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Las Huestes |
La reunión de hombres armados, eventualmente
para hacer la guerra, no tuvo en la España medieval un nombre concreto durante
mucho tiempo. Los vocablos que se empleaban para ello eran equivalentes a la
empresa bélica que se acometía. De esta forma, tanto fonsado, como hueste,
apellido, cabalgada, etc., significaban a la misma vez el tipo
de expedición guerrera que se iba a emprender con el ejército, valga la expresión,
congregado con cualquiera de esos fines.
Entre los especialistas en la Edad Media, algunos opinan, como Martinez Vega, y que has que distinguir de dos formas de prestar servicios de armas por parte de los habitantes de los municipios, eso sí enmarcados dentro de unas relaciones de carácter feudal del ejército medieval y son las que deniminan Hueste o cavalgada " y apellido .
La Hueste será el ejército expedicionario integrado por elementos heterogéneos y a cudo llamamiento acudirán los " Prelados y Ricohomes ", con sus mesnadas de vasallos, las Ordenes Militares, con Caballeros, Príncipes extranjeros y Milicias Concejiles.
Así la obligación de formar parte de las huestes empezó al inicio, siendo común a toda la población, para ir con el tiempo y con el desarrollo de las técnicas de combate y de sus elementos a reducirse en número.
El Apellido o Rebato será el llamamiento para la constitución de una milicia defensiva para la protección del terrirorio de los invasores, es por decirlo de otro modo el " levantamiento en armas ", Así la formación del Apellido, dicho de forma coloquial " mover el Apellido " , será una constante actitud defensiva del territorio en base a un levatamiento en armas de los ciudadanos próximos.
Sin embargo, fue hueste el término que generalizó y acabó utilizándose para
definir la reunión de hombres armados en cualquier situación. En este sentido
aparece, por ejemplo, en el Espéculo y en las Partidas, con un significado semejante
al actual de tropas. De todos modos, junto a este significado de la palabra
hueste apareció otro, más limitado, expresivo de varias huestes bajo el mando
supremo del rey, es decir, la hueste real.
No era de composición homogénea ni respondía a una organización jerarquizada.
Más bien se trataba de un conglomerado heterogéneo, sin otra ligazón que la
naturaleza del vínculo que unía a cada hueste particular con el monarca y que,
por lo demás, era diferente con respecto al jefe de cada una de ellas.
Con carácter general. la hueste real estaba formada por la milicia o mesnada
real, por las mesnadas señoriales , es decir, las huestes de los vasallos reales,
las milicias concejiles y los caballeros de las Ordenes Militares. A su lado
aparecieron, a veces, otros hombres armados, cuya relación de dependencia con
el soberano o con sus señores tenía su origen en un tipo de vasallaje muy particular,
reducido a los deberes de una soldada puramente bélica.
El mando de esta hueste correspondía al monarca en persona. Durante la alta
Edad Media era obligación de éste presidir las expediciones guerreras, de modo
que en algunos casos la incapacidad para hacerlo podía constituir motivo de
abdicación del poder real. A su lado, como posible sustituto, encargado también
del desempeño de otras funciones, como la de encabezar la mesnada real y atender
a las necesidades de la hueste real, figuraba el Alférez del rey.
En la baja Edad Media, época en que comienzan a perfilarse los cargos públicos
que podríamos calificar de militares, sustituyó al Alférez, el
Condestable en Castilla y Aragón, posiblemente a imitación de
Francia. Creado por Juan I en 1382, existía ya en Aragón desde 1369, en que
lo instituyó Pedro IV el Ceremonioso, incorporando a sus cometidos los del Senescal
de Cataluña. Este Senescal, que en Aragón equivalía al Mayordomo,
y era un cargo palaciego, tenía en Cataluña un papel semejante al del Alférez
del rey. Su fusión con el Condestable no tenía otro objeto que el de revestir
a este cargo con la máxima autoridad de la hueste.
En Navarra reemplazó al Alférez del rey un Mariscal desde finales
del siglo XIV, y en 1430 se creó también el oficio de Condestable. Desde 1382
hubo también dos Mariscales en Castilla, pero supeditados al Condestable.
Las Partidas mencionan la existencia de adalides y almocadenes
en las huestes. Los primeros mandaban agrupaciones de hombres a caballo y los
segundos de peones. Su aparición debió ser el resultado del crecimiento de las
mesnadas por la afluencia de guerreros asoldados para las campañas e igualmente
de la mayor importancia por el peonaje, sobre todo de las milicias de los concejos.
En ambos casos se requeriría estructurar aquellas masas con mandos subalternos
y hacer frente a las mayores complejidades del mando de huestes voluminosas.
Si bien no puede hablarse de una organización territorial con vistas a la guerra,
sí hubo en la Edad Media cargos territoriales que entrañaban algunas funciones
relacionadas con la convocatoria o el mando de las huestes de dichas demarcaciones.
El reino visigodo había conservado la división romana en provincias, manteniendo
las seis existentes; es decir: Tarraconensis, Cartaginensis, Lusitania, Gallaecia,
Bética y Tingitana. En cualquier caso, existieron en el reino asturleonés distritos
de límites variables denominados mandationes y commissas bajo
la autoridad del comes o conde. Estos, entre otros cometidos,
tenían el de reunir la hueste de su territorio para incorporarla a la hueste
real.
Las características particulares de Cataluña, con su régimen feudal carolingio,
provocaron el carácter hereditario de los condes y la existencia, sólo allí,
de los vice-comes. El maiorinus, o merino, oficial con
funciones diversas, entre las que destacaban las judiciales, estaba bajo la
dependencia del conde, desempeñando también, como auxiliar suyo, algún cometido
en relación con la hueste del condado. Los Merinos mayores, autoridades igualmente
territoriales, no parece, en cambio, que tuviesen ninguna atribución de carácter
guerrero.
En el siglo XIII apareció en Castilla el Adelantado de la frontera, rigiendo
las regiones fronterizas con los dominios musulmanes. A finales del mismo siglo
se crearon los Adelantados mayores, desapareciendo los Condes y los Merinos
mayores, quedando el reino dividido en grandes zonas territoriales cuyas huestes
estaban subordinadas a esas autoridades.
En Aragón, en cambio, hubo en ese siglo unos Lugartenientes o representantes
del rey, de caracteristicas parecidas a simples Adelantados de Castilla, que
desaparecieron con la creación, en el siglo XIV, de la Procuración o Gobernación
general. Al mismo tiempo reaparecieron los Lugartenientes, ahora
como Lugartenientes generales (1635). Estas medidas tuvieron una
importancia capital en el robustecimiento de la autoridad real en la Corona
de Aragón por ser ejercidos, en muchos casos, por miembros de la casa reinante
e incluso por los primogénitos. Durante el reinado de Martín I fue nombrado
el primer Virrey ( en Mallorca), como funcionario real dotado con amplios poderes.
Datos de " Historia del Ejército español " S.H.M. y Organización Militar en los Siglos XV y XVI ( II Jornadas Nacionales de H.M.)