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La historia de la controversia religiosa

Capítulo 3

 Unas cuantas grandes religiones del mundo

(Traducción de Sergio Docal)

           

Las religiones de Egipto y Babilonia

Las religiones chinas y Confucio

Buda y las religiones de la India

  

Las religiones de Egipto y Babilonia 

Lo que principalmente sorprende a todo el que camina por los salones egipcios de un museo, o abre un libro ilustrado sobre Egipto, es el gran número de divinidades, especialmente de las que tienen cabeza de animales. ¿Cómo pudo una nación tan admirable conservar esas monstruosas deidades? Pero debemos recordar que en el Egipto histórico solamente la mayoría ignorante tomaba esas deidades en serio; de la misma manera que en el mundo cristiano moderno la deidad de los educados no es la misma deidad del pueblo. Debemos recordar también que cada una de esas diosas con cabeza de vaca o dioses con cabeza de chacal disponía de un clero poderoso. Fueron los sacerdotes los que lucharon por los dioses. 

Al comienzo se podía entender, si tenemos en cuenta que las condiciones materiales y políticas tienen mucha influencia sobre la religión, como sobre todo lo demás. Egipto es un país único. Es un valle muy largo y muy estrecho. El resultado de esto es que cada sección del valle tenía su propia tribu, y se necesitaban largos plazos de tiempo para que un reino se extendiese sobre todos los demás. Esas tribus habían venido a Egipto desde diferentes sectores, y cada una tenía su propio dios o sus propios dioses...  Diferentes tribus veían divinidad en el sol, en la luna, en el halcón, la vaca, el toro, el cocodrilo, el mono antropomorfo, el cordero, etc. Cuando se asentaban en un sitio, ocurrían guerras con sus vecinos, originándose amarguísima rivalidad entre sus dioses. El culto de cada uno se consolidaba y fortalecía. 

Pero hasta antes de ese histórico período había grandes dioses de la naturaleza que se representaban siempre con forma humana. Osiris (probablemente un dios sol originalmente), Ra (otro dios sol), Ísis (posiblemente una diosa de la fertilidad al principio), Horus (más tarde un dios salvador), Neith (probablemente la diosa de la fertilidad de otra tribu), y así sucesivamente. Cuando se organizó Egipto, los sacerdotes dispusieron estas deidades como esposo y esposa, madre e hijo, etc., y así más o menos organizaron la religión. Pero las intrigas entre los sacerdotes eran constantes, y unas veces una deidad se volvía suprema, y otras veces otra pasaba a ocupar esa posición. Mil cuatrocientos años antes de Cristo, el rey Amenhotep IV implantó un monoteísmo espiritual puro como única religión de Egipto. Pero tenemos un capítulo especial sobre la religión y moral egipcias, con detalles completos. Aquí sólo necesitamos indicar su sitio en la evolución general de la religión. 

En el caso de Babilonia también, donde nuestros descubrimientos sobre la moral y religión del pueblo han sido muy notables, necesitaremos igualmente un capítulo especial para dar siquiera un resumen de los hechos. Unas pocas palabras acerca del desarrollo religioso serán suficientes aquí para completar este esbozo general. 

El reino de Babilonia fue fundado hace unos cuatro mil años, y había sido precedido por mil años de ciudades-estados mayormente gobernados por sacerdotes, en diferentes partes de la llanura de Mesopotamia... Dos razas diferentes, los sumerios (posiblemente emparentados con los primeros chinos) y los semitas (una raza como la de los hebreos) se mezclaban en las ciudades y más o menos ajustaban sus dioses a los de cada otra. 

No había animales dioses como en Egipto. Los espíritus en los departamentos menores de la naturaleza (comunes a todas las religiones en el comienzo) continuaron siendo meros espíritus, y según el sacerdocio de los mayores dioses se desarrollaba, fue convirtiendo a aquellos en "diablos". Los babilonios creían tan firmemente como los cristianos modernos menos educados que el mundo estaba lleno de legiones de demonios. 

