Cara de yeso
Carta publicada el 23 de enero de este año por el diario de Buenos Aires La Nación, firmada por la escritora, compositora y cantante argentina María Elena Walsh.
Señor Director:
"Solicito de usted sea comedido mensajero de una carta pública que dirijo a NN, ya que desconozco el nombre y los antecedentes del presidente del Banco Société Générale.
"El destinatario puede conocer en cambio el nombre, los datos y la solvencia de quien escribe esta carta, si no "se le cayó el sistema", algo que habitualmente sucede en las sucursales del banco que preside.
"Soy cliente de esa institución desde hace varias décadas, cuando se llamaba Banco Supervielle. Hasta hace poco Société Générale difundía abundante promoción en lengua francesa. Desde diciembre, la propaganda ha sido traducida al español, sin duda en un arranque de amor por esta generosa tierra.
"Soy uno de los tantos ahorristas cautivos del perverso chiquero llamado corralito, y uno de los tantos embaucados por la noción de que los bancos extranjeros eran seguros, confiables y ajenos a la rapiña nativa.
"Aunque las señales financieras eran aterradoras, no quise sacar mis ahorros del país, porque en él los gané honradamente, en él nací, vivo y viviré agradeciendo siempre el honor de habitar su suelo.
"Creo que tuve razón, y creo que esos como tantos otros ahorros consisten hoy en la única reserva financiera que procurará a sucesivos gobernantes y empresas la posibilidad de seguir robándonos impunemente.
"En esa impunidad juega un papel importante un banco extranjero que dispuso a capricho de los fondos que le habíamos cedido de mutuo acuerdo y con mutuo provecho.
"No dudo de que Société Générale disfruta de tal provecho, pero también de un desprestigio ante sus clientes y la ciudadanía del que no creo pueda recuperarse jamás.
"Integro una multitud de ingenuos que supuso que, en caso de estafa o robo, la central en el país de origen se responsabilizaría de los dineros que le confiamos a una sucursal abierta en el extranjero.
"Eso no sucede, y tampoco una explicación ni un pedido de disculpas, algo sorprendente de parte de un país del Primer Mundo que tanto ha declamado su culto de la "politesse", que viene a ser lo contrario de nuestra grosería dirigente.
"No espero respuestas, pero si la tuviera, le ruego me notifique además si en el blanco rostro de Marianne, representación de la República Francesa, no se ha observado últimamente una pizca de rubor. O es, como el del busto de la República en el Salón Blanco de nuestra Casa de Gobierno, sencillamente una cara de yeso."
María Elena Walsh