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La historia de la controversia religiosa

Capítulo 7

La falsificación del Antiguo Testamento  

(Traducción del inglés por Sergio Docal)

 

Cómo detectamos la falsificación

Los falsificadores sacerdotales

Los errores de Moisés

La mitológica historia de los judíos

La verdad acerca de los profetas

Ficción religiosa

[Todo lo que aparezca entre paréntesis rectangulares es comentario o aclaración del traductor]

 

Cómo detectamos la falsificación

La palabra de Dios, ¿Una falsificación? Puedo imaginarme la perplejidad del lector religioso, pero debe comprender lo que significa esa declaración. No significa que Dios falsificó un libro. Significa que los hombres han falsificado un libro en el nombre de Dios. Eso es algo que cualquiera puede examinar desapasionadamente.

Pero, dirá usted, eran hombres religiosos, y la acusación es un insulto. Mi querido amigo, los predicadores y sacerdotes Protestantes acusan, no solamente a meras personas religiosas, sino a Ministros del Evangelio Cristiano, de cientos de falsificaciones. [Usamos mayúscula en la palabra "Protestante," a la usanza del original inglés, para diferenciar a un prosélito de cualquiera de cientos de religiones cristianas no católicas, de uno que protesta por cualquier cosa o motivo.]

¿Nunca ha oído eso?  ¡Vaya! Ellos mantienen --y con mucha razón-- que casi todas las historias de santos y mártires que se atesoran en la Iglesia Romana son falsas, y que hay Católicos Romanos que están de acuerdo. Mantienen ellos --todos los historiadores no católicorommanos del mundo mantienen-- que los documentos en que esencialmente se apoya el poder de Roma  [Léase "el Vaticano." Como el lector habrá notado, este libro fue escrito antes de que el Presidente Reagan lograse convertir a la Ciudad Vaticana en nación independiente] son puras falsedades. Mantienen [esos historiadores] que desde el siglo seis hasta el doce los sacerdotes romanos vertieron sobre Europa un diluvio de falsificaciones, muy para su provecho económico.

La simple cuestión aquí es si los antiguos sacerdotes judíos hicieron la misma cosa mil años antes. ¡Pero eso es diferente! dirá usted. Esas supuestas falsificaciones no son vidas de santos y decretos de concilios, sino la Palabra de Dios.

Entonces, ¿qué es una falsificación? Es la alteración o fabricación deliberada de documentos, o de la firma de ellos. Se puede falsificar una carta, una poesía, una obra histórica (como algunas "encontradas" recientemente en Italia), un testamento, un cheque bancario, hasta un sello de correos.

Ahora la inmensa mayoría de las más educadas autoridades sobre la Biblia dicen que muchos libros del Antiguo Testamento pretenden haber sido escritos por hombres que no los escribieron; que muchos de los libros fueron deliberadamente escritos como historia cuando sus autores sabían que no eran historia; y que el Antiguo Testamento en total, como ha llegado a nosotros, es un intento deliberado de introducir una creencia histórica que los escritores sabían falsa.

Pero a esas eruditas autoridades no les gusta la palabra "falsificación." Es cruda. Déjeme darle varios ejemplos, de obras de peso y fácilmente asequibles. Por lo menos servirá para mostrarle la elegancia, la sutileza, los recursos del lenguaje diplomático.

El artículo "Israel" de la Enciclopedia Bíblica, una obra cristiana, está escrito por el Profesor Guthe, sabio teólogo de la Universidad de Leipsic [Alemania]. Dice ahí que los escritores del Antiguo Testamento tienen "una manera de ver los hechos" en que podemos observar "la obra de una naturaleza primitiva." Dice que el pobre historiador de los judíos tenía que hacer frente a un difícil trabajo "para sacar los materiales de su historia afuera de la falsa luz en que los encontraba." Tenía que "tener constantemente en su mente las peculiaridades de la narración"; y dice francamente que ellas son "su carácter legendario, su conformidad con un plan, y sus propósitos didácticos." ¿No suena muchísimo como una descripción extremadamente cortés de lo que el hombre corriente llama una falsificación?

El artículo "David" es de otro famoso teólogo, el Profesor Marti. Dice que "se necesita una crítica aguda para llegar al grano de verdad" en la familiar historia de David; y que algunos teólogos muy eruditos "niegan que haya tal grano de verdad."  La mayoría de los teólogos, no obstante, dice él, cree que "el elemento imaginativo en la historia de David no es nada más que el ropaje que medio esconde, medio descubre, ciertos hechos atesorados en la tradición popular." Bello lenguaje, ¿no es así?

El doctor Cheyne, recientemente un altísimo dignatario de la Iglesia de Inglaterra, escribe sobre "Abraham" [según la Enciclopedia Larousse, "Patriarca hebreo venerado por judíos, cristianos y mahometanos, etc."]. Cuando acaba con el patriarca, tenemos solamente un tejido de "leyendas purificadas lo mismo por disminución que por expansión." Después de todo, eso es solamente lo que el Corán hizo con Mahoma.

El Profesor Moore, del Seminario Teológico de Andover, escribe el artículo sobre "Literatura Histórica." Opina él que los primeros escritores históricos del Antiguo Testamento --no en época de Moisés, sino siglos después, y no en la forma en que están sus escritos ahora-- eran honrados coleccionistas de relatos, pero que libros posteriores se compilaron por "el mero procedimiento literario de combinación (de datos de diversas fuentes) y contaminación. Duras palabras. "Los escribas," dice él, "combinaban borradores diferentes de acuerdo con el propio juicio e intereses de cada uno." Eso nos da "un punto de vista religioso diferente."  En castellano castizo, una vista falsa de los hechos -- pero los escribas actuaban solamente "en un espíritu profético." Al final, otro equipo de escritores volvía a fundir todas estas honradas leyendas y deshonestas "contaminaciones," y añadía vasta cantidad de material nuevo (atribuyéndolo expresamente a Moisés), para el cual, dice el Profesor Moore, probablemente no tenían otra fuente que la propia imaginación e "intereses." El resultado es nuestro Antiguo Testamento.