Pero mucho tiempo antes de que comenzara la edad histórica, los dioses de los grandes elementos de la naturaleza eran los únicos objetos de adoración. Como dije antes, dos pueblos completamente diferentes contribuyeron a formar la civilización de Babilonia, y esto significó una doble serie de dioses de la naturaleza. Los sumerios tenían a Snu (dios del cielo), Ea (dios de la tierra), Sin (dios de la luna), Nusku (dios del fuego), y así sucesivamente. Después había Shamash (otro dios del sol), Marduk (un tercer dios del sol), Ishtar (del amor y la guerra), Tammuz (antiguo dios de la fertilidad), y otros. 

La historia de la religión en Babilonia después de que todas las ciudades-estados se fundieron en el reino de Babilonia es una historia de rivalidades y ambiciones de los sacerdotes, que resultaron en la supremacía temporal de uno u otro dios. Cuando la ciudad de Babilonia alcanzó supremacía, también la alcanzó su dios particular Marduk. Posteriormente, Shamash se tornó en "el único y verdadero dios". Hubo varios períodos de monoteísmo. 

Las religiones chinas y Confucio  

Hay razones para creer que la cultura temprana de los chinos fue importada del oeste de Asia. Los fundadores muestran ciertos puntos de contacto con los fundadores de la civilización babilónica. Fuere como fuere, encontramos que la civilización apareció allí hace, no veinte mil años como las crónicas chinas pretenden, sino alrededor del 2700 a.C. 

La religión temprana se refleja, sin duda, en las creencias y prácticas de algunas de las más simples tribus mongólicas que perduran en un bajo nivel cultural alrededor o dentro de las fronteras de China. En mi obra "The Growth of Religion" (El Crecimiento de la religión), a la cual pudiera remitir a cualquier lector que desee tener mayores detalles sobre las religiones, he examinado cuidadosamente las creencias religiosas de los Chukchis, los Yukaghirs, los Karyaks, y los Ainús, y comparando sus puntos de vista podemos deducir las ideas primitivas religiosas de los mongoles en general. 

Es una fase muy interesante de la evolución de la religión, exactamente como sugerimos en el capítulo II. La naturaleza está llena de espíritus. Cada árbol, selva, río, lago, etc., tiene lo que los Chukchis llaman su "amo" o espíritu ocupante. Cada animal tiene un espíritu. De espíritus desencarnados de los hombres hay legiones completas de distintos grados de irritación y malevolencia espantando las aldeas y habitando en desiertos, así que tenemos una vasta creencia en "diablos" (tan prominente en la religión china). Hacen terribles estragos entre los hombres, y hay un verdadero ejército de shamans (magos y luchadores contra los diablos) para contenerlos. 

Pero ya entre estas tribus mongólicas encontramos que algunos espíritus, especialmente en los mayores elementos de la naturaleza, descuellan sobre el nivel común y, realmente, uno que otro alcanza niveles no muy alejados del monoteísmo. Los Chukchis tienen un espíritu supremo, un dios celestial, que ellos consideran un "ser que da vida" o "creador", aunque sin rezarle ni adorarlo. El espíritu principal de los Yukaghires y los Karyaks es también un dios celestial, y existe la inocente creencia de que si se descuidan sus sacrificios de animales, se echa a dormir y se desequilibra el curso de la naturaleza. Otras tribus mongoles carecen de espíritu particularmente prominente, pero hay un vago respeto general por el "cielo" (el espíritu del cielo) y el "deseo del cielo". 

En el siglo sexto antes de Cristo, cuando el reino chino había caído en la decadencia y la confusión, surgieron dos sabios. Eran Lao-tse y Kong-fu-tse (comúnmente llamado Confucio). Ambos eran lo que llamamos agnósticos, y la inmensa influencia que ejercían muestra que la China educada había alcanzado la etapa apropiada para el agnosticismo hace 2,500 años. 

En otro libro he citado las dos grandes autoridades, Sir R.K. Douglas y el Reverendo Dr. Legge, mostrando que ni siquiera Lao-tse "sabía nada de un dios personal", aunque el sistema moral que él fundó, taoísmo (Tao es "modo" de vida en chino), fue mezclado posteriormente con budismo ritualista y es ahora una sarta de supersticiones. 

Sobre el agnosticismo de Kong-fu-tse nunca ha habido la menor duda. El Dr. Legge dice que su sistema moral "difícilmente es otra cosa que puro secularismo". (...) Hace 2,500 años este gran sabio fundó un  código agnóstico de moral tan elevado como cualquiera en el mundo, y ha tenido una influencia mayor que cualquier otro. Por dos mil años ha servido de pauta a los caballeros chinos, y nunca ha tomado forma religiosa. 

