Analízame (I Parte): ¿Manipular Emociones o Coinspirar?
Un biólogo chileno se ha transformado en gurú de empresarios y teóricos de la gestión con un descubrimiento sencillo: la emoción es la base de las organizaciones.
Gestionar una empresa o un equipo es conducir un organismo vivo compuesto por seres humanos con emociones, sentimientos y sueños. Tomar estos sueños y potenciarlos en pos de un objetivo común, respetando honestamente los compromisos contraídos, es lo que el biólogo y pensador sistémico Humberto Maturana llamaría coinspirar y lo que el sicólogo Daniel Goleman, autor de "La inteligencia emocional", llamaría ser un ejecutivo emocionalmente competente. Esta edición de Estilo de Vida de los ejecutivos está dedicada a este gran redescubrimiento: la emoción. Incluye una entrevista a Maturana –para no confundir coinspiración con manipulación emocional–, y a Jaime Alonso, decano de la escuela de negocios del TEC de Monterrey, quien habla de los conceptos de Maturana y sus aplicaciones. Y, por supuesto, contiene también la primera sección del test de emocionalidad de AméricaEconomía, para que usted mida sus propias competencias emocionales en la privacidad de su oficina y luego las compare con las de nuestra encuesta a otros 500 ejecutivos latinoamericanos. La Era de la Coinspiración Empresarial ¿Qué tiene que ver la inteligencia emocional con la visión de las palomas? Pregúntenle a Humberto Maturana Romesin (70), un biólogo chileno que a partir de estudios neurofisiológicos sobre estas aves ideó –junto a su amigo y discípulo Francisco Varela– una teoría sobre el conocimiento humano que denominó autopoiésis (autocreación) y que hoy es libro de cabecera para hombres de negocios, consultores y académicos ligados al mundo de los negocios en toda América Latina. "Para entender la administración como un fenómeno humano hay que estudiar lo que dice Maturana y Varela", comenta Jaime Alonso Gómez, decano de la Escuela de Graduados en Administración y Dirección de Empresas del Instituto Tecnológico de Monterrey (Itesm), en México, una de las principales escuelas de negocios de América Latina. Además de crear un nuevo paradigma científico, Maturana logró seducir al mundo empresarial con una afirmación sencilla, pero que cambió la forma en que se entendían y estudiaban las organizaciones: antepuso la emoción a los juicios críticos, como la base de la actuación de los seres humanos. Desde esta premisa, Maturana se metió en un asunto que ha tenido de cabeza a teóricos y gurúes de la comunicación durante muchos años: el desarrollo de las personas al interior de las organizaciones. "La administración es una conversación de coordinación de emociones", dice este biólogo en su particular lenguaje. "Luego, uno puede elegir si quiere coordinar estas emociones a través de la exigencia y la obediencia o a través de la colaboración y el respeto mutuo". En resumen, justifica la necesidad de conocer y reconocer la emocionalidad de las personas para, desde allí, potenciar sus energías y liderazgos. A partir de su teoría, consultores como Fernando Flores han ideado estrategias para intervenir en el seno mismo de gigantes empresariales como Cementos Mexicanos S.A. (Cemex) y la Compañía de Telecomunicaciones de Chile S.A. (CTC), con resultados hasta ahora exitosos. Pero Maturana, a pesar de haber lanzado la primera piedra, duda de la utilización de las técnicas con las que se quiere dominar la emoción. Para él, lo importante está en usar este conocimiento para que aumente el bienestar de las personas y no sólo el lucro de la empresa. "¿Qué sentido tiene un taller para mejorar el clima laboral cuando el trabajador siente que la empresa lo está manipulando para aumentar su riqueza?", se pregunta. La Confianza Maturana abrió las puertas para entender estas organizaciones como sistemas sociales... y humanos. "Aunque la emoción define la naturaleza de las relaciones humanas, no todas estas relaciones son sociales", dice. "Las relaciones jerárquicas no son relaciones sociales porque están fundadas en la autoridad y la obediencia". Para el biólogo chileno –premio nacional de ciencias y considerado como un candidato al premio Nobel de biología– las relaciones humanas se basan en un solo activo: la confianza. Y esta premisa es extrapolable