Pero la Enciclopedia Bíblica está llena de cosas semejantes de cubierta a cubierta de sus cuatro grandes volúmenes. Probemos la Enciclopedia Británica. ¡Vaya, es igualmente mala! El Profesor Cook, de la Universidad de Cambridge, dice (artículo "Judíos"): "Escrito por pueblos orientales, vestido en ropaje oriental, el Antiguo Testamento no contiene información imparcial, sino relatos subjetivos [subjetivo: "relativo al sujeto pensante (por oposición a "objetivo" o relativo al objeto pensado). Por extensión: Individual, que varía con los gustos, los hábitos, etc."] con propósitos específicos. Estaría bueno oír a un testigo acusado de perjurio en la corte defenderse alegando que su declaración había sido un relato subjetivo para un propósito específico. "Los peritos están ahora casi unánimemente de acuerdo acerca de esas manipulaciones," dice él. Pero realmente nos han hecho un servicio. La Crítica Textual de la Biblia ha "puesto de relieve las verdades centrales que son realmente de vital importancia."  ¿Qué verdades?, pregunta usted. Bueno, que el Antiguo Testamento ha evolucionado gradualmente desde el siglo X hasta el II [AC o a. de J.C.] y que en su presente forma es mayormente una compilación del siglo V que tanto tergiversa los hechos, que los eruditos han necesitado ciento cincuenta años para enderezarlos.

Basta ya de Críticos Textuales, dice usted. Usted sabe que puedo citarle cien de ellos. Bien, tomemos un educado sacerdote Protestante, el Reverendo Profesor Sayce, de la Universidad de Oxford, que es un enérgico oponente de los Críticos Textuales. Su obra principal, "La Crítica Textual y el Veredicto de los Monumentos," publicada por la Sociedad para la Promoción de los Conocimientos Cristianos, es la clásica crítica de la Crítica Textual. Oigámoslo de todos modos; y voy a empezar con una parte de su obra que al mismo tiempo permitirá a usted juzgar inmediatamente si hay falsificaciones en el Antiguo Testamento, y ver cómo las detectamos.

Usted conoce bien el libro de Daniel [uno de los cuatro profetas mayores]. Algunas escenas de esa vívida narración, tales como el famoso banquete del Rey Belshazzar y la escritura en la pared, han pasado al arte y la literatura del mundo. Expresamente dice en toda ella que fue escrita por Daniel mismo. "Yo, Daniel" se repite en cada capítulo.

Hace algún tiempo, recuperamos tablas del gran rey persa Ciro, de las cuales el Profesor Sayce nos da una traducción, y la compara, como usted también puede hacer, con las palabras de Daniel: "Esa noche Belshazzar, el rey de los caldeos, fue muerto, y Darío el meda tomó el reino." Las tablas de Ciro describen la toma de Babilonia, y están libres de la menor sospecha. Los persas habían adoptado la costumbre babilónica de escribir en arcilla, y después cocer el ladrillo o la tabla al horno, y tales documentos duran para siempre. Y estos documentos y otros contemporáneos de la época que Daniel describe muestran:

l. Que Belshazzar no era rey de Babilonia.

2. Que el nombre del último rey era Nabónides.

3. Que la ciudad fue tomada pacíficamente, por engaño, no con derramamiento de sangre.

4. Que fue Ciro, no Darío el meda, quien la tomó.

5. Que Darío, que Daniel decía (XI 1) que era hijo de Ahasueros (Jerjes), era realmente su padre.

6. Que todos los nombres babilónicos en Daniel están escritos en absurda ortografía, completamente ajena al escritor.

7. Que el escritor describe a los caldeos en forma que ninguno pudo haberlo hecho antes del tiempo de Alejandro el Grande.

Usted puede leer el resto de la crítica en la Crítica Textual. Es ahora indiscutible que el hombre que escribió Daniel, y que pretendía estar vivo en 539 AC (cuando Babilonia cayó), no vivió sino hasta tres o cuatro siglos después. El libro es un tejido de errores, como podemos comprobar por documentos auténticos y leyendo los nombres babilonios reales en las tablas.

Ahora, ¿por qué el escritor hizo eso, y cuál fue su objeto? Es claro que quería convencer a los judíos de que Jehová protegería milagrosamente a todo judío que rehusara obedecer a un rey sacrílego. Y eso nos da un indicio de la fecha. Fue en el siglo II AC cuando el rey griego, Antíoco Epífano, trató de obligar a los judíos a faltar a su ley. Un judío devoto, probablemente un sacerdote, entonces escribió este libro; muy chapuceramente, porque durante el paso de tres siglos, se habían olvidado hechos y nombres. Ahora hemos recobrado los verdaderos documentos contemporáneos, y no hay lugar para discusión.

Bien, ¿es eso una falsedad? Sayce concluye caritativamente que "no es histórico en el sentido moderno de la palabra historia."  Otros dicen suavemente que fue "una obra edificativa," una de esas "hagiografías" [historias de la vida de los santos]. Nos piden que recordemos "la naturaleza de la mente oriental," que es tan diferente de la Americana. Esos escritores superficiales que hablan de falsificaciones, nos dicen, no conocen la mente oriental.

Yo la conozco bien, y sé esto: Si usted le dice a un mahometano oriental que las cosas maravillosas que se dicen del Profeta en el Corán son "relatos subjetivos con un propósito específico," cuando él averigüe lo que usted quiere decir precisamente, le va a romper la nariz. Al oriental le encantan los cuentos, pero tiene un sentido tan depurado como cualquiera sobre la diferencia entre relatos e historia sagrada. Daniel pretendió ser historia. De otra forma no hubiera hecho ningún efecto. Es una falsificación.

Y el Profesor Sayce prosigue a mostrar que Esdras, Tobías y Judith --los dos últimos están en la Biblia Católica-- están en el mismo nivel. "La interpretación de las inscripciones cuneiformes," dice, "ha destruido por fin toda pretensión de los libros de Tobías y Judith de que deben ser considerados como historia" (p. 552). No importa si no están en los cánones Protestantes. Son ejemplos de falsificaciones antiguas judías. El Profesor Sayce muestra lo mismo en cuanto a relatos bíblicos familiares como el de Susana y Bel y el Dragón. Realmente, este admirable libro, que intenta destruir a los Críticos Textuales, comienza con las pruebas decisivas de que el Génesis es una compilación de leyendas babilónicas (achacadas a Moisés) y termina con las revelaciones que yo he dado.

Usted ve ahora cómo detectamos falsificaciones. Hay dos formas principales: el estilo de los documentos y el testimonio de otros, indisputables documentos. Ya he dado ejemplos de la segunda forma; y actualmente hemos recuperado gran cantidad de literatura antigua, que cubre una gran parte del Antiguo Testamento.

El primer método, el de juzgar un escrito por su estilo literario, ha sido muy ridiculizado por las personas devotas, y esa ridiculización es ridícula. Según la teoría ortodoxa, el Antiguo Testamento se escribió en diferentes épocas durante más de mil años. Ahora bien, no hay lengua que no cambie tanto en el curso de siglos, que hasta un niño puede ver la diferencia al instante. Un lector inexperto encontraría casi imposible leer la temprana literatura inglesa. Inclusive hasta tan recientemente como en el siglo dieciocho, el inglés se escribía de forma muy distinta a como se escribe hoy. Los expertos pueden decir al instante si un libro francés, italiano, Alemán, o inglés, fue escrito en el siglo XIII (como el Dante en italiano), en el XVI o en el IX.