La cultura de Japón ha sido tomada de la china en tal grado, que es poco lo que necesitamos decir aquí. La religión popular, Shintoismo, corresponde al taoísmo chino, y, como China, el país practica un budismo ritualista. El shintoismo, dice la gente, consta de ocho millones de dioses. En otras palabras, es la vieja adoración mongola de los espíritus. 

El confucianismo, como el budismo, fue traído de China, y ha sido durante siglos la única ley moral de todo japonés educado. Como en China, ha permanecido puramente agnóstico, y dígase lo que se diga acerca del carácter japonés desde que comenzó la influencia europea y americana, todo escritor sobre los japoneses anterior a ese tiempo les confiere un grado excepcionalmente elevado de moral. A veces se oye que ellos tienen un libro sagrado llamado "Bushido", pero éste no es más que una colección de sentimientos morales extraídos de toda fuente imaginable, hasta de la Biblia. En 1871 oficiales japoneses y la clase media, indiferentes ellos mismos, o despreciadores de toda religión, enviaron una diputación a Europa para estudiar el cristianismo y ver si era una religión adecuada para las masas ignorantes. Nunca ha habido un juicio tan imparcial sobre la religión de Europa, y el veredicto enfático fue que el budismo popular era más deseable que el cristianismo. 

Buda y las religiones de la India 

Se dice que hay tantas religiones como lenguas entre las vastas masas humanas de distintas razas y culturas que llamamos India. Oscilan entre el simple culto pastoral de las tribus montañesas, como los Todas, hasta la fanática adoración de Siva, las avanzadas ideas de los más educados de los hindúes, y los complicados credos y ritos de los mahometanos. Cada etapa de la evolución religiosa se encuentra en alguna parte en las llanuras rebosantes de humanidad o en las colinas aisladas. Todo error al cual un mítico cielo ha conducido jamás los pasos humanos perdura hoy en la India; y en Ceilán, al sur de ella, como hemos visto, viven razas carentes de religión. 

El país es probablemente la parte del globo habitada por más tiempo, puesto que en sus cercanías surgió la raza humana (Nota del traductor: tal era la creencia en 1929, pero como ya hemos comentado, numerosos desenvolvimientos posteriores de la ciencia la han llevado a considerar ahora al África el lugar de nacimiento de la especie humana). Pero nuestro interés en esa región comienza cuando los antecesores de los hindúes de hoy descendieron los declives de las montañas noroccidentales y se establecieron entre los más primitivos habitantes. 

La más antigua literatura de los hindúes, escrita en sánscrito, ha permitido a los expertos averiguar hace tiempo que están emparentados con los pueblos de Europa, y más íntimamente con los persas. Recientemente hemos encontrado las pruebas de esto. Disponemos de los términos de un tratado suscrito hace más de 3,300 años, en que los nombres de divinidades hindúes y persas aparecen como de un solo pueblo todavía unido. Poco después de ese tiempo, la rama hindú se separó de la persa, y deben haber efectuado una larga migración a través de los desiertos y montes de Asia hasta que al fin los guerreros divisaron las soleadas y fértiles llanuras del Indostán. 

Conocemos su religión por sus libros sagrados, los Vedas. Pero estos fueron escritos incontables siglos después, y, como los libros sagrados hebreos y otros, falsifican los hechos y adornan la vida y pensamiento primitivos de los rudos invasores pastorales con las ideas más avanzadas de época posterior. Aún así, nuestros peritos han logrado obtener un cuadro satisfactorio de la temprana religión, que era una variación local de la religión general de los arios o padres comunes de los hindúes, persas, griegos, romanos, eslavos, teutones y celtas. 

No obstante, sobreviven hasta hoy en la India gran número de tribus que pertenecen a la población de la India antes de que llegaran los arios ("drávidas" les llaman los eruditos). Cerca de diez millones de estos todavía se aferran al animismo o adoración de la naturaleza, en el refugio de las colinas y valles. Los todas, por ejemplo, creen vagamente en espíritus ambulantes de las colinas, el río y el lago, y en un pequeño número de espíritus mayores que difícilmente pueden ser dignificados con el nombre de dioses. Los khasis están substancialmente en el mismo nivel. En breve, estas reliquias de la primitiva población nos muestran la fase de creencia en espíritus universales y el comienzo de la creación de espíritus mayores y de dioses. 

