 80 d.C. "Mateo" y "Lucas" (los autores realmente se desconocen) introdujeron las historias desconocidas acerca de Yeshúah que se convierte en "hijo de Dios" en virtud de un nacimiento virginal. La transformación del judío ben Adam al Jesús "hijo de Virgen" cristiano, ya estaba en camino. Cuando el siglo terminaba, "Juan" (también de autor desconocido) había promovido el inicio del "hijo de Dios" basándose en el preexistente Logos que moraba en el maestro nazareno. Pero incluso "Juan" se quedó corto en decir que Yeshúah preexistió, sino mas bien que el Logos de Dios que moraba en él preexistió. (Vea  Juan 1:1-14).   

No obstante la cristiandad gentil cambió de una cristología adopcionista judía a una cristología de Encarnación. Tomó varios siglos antes de que un doctrina hecha y derecha de la Encarnación se estableciera. En su forma final, el Jesús cristiano hijo de la virgen, se convirtió en Dios en el sentido más amplio. La doctrina de la Encarnación significó que Jesús era Dios en la carne.   

Este tipo de enseñanza era inconcebible a todos los judíos inmersos en un monoteísmo estricto y inflexible. Los primeros cristianos, incluyendo a los apóstoles, no tenían ninguna intención de ser algo más que judíos fieles a su mejor tradición escrita. Según el shema (confesión de fe) hebreo, Dios era una persona. Yeshúah llanamente habló de Dios en términos de una persona distinta a él. Los cristianos judíos creyeron que Dios había levantado a Yeshúah de los muertos, mas no confundieron esa distinción entre Dios y Yeshúah.   

La visión de una Encarnación exigió un Trinidad, la doctrina de que Dios es tres personas en lugar de una. La Trinidad era una teología sumamente intrincada con matices sutiles nunca entendida por el 99.9% de los cristianos. Tomó varios siglos que se desarrollara y consolidara como ortodoxia cristiana. En los credos de Atanasio, Nicea, y Calcedonia (más de cuatro siglos de desarrollo) Dios se volvió tres y Cristo se tornó una unión hipostática de dos naturalezas en una persona, también tan intrincadamente desarrollada en los sutiles conceptos filosóficos con palabras griegas que nunca fue entendido por el 99.9% de los cristianos. ¡La mayoría del clero sólo finge entender el calcedónico!   

La doctrina gentil acerca de Cristo no sólo colocó una barrera insuperable entre el judaísmo y la cristiandad, sino también entre cristianos judíos y gentiles. Como  movimiento, la cristiandad judía nunca aceptó los términos de la Encarnación y Trinidad de la cristiandad gentil.    

El gran sueño del apóstol Pablo fue que a través de Cristo la barrera entre gentiles y judíos fuera destruida. (Efesios 2:15).  Su deseo de una Iglesia unida nunca fue comprendida. La cristiandad judía y gentil nunca fue reconciliada. Ésta fue la gran tragedia de la cristiandad primitiva. 

La visión cristiana de la humanidad   

En la tradición hebrea tomamos nuestra humanidad de Dios. La humanidad es la imagen y semejanza de Dios.  (Génesis 1:27, 28; Salmos 8).   

La tradición cristiana de una Encarnación dio un giro total. Dice que Dios nació de una virgen y por eso tomó su humanidad de nosotros.   

Esta visión cristiana de Dios que adquiere nuestra humanidad tuvo un efecto desastroso en la iglesia. No es ningún misterio el porque la iglesia se convirtió en una expresión de mórbido ascetismo de rechazo al mundo, ayuno riguroso y un retiro cúltico de la vida social y cívica. Todo esto es muy evidente en la literatura cristiana primitiva como las Enseñanzas de los Doce Apóstoles, el Pastor de Hermas, las Cartas de Justino Mártir (quién se castró él mismo) y los sombríos  Padres de la Iglesia. Leyendo su literatura nos ayuda a que entendamos cómo Julián lamentó la propagación de la cristiandad en este nombrado dicho: "O paliducho Galileo, usted ha vencido".   

Una muchedumbre de mujeres se volvieron vírgenes perpetuas para la fe. Los hombres se precipitaban a los monasterios en manadas, algunos para castrarse siguiendo el ejemplo de Justino, otros para flagelarse para dominar sus impulsos naturales.   

