José Paulo Bandeira da Silveira
Argentina
15/1/02
Hacia finales de 2001, Argentina se hundió en una crisis orgánica inédita. ¿Cómo puede entender el personal de las industrias de la comunicación un fenómeno político menospreciado por el mundo intelectual occidental actual? ¿No decretó el posmodernismo, como lógica cultural del capitalismo tardío, el fin de la categoría crisis? El colapso del marxismo occidental, ¿no enterró el último paradigma intelectual crítico de abordaje de las situaciones de crisis? En otras palabras, ¿no transmitió la cultura actual la imagen del fin de la sociedad de clases y de la lucha de clases? ¿No se desmoronó en Argentina este último sueño burgués? Argentina parece también acabar con la ideología de los dueños y de la cúpula intelectual de las industrias de la comunicación. Ahora el periodismo catástrofe va a aparecer en su función especial. Ya no se trata de un periodismo de puro entretenimiento. ¡Relax y goce! De un periodismo apocalíptico baudrillariano. En la década de los setenta, Baudrillard descubrió el papel activo de la masa-audiencia en la formulación de la programación de las industrias de la comunicación. Se trataba de la masa tecno-virtual como potencia spinoziana de las industrias de la comunicación. Este régimen baudrillariano de la comunicación fue soberano durante las tres últimas décadas. Éstas son las décadas de la lógica cultural del capitalismo tardío y del fin de la sociedad de clases en los centros del capitalismo burocrático internacional. ¿No pone punto final Argentina al régimen baudrillariano de las industrias de la comunicación? ¿Qué régimen sustituyó al régimen baudrillariano? ¡El régimen marxista de imágenes! Finalmente, las industrias de la comunicación están obligadas a convivir con un régimen de imágenes marxistas, con el régimen de imágenes tecno-virtuales como sociología de la lucha de clases. En éste, el periodismo catástrofe funciona como un puro periodismo ideológico. Tal periodismo tiene como función ocultar tanto los contenidos como las formas de la sociedad de clases y de la lucha de clases. Como en Argentina, los dispositivos de poder –que sustentan las masas de la sociedad-espectáculo del entretenimiento– son cuestionados por los problemas dinámicos e incontornables de la sociedad de clases. Se instaló el choque entre el régimen de imágenes baudrillariano y el régimen real de imágenes marxistas en las industrias de la comunicación. Ahora, todo periodismo que oculte la lucha de clases es un periodismo del capitalismo. Periodismo parcial comprometido con los intereses de las corporaciones capitalistas en el campo de la comunicación. ¡El largo sueño "mediático" se acabó! Las industrias de la comunicación ya no son capaces de articular la sociedad al Estado como orden virtual del capitalismo mundial. La puesta en escena virtual del orden político es un sueño de una noche de verano que acaba en la Primavera de Praga neolatina: las noches de cacerolazo en Buenos Aires.
El 1 de enero de 2002, en la Asamblea Legislativa argentina el diputado Luis Zamora denuncia el golpe de Estado blanco planeado y ejecutado bajo la dirección de la mayoría peronista en el Congreso. En este golpe de Estado, los peronistas y las fracciones de otros partidos –UCR, Frepaso– eligieron ilegalmente al segundo candidato más votado en las últimas elecciones presidenciales: Duhalde, el brazo derecho del ex presidente Carlos Menem. El brillante diputado Luis Zamora tiene una visión clara y distinta de la crisis en su país. Para él, «como tantas veces se ha dicho, el país necesita otro modelo económico, porque el actual está agotado. Pero también necesita un régimen político. Alguien dijo que por primera vez está vinculado el agotamiento económico con el de lo político y lo social. Pero esto no es sorprendente, ¡si están íntimamente vinculados!». En esta intervención parlamentaria, Zamora habla de crisis de representación irreversible del régimen político argentino y propone la elección de una Asamblea Constituyente. Para él, se trata de la invención de un nuevo régimen político. Cuando el régimen político mexicano entró en crisis, el subcomandante Marcos creía que, con el fin del sistema de partido de Estado, la transición democrática podía desembocar en un modelo liberal-democrático pluralista y caótico del tipo brasileño. Un zorro mexicano americanizado en la presidencia de la República, Fox, acabó con el sueño de Marcos. En México, la transición democrática siguió la línea histórica señalada por Nicos Poulantzas a finales de la década del setenta de los novecientos. Tal línea de fuerza es la de la instalación de un Estado de excepción occidental en el centro y en las periferias del capitalismo. La arquitectura de este Estado de excepción fue diseñada en el libro «Vigilar y castigar», de Michel Foucault. (1)
En la situación argentina actual, una vanguardia anarquista choca en las calles de Buenos Aires con el Estado policial argentino. Se trata de un Estado policial construido por los generales argentinos y por la policía política de los EE. UU. bajo la dictadura militar argentina. En América del Sur, la primera experiencia de este Estado policial fue realizada en la Bolivia del general Banzer en la década de los setenta. Banzer dirigió un golpe de Estado boliviano inédito supervisado por la CIA. Fue el primer golpe de Estado en América del Sur con la presencia política de los "cárteles" bolivianos de drogas. En Bolivia, estos grupos crearon un bloque-en-el-poder inspirado en la política de los EE.UU. para Italia después de la Segunda Guerra Mundial. En el bloque-en-el-poder italiano, los partidos legales convivían con una fuerza ilegal: las mafias. Esta experiencia italiana creó el narcopoder como la fuerza invisible de la política italiana durante cuarenta años. Este modelo fue aplicado por la CIA en la Bolivia de Hugo Banzer en la década de los setenta. Según el periodismo argentino, Menem inauguró la primera experiencia de narcopoder en Argentina. Después de abandonar la presidencia de la República, Menem estuvo preso bajo la acusación de negocios ilícitos en el sector de armamentos. Sin embargo, Argentina no es una reproducción de Italia ni de Bolivia. En las décadas de los setenta y ochenta, otra realidad se generó en el escenario internacional: el lumpen-capitalismo. Se trata de un fenómeno capitalista foucaltiano. En él, las mercancías ilegales –drogas, armas, tráfico de órganos o de mujeres, terrorismo, etc.– hacen la fiesta de la acumulación capitalista internacional ilegal. Este lumpen-capitalismo es hoy una poderosa realidad en el campo de las relaciones internacionales. En América del Sur, Menem ya no representa al viejo peronismo populista. Ya "representaba" otro fenómeno social. ¿El pase de Menem al neoliberalismo no se ha aclarado todavía? ¡Bien! Se trata de un nuevo fenómeno en la articulación de la sociedad argentina con el Estado argentino en una nueva era de capitalismo. Menem es la primera experiencia del lumpen-capitalismo en el poder argentino. El gobierno Menem es una etapa social inédita en América del Sur. En esta etapa, el lumpen-capitalismo dirige la instalación del modo de producción capitalista corporativo mundial en Argentina. Obviamente, se trata de la alianza de un grotesco luciferino del capitalismo mundial con el lumpen-capitalismo internacional, no sólo argentino. En la crisis de esta alianza siniestra y diabólica, el poder mundial recurrió a un viejo zorro de la oligarquía liberal argentina: De la Rúa. Sin embargo, la experiencia argentina prueba que la oligarquía latinoamericana sólo funciona como poder auxiliar del poder capitalista mundial. Al frente del poder, ésta arrastrará a cualquier país de América del Sur a la crisis catastrófica del tipo argentino. El capitalismo internacional inauguró una era bíblica para el planeta. ¡Mi nombre es legión!
(1) Nicos Poulantzas (coordinador). O Estado em crise. RJ. Graal. S/F: 38-41.