Los invasores trajeron consigo una religión de naturaleza (a contraposición de la más primitiva creencia en pequeños espíritus por todas partes), de una clase con la cual estamos ahora familiarizados. Los primeros libros sagrados hindúes, los Vedas, no empezaron a aparecer escritos hasta 1000 a.C. y las ideas religiosas posteriores están confundidas con las primeras, pero la religión original está bastante aclarada. Es la adoración de grandes espíritus o dioses que regulan y habitan todos los elementos importantes de la naturaleza. Pertenecen a tres grupos principales: dioses del cielo, dioses del aire y dioses de la tierra. 

Algunos eruditos han asegurado que, como en el caso de China, la temprana religión era un monoteísmo. Esto implica un curiosísimo cambio de actitud de parte de los escritores religiosos. Hace una generación, el monoteísmo se suponía fuera del alcance de la mente humana sin ayuda: tuvo que ser revelado a los hebreos. Ahora sabemos que surgió frecuentemente antes de que los hebreos fuesen civilizados, hay una tendencia a rebuscarlo y a tergiversar la evidencia en muchas partes en su favor. 

Y el dios hindú particular escogido por la autoridad cristiana M. Monier-Williams como el "dios único" nos interesa por otra razón. Es Dyaus ("el cielo") o Dyaus-Pitar ("padre celestial", como Zeus y Júpiter). Es claro que éste era, como en Mongolia generalmente, el gran dios en una tempranísima época de adoración de la naturaleza. Desde Europa hasta la costa de China el "padre celestial" es el dios sobresaliente, pero el "cielo" es el cielo físico, el firmamento, y así tenemos casi la mitad de la raza atestiguando por la teoría religiosa del "mito solar". 

Desde el comienzo, sin embargo, Dyaus está acompañado en la religión védica por una legión de dioses y diosas. El dios sol, bajo muchos nombres (Swrya, Deva, Visnú, etc.) claramente desplaza el dios cielo en importancia. Su nombre es Ushas (el Amanecer), posteriormente representado como una doncella. Hay un dios celestial lluvia, posteriormente el dios del agua (Varuna). Hay, en el aire, Vata (dios-viento), Inara (lluvia y rayos), y otros, y en la tierra están Agni (del fuego), Prithivi (madre tierra), y muchos otros. No necesitamos dar la lista completa. Los tempranos hindúes, rama de una de las razas superiores de hace tres mil años, se habían alzado más allá del nivel primitivo, hasta la deificación de los grandes elementos de la naturaleza. 

Siete siglos antes de Cristo, los sacerdotes de la religión hindú, que ya estaba penosamente organizada y tenía grandes templos y ritos, entraron en una fase de conjetura o metafísica de naturaleza cruda (aunque hay damas que pagan cinco o diez dólares por escucharla con nuevo ropaje en Chicago y Los Ángeles hoy). El supremo principio se torna ahora en una abstracción deificada de naturaleza muy ininteligible, toda cuya descripción es mera palabrería que llaman Brahma, mientras que los sacerdotes se llaman a sí mismos brahmanes. El desarrollo moderno de este Brahmanismo, uno de los más fantásticos tejidos de retórica hueca en el mundo, es la religión de los hindúes educados de hoy (cuando no son agnósticos ni mahometanos), y es la mercancía vendida con gran provecho económico en los mercados americanos como "la sabiduría del Oriente". 

La masa popular de la India era incapaz de comprender, y tampoco tenía el menor deseo de comprender, este nuevo giro de los acontecimientos. Su religión era, como es hoy, una mezcla de la creencia primitiva en espíritus menores con la adoración de los muy sociables y amorosos dioses hindúes. Pero las crudezas de la religión popular y la hueca palabrería de los brahmanes causaron una notable reacción entre los educados. India se encontraba, como China en los días de Confucio, en un estado de decadencia y confusión, y surgió un número de reformadores. 