El Apocalipsis del Nuevo Testamento había representado a la comunidad ideal de humanos como 144,000 ascetas célibes en el desierto. Lavados en la sangre del Cordero, pasarían sus días suplicando la venganza de Dios en la forma de hambre, enfermedad y tormentos indecibles para el resto de la humanidad. (¡No hay ninguna mención aquí del espíritu de Yeshúah ben Adam de salvar la vida de los hombres y mucho menos de perdonar a sus enemigos!).   

En la actualidad debemos dejar las disputas teológicas entre la jerarquía de Obispos (la laicidad no tenía voz en la iglesia) e interesarnos cómo la cristiandad primitiva se relacionó con el mundo real. Consideraremos en particular la actitud de la Iglesia para la mujer y la sexualidad humana. Esto no puede desairarse como expresión de una cultura patriarcal, el judaísmo también tenía una cultura patriarcal, pero nunca mostró la deshonrosa denigración hacia las mujeres que durante siglos existió en la iglesia. Sólo puede calificarse como blasfemia a la imagen de Dios en la mitad de la raza humana. Aquí hay un ejemplo de la misoginia virulenta que vertieron los padres de la Iglesia:     

Orígenes (d.C. 185-254)    

"Lo que se ve con los ojos del creador es masculino y no femenino; Dios no se inclina a observar lo que es femenino y de la carne".   

"No es apropiado para una mujer hablar en la iglesia, no importa cuán admirable o santo pueda ser lo que dice, meramente porque viene de labios femeninos".    

Crisóstomo (d.C. 347-407)   

"Usted debe meditar lo que hay en unos bellos ojos, en una nariz recta, en una boca, en mejillas, verá que esa belleza corporal es sólo una lápida emblanquecida mas adentro está lleno de suciedad".    

Agustín (d.C. 354-430)   

"Se puede encontrar a una buena cristiana en la mujer misma que ama la creación de Dios y que desea ser transformada y renovada, mas abominen su vínculo conyugal corruptible, sus relaciones sexuales y todos lo que pertenezca a ella como esposa".    

Ambrosio (d.C. 339-397)   

"Algunos de estos conceptos del alma están asociados con el sexo femenino: malicia de pensamiento, petulancia, sensualidad, auto indulgencia, presunción y otros vicios de esa naturaleza que tienden a enervar los atributos asociados con lo que es característicamente masculino. Los atributos característicos masculinos son la virtud de castidad, paciencia, sabiduría, templanza, fortaleza y justicia que hacen posible a nuestra mente y cuerpo esforzarse con celo y confianza en la búsqueda de nuestra  virtud. Y éstos son los conceptos a los que el profeta Isaías se refirió en las palabras: "Hemos engendrado y puesto de manifiesto el espíritu de salvación". Es decir, los atributos característicos masculinos, conciben y dan a luz el espíritu de salvación".    

Jerónimo (d.C. 342-420)   

A pesar de mi temor del infierno me había consignado a esta prisión donde no tenía ningún compañero sino escorpiones y bestias salvajes, a menudo me encontré en medio bandadas de muchachas. Mi cara estaba pálida y mi cuerpo frígido por ayunar, no obstante mi mente se quemaba con el deseo y llamaradas de lujuria bullían de mí cuando mi carne estaba como muerta.    

A la divorciada Salvine   

Nunca sean vistos faisanes en su mesa. . . ni imagine abstenerse de la carne de dieta cuando rechace. . . la sabrosa carne de otros cuadrúpedos. No es el número de patas sino la delicadeza de sabor lo que representa la diferencia (es decir, el ave también será prohibida]. . . Deje que aquéllas que se alimentaban en carne sirvan en carne, cuyos cuerpos hierven con deseo, que son atadas a sus maridos y que ponen su corazón en tener descendencia. Deje que aquéllas cuyas matrices están cargadas, llenen sus estómagos con carne. Mas tu has sepultado toda indulgencia en la tumba de tu marido. . . Deje que la palidez y escualidez sean de ahora en adelante sus joyas. No arruine sus miembros juveniles conociendo o abatiendo o excitando con su sangre joven en baños calientes. . . Que no le lleve ningún mozo bien rizado a caminar con usted, ningún actor afeminado, ningún cantante diabólico de dulzura envenenada, ningún pulcro y bien esquilado joven. . . Conservese con su grupo de viudas y vírgenes. . . Permita que las santas escrituras estén siempre en sus manos y ore frecuentemente para tales columnas de pensamientos malévolos que siempre arremeten contra los jóvenes encuentren un escudo repeledor.    

