Elogio fúnebre a 

JUAN DIXON WORTTMAN

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Homenaje del Supremo Consejo del Grado XXXIII a quien fuera el Soberano Gran Comendador del Rito Escocés Antiguo y Aceptado en Chile.

por I:.P:.H:. A.Pulgar G. 

 

 

En nombre y en representación del Supremo Consejo para Chile, de los Soberanos Grandes Inspectores Generales Grado XXXIII y último del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, rendiremos un sentido y fraternal homenaje, en recuerdo del I.:P.:H.: Juan Dixon Worttmann Grado 33, que decora el Oriebte Eterno a cuya memoria intentaremos hacer  justicia en esta ceremonia.

All observar la extensa y fructífera trayectoria del Hermano Juan Dixon, primero desde el umbral de nuestros afectos y admiración y luego desde un enfoque racional y emotivo, es difícil ser ponderado y ecuánime. Podemos olvidar aspectos fundamentales de su vida que pueden pertenecer más a su conciencia o al campo de lo personal, o bien soslayar actos que el tiempo se ha encargado de borrar.

Al ir a su encuentro en el camino de los recuerdos, su ejemplo, su palabra y sus escritos, abreviarlos resulta una tarea de alta complejidad, porque  su personalidad de variadas facetas e inquietudes, nos hace dudar si podremos hacer justicia a tan distinguido hermano. Nuestra primera reflexión frente a su fallecimiento será el importante  significado de su alejamiento de nuestra institución. Su muerte, para nosotros, es un hecho de misterio y asombro, porque nos recuerda el carácter universal,  ineludible y además cosustancial de la muerte con nuestra existencia.

Nuestro Hermano Juan Dixon, el amigo,  el Maestro, ya no está con nosotros. Camina en su marcha hacia el Oriente Eterno , su partida nos sumerge en la reflexión del destino de la vida y del hombre.

Este homenaje es la recapitulación de su existencia, en que destacaremos sus características personales, con virtudes y con defectos, que él como masón asumió de tal manera que lo hicieron brillar con luces propias.

En la Masonería Escocesa, Capítular o Filosófica el I:.P:.H:. Juan Dixon W. se destacó siempre como una persona ejemplar, tanto por sus valores, como por su honorabilidad, también por su palabra justa y fraterna, por su entera dedicación a la investigación de la verdad, por combatir la ignorancia y por trabajar sin descanso por alcanzar la fraternidad entre los hombres y así el bien de la Humanidad.

Fue un destacadísimo hermano que por más de la mitad de su vida,  cincuenta de sus noventa años, entregó su celo y entusiasmo a nuestra institución masónica, con la notable distinción de pertenecer en la Masonería Capitular al Grado 33 por más de treinta años; caso único en el país;  alcanzando además lo más altos cargos de responsabilidad y jerarquía en el Supremo Consejo del Grado 33.        

Su vida está marcada por hitos que destacaremos en este homenaje, son parte de la historia de la Masonería Chilena y realzan su caminar por la senda de los ideales masónicos.

Casado con la Sra Telenia Paredes Rodriguez en segundas nupcias; De su primer matrimonio lo suceden  seis hijos: María Elena, abogado; Juan Walterio, Ingeniero Eléctrico; Victoria Eugenia, psicóloga; Jorge Adolfo, oficial FACH; Amori Ricardo, matemático y Martina del Carmen educación física. a los que transmitió la responsabilidad de la formación profesional. Seis hijos, es una experiencia notable para el siglo XX, en que se ha disminuido el número de familias numerosas, por tanto esta es una tarea digna de su compromiso paternal.  A todos ellos, aquí presentes los acompañamos en este momento de dolor y les expresamos nuestras sentidas y fraternales condolencias.