Igualmente podemos con el hebreo, porque hasta según la más avanzada teoría, la escritura del Antiguo Testamento abarca setecientos años. Y éste es el método simple de los Críticos Textuales, que ridiculizan los predicadores que no saben ni una palabra de hebreo --y que no podrían ni leer el inglés de Chaucer. Este método nos muestra fragmentos de distintas edades que han sido reunidos en una época muy posterior. Además, encontramos irregularidades, contradicciones y duplicaciones que no podrían explicarse de otra forma. Ahora, por añadidura, disponemos de gran cantidad de historia y de arqueología con que comparar el Antiguo Testamento.

Los falsificadores sacerdotales

Lo que quiero decir con que el Antiguo Testamento fue "falsificado" se verá claro ahora. En primer lugar, libros completos, como el de Daniel, son lo que llamamos en inglés moderno "falsificaciones;" y si los judíos de hace dos mil doscientos o hasta dos mil quinientos años hubiesen sabido el verdadero origen de los mismos, los hubiesen llamado falsificaciones. Fueron eficaces, como era la intención, solamente porque se hizo creer a los lectores que los sucesos allí descritos habían realmente acontecido. Que Jehová pudiese hacer cosas maravillosas en mera ficción no hubiese causado sorpresa a ningún oriental, o a ninguna otra persona. Por tanto, la ficción se presentó como hechos, y la autoría se ocultó bajo  nombres falsos.

El Antiguo Testamento alega ser, y el ortodoxo cree que es, una colección de libros que aparecieron a intervalos, por medio de inspiración divina, durante mil años de la historia judía. Se supone que Moisés escribió, o hizo que se escribiese, el Pentateuco (a excepción de los últimos pocos versos). Creen que Jueces, Reyes y Crónicas se remontan a las épocas que describen; que las profecías fueron añadidas desde el siglo IX [AC sin duda] en adelante, etc. Ahora la teoría crítica es que ningún libro del Antiguo Testamento, como los tenemos, es anterior al siglo IX, y que en el siglo quinto todos los más viejos libros y fragmentos fueron reunidos en el Antiguo Testamento como lo tenemos, y fueron alterados drásticamente a fin de presentar una versión de la temprana historia hebrea que no es verídica.

Se cree que eso fue hecho por los sacerdotes judíos; y ese hecho, sin ningún prejuicio, es la razón del título de este capítulo. El objeto de esta manipulación de los escritos hebreos, de acuerdo con todos los eruditos, fue representar al sacerdocio judío y sus derechos y costumbres, como establecidos en los días de Moisés. Todos los eruditos a que me refiero lo admiten así, y admiten que esa pretensión es falsa. Y por tanto, no siendo un sacerdote, ni un profesor, ni otra persona cortés, yo hablo de falsificadores sacerdotales.

Es la opinión casi universal de los peritos que un grupo sacerdotal en Babilonia, utilizando un material viejo, fabricando alguno nuevo, tergiversando la historia completa del culto y del sacerdocio, elaboraron un código sacerdotal y lo achacaron a Moisés. ¿Es eso una falsificación? Es igualmente la opinión casi universal que en Jerusalén continuaron combinando este código, también falsificando los hechos históricos, con las escrituras existentes de más antigüedad, y produjeron el Pentateuco casi como lo tenemos ahora.

En cuanto a Esdras, recuérdese que no solamente era un sacerdote fanatizado, sino también un "escriba preparado en la ley de Moisés" (Esdras VII; 6). Realmente, por fin pienso que encontraremos mucho que pensar en el libro apócrifo (I Esdras XIV; 22): "Yo (Esdras) escribiré todo lo que ha sido hecho en el mundo desde el comienzo, y las cosas que fueron escritas en tu ley." Así fue hecho por él (y sus asociados). Los viejos hebreos, admitiendo que él había escrito el Pentateuco completo, acostumbraban decir que había sido ayudado por "revelación." Los profesores teológicos dicen que él tenía alguna fuente misteriosa de viejo material, que forjó y amoldó para servir a su propósito. ¿Qué piensa usted? Recuerde que este libro hizo todopoderoso al sacerdocio por primera vez en Judea.

Los errores  de Moisés

Examinemos ahora el Pentateuco, o "Cinco Libros" con que comienza el Antiguo Testamento. Uno se ríe ahora de la vasta cantidad de tinta que se empleó en el siglo diecinueve sobre la cuestión de si Moisés los escribió. Ahora no hay un solo perito que albergue tal idea. La única base para cualquier creencia en que Moisés los escribió o los dictó consiste en una declaración precisamente en esos pasajes de Reyes, Crónicas y Esdras --todos libros muy de los últimos-- en que los falsificadores los consignan y dicen que Moisés los escribió.

Pero veamos las dos primeras páginas desde otro punto de vista. La primera página de la Biblia es una llana contradicción de lo que toda persona educada sabe ahora; y hasta la devota labor del Rev. Profesor Sayce, publicada por la Sociedad para la Promoción de Conocimientos Cristianos (de matiz Fundamentalista), prueba enfáticamente que los primeros capítulos del Génesis son modificaciones de leyendas babilónicas.

Los intentos en "reconciliar el Génesis con la ciencia" nunca parten de personas que saben ciencia. El texto hebreo, que conozco bien, habiendo estudiado hebreo en la Universidad de Louvain, no está una pulgada más cerca de ciencia que el texto inglés. Ni es poesía --yo lo he leído en hebreo, en griego, en latín y en inglés-- ni es exacto.

Hay primeramente un caos obscuro, creado por Dios. Por qué Dios creó la materia en estado caótico y después, en seis días, lo puso en orden, es un enigma para el creyente. Hubiese sido exactamente tan fácil para la "palabra creadora" hacer un universo ordenado que caótico. Desesperados apologistas recuerdan a Ud. que así como la ciencia (que ellos pretenden no creer) pone una nebulosa en el comienzo; y uno podría (si no sabe hebreo) pensar en el caos como una nebulosa. Pero las nebulosas son luminosas, no obscuras; y casi con toda certeza no contienen agua. Usemos el sentido común. La expresión hebrea para caos es "tohu vah bohu," que claramente es corrupción por un pueblo primitivo de la palabra babilonia "tiamat," el caos original. Para un babilonio educado, el primer estado de las cosas era un páramo acuoso, agua y tierra mezclados, y los dioses primero tenían que separarlos. La leyenda hebrea repite la babilónica en todo lo que dice.