a las relaciones entre trabajadores y gerentes y entre empresa y comunidad. A tal punto, que Maturana se atreve a anunciar el fin de la empresa privada. "Esto se acabó. Toda empresa es un servicio público a la comunidad que la hace posible. Suprimes la comunidad y la empresa no existe", dice. "Y cuando una compañía no se hace cargo de su responsabilidad con la comunidad que la sustenta, se transforma en un parásito". Por eso, Maturana sostiene que lo importante es que la empresa, como invento humano, defina bien las promesas que hace a sus trabajadores y a la comunidad. Sólo a través de la confianza que se da en una relación equitativa y de respeto mutuo, un trabajador puede transformarse en coinspirador de la empresa en la que participa, aunque sea bajo un contrato y por la necesidad de recibir un salario. Para él, sin embargo, el secreto es sencillo: si una persona es escuchada y respetada, sin necesidad de manipularla a través de técnicas que sólo buscan aumentar la productividad, se transforma en un individuo que participa en la empresa como en un proyecto común y como un cocreador. Maturana se inmiscuye hasta en los principios fundamentales de la economía. "El mercado es emoción. No existen las leyes de mercado", asegura. "Los estudios de mercado se enfocan en los deseos de la gente. Y cuando se hace publicidad lo que se intenta es manipular esos deseos o abrir espacios de deseos posibles". Sólo al justificar nuestras conductas entra en juego la razón. Contrario a cualquier instrumento de manipulación emocional, Maturana lamenta las terapias y los talleres que buscan el shock emocional de las personas, "porque no invitan a la colaboración sino a la desvalorización del ser". Estudiando a las palomas aprendió que los colores existen porque están definidos como tales a través del lenguaje y, desde allí, se metió en el estudio del conocimiento humano y redescubrió el valor de la emoción. "El curso de la historia sigue el curso de las emociones", asegura Maturana. Competente y Emocional Las teorías innovadoras de Humberto Maturana han encontrado eco en las escuelas de negocios, donde se comienzan a utilizar conceptos como la inteligencia emocional para entender mejor ideas básicas como organización y liderazgo. Jaime Alonso Gómez, decano de la Escuela de Graduados del TEC de Monterrey, habla sobre cómo emoción y negocios son parte de lo mismo. ¿Qué es y cómo se aplica la Inteligencia Emocional (IE)? La IE es un intento por explicar y predecir el comportamiento de los líderes efectivos en las organizaciones. Antes veíamos a las organizaciones como máquinas y luego como organismos. Pero nos dimos cuenta de que estas visiones eran insuficientes para capturar toda la complejidad del ser humano. Entonces viene una tercera visión de las organizaciones como sistemas sociales con emociones, en la línea de lo que propugnan Humberto Maturana y Daniel Goleman. ¿Qué es un líder emocionalmente competente? Un líder que maneja varias competencias. Se conoce muy bien a sí mismo: sus límites y sus fortalezas. Se automotiva, genera energía en función de una misión y de una pasión. También se autoregula: observa su propio comportamiento y el impacto que causa en los demás. Adicionalmente es empático: se pone en los zapatos de las otras personas, escucha con profundidad y su lenguaje corporal entra en armonía con las personas con las que se relaciona. ¿Es posible entrenarse en IE? Obviamente esto se aprende desde pequeño, pero también puede entrenarse. En las escuelas de negocios se utilizan juegos, simulaciones o role-play. Por ejemplo, nosotros utilizamos películas como "Doce del patíbulo": 12 presidiarios con muchas emociones y un líder a quien le toca armonizar y canalizar estas energías hacia un objetivo común. Pero, fundamentalmente, la IE se mezcla intensamente con un entrenamiento del juicio y una formación del carácter. Si hablamos de un líder moderno, obviamente tiene que tener conocimientos técnicos sobre mercadeo y finanzas. Pero también debe tener juicio –para evaluar, sentir, observar y tomar decisiones–, y carácter, que es la habilidad, las agallas para vivir con sus decisiones. Rodrigo Berríos, Santiago. Coordinación Carolina Vega Héctor Vera, Santiago. AméricaEconomía, Nº 170 (4 de noviembre de 1999)