Tertuliano (siglo II d.C.)   

Si existe sobre la tierra un destino en proporción al galardón que de su fe recibirá en el cielo, ninguna de ustedes, hermanas queridas, desde que conoció al Dios viviente y reconoció su propia condición, esto es, la condición de ser mujer, habría deseado un vestido muy llamativo y mucho menos algo que pareciera muy  ostentoso. Pienso, más bien, que se habrían vestido con ropas de duelo, e incluso aun abandonarían su exterior, representando el luto y arrepentimiento de Eva para expiar en su totalidad, con todo tipo de vestimenta de contricción, lo que hereda la mujer de Eva. La ignominia, quiero decir, del pecado original y el odio de ser la causa de la caída de la raza humana. En dolor y ansiedad estarás, oh mujer, sujeta a tu marido y él será tu amo. ¿No cree que cada una de ustedes son Eva? La condena de Dios para las de su sexo continúa aun en esta época, por lo que es necesario que la culpa también continúe. Ustedes son las que abrieron la puerta al diablo. Ustedes fueron las primeras que tomaron la fruta del árbol prohibido. Ustedes fueron las primeras que abandonaron la ley divina. Ustedes fueron quienes persuadieron de que el diablo no era lo suficientemente fuerte para atacar. Tan fácilmente destruyeron la imagen de Dios: el hombre. Por su deserción, o sea la muerte, hasta el Hijo de Dios tuvo que morir.    

Se tiene que recordar que éstos fueron los venerados padres de la iglesia que nos dieron las doctrinas cardinales de la Encarnación y la Trinidad. Un autor del  Nuevo Testamento pregunta cómo podemos amar a Dios que no hemos visto si no amamos al hermano que vemos. (1 Juan 4:20).  De igual manera preguntamos, ¿Cómo poder confiar en las enseñanzas (Encarnación y Trinidad) de estos hombres acerca de Dios que no han visto, si ni siquiera pueden discernir la imagen de Dios en las mujeres que ven?   

No obstante este triste espectáculo de deshumanizada misoginia representaba, en general, su amargado criterio del mundo y su vida.   

Sin embargo necesitamos preguntarnos ¿De dónde vino este odio al mundo, esta forma de ascetismo de rechazo a la vida? Fue el resultado de la veneración del hijo célibe de una virgen perpetua. Este ideal cristiano de la humanidad era más irreal que real. Un Dios nacido de virgen se disfrazó de humano y murió en una cruz para hacer una expiación de sangre, esto no fue historia sino una interpretación apocalíptica impuesta a la historia. ¿Cómo pudo esta humanidad cristiana de Jesús, tan contraria a la vida real de Yeshúah ben Adam, producir tal distorsión de real existencia humana?   

Pero hay una razón más profunda de porque una teología como la de la Encarnación, Dios que obtiene su humanidad de nosotros, tuvo un efecto desastroso en la Iglesia. Si es así como Dios se convirtió en el "ser humano supremo", entonces quiere decir que antes de esta Encarnación, Dios no era una realidad suprema humana como indicaría nuestro ser hecho a su imagen y semejanza. ¿La realidad de un Dios inhumano pervivió antes de la irreal humanidad de Jesús? ¡Decimos "irreal" porque un hombre que nace de una virgen y de un Dios no era del todo humano a pesar de la afirmación Calcedónica al contrario! Cuando fueron agregadas las doctrinas mellizas de la Expiación por sacrificio de sangre y un Infierno de fuego a la doctrina de la Encarnación, esta idea de la humanidad Jesús se pierde porque es redefinida por una realidad inhumana llamada "Dios".   

Sin embargo, esta nueva humanidad celestial gobernó a la Iglesia mediante la espantosa autoridad vertical de una jerarquía célibe. ¿Quién mas podía representar adecuadamente al Dios que se convirtió en el hijo célibe de Dios de madre virginal? Joseph Campbell y otro grupo de estudiosos han organizado evidencia irrefutable de que las afirmaciones de estos cristianos fueron de hecho antiguos mitos paganos reciclados por miles de años.   

Podemos decir confiadamente de que Yeshúah ben Adam no tuvo ningún hueso ascético en su cuerpo. Este hombre "comedor y bebedor" muy sociable a veces deshonró su compañía masculina por sus interacciones igualitarias con las mujeres. Hay algunas evidencias aunque no definitivas de que María Magdalena era o su esposa o su amante. Pero aun cuando eso no pueda asentarse, una cosa es cierta: La visión de Yeshúah de la bondad esencial del orden creado era según la mejor tradición judía. Debe recordarse que el judaísmo nunca fue una religión ascética que apoyara la abstinencia de "vino, mujeres y canto".   