Pero esto es realmente perder el tiempo. Cualquiera que piense que las enseñanzas de la ciencia están en armonía con el orden de la creación según el Génesis: (1) luz, (2) separación del agua del cielo o firmamento, (3) división de la tierra y del agua y creación de las plantas (incluyendo árboles frutales), (4) aparición del sol y la luna, (5) producción de aves del agua, (6) producción de reptiles (después de las aves) y mamíferos y el ser humano, debería probar en política en vez de teología. Es absoluta insensatez. Por añadidura, el segundo capítulo del Génesis empeora las cosas poniendo primero la creación del hombre, después los árboles, entonces los mamíferos, entonces la mujer.

Es absolutamente ridículo hablar de ciencia en tales términos. El único acuerdo que muestra con ciencia (y eso se deshace en el segundo capítulo) es que la hierba fue creada antes que el ganado, que la come, y el ganado antes que el hombre, que lo come. Esto lo digo muy deliberadamente después de haber leído (por centésima vez) lentamente el primer capítulo del Génesis. En serio, ¿necesita uno inspiración para adivinar eso?

Lo próximo es la cronología. He oído a dirigentes Fundamentalistas burlarse de la idea de que la Biblia pone la creación aproximadamente en el 4000 AC. En un debate conmigo, el Dr. Riley dijo que está dispuesto a admitir que, como la ciencia alega, la tierra tiene más de mil millones de años de edad. Pero si el lector recorre el Génesis cuidadosamente, y anota la edad de cada patriarca cuando le nació el primer hijo, notará que el Antiguo Testamento realmente señala la creación como sucedida hace 6,000 años. Yo lo he hecho. Haga usted la prueba.

Después tenemos el bello jardín del Edén --que como sabemos ahora, es la palabra babilonia Edin o "llanura"-- y la terrible historia de la maldición de toda la raza humana por el pecado de dos personas. Es un relato babilónico; y los hindúes, egipcios y otros han tenido el mismo relato. En cuanto a Noé y el Diluvio, me imagino que todo teólogo del mundo se ha resignado a aceptar esa muestra de la idea del hombre primitivo de lo que un dios poderoso es capaz de hacer. Está toda en las tablas babilónicas, hasta el detalle de haber soltado la paloma y el cuervo y la parada del arca en una elevada montaña.

El relato de Babel es también una infantil leyenda de la cual se encuentran señales en Babilonia. Es bastante cándida en el Viejo Testamento. Dios celoso del progreso de la civilización humana. El hombre ha construido una ciudad, que claramente significa Babilonia (consulte al admirable Sayce), y una alta torre, que significa uno de los elevados templos escalonados de Babilonia. La historia completa es un intento primitivo de explicar cómo es que el ser humano habla distintas lenguas. Tenemos en la actualidad muestras de cretense, egipcio, mesopotamio, chino y otros idiomas que se remontan a milenios antes de la pretendida fecha de Babel.

No sé de ningún conocedor, clérigo ni seglar, de nuestro tiempo, que ponga en duda el origen babilónico de las leyendas del Génesis, y no necesitamos reproducir aquí las antiquísimas historias. No estamos sugiriendo que los judíos adoptaron esas leyendas durante el Cautiverio. Probablemente eran muy bien conocidas en Canaán, y posiblemente eran las únicas respuestas disponibles al enigma del universo cuando los hebreos llegaron allí. Es probable, realmente, que estaban escritas en una versión del hebreo siglos antes del Cautiverio. Pero nadie que lea los originales babilónicos, que tenemos, puede dudar del origen de los primeros capítulos del Génesis.

Los sacerdotes propiamente educados lo reconocen así y dicen que la "inspiración" se ve en el cambio de Politeísmo a Monoteísmo. La primerísima línea, "En el principio Dios creó los cielos y la tierra," se dice que se eleva por encima de toda la antigua literatura. Pero en la leyenda babilónica misma es un dios, Marduk, el que pone orden en el caos y crea el mundo; y el monoteísmo había sido establecido en Egipto siglos antes de que fuese escrita una sola línea del Antiguo Testamento.

La mitológica historia judía

En la creencia popular, la historia de Abraham es muy simple. Su nombre original era Abram, y vivía en "Ur de los Caldeos"; pero Dios lo llamó y le cambió el nombre a Abraham, que es "el padre de muchos pueblos" en hebreo.

¡Benditos los ignorantes, porque no encuentran dificultades! La palabra Abraham no significa "el padre de muchos pueblos." Ningún erudito hebreo le encuentra significado alguno. "No tiene significado en hebreo," dice el Decano Cheyne. Parece ser que un jefe llamado Abram era venerado en la tradición hebrea, pero una generación posterior se confundía con el nombre --no había vocales en hebreo-- y lo deleetreaban Abraham. Entonces, los falsificadores posteriores sencillamente unieron a los dos en la historia. Y un indicio de la manipulación es "Ur de los Caldeos." Ur puede haber sido el lugar de procedencia de Abram, pero no era una "ciudad de los caldeos" hasta épocas después --cuando se escribió la leyenda.

Abram significa "gran padre" o "padre elevado." Posteriormente en la historia judía empezaron a considerarlo antecesor del pueblo. Pero lo más probable es que eso haya surgido de una tradición acerca de él, y ahora, dicen el Profesor Sayce y el Profesor Sellin, estas viejas tradiciones han sido gloriosamente reivindicadas y la Crítica Textual destrozada. Nuevos descubrimientos arqueológicos nos han dado la confirmación de los nombres de ciertos reyes mencionados en la historia de Abraham. Las buenas noticias se extienden por el mundo religioso como un hálito primaveral.

Esto es un buen ejemplo de las razonas por las cuales los críticos de los teólogos y de la prensa religiosa están inclinados a calificarlos de deshonestos. Descarrían a la gente. De la historia completa de Abram  solamente se han confirmado como habiendo realmente existido tres o cuatro reyes mencionados. Se deduce solamente que había una antigua leyenda acerca de Abram: pero de toda la historia sobrenatural de él no hay ni jota de confirmación.

Los supuestos hallazgos arqueológicos que "confirman" la Biblia son todos del mismo tenor. Se confirman unos cuantos nombres de reyes, o alianzas, o batallas; un enorme número se refuta (como hemos visto con Daniel). El sentido común honrado verá en esto solamente la confirmación del punto de vista del Viejo Testamento que he ofrecido. Los que lo elaboraron en el quinto siglo incluyeron algunos viejos escritos que estaban basados en tradiciones tribales; pero lo que había en esos escritos raramente se conoce.