El jainismo, que todavía cuenta con un millón de creyentes, fue una de las nuevas sectas o "reformas" que comenzaron en ese período. Ahora es una secta de fanáticos supersticiosos, que se enorgullece de ser un refinamiento del hinduismo, pero su fundador, que todavía vivía en tiempos de Buda (siglo sexto antes de J.C.), rechazaba todos los dioses y todas las conjeturas concernientes a ellos. Retuvo, no obstante, la doctrina de la reencarnación, germen de muchas supersticiones. El Sikhismo es a su vez una reforma del Jainismo. 

Otro grupo que surgió en la India al mismo tiempo aproximadamente que el Jainismo y el Budismo parece no haber contenido ninguna característica mística. Como el epicureanismo en Grecia y en Roma en fecha posterior, era más bien un estado mental que un sistema. Rechazaba todos los dioses y conjeturas religiosas, y se concentraba en la felicidad en esta vida. Uno podría llamarlo agnóstico con sentido común. 

Y éste era, en forma muy distinta, el simple propósito de uno que casi siempre se describe como uno de los "genios religiosos" de la especie humana y fundador de una de las mayores religiones. Buda (el "iluminado"), o Gautama (su verdadero nombre) era hijo de un jefe o pequeño príncipe, nacido alrededor del 560 a.C. Su vida no nos concierne. Brevemente, renunció a su empleo, se tornó en maestro ambulante de la manera apropiada de vivir, y reunió discípulos a su alrededor. Pero en vez de fundar una religión, aspiró precisamente a apartar a las personas de todo lo que se llamaba entonces, y la mayoría todavía le llama, religión. 

Igual que Confucio, Buda se abstenía de toda especulación o discusión sobre dioses. Su silencio completo con relación a dioses, ¿Ha habido jamás un gran maestro religioso que nunca mencionó a Dios y sin embargo creía en él?, y su consejo a sus discípulos de que evitaran toda clase de polémicas en ese sentido, son universalmente admitidos. Pero muchos escritores naturalmente temen admitir que uno de los más destacados fundadores de "religiones" era ateo o agnóstico; que uno de los más elevados sistemas morales es puramente humanitario. Pero el significado de su silencio en esa época habla con claridad. 

Buda fue, como Confucio, un moralista puramente humanitario y agnóstico. El Profesor Mcdonell (profesor de Sánscrito en la universidad de Oxford), una de las últimas y más elevadas autoridades, dice que Buda "negaba la existencia de un alma mundial lo mismo que un alma individual". (Enciclopedia de religión y ética de Hastings, artículo "Indian Budhism" o Budismo hindú). El Profesor Rhys Davids, quizás la más elevada autoridad, está de acuerdo y llega a la conclusión de que Buda era ateo. Algunos escritores dicen que Buda continuó creyendo en la reencarnación, una de las más perversas supersticiones que los brahmanes han puesto en circulación. Esto lo disputan otros, y no hay manera de que yo pueda comprender cómo el Profesor Macdonell representa a Buda negando la existencia de un alma y, no obstante, creyendo en la reencarnación. Se han escrito numerosas sandeces acerca del budismo para beneficiar a la religión. 

La doctrina de Buda era puramente humanitaria (según Cuyás-Appleton, aclara este traductor, el "humanitarian" inglés se aplica a la creencia en la perfectibilidad de la naturaleza humana y en basar la religión únicamente en la filantropía). El Profesor Macdonell dice que su esencia es "que toda la existencia terrenal es sufrimiento, y que la única manera de librarse de él es la renunciación y la muerte eterna". Pero nos da otro lado más atractivo de la enseñanza ascética de Buda cuando dice que "era más bien una religión de humanidad" (si puede admitirse tal cosa), y "un sistema de moral práctica cuya clave es la caridad universal, la bondad hacia todos los seres, animales igual que humanos". El asceticismo y pesimismo de Buda se explican por la terrible confusión y desorden de su época, (y) la inmadurez de la mente humana. Pero su doctrina de amor universal, cinco siglos antes de Cristo, es la nota más alta de la moralidad, y su rechazo de toda religión explica al lector ahora lo que pudo haberlo alarmado al principio: mi declaración de que toda el Asia educada alcanzó la meta final de la revolución religiosa, el agnosticismo, dos mil años antes que Europa. Lamentablemente, el budismo ha degenerado, y hoy tiene pocos adherentes en la India propiamente dicha.

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