Hay un antiguo proverbio rabínico que Dios nos preguntará al final de la vida: "disfrutaste de todas las cosas buenas que el mundo te dio para disfrutar". Sería una gran pena si tuviéramos que contestar: "estuve muy preocupado en salvar mi alma para haberlo notado".   

Es muy divertido comparar los antiguos comentarios cristianos del Cantar de los cantares de Salomón con los judíos. Afortunadamente la iglesia ha progresado en sus actitudes a la bondad esencial de la vida. Los comentarios cristianos modernos reconocen ahora que el Cantar de los cantares del Antiguo Testamento no es más que una celebración al amor sexual, algo que habría parecido casi pornográfico al pobre Jerónimo, luchando contra las atormentadoras imágenes de vírgenes danzando durante su vida solitaria en el desierto.   

La conclusión a la que nos obligamos llegar, por supuesto, es que Yeshúah ben Adam era más judío que cristiano en su visión de la existencia humana.    

"... Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?". (1 Juan 4:20).     

La visión cristiana de la justicia   

La Encarnación y muerte de Cristo como expiación por el pecado son el corazón de la teología cristiana. Se dice que Cristo ha soportado la ira de Dios contra el pecado haciendo posible que Dios nos perdone. La expiación de sangre es considerada necesaria para satisfacer la justicia de Dios.   

El perdón y la salvación se ofrecen ahora sobre la base de que la justicia es satisfecha. ¡Escapamos del castigo eterno sólo porque nuestra deuda ha sido pagada, en sangre!   

Según la enseñanza cristiana, la justicia de Dios se iguala con la ira de Dios, el terror del Día del Juicio y el pago de sangre por los pecado clavados en la cruz. Todos esto redefinió el significado de justicia por algo punitivo.   

Por consiguiente, los cristianos se preocuparon por una expiación de culpas, por el sufrimiento de Cristo. ("La teología Hangman").  El problema central llegó a ser  "¿Cómo puedo ser justo ante Dios?" ¿Cómo puedo escapar de la justicia y conseguir el cielo?   

Desarrollando así lo que Krister Stendahl llamó "la conciencia introspectiva del occidente". El monje Martín Lutero personificó al cristiano de las edad media, aterrado por la justicia de Dios y nunca capaz de librarse de la culpa, incapaz de estar ante Dios con una conciencia sencilla.   

Lutero se preguntó lo que Pablo quiso decir cuando dijo esto sobre el evangelio: "Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela..." (Romanos 1:17).  Al principio se quejó amargamente de que Dios no estuviera satisfecho al atormentarlo con la justicia de su ley, sino que le agregó los terrores de la justicia del evangelio.   

Entonces tuvo lo que se llamó su "experiencia en la torre". Hartmann Grisar *, un estudioso luterano, empañó un poco esta santa leyenda cuando demostró que en realidad tuvo lugar en el retrete. (Lutero padeció estreñimiento crónico y paso mucho tiempo allí). Sin embargo, utilizó bien su tiempo allí gastado allí ponderando acerca del significado de la justicia en Romanos 1:17. De repente la visión lo dejó pasmado, ésta era una justicia salvadora, perdonadora. Lutero estaba como Arquímedes saltando afuera de la bañera diciendo: "Eureka, Eureka". ¡La Reforma protestante nació!    

Lutero había simplemente redescubierto el auténtico significado hebreo de justicia de la bondad amorosa de Dios en acción en nombre de todos los oprimidos. Lutero fue ciertamente apesadumbrado por esta angustiosa conciencia provocada por todo el legalismo religioso de la iglesia. Fue liberado por la "justificación sólo  por fe".   

El problema era que ni Lutero ni la Reforma protestante pudieron llevar muy lejos esta visión de Dios de justicia salvadora porque estaban muy adheridos a la teología de Hangman de la expiación de sangre (es decir, justicia punitiva compensatoria). De hecho, en la ortodoxia protestante, esta justicia compensatoria de Dios, llamada la teoría penal de la expiación, se volvió la pieza central de la teología. Si el aspecto salvador de la justicia alguna vez penetrara la nube oscura de justicia retribuyente sería por "mi perdón", "mi salvación" y "mi búsqueda de un Dios benevolente".   