Y este "triunfo" particular es muy modesto. Uno de los nombres monárquicos descubiertos es el Rey Khammurabi de Babilonia [probablemente Samíramis, legendario fundador de Babilonia]. Es obvio que el mismo nombre es Amrafael en el relato de Abram, dicen los escritores religiosos. No es obvio de ninguna forma, y los expertos asiriólogos ridiculizan tal creencia. Además, Khammurabi vivió antes del 2000 AC, y el profesor Sellin está muy intrigado por eso. No obstante, todo lo que él puede brindar al final es "una antigua narración canaanita que nos muestra a Abram como un valiente cabecilla Khabiri que echó su suerte con los gobernantes de Jerusalén." Los hebreos, que llegaron a Canaán posteriormente, se apropiaron la leyenda, hicieron este valiente aventurero beduino antecesor de su raza, y los sacerdotes después decoraron su escasa sangrienta historia con una aureola sobrenatural.

Josué es la siguiente figura histórica de realce. Todo lo que hay entre él y Abram es una elaboración totalmente indigna de confianza de una antigua leyenda, para propósitos sacerdotales. Pero Josué se retira con el cabecilla Khabiri a las muy borrosas tinieblas de las antiguas leyendas. Recordará cómo (Génesis XLI; 43), cuando Josué fue elevado, el pueblo egipcio convocado ante él, "doblaba la rodilla." Ahora es seguro que eso es una fantástica versión de una palabra que los antiguos traductores no comprendían. La palabra, como sabemos ahora, es un título nobiliario puramente babilónico. Vea al meritorio Sayce. Extraño, ¿no es? ¡Ver a la muchedumbre egipcia hablando babilonio!

Y Sayce también advierte al lector devoto, aunque con mucha delicadeza, como corresponde al sujeto, que la muy popular historia de la esposa de Potifar tiene un paralelo tan exacto en una relato egipcio que hemos encontrado, que es "imposible no ver la conexión." Por cierto, está muy equivocado al decir "imposible," porque el rabino Dr. Jacobo Horovitz, en su reciente ataque a la Crítica Textual (Die Josephserzahlung," 1921), dice que no hay conexión. Escojan. Solamente pido que usen el sentido común. Sayce mismo dice repetidamente que estos fanáticos son tan malos como los Críticos Textuales. "Quisquillosos," llama a ambos grupos.

Esto no es un nuevo hallazgo, pero se necesita mucho tiempo para que los descubrimientos lleguen a la masa de los fieles. En 1852 los expertos encontraron el papiro Orbiney, que se conserva en el Museo Británico en Londres. Es un relato de dos hermanos que vivían juntos. Estaban un día trabajando en el campo, y el mayor, que era casado, envió al más joven a la casa para traerle unas semillas. La esposa, que confesaba que le había echado el ojo hacía tiempo, vio ahí su oportunidad. "Ven," le dijo (estoy traduciendo del Rabino Horovitz), "acostémonos juntos una hora. Te va a gustar, y voy a hacerte ropas finas." El ruborizado joven rehusó indignado y salió corriendo: que habla mucho por la moral del antiguo Egipto. Entonces la esposa, para protegerse, dijo a la gente que él había tratado de seducirla, y cuando su esposo llegó, acusó al joven hermano de haberle dicho: "Suéltate el cabello y acostémonos por una hora." El hermano mayor entonces mató al menor.

Bueno, compare usted mismo eso con el Génesis XXXIX. Josué fue a la casa del amo "para hacer su negocio," y como no había nadie más allí si no la esposa, "ella lo tomó por la ropa, diciéndole: "Acuéstate conmigo." El rehusó, ella "le volvió la tortilla" como en la novela.

¿Ve usted alguna conexión? Y tenga presente el título babilónico y el hecho de que los abundantísimos restos hallados en Egipto no muestran la menor confirmación de la historia de los judíos en Egipto. Recuerde entonces cómo el Génesis fue compilado setecientos años después, y... ¿puedo continuar?

El Éxodo está en la misma situación exacta. Sayce muestra, en efecto, que si los hebreos hubiesen seguido la ruta allí descrita, hubiesen pasado por territorio egipcio. El Éxodo y Números son una sarta de mitos compilados siglos después por propósitos específicos. Como yo he dicho, estoy inclinado a creer que algunas de las tribus hebreas penetraron quizás el borde de Egipto, y entonces ambularon por el desierto hasta Palestina. Pero su historia se mantuvo oralmente durante siglos; y el relato del Pentateuco es una "novela didáctica." Y el Deuteronomio y el Levítico son falsificaciones.

¿Ha notado usted en el Pentateuco, que se supone escrito por Moisés, frases como "los canaanitas vivían entonces en la tierra" (Génesis XII; 6 y XIII; 7), o "antes de que reinase ningún rey sobre los hijos de Israel" (XXXVI; 31)?  Claramente, todas esas frases fueron escritas épocas después de Moisés, cuando había reyes en Israel, y no había canaanitas.  Además, como dice el Profesor Sellin, "casi todo lo que ocurre desde la creación del mundo hasta la muerte de Moisés se cuenta dos veces, y algunas cosas hasta tres veces." Esto pone fuera de toda sombra de duda el origen posterior y conglomerado. Moisés, esperamos, no veía dobles sus visiones.

Todo esto continúa en Josué y en los otros '"libros históricos." El autor de Josué (que nunca pretende ser Josué) a menudo dice que una cosa continúa "hasta este día" [o "hasta nuestros días"] (IX; 27 y XV; 63). En XXIV; 31 da a entender que está escribiendo por lo menos después de la muerte de la persona más anciana que había conocido a Josué. También están ahí las mismas duplicaciones y contradicciones. En breve, como he dicho, los samaritanos no conocen el libro; por tanto, se remonta al siglo cinco, y no vamos a perder tiempo en su historia. Ni vamos a demorarnos en Jueces, otra historia compuesta escrita con un propósito.

Samuel y Reyes tienen los mismos defectos. La verdad es que es imposible probar por una autoridad independiente una sola declaración de importancia en la historia de los judíos hasta que su historia deja de ser milagrosa. Es perder el tiempo tratar de hallar ese grano de verdad, y será mucho mejor mostrar en algún detalle que hasta en las más recientes obras históricas, que deben ser las más dignas de confianza, se encuentran numerosas falsificaciones, incluyendo, en forma alterada, tradiciones antiguas cuya forma original se desconoce.