En su profesión de periodista se desempeñó como cronista, redactor, jefe de informaciones y director de diarios.  Apoyado en la consolidación de la libertad de expresión y la defensa de sus ideales, creció como una figura del periodismo, como un personaje valiente dedicado a la investigación de los aspectos desconocidos de la realidad social.  Comenzó en su ciudad natal en el diario El Magallanes en 1937 y también en la radio La Verdad, iniciándose en el proceso de  obtener información de hechos de actualidad, comentarlos y distribuirlos a la población bajo el prisma de su sello personal.

Cuando empezaron a aparecer diarios de calidad en las provincias del sur del país, que llevaban a cabo seguimientos serios y exhaustivos de las noticias del momento y también profundos análisis de sus consecuencias, el Ilustre Hermano Dixon fue llamado a trabajar en la Sociedad Periodística del Sur, primero en Concepción y luego en Osorno.

 Más tarde, se trasladó a esta ciudad, Santiago. Fue cronista y redactor en los principales diarios tales como El Mercurio, Las Ultimas Noticias, La Hora, La Nación, La Tercera. En el curso de su profesión viajó a Estados Unidos, Argentina, Paraguay dictando charlas sobre la actualidad chilena y muy especialmente sobre Relaciones Humanas, su tema predilecto.

En el período 1954 a 1967 se desempeñó como funcionario público en la Secretaría General de Gobierno, Tesorería General de la República, Servicio Nacional de Salud y Contraloría General de la República donde se acogió a jubilación.

Como gremialista fue dirigente nacional en la Tesorería General, Director del Círculo de Periodistas, en el Colegio de Periodistas y Presidente del Colegio Regional de Periodistas en Osorno. Así mismo, durante varios años participó en actividades del escoutismo nacional, como Comisionado Provincial de Cautín y Director General en la Central de Santiago. Como dirigente del escoutismo, participó en Asambleas Mundiales en Nueva York y otros Estados de Norteamérica.

Fuera de Chile, en los años 1968 y 1969, trabajó en la Embajada de Chile en Asunción como Secretario del Embajador y en labores docentes en el Instituto Internacional de Relaciones Humanas en la cátedra de Dinámica de Grupos.

En el año 1978 se radicó por algunos años en Canadá, allí obligado por las circunstancias, se dedicó a la  actividad comercial con buenos resultados, pero su amor al país natal y las tierras magallánicas lo impulsaron a regresar. Instalado nuevamente en Santiago, su dedicación principal fue a la Orden Masónica, compartiendo tareas en Logias Simbólicas y Masonería Capitular.

Por su trayectoria en búsqueda del perfeccionamiento espiritual, fue invitado a la Masonería Capitular, incorporándose el 17 de noviembre de 1951 al Santuario Grado IV “Acacia" N° 1 de Santiago a cuyas disciplinas filosóficas se entregó por entero, con la dedicación y esfuerzo, habituales en él. En los diversos capítulos trabajó con esmerada dedicación, ocupando cargos en la oficialidad, especialmente en la Oratoria, donde colocaba lo mejor de si mismo. Fue así como en el transcurso de veintiún años de continuos trabajos y estudios filosóficos, en 1972, fue exaltado al Grado XXXII. Durante el período 1959 a 1960 presidió el Santuario Grado IV “Armonía" N° 12.

El 7 de agosto de 1976 fue coronado en el Grado XXXIII como miembro super numerario del Supremo Consejo para Chile, en un justo reconocimiento a su dilatada y valiosa labor en la Masonería Capitular y a su abnegado sentido del deber.

Mas tarde el 24 de agosto de 1991 fue coronado como miembro activo del Supremo Consejo de los Grandes Inspectores Generales. Durante el período abril 1997 a marzo 2000 se desempeñó como Gran Portaestandarte; luego para  el período enero 2001 a septiembre 2008 fue elegido Gran Ministro de Estado. Fue Gran Representante del Supremo Consejo de Chile ante el Supremo Consejo de Canadá.