El significado social, humanitario de la justicia del Antiguo Testamento (judío) nunca penetró en la Reforma protestante. En el mejor de los casos, fue truncado por la preocupación de una la salvación del mí.   

Trágicamente, Lutero abandonó a los campesinos en su revuelta contra la opresión. Terminó demandando su muerte en vez de su liberación. En la misma tesitura levantó un cerco a los judíos agregándole opresiones intolerables.   

Se ha dicho que John Wesley estaba mucho más preocupado sobre la blasfemia al nombre de Dios que la blasfemia a los hijos de Dios. Tenía poco que decir de las injusticias sociales a Charles Dickens en Inglaterra.   

En el libro "El progreso del peregrino" de John Bunyan, que durante mucho tiempo fue como la segunda Biblia en el cristianismo inglés, el héroe "cristiano" nunca hacía nada excepto conseguir el Cielo.   

En este breve vistazo sería muy fácil distorsionar el cuadro no reconociendo ejemplos de justicia social dentro de la cristiandad. Mucho de esto ha sido motivado por la influencia del Yeshúah ben Adam histórico del que la iglesia siempre ha dado testimonio a pesar de una teología tendiente a  esconder la historia. No obstante continua el enfoque cristiano de una teología clásica orientada a la salvación personal por la expiación de sangre. La justicia punitiva de Dios y la salvación del alma para una vida en el futuro es el escenario central. Es por esta razón que Walter Kaufmann (La fe de un hereje) critica la cristiandad histórica por no llegar a la justicia moral de los profetas del Antiguo Testamento.   

Conclusión: La visión de justicia de Yeshúah ben Adam fue esencialmente judía en vez de cristiana.    

La visión cristiana de la elección   

Si el judaísmo fue alguna vez exclusivo y despectivo de los goyim (extraños), necesitamos recordar dos cosas: primero, esta tendencia cúltica fue una aberración, el fracaso de permanecer fieles a la visión inclusiva y universal de Moisés y los profetas; y segundo, los judíos no habían tenido un monopolio de exclusividad e irrespeto hacia los extraños.   

Las doctrinas cristianas de la Encarnación y salvación a través sólo de Cristo, encerró al cristianismo histórico en una exclusividad que fue más lejos que lo conocido en el judaísmo.   

Los Encarnación significa que el hijo de la virgen era el propio Dios. Cristo es el único camino de salvación. Fuera de la revelación cristiana sólo hay oscuridad, superstición e ignorancia.    

Así que la iglesia proclamó que todos los que creyeran en este mensaje cristiano serían salvos y los que no serían condenados. Sólo fue cuestión de tiempo antes de que la iglesia usara su poder para perseguir, desterrar, torturar y matar a aquéllos que no obedecieron su enseñanza.    

La iglesia católica romana decretó que no había salvación fuera de la iglesia. Esto fue reforzado por la doctrina del "pecado original" que da a entender que todo descendiente de Adam lleva la culpa y condena de la caída. Esto quiere decir que toda la humanidad está bajo la maldición e ira de Dios y están en camino a la condenación eterna. La única manera de vencer el distanciamiento de Dios es por la puerta de Cristo y su iglesia. ¡Los demás ya están perdidos!   

La reforma protestante no desechó esta posición de "no hay salvación fuera de la iglesia". ¡Fue ensanchada de los límites de la Iglesia para incluirla! Sólo hay un paso de creer que todos fuera del cristianismo están sujetos a la ira de Dios, a tratarlos como menos que seres humanos. Fue muy fácil aceptar la idea que las naciones no cristianas debían ser subyugadas y de ser posible (a veces por el filo de espada) convertidos a la elevada cultura cristiana occidental. Incluso los cristianos justificaban la esclavitud de los negros porque al hacer esto significaba que eran bautizados a la Iglesia con lo cual sus almas se salvarían eternamente.   

En tiempos más recientes la iglesia cristiana se ha tornado muy incómoda, incluso avergonzada acerca de esta exclusividad histórica. Tan impresionante arrogancia no es compatible con una moderna conciencia humana y un visión mundial actual. No encaja en un mundo global ni en una sociedad multicultural donde tenemos que convivir con vecinos de otra cultura y religión. Sabemos que las viejas actitudes no conducen a la paz y armonía.   