Leemos en I Crónicas (XXIX; 7) acerca de pagos de dinero valorado en "darics"; es decir, monedas del persa Darío, y por lo tanto es obvio que eso se escribió mucho después de 520 (primer año de Darío I). Seguimos leyendo (III; 19, etc.) que han transcurrido seis generaciones desde Zerubbabel, de modo que el libro tiene que haber sido escrito en alrededor de 400 AC. Leemos en Nehemías (XII 126) una lista de nombres que se remontan al tiempo de Alejandro el Grande (muerto en 323). En una palabra, Crónicas, Esdras y Nehemías son impúdicas falsificaciones del siglo cuarto, en que se utilizaron antiguas memorias (quizás -- no hay pruebas), pero dando una versión totalmente falsa de los hechos.

Ya hemos visto eso en el caso de Esdras y Nehemías. Comparando con las declaraciones de los profetas verdaderamente contemporáneos Haggai y Zacarías, vemos que están llenas de falsedades intencionales. El Decano Cheyne dice que "las contribuciones de los revisores son mayormente invenciones" y que eso es especialmente cierto de lo que dicen del regreso de los Judíos desde Babilonia y la reconstrucción del templo. Zacarías muestra claramente que los desterrados estaban todavía en Babilonia cuando el templo fue reconstruido; sin embargo, el autor, o lo que se llama cortésmente "el revisor" y descortésmente "el falsificador," de Esdras nos da una resplandeciente descripción de 42,360 judíos, con 7,337 sirvientes, doscientos cantores de ambos sexos, y gran tropel de caballos y tesoros de oro. Por cierto, como vimos en el primer capítulo, solamente unos 4,000 hombres habían sido deportados. Nos piden que creamos que en dos generaciones crecieron en las fértiles llanuras de Babilonia a 42,360; y miles no volvieron nunca. ¡Y en aquellos días una población necesitaba varios siglos para doblarse!

En fin, hemos visto el valor de la "historia" de Esdras, el escriba preparado trayendo la verdadera "ley de Moisés." Hasta los 42,360 (el núcleo de su gran audiencia, evidentemente) estaban sorprendidos. Ningún perito serio duda que la historia fue rehecha por los sacerdotes en Babilonia. "Revisión" es lo que llaman a eso los eruditos. En nuestra propia época degenerada, un "revisor" sería acusado de falsificación si añadiese una sola línea al trabajo editado. Nos piden que no califiquemos así a los sacerdotes de la antigua Judea que, para su propio beneficio, inventaron (según lo que podemos ver) nueve líneas por cada una editada, y "revisaron" esa única línea hasta que se volvía una falsedad.

Pero ¿qué hay en un nombre?  El punto principal es que prácticamente todos los expertos aseguran que veintenas de detalles de la historia del Antiguo Testamento están desacreditados, y se han confirmado solamente en unos pocos detalles sin importancia, incidentales; y que los libros son un tejido de invenciones, expansiones, compilaciones, o revisiones que datan siglos después de los sucesos.

La verdad acerca de los profetas

Un profeta en aquellos tiempos no era uno que predecía, sino que rehusaba llamar "revisión" a una falsificación. Eran personas "sin pelos en la lengua", como Jeremías al hablar sobre el fraude piadoso de Hilkiah. Llamaban prostituta a una prostituta, y, en fin, dejaron una lectura edificante para los niños de las escuelas británicas y americanas del año 1929.

Yo no me opongo a que se llame al pan, pan, teniendo esa tendencia yo mismo, pero el real interés moderno en los profetas se basa en la suposición de que hicieron predicciones asombrosas. Estas supuestas predicciones han sido tan totalmente aniquiladas hace tanto tiempo, que es perder el tiempo demorarse mucho en ellas.

Ahora sabemos suficiente de la naturaleza del Antiguo Testamento para comprender que un gran número de las profecías fueron escritas después de los acontecimientos. Los profetas eran "revisados" como toda otra literatura. Las profecías se falsificaron durante cientos de años. En otros casos, el profeta simplemente se refería al pasado; como, cuando Isaías escribió asombrosas descripciones del "Siervo de Dios," que se consideraron durante generaciones como predicciones acerca de Cristo, y son caracterizaciones de Moisés. En otros casos, las predicciones eran vaticinios sagaces, como los que hacemos nosotros sobre el estado del tiempo o un juego de pelota; y los pocos casos en que acertaban eran recalcados, y las veintenas en que no acertaban eran ignorados. En otros casos, se traducían mal, como en el famoso "Mirad, una virgen ha de concebir," porque la palabra hebrea no es "virgen," sino "niña o mujer joven" y en una mujer no era cosa milagrosa concebir en la antigua Judea.

No, los profetas, a diferencia de los sacerdotes, eran personas que hablaban claro; que es el verdadero significado de la palabra. Pero hablaban claro pero pintorescamente. La nación era joven y poética, y sus costumbres eran primitivas. Recordará cómo Saúl fue movido por un espíritu y se conducía como un derviche danzante. Era común por toda esa parte del mundo antiguo, y no desconocido en sesiones espiritistas modernas. Y el profeta se consideraba a sí mismo como persona muy superior, y era muy sucio. De los profetas de Arabia, al parecer, copió la costumbre de vestirse con un manto de pelo de cabra, y ostentaba señales místicas en la frente.

Esos hombres (y mujeres) eran videntes, y la gente les pagaba por sus consejos. De vez en cuando alguno alcanzó gran nombradía y fundaba una escuela, probablemente en montañas despobladas. Así fue Elías. Pero, vaya, en el momento en que queremos saber todo sobre él, los expertos bíblicos nos intimidan. Hay "probablemente una base de veracidad," nos dicen, en la historia de Elías, pero no podemos desenmarañarla porque "los intereses de la orden profética han conducido a algunas ficciones y exageraciones que no son históricas"; no falsificaciones, desde luego. No obstante, por esta vez me alegro. Ese relato del oso y los inocentes niños siempre me indisponía.

Podemos saltar esos crudos comienzos del nuevo arte de la profecía, y llegar a los grandes maestros. Amós y Oseas fueron los primeros; y naturalmente, los más crudos y poéticos. Cualquier nación está más dotada de imaginación poética en su adolescencia, cuando la imaginación está mucho más desarrollada que el intelecto. Es por eso que la Biblia es "gran literatura," por lo menos una buena parte de ella. Aquí no estoy repitiendo un santo y seña. He leído la mayor parte de la mejor poesía de muchos idiomas, y esa es mi opinión. Es muy natural. Estas partes del Antiguo Testamento --grandes secciones de las profecías y de los primeros salmos, por ejemplo-- fueron escritas en la juventud de la raza hebrea y traducidas en la juventud o primavera literaria de la raza inglesa.

