Pimienta negra, 7 de enero de 2002

 

 

Adiós a la convertibilidad y otros adioses

 

Mediodía de reyes de 2002

 

Es obvio que ha concluido el período de la convertibilidad. También lo es la constitución orgánica de una alianza entre el justicialismo, la UCR [1] y el residuo ibarrista [2] del FREPASO [3], transa sin principios con sólida mayoría de votos legislativos, aunque ilusa ficción de "unidad nacional".

La mayoría parlamentaria unificada por el pánico se atreve a todo desde el poder carcomido de las instituciones, pero no se atreve a afrontar una mera compulsa electoral. "Vox populi, vox Dei", sólo cuando conviene.

Ya no se pueden sostener ni las más arraigadas zonceras. Llamar hoy a votar, sacralizado mito de la "democracia burguesa", no es saludable.

En la fenomenal crisis desatada, "el pueblo", mejor, "la gente", tendrá que confiar mansamente (para algo están "las fuerzas del orden"), en el iluminado patriotismo del dictador.

Porque ¿qué ha hecho, al fin y al cabo, la mayoría institucional del Poder Legislativo?

Parodiando a la ilustrada democracia griega, de ciudadanos asentados sobre el trabajo esclavo de pueblos sometidos, que para cuando las disputas por el reparto entre esos mismos ciudadanos conducía a duro conflicto, ideó el remedio "griego" de la Dictadura, institución paralela a la Democracia, reaseguro una de la otra para conservar el régimen, nuestro Parlamento, apropiado por la transa mayoritaria sin pueblo, votó una ley de una veintena de artículos con el único y descarado propósito de imponer el primero, que otorga poderes absolutos al nuevo Presidente, devenido en días en flamante dictador.

En nombre de la emergencia que provocaron, y de cuyo desarrollo de una década larga disfrutaron, se margina al pueblo argentino de la más mínima participación en cuanto a qué hacer para resolverla.

¿Por qué hay que marginarlo?

Porque lo que pone en cuestión la crisis es la estabilidad de los intereses de la clase dominante y el dominio del capital extranjero sobre la sociedad saqueada.

Pone en cuestión un modo de acumulación impuesto por Martínez de Hoz apoyado en una feroz dictadura, enajenador de los núcleos básicos de nuestra economía, con eje en el dominio imperialista que asoció a sus intereses a nuestras clases dominantes nativas.

La convertibilidad fue el broche "democrático" de un sistema expoliador y venal que acumuló en el exterior, sin sobresaltos en los tranquilos años de visitas a Disney World financiadas alegremente con deuda externa, al tiempo que el desempleo y la pobreza se inflaban en el otro extremo de una sociedad crecientemente polarizada e insaciablemente pauperizada.

Ahora, devaluación

El uno a uno fue una maldición desde el origen. Alteró regresivamente la economía, arruinó nuestra industria subsidiando importaciones con un dólar rebarato, impulsó un superdesempleo que terminó configurando una sociedad que, según datos oficiales del INDEC, sobre 36 millones y medio de habitantes tiene más de 14 millones bajo la línea de pobreza.

La resultante ha sido un cambio social estructural de dimensiones que escapan a una medicina de ventosas y cataplasmas.

Están aterrados pero no aprenden. Para peor, el último soporte institucional, la conservadora clase media, fue expropiada de su plazos fijos en dólares, recurso extremo de Cavallo, creador del "milagroso" uno a uno, y que, simbolismo macabro, presidió su funeral.

¿Y qué brujería han encontrado Duhalde y sus voceros parlamentarios, Matzkin, Moreau y Alessandro (Justicialismo-UCR-Frepaso)?

¡Devaluación!

Quién puede creer que sólo eso resolverá nuestros problemas, con el país en ruinas, con millones excluidos del mercado, con millones en proceso de exclusión, como las masas de clase media que se deslizan a la pobreza, constante, irreversiblemente, con trabajadores de salarios ignominiosos, sobre los que ya se lanzó la voraz remarcación de precios. Sólo eso no basta. Duró mucho el uno a uno, pero ahora hay que afrontar sus consecuencias.