Hay también algo más. Hay un despertar en el entendimiento de que la misión mundial del cristianismo ha fallado. Aunque los cristianos han tenido éxito convirtiendo a las personas al cristianismo en culturas más desintegradas y primitivas, es totalmente diferente con las grandes religiones mundiales. Una gran escalada de conversiones al cristianismo del islam o judaísmo, por ejemplo, nunca va a suceder, incluso ahora cuando hay un gran intercambio libre de ideas e información.   

La religión de millones es un accidente de nacimiento así como la nacionalidad de cada persona también lo es. Cambiar la religión de las personas es casi tan imposible como cambiar su grupo étnico. Ya no es apropiado llamar a las personas culpablemente ciegas u obstinadas porque no aceptan nuestros prejuicios religiosos.   

Es casi divertido ver a católicos como Karl Rayner reinterpretar la doctrina de la iglesia de que no hay salvación fuera de ella. Reconoce que hay muchos no cristianos que muestran el espíritu de Cristo. Son cristianos anónimos, dice, que pertenecen realmente a la iglesia sin saberlo. ¡Qué arrogancia! ¿Se habrían impresionado éstos "cristianos anónimos" con esta arrogancia caritativa?   

Sin embargo, todavía persiste algo de las viejas costumbres. Hace unos pocos años, un importante cristiano evangélico norteamericano declaró inmutablemente: "Dios no escucha las oraciones de los judíos". ¿Hubo algún clamor de protesta de los voceros cristianos para desvincularse de tal fanatismo religioso? Pocos de ellos fueron muy sinceros para reconocer que la ofensiva declaración era justamente una aseveración ortodoxa del cristianismo histórico.   

A estas alturas la exclusiva arrogancia de los judíos no parece tan mala. La corriente principal del judaísmo, antiguos o modernos, nunca excluyeron a los no judíos de la salvación. Como expresó una autoridad rabínica: "El judaísmo cree que el gentil que obedece los mandamientos del Noachide (imperativos morales humanos universales) tiene un lugar en el mundo por venir". (David Berger y Michael Wychogrod, Los judíos y la cristiandad judía, p. 60-63).   

¿En qué lugar se encuentra Yeshúah ben Adam con toda esta exclusividad religiosa? En sus días no tuvo ningún problema para relacionarse con las personas fuera del redil. Él confundió incluso a sus propios partidarios declarando que la fe de algunos no judíos era superior a la de Israel. Su Dios transcendió todos estos límites religiosos. Conocía suficiente de la escritura judía para apoyar su posición.    

"Bueno es Jehová para con todos, Y sus misericordias sobre todas sus obras"(Salmos 145:9).     

El Dios de Yeshúah ben Adam transcendió todas las barreras religiosas. Su Dios no fue judío, cristiano o musulmán. No fue anglosajón, africano u oriental. Su justicia salvadora no conoció barreras. Ser humano fue suficiente. Nada se necesitó para ser destinatario de su amor incondicional.   

Conclusión: Incluso en esta materia de elección, Yeshúah ben Adam fue más judío que cristiano. Él no enseñó las doctrinas cristianas de la Encarnación o la Expiación de sangre que demanda exclusividad.   

Ben Adam y el Islam   

Hay ahora aproximadamente mil millones de musulmanes en el mundo, mil millones de hijos de Dios que los cristianos, de ninguna manera, han podido permear con el mensaje cristiano.   

El judaísmo, cristianismo e islamismo comparten una herencia semítica común con un Dios de Abraham, Moisés, Yeshúah ben Adam y Mahoma. Los cristianos han sido menos exitosos convirtiendo a musulmanes de lo que han convertido judíos. Ha habido muchas conversiones desde el cristianismo, pero en todo caso las incursiones en cualquier dirección son insignificantes. Ambos lados han tratado con la muerte o convencimiento, pero quince siglos ha sido bastante tiempo para demostrar que nada se ha cumplido en ambos lados. Incluso en esta edad de la información, los cristianos no están cerca de testimoniar alguna ruptura dentro del islam o viceversa.    

Afortunadamente existe ahora algún diálogo que ha producido comprensión y respeto mutuo, pero cada lado compite por los convertidos de desintegradas culturas paganas (como en Africa). La lealtad de estas personas será principalmente determinada por si el islam o el cristianismo llegan a ellos primero. Una vez que se comprometen con cualquier tradición religiosa, conversiones posteriores son altamente imposibles.   