Pero Amós y Oseas son moralmente crudos en igual proporción. Amós, que al parecer estuvo activo en alrededor del 750 AC, era un pastor. Jehová "lo llama," y él empieza a lanzar feroces invectivas a la gente, que por ese motivo le proporcionan su pan diario. Su Jehová es una vieja deidad ferozmente vengativa, siempre haciendo terribles planes de castigos. El gran pecado es lo que los traductores honradamente llaman "putería" ["prostitución"], que hiere los sentimientos de los profesores modernos. Judea, la única tierra (creen algunos) que no quedaba en la obscuridad y a la sombra de la muerte, debe haber estado llena de prostitutas, a pesar de la poligamia y el concubinato. Y, en sentido figurado, el gran pecado colectivo de la nación es "putería" --la adoración de falsos dioses (cuya exxistencia no se niega). A los hebreos hubo que meterles el monoteísmo con taladro.

Oseas, que estaba activo en el reino del norte en la misma época, o aproximadamente del 750 al 725 AC, es un poco peor. La llamada de Jehová a él fue, dice él: "Toma una esposa de prostitución e hijos de prostitución, porque la tierra ha cometido gran prostitución." Parece claro, y es lo que generalmente creen los fieles, que él obedeció la orden divina al pie de la letra, y aprendió a amar a la muchacha. Pero los pecados de Israel lo indignan, y se expresa volcánicamente sobre ellos. Es verdaderamente cómico que gente devota haya leído durante siglos estas candentes descripciones de la moral de Judea, y sin embargo hayan continuado creyendo que solamente los hebreos habían "visto la luz." Sabemos que Egipto era tan moral como es Minnesota hoy, y que en Babilonia ahogaban gente por adulterio. Oseas, no obstante, concluye con una parte de buena poesía.

Para leer la Biblia inteligentemente, uno debe leer los libros en su orden cronológico. Puede ser que usted no pueda escoger los fragmentos más tempranos del Pentateuco y libros históricos, y debe recordar que hasta libros como Amós y Oseas fueron "revisados." Pero en general, lea primero Amós, después Oseas, después Isaías, que al parecer fue "llamado" en alrededor de 740 AC.

Aquí, sin embargo, se tropieza uno con un clarísimo ejemplo de Isaías. ¿Le llamaremos falsificación, manipulación, o qué? El libro de Isaías, como lo tenemos, es (aparte de manipulaciones posteriores) la obra de dos escritores totalmente distintos, separados uno del otro por dos siglos. Es de tontos pensar que un competente perito hebreo no puede descubrir eso. Es tan fácil como sería separar las partes si alguien hiciese una obra sacada de escritos de un sacerdote de principios del siglo XVIII y del Rev. Straton, o del Dr. Riley. Los estilos, la dicción, las personalidades completas son totalmente distintos.

El verdadero Isaías parece haber sido un hombre de buena posición social y educación, y profundamente interesado en política. Era proasirio, y estaba opuesto a los proegipcios de la corte. Sus contrarios vencieron, y Judea abandonó su alianza con Asiria y se volvió a Egipto. Muy bien, dijo Isaías, esto es lo que ustedes pueden esperar; y pronunció un vaticinio muy razonable (retocado después) del castigo de Judea por los asirios. Hasta ahí llegan sus predicciones.

Hacia fines de su exilio en Babilonia, otros judíos continuaron, o imitaron, la profecía de Isaac. Él había predicho el exilio; es decir, había falsificado una predicción en nombre de Isaías, porque el texto muestra cuándo estaba escribiendo. Predice una terrible destrucción de Babilonia misma (que fue tomada pacíficamente) por los medos (que no fueron los que la tomaron) y Babilonia no era enemiga de Judea en tiempos de Isaías. Es muy claro que escribió durante el Cautiverio, pero antes de aparecer Ciro. Su lenguaje y sus ideas religiosas son totalmente diferentes de los de Isaías, pero los dos han sido fundidos en un solo libro. Los críticos cortésmente le llaman DeuteroIsaías, que significa "Segundo Isaías." ¿Le llamaremos el falsificador de la mitad de Isaías (treinta o cuarenta capítulos del libro, que incluyen los más frecuentemente citados)?

Después tome usted al segundo profeta "mayor," Jeremías. Lo describen como "el más cortés de todos los hombres," aunque, como veremos, le dijo a Hilkías en buen hebreo que su nuevo libro era "una mentira." No obstante, Judea era todavía tan malvada y perversa, que el pesimismo de los profetas toca su nota más profunda en Jeremías. General-mente las predicciones de estos profetas adoptaban la misma figura. Los judíos iban a ser castigados terriblemente --los rebeldes lo eran en aquellos tiempos-- pero el Señor algún día los rehabilitaría. Todavía hay tiempo para que se cumpla esa última parte. Jeremías era hijo de un sacerdote, y fue "llamado" en el año 626.

Debíamos haber considerado a Miqueas antes de Jeremías, ya que se supone que fue contemporáneo de Isaías. Pero como no vale la pena comentar sobre su trabajo (desde nuestro punto de vista presente), y ha sido adulterado sin salvación, pasamos al famoso Ezequiel.

Los críticos lo consideran "mucho menos atractivo" que Jeremías --que es el típico profeta de mal agüero de toda literatura-- así que quizás no estemos dispuestos a quedarnos demasiado tiempo en su valle de huesos calcinados. Era sacerdote, del tipo más estricto, y probablemente fue deportado a Babilonia en 597. El fuego que escupía era el más frío del de todos los profetas: un hombre de incandescente fanatismo por la religión como sistema de observancia eclesiástica, pero de fantástica imaginación y pobre dicción. Nada, a no ser un fervor ciego por la "Palabra de Dios," permitiría a una persona de nuestros tiempos interesarse por él.

No vale la pena detenerse con los demás profetas. Joel ("nombre probablemente ideado por el "revisor" {falsificador} de su propia cabeza," dice un educado sacerdote), Malaquías (burda interpretación de cierto nombre, dice otro eclesiástico), y Abdías ("más probablemente un nombre ficticio," dice Cheyne), son falsificaciones de los siglos quinto o cuarto. Nahum, Habacuc y Sofonías son derviches sin importancia del siglo séptimo. Hageo y Zacarías son verdaderos profetas del sexto siglo, lo cual, como hemos visto, prueba que Esdras es un embustero, como Jeremías dijo. No necesitamos detenernos más con los profetas.