De acuerdo con los estatutos del Supremo Consejo, es designado en el más alto cargo de la Masonería Capitular. Asume  el 3 de septiembre 2008, como Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33, entregando este cargo, después de una elección,  el 6 de diciembre, al actual Soberano Gran Comendador I.:P.:H.: Carlos Cortés Barrios Grado 33.

Su calidad y nivel intelectual lo destacaron como colaborador permanente de la revista Citerior, de la cual fue también su Director por un largo período.

Varios años trabajó simultáneamente como director de la Revista Masónica y también de la Revista Citerior, demostrando una capacidad dirigente envidiable y un sentido de responsabilidad más allá de lo normal. Trabajaba gran parte de su tiempo en su casa, sin pedir ayuda y sin reclamos.

Su abnegación a la orden masónica es una de sus características personales que hay que resaltar hoy día. Como docente convencido, transmitía a quienes lo escuchábamos un concepto de masonería que no tiene cualquier masón, decía: “La Orden Masónica es una institución única, no hay otra como ella; aquí toda persona puede encontrar las respuestas que al hombre siempre le han preocupado y que siempre ha estado buscando. No existe otra institución semejante, por tal razón hay que quererla y cuidarla.”

Si alguna vez  tuvo discrepancias con sus Hermanos como Caballero de alta jerarquía, buscaba la salida al problema por el camino del acuerdo; jamás usó la presión ni las ventajas que le podría dar su posición.

De la Cámara Capitular de Marzo de 2008, recordemos, para apreciar la fortaleza de sus principios; solo una parte de sus sabias palabras como Gran Ministro de Estado, cito textualmente:

Hemos cumplido con la elevada y constante misión escocesa de entregar a través de esta cámara, conocimientos que contribuyen al perfeccionamiento integral de sus participantes y los estimulen a persistir en el debido cumplimiento de sus deberes como masones escoceses, en la incomparable tarea de superar la convivencia humana.”

Ahora permítasenos hacernos la pregunta de cómo debe ser un masón capitular para ayudar en tan dignificante cometido. Un Ilustre Hermano nos respondía “Es fácil advertirlo, cuando elige el camino del amor sobre todas las cosas y elimina de su vida la rivalidad y el odio; cuando pone la belleza en su quehacer y en el pensamiento que lo impulsa; cuando destaca siempre lo mejor en los demás, los alienta y les coopera evitando la crítica que destruye y desalienta. Y por último, cuando por sobre las riquezas materiales y las posiciones sociales, reconoce y valora la efectiva evolución del ser sobre el tener, para transformar su vida en la obra maestra que todo hombre superior anhela construir, entregando sus nobles energías e inteligencia al mejoramiento de la humanidad de la que forma parte.”

Las expresiones del Ilustre Hermano como la citada en el párrafo anterior y también las obras realizadas, continuarán tras él y lo recordaremos como en sus últimos años, como Gran Ministro de Estado con su figura fina, esbelta y elegante; su rápido caminar; con su pluma y su palabra certera y fraternal; con su vasta cultura que sustentaba un sabio conocimiento de la vida.

Evocamos su recuerdo de la última Cámara Capitular de abril recién pasado, a la que asistió ya muy enfermo y con muchas dificultades; en que nos saludaba a todos con alegría y con una fuerza motivadora que hoy día la interpretamos como una despedida.

Decimos adiós en este homenaje a la persona, al Hermano, al Soberano, al amigo, con un abrazo fraternal, humilde y respetuoso, con el que lo acompañamos en su tránsito al Oriente Eterno, agradeciéndole su ejemplo, sus obras y enseñanzas.

Son nuestros deseos despedirlo citando versos de los Sonetos de la Muerte, que para los presentes será un momento de  reflexión :

Ese largo cansancio se hará mayor un día y el alma dirá al cuerpo que no quiere seguir arrastrando su masa por la rosada vía por dónde van los hombres contentos de vivir.

Descansa en paz , Querido Hermano Juan                               

 S.: E.: P.:

 

 


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