Ha sido muy fácil para los cristianos invadir una cultura cristiana aislada suscribiéndose a la antigua ortodoxia de no salvación excepto por conversión al  cristianismo. Enviamos misioneros para convertir paganos, pero ahora justo enfrente de nosotros, en este mundo global, nos confrontamos con otra comunidad religiosa que ha sido igualmente exitosa convirtiendo a paganos como lo han hecho los cristianos.   

Confrontado con la realidad de que mil millones de personas están seguras de vivir y morir fuera de la tradición cristiana, muchos cristianos se han motivado a revaluar su enfoque de cómo Dios se relaciona con personas de otra religión. Los cristianos que han heredado una posición luterana o calvinista en relación a la Santa Cena raramente aceptan la mínima diferencia del punto de vista de su semejante. Pero nos enfrentamos aquí con un problema de comunicación de personas que, hablando religiosamente, viven en otro universo. Hay casos de misioneros cristianos que trabajan en una cultura musulmana por varias generaciones sin convertir a una sola persona.   

San Pablo igualó la tradición religiosa a una muro de hostilidad que Cristo vino a abolir. (Efesios 1:15).  Mas las doctrinas de la Encarnación de Cristo, la Trinidad y la Expiación de sangre se ha vuelto una muro de Berlín insuperable tanto para judíos como musulmanes. Requirió de más siglos para construir esta tradición cristiana que lo que tomó construir la gran muralla China. Fue un largo camino para los diferentes y fragmentados documentos del Nuevo Testamento hacia los concilios de Nicea (325 d.C.) y Calcedonia (451 d.C.) que establecieron la tradición de la Encarnación y la Trinidad, sin decir nada de cuántos siglos más Anselmo y Calvino establecieron la teoría penal de la Expiación. ¡Aquéllos que sean lo bastante ingenuos para pensar que este muy complejo edificio teológico simple y claramente se detalla en el Nuevo Testamento, debe dar más crédito al poder mágico de los espectáculos religiosos (y prejuicios) que han heredado!   

Dado su monoteísmo estricto y inflexible (que significa: Dios es uno), los musulmanes no han podido aceptar los términos cristianos de la Encarnación y la Trinidad (que significa: Dios es tres). Tampoco han podido aceptar los términos de un perdón divino por Expiación de sangre. Si los cristianos gentiles no pudieron convertir a sus propios hermanos judeo-cristianos sobre la Encarnación y la Trinidad, ¿Qué esperanza existe para superar esta barrera con judíos y musulmanes? En cuanto al perdón divino, los judíos y musulmanes dicen que su Dios simplemente perdona en contestación al arrepentimiento.   

Para esto no sólo tienen amplio apoyo en la escritura judía (Salmos 57:16-18; 86:5; 103:3-14; Isaías 55:7; Oseas 14:1-4; Miqueas 7:18, etc.) sino de Yeshúah ben Adam también. El llamó a las personas a rechazar el principio de justicia compensatoria (expiación) y mostrar el espíritu de perdón eterno, después del ejemplo de Dios.   

El profeta Miqueas dijo que lo único que Dios requiere de la humanidad es repartir justicia, amar la misericordia y caminar humildemente. Un buen lugar para empezar con la humildad es el asunto de la exclusividad religiosa. La antigua actitud sostenida de que las personas deben creer lo que la Iglesia cree o son condenadas (manifestado en los decretos del concilio de Trento, por ejemplo) es arrogante, insensible e inhumana. ¡Como brillantemente muestra la parábola de Jonás en el Antiguo Testamento, uno no puede empezar a insistir en las personas que serán condenadas sin terminar deseando que ya están condenadas!   

El islam surgió poco después de que las controversias trinitarias y cristológicas habían sido fijadas en los grandes concilios de la iglesia. Como hemos señalado, éstas eran doctrinas muy complejas basadas en definiciones de palabras griegas y latinas así como argumentos derivados de la filosofía griega. Por ejemplo, nadie realmente entiende la doctrina ortodoxa cristiana de la Trinidad a menos que haya apreciado la sutil diferencia entre la "persona" latina y la "persona" germánica.   

Las religiones no se cultivan en el vacío o se dejan caer desde el cielo como una piedra. El islam surgió por una fe desatendida con peticiones sin par por las abstracciones del cristianismo occidental. Algunos rasgos de islam, notablemente como los remanentes de la cristiandad judía, sugieren alguna influencia judía y cristiana en la obra de Mahoma.   