No obstante, con los profetas debemos considerar el libro de los Salmos. "Los Salmos de David," como les llaman, y sus autores, repetidamente indican que fueron escritos por el Rey David, como en el final del salmo LXXII [hay probablemente un error tipográfico en el número].  No hay un erudito en el mundo que crea actualmente que nada de eso fue compuesto por David. Aprovechando la declaración (que sabemos escrita siglos después) de que David fue "un arpista," escritores posteriores con frecuencia atribuían los cantos a él. Pero evidencia interna, y el propio lenguaje, muestran que se trata de una colección de canciones y cánticos compuestos mayormente de quinientos a setecientos años después de la época de David. Tan tarde como en el segundo siglo a. de J.C., una cosa que se discutía mucho entre los judíos era si David había sido realmente el autor. Ahora en Tennessee todo el mundo está seguro de que fue.

El "salterio" era un instrumento de cuerdas que usaban los judíos, y por ello todo canto, o himno de cualquier clase, que se cantase con él, era llamado "salmo." Hasta las canciones ligeras compuestas para fiestas nupciales, que eran ocasiones de divertida frivolidad en el este, se cantaban con el salterio; y por lo tanto encontramos que algunos de los "salmos" (como el XLV) eran simplemente poemas para cantarse en un festival matrimonial de la realeza. El libro entero es, realmente, sólo lo que ahora llamaríamos una "antología" de poesía judía. Algunos salmos son sacados palabra por palabra de Samuel. Otros (como los XX, XXI, IXI, IXIII, etc.)  están dirigidos realmente al rey, y es totalmente absurdo sugerir que el autor haya podido ser David o Salomón. Hay uno solo que pudiera considerarse como remontándose en algunas partes al tiempo de David. El Salmo CIV fue sacado entero de la liturgia egipcia.

Desechamos así la segunda parte del Antiguo Testamento. Los profetas y los salmos son interesantes como muestras de literatura característica de un pueblo que estaba empezando a aprender civilización de naciones más antiguas. Algunos salmos, en particular, son tan crudos y sangrientos en sus sentimientos, que la Iglesia Anglicana ha estado debatiendo en solemnes conferencias si debiesen omitirse de sus servicios. De "inspiración y "revelación" no hay que hablar. Son monoteísticos, pero Egipto ya había encontrado el Monoteísmo cuatro o cinco siglos antes de que apareciese el más antiguo profeta o salmista, y el Monoteísmo ya se había dado por descontado cuando la mayoría de los salmos se escribieron.

Ficción religiosa

Estamos ahora en posición de estimar la sinceridad de los que piden que se conserve la Biblia en las escuelas modernas. A veces lo piden porque es "gran literatura." Abra su Biblia en la primera página, y vea hasta dónde tiene que leer --cuántos días tiene que leer-- antes de que llegue a una página que usted honradamente llamaría gran literatura. Está, desde luego, muy bien presentada, en buen inglés poético antiguo; pero solamente ciertas partes, mayormente en los Profetas y los Salmos, se prestan realmente para desarrollar un gusto literario, y esas partes son propias para adultos, no para niños. Ese alegato no es sincero.

Pero se dice a menudo que la Biblia es muy valiosa como único registro de la evolución de un pueblo y de su religión. Ahora nos damos cuenta de lo insincero de eso. Los que tal cosa alegan son precisamente los que rechazan la "inspiración" de la Biblia --o no la defenderían de esa manera-- y conocen los resultados de la crítica textual. Saben bien que el orden de los libros de la Biblia está muy lejos, tan lejos como es posible, del orden cronológico, y que la historia de la evolución religiosa de los judíos que presenta el Antiguo Testamento en su forma actual, es una falsificación sacerdotal. Los hechos fueron totalmente diferentes.

Eclesiastés es uno de los libros más extraños jamás incluidos en una colección sagrada. El autor es un filósofo epicúreo [o sea, que sigue la doctrina de Epicuro, filósofo griego que enseñaba que el placer es el fin supremo del hombre]. Creía en Dios, pero era Agnóstico en cuanto a la vida futura. Una y otra vez expresa su escepticismo, de modo que el único verso en que sí expresa su creencia en una vida futura es probablemente parte del retoque que el libro sufrió a manos ortodoxas (según sabemos). El escritor desdeña los sacrificios en el templo (V; 1) y constantemente apremia a sus lectores que coman y beban y gocen mientras brilla el sol. Era probablemente un judío que vivía en la nueva ciudad grecoegipcia de Alejandría alrededor del 200 AC. No lo llamaremos falsificador, puesto que su usurpación del nombre de Salomón no engaña a nadie.

Proverbios es mucho más temprano, probablemente remontándose al siglo IV, cuando comenzó la influencia griega, pero la "Sabiduría de Salomón" o "Eclesiástico" es un libro escrito en griego el siglo primero antes de Cristo, probablemente por otro judío de Alejandría. Significativamente, no muestra esperanzas de un mesías, pero contiene plétora de filosofía griega que no había nacido sino hasta cinco siglos después de Salomón.

Pero el libro más curioso y distrayente de toda la Biblia y una de las más finas y verdaderas piezas literarias de ella es el Cantar de Salomón [Cantar de los Cantares]. Yo me ruborizaba cuando, siendo un joven estudiante para el sacerdocio, cantábamos solemnemente sus voluptuosos versos acerca de los muslos, los pechos, y los vientres, de las damas. Nos decían que todo era un símbolo elevadísimo de la unión de Cristo con su Iglesia, o por lo menos de la unión de Jehová y la sinagoga. Aún en la prudente traducción que tenemos en la Biblia, es lo que llamaríamos, si no se encontrase en la Biblia, una obra extremadamente licenciosa.

No estamos seguros de que no hay un elemento mitológico en algunas de sus partes, que parecen celebrar la unión del dios del Sol con la diosa de la Luna (Shelamith). Pero en conjunto, es claramente una colección de cantos matrimoniales orientales. En el Oriente, un festival matrimonial dura una semana, y las canciones acerca de los encantos de la novia, y el interés particular del novio en ella son aspectos importantes de la celebración. Algunos de estos cantos pueden ser bastante antiguos, pero otros incluyen palabras persas y hasta griegas, de modo que la colección debe pertenecer al siglo cuarto, aproximadamente. Para esa época, las falsas obras históricas habían hecho a Salomón y toda su gloria y sus esposas muy populares entre los judíos, y nada mejor podía hacer un aspirante a autor que adoptar su nombre. Hasta donde podemos recuperar huellas de Salomón a través de las tinieblas del tiempo --un reyezuelo que moraba en una vivienda oriental de tercera categoría-- era completamente capacitado para escribir eso (aunque no en tan elevado lenguaje) acerca del "ombligo" y el "vientre" y otras partes, de una joven mujer. Mutilamos la parte de "Hamlet" donde el príncipe habla a Ofelia; pero leemos solemnemente de los "cantares" a nuestros niños: "Él descansará toda la noche entre mis pechos," etc.

 

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