Pensamientos
Corresponsal: Dario Mejia

Análisis: Valores vs. necesidades: ¿quién manda a quién?

Si a un cable de poco diámetro le ponemos una carga muy potente, tendremos un corto circuito. Lo mismo ocurre con gente que tiene una alta carga de necesidades: derriten sus valores si obtienen poder. Como dijo Ray Kroc: "Es fácil tener principios cuando se es rico. Lo importante es tenerlos cuando se es pobre".

Las denuncias contra funcionarios públicos que presentan últimamente varios países de Latinoamérica nos han permitido comprobar que la política, en muchos casos, genera corrupción. Desgraciadamente, se trata de un círculo vicioso, ya que la política, por lo general, aleja a personas con espíritu de servicio y termina por atraer a personas con otras intenciones.

Y a más personas con oscuras intenciones, más corrupción... ¿Cómo romper este ciclo?

No basta con elegir autoridades que prediquen valores. Es necesario entender sus necesidades. El ser humano es como un río: las laderas de su cauce son sus valores y el volumen de sus aguas son sus necesidades. Cuando las personas tienen muchas necesidades, el caudal de su río es enorme y, probablemente, terminarán desbordando las laderas. Mientras más necesidades se tenga, más fácil será pasar por encima de las fronteras de nuestros valores.

Si un padre de familia pierde su empleo, tendrá un enorme caudal de necesidades de alimentación y si no tiene firmes las fronteras de su valor de honestidad, podría pasar sobre ellas y cometer un acto ilegal.

Pero...¿quién es rico y quién es pobre? Uno puede ser rico en dinero, y ser pobre por la cantidad de deseos que tiene insatisfechos. Por ejemplo, si una persona solvente tiene una necesidad de autoestima, podría pasar por encima de sus valores de honestidad al ocupar un puesto público. Esta persona puede quebrar la legalidad para ganar poder, prestigio o exposición. Puede manipular información o recursos para mostrarse exitoso y competente. Otro ejemplo puede ser una persona que ha vivido en la inseguridad permanente, al no haber conseguido trabajos que le den estabilidad. Como funcionario público, es probable que tenga un caudal de necesidades de seguridad que sobrepase el cauce de sus valores y aproveche la oportunidad para malversar fondos.

Entonces... ¿cómo debe ser un funcionario público? Una persona que tenga cubiertas sus necesidades básicas de alimentación, seguridad, afiliación y estima y que tenga la necesidad de contribuir y servir. No interesa su nivel económico, lo importante es su riqueza espiritual. Las necesidades de servicio no incrementan el caudal en el río y, por tanto, no presionan nuestros valores.

Cuando tu necesidad es servir, tus acciones se alínean con los principios universales de la humanidad. Otra posibilidad es elegir a una persona que tenga un trayectoria de integridad totalmente probada. Es decir, que su río tenga muros de contención enormes que puedan soportar cualquier caudal de necesidades.

Cuentan que un pachá hindú tenía muchas riquezas pero era muy ambicioso. Como quería conquistar todo el continente, cruzó los Himalayas y se encontró con un maestro desnudo. Viendo a aquel pobre hombre en el frío, se acercó a ofrecerle una manta. Pero el maestro le dijo: "Hijo, no necesito nada. Dios sólo me ha dado este cuerpo para vivir. Dale la manta a un pobre".

El pachá le respondió: "¿Dónde voy a encontrar a alguien más pobre que tú?" Luego le explicó que se iba a conquistar el continente.

El maestro lo miró con compasión y le dijo: "Entonces la manta debe ser para ti. Si no estás satisfecho con lo que tienes y estás dispuesto a arriesgar la vida de tus hombres para satisfacer tus deseos egoístas, eres más pobre que yo".

Sepamos elegir gobernantes y autoridades que no necesiten el poder para satisfacer sus deseos personales. Elijamos personas que quieran usar el poder para contribuir de forma sincera al bienestar de los demás.

DAVID FISCHMAN, UNIVERSIDAD PERUANA DE CIENCIAS APLICADAS (UPC)

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