Cuando el cristianismo occidental se dirigía al Oscurantismo, el islam revivió la cultura y la enseñanza. Mientras el cristianismo en Europa se estancó en uno de los periodo más terribles de la historia humana, los árabes fueron los primeros en crear hospitales así como universidades para continuar la enseñanza. El Renacimiento, gracias a esta influencia del árabe, dio a luz al Esclarecimiento y la edad de la Ciencia. El islam sintió el impacto de este auge y como el cristianismo, empezó a tratar con problemas como la crítica literaria científica, la libertad religiosa y el rostro inhumano del Fundamentalismo.    

Mientras el Jesús de la fe cristiana es una barrera insuperable para los musulmanes, lo mismo no puede decirse de Yeshúah Ben Adam. El islam ya lo acepta como profeta y mesías. Nos atrevemos a decir que cuando llegamos a lo que a menudo es considerado como asuntos fundamentales de la tradición  cristiana (Encarnación, Trinidad y Expiación), Yeshúah se acerca más a la tradición musulmana. Pero si preguntáramos a Yeshúah cuál es la tradición correcta, seguramente nos contestaría como le contestó a las samaritanas que le pidieron solucionar una disputa religiosa. (Vea a Juan 4).  Nos daría uno de sus clásicos sabios refranes que transcienden disputas religiosas. Nos mostraría que la religión no tendría nada que ver con determinar la manera en que nos relacionamos entre si porque la religión no tiene absolutamente nada que ver con determinar la manera en que Dios se relaciona con nosotros.   

Cuando Yeshúah Ben Adam se encontró con samaritanos, romanos o sirio fenicios se olvidó del hecho de que estaban fuera de su propia comunidad religiosa. Actuó como alguien que creía que no había barreras para el amor incondicional de Dios.   

Dios ni es judío, ni cristiano, ni musulmán. No es la religión la que lleva la imagen de Dios sino la humanidad. Dondequiera que el auténtico espíritu humanitario se manifieste, existe evidencia de la presencia del Dios viviente. El espíritu humano obviamente transciende todas las barreras religiosas.   

Ben Adam y el ateísmo   

Por mucho tiempo fue un crimen capital ser ateo en la sociedad cristiana. Aun tiene pena de muerte en algunas sociedades islámicas. Afortunadamente toda la humanidad aprenderá algún día que matar personas en el nombre de Dios no es una manifestación ni divina ni del espíritu humano.    

El mundo sería mucho más paupérrimo sin el pensamiento honrado y franco, sin la filosofía e investigación científica de los ateos. Ellos han sido muy valerosos al mirar la evidencia empírica en las cosas como el origen de la vida y la edad de la tierra. Ellos han llamado al Dios de los cielos a rendir cuentas.  Thomas Jefferson dijo una vez que: "sería más perdonable no creer en absoluto en ningún Dios que creer en las atroces escrituras de los teólogos". George Washington, James Madison y Abraham Lincoln dijeron cosas similares. Por supuesto que el mundo sería un lugar mucho más lamentable si estuviera en manos de los devotos religiosos.   

¿Cómo culpar a los humanos inteligentes de no creer en un Dictador Celestial, el Dios de la caída, del pecado original, de la justicia compensatoria a través del sacrificio de sangre y del sádico y sin sentido asunto del infierno?   

Recientemente Australia dio testimonio de la muerte de uno de sus mas grandes hijos humanitarios, el Dr. Fred Hollows. Su amigo, el presentador en la televisión nacional Ray Martin, dijo a manera de elogio en su muerte que Fred Hollows trabajó mucho, juró demasiado y bebió demasiado. Pero nadie puede dudar de su amor por la gente y su dedicación a tantos en desesperada necesidad de atención médica en remotas partes del mundo, incluso en lugares de Australia. La nación entera, incluso la comunidad cristiana, se conmovió de su muerte y levantó un saludo a su espontánea ayuda a los visualmente dañados en lugares distantes. Su espíritu de ayuda por la vida de las personas subsiste en la obra humanitaria hecha en su memoria.   

Fred Hollows no creyó en Dios, por lo menos no el tipo que se le presentó en su vida. Sin embargo, su dedicación a sus iguales humanos no fue natural. Ante este rebelde sinvergüenza, vislumbramos el rostro de Dios, al omnipresente y transcendente espíritu de aquel que inspira a todo el que verdaderamente humano. Ciertamente podemos decir que es solidario con todos los que son humanos y que es amigo de todos los que son prójimos samaritanos. No podemos decirlo de mejor manera:   "... Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él".  (1 Juan 4:16).    

"... De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis".  (Mateo 25:40).    

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