Devaluación no basta: hay que pagar la cuenta

No nos ilusionemos con peces de colores. Los que fugaron 100/120 mil millones de dólares, no los van a traer.

Las empresas públicas privatizadas y extranjerizadas, las empresas privadas vendidas al capital extranjero, que remesaron "legalmente" al exterior, disfrazando parte de sus enormes ganancias como "gastos", regalías, tecnología, compras a empresas propias de afuera, con distinta personalidad jurídica, no van a traer un dólar de los que ya transfirieron.

Los bancos extranjeros, "lo más sólido del sistema financiero", que también remesaron ganancias millonarias en dólares, uno a uno mediante, también en buena parte "disfrazadas", no van a traer dólares ni aún para cumplir sus obligaciones con sus depositantes.

De toda esta banda, que, por añadidura, no ha pagado al Estado los impuestos que debía, no sólo porque disfrazó ganancias como gastos sino porque contó con la complicidad del propio Estado, que mientras perseguía "bolicheros" en recesión, se abstenía de enviar fiscalizadores a las oficinas de la gran burguesía argentina y extranjera, no esperemos nada del pasado. ¡Consumatum est!

Pero en el presente, desde hoy y para adelante, que no se lleven más.

Sólo con eso, estamos en condiciones óptimas para reconstruir nuestros bienes, nuestra riqueza, nuestro capital depredado.

Sólo tenemos que decidirnos a no seguir en manos de tahúres.

Por eso, antes que nada, recuperar nuestra soberanía y restablecer un poder popular, para, como mínimo:

-Nacionalizar la banca.

-Nacionalizar las empresas públicas privatizadas.

-Nacionalizar el comercio exterior, para regular exportaciones e importaciones.

-Derogar la ley de jubilaciones y dictar una nueva, suprimiendo el negociado de las AFJP [4].

-Desafiliar al país del Fondo Monetario.

-Prohibir los despidos por dos años, salvo grave justa causa probada ante Tribunal Laboral.

-Inversión estatal en obra pública e industria; bajar a cero la desocupación en seis meses.

-Aumento a 500 pesos de la jubilación mínima.

-Salario mínimo vital móvil de 600 pesos, apertura de todos los convenios colectivos, derogación de las leyes laborales reaccionarias y dictado de una nueva.

-Crédito blando para pequeñas y medianas empresas para afrontar la nueva masa salarial durante seis meses, hasta que se reconstituya el mercado interno.

-Prohibir la circulación de monedas extranjeras. Imperio de la moneda nacional y control de cambios.

-Anular la estatización de deuda privada implementada en 1982 y en 2001 ("seguro de cambio" y Decreto 1570). Anular el canje de deuda de la Rúa – Caballo.

-Denunciar la deuda pública y romper con O.M.C.

-Moratoria de la deuda de los argentinos con bancos y extrabancarios, personas jurídicas o físicas, hasta 100.000 pesos en concepto de capital, y desagio de intereses usurarios (fallo de "esta" Corte Suprema: es usura por encima del 24% anual). Refinanciación a diez años.

-Suspensión de desalojos de viviendas y pequeña y mediana propiedad agraria, congelamiento de alquileres transformados a pesos y prórroga de vencimiento de contratos.

-Incautación con administración social estatal de toda empresa que decida cesar su actividad.

-Administración obrero estatal de todas las empresas renacionalizadas.

-Convocar a los trabajadores y al pueblo en general, para que actuando en empresas, fábricas y barrios, fiscalice el cumplimiento del programa e impida las inevitables tentativas de violarlo.

-Prohibición, hasta resolver la crisis, de remisión de utilidades al exterior.

Harto del Verso,
6 de enero de 2002,
para "La Gaceta... revista casi subterránea, latinoamericana, literaria y mensual, realizada en Buenos Aires".
Sin editar.
 

[1] Unión Cívica Radical.

[2] Por Aníbal Ibarra, gobernador de la ciudad autónoma de Buenos Aires.

[3] Frente del País Solidario.

[4] Administraciones de Fondos de Jubilaciones y Pensiones.

 

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