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Ciudadano Paulo

Carta abierta a los trabajadores brasileños

7/9/02

 

 

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¡La crisis final del capitalismo mundial se acerca! En esta coyuntura histórica, las naciones y los pueblos son expuestos a una economía de guerra permanente. El colapso del capitalismo en la Argentina convirtió a esta gran nación en un pueblo sin rumbo. El argentino fue siempre un pueblo orgulloso y trabajador. Un pueblo que sólo pensaba en el futuro de su nación. Ante la gran crisis argentina, el mundo esperó la revolución argentina. Desgraciadamente, el pasado revolucionario argentino había sido confiscado por las hordas peronistas de la década del noventa. Hoy, el peronismo es una fuerza reaccionaria y un modo de control de los trabajadores en una economía de guerra. La economía de guerra es la estrategia del capitalismo para controlar a los países que son excluidos del capitalismo mundial. Ésa es la parte más visible del fin del capitalismo mundial. En la parte institucional, los sindicatos de trabajadores son aparatos de las redes de poder de la decadencia del capitalismo argentino. Y los partidos de izquierda son cuerpos deshuesados.

En Colombia, la nación fue finalmente despedazada por los ejércitos, por las guerrillas, por la guerra molecular y por la intervención militar norteamericana en la Amazonia. Colombia dejó de existir en la realidad política. Sigue existiendo virtualmente, como parte estratégica de una geopolítica norteamericana, en el derecho capitalista internacional. Se trata de un pueblo y de un territorio listos para ser anexados por una gran nación.

Uruguay es un cuento de hadas malvadas.

Paraguay es la cultura política de clanes y oligarquías bárbaras. Paraguay jamás fue moderno.

Venezuela es un potentado económico de las oligarquías petroleras con sede en los EE.UU.

Durante más de una década, Perú fue gobernado por una alianza del lumpencapitalismo (Fujimori y Montesinos) con la CIA.

Hay una devastación y un desmontaje de todas las bellas naciones latinoamericanas. Y los EE.UU. tuvieron y tienen un papel decisivo en la crisis catastrófica de los pueblos, de las naciones y de los países de América Latina. Pero las oligarquías políticas y las oligarquías electrónicas latinoamericanas son las responsables directas del triste destino de nuestro continente. Ahora, quieren continuar dominando a los países latinoamericanos mediante la instauración de una economía de guerra. Para ello, están haciendo una alianza con la lumpen-élite de las redes de poder del capitalismo lumpen.

En Brasil, la elección presidencial está próxima. Y los candidatos y sus partidos representan cuatro proyectos de capitalismo. El candidato del gobierno representa el proyecto de un capitalismo nacional asentado en San Pablo. Esta candidatura es el signo más intenso de la crisis final del capitalismo mundial. Sólo esta crisis explica el hecho de que el gobierno FHC –gobierno del capitalismo mundial en Brasil– apoye ahora, en un giro de 180 grados, un viejo proyecto nacionalista. En este proyecto, destacan dos objetivos: la lucha contra las corporaciones y la lucha contra el imperialismo de Bush. Sin embargo, en la crisis final del capitalismo, el proyecto nacionalista es apenas una vieja utopía burguesa ochocentista.

El proyecto de capitalismo popular del PT es otra panacea ofrecida a los trabajadores. En la crisis del capitalismo mundial, el PT se ofrece para administrar esta crisis en Brasil. El programa de gobierno del PT es un error histórico por parte del partido de izquierda más fuerte de América. En la presidencia de la República, será destruido por las fuerzas de la crisis del capitalismo mundial. Desde el punto de vista militar, significa capitular ante un ejército ya derrotado, ante un ejército que emprende la retirada más desorganizada de la historia militar económica moderna.

El capitalismo moderno creó el modelo de industrialización y el sistema mundial. Hoy, éstos funcionan como dos máquinas de guerra contra los individuos, los pueblos, las naciones y las civilizaciones. Funcionan también como una sola máquina de destrucción física del planeta. Son los generadores de la miseria a escala mundial y de la probable transformación del planeta en un desierto rodeado de agua salada. La Rio+10 (Cumbre Mundial del Medio Ambiente en Sudáfrica) estuvo dominada por las corporaciones capitalistas y los Estados que las representan en el escenario internacional. Las corporaciones y sus Estados son las más poderosas máquinas de destrucción en la existencia de las civilizaciones. Y estas máquinas de destrucción están podridas. La crisis de los EE.UU. es la señal más clara del fin del capitalismo mundial. Esta crisis tiene tres símbolos incuestionables: el golpe de Estado de la familia Bush; el 11 de septiembre, y la crisis fraudulenta de las corporaciones. Es fácil percibir que el gobierno Bush no tiene ni la menor idea de cómo enfrentar esta última crisis del capitalismo mundial.

Los trabajadores brasileños son los verdaderos representantes de la nación brasileña. La nación nunca llegó a existir como proyecto aristocrático, burgués o populista. Y el fracaso de estos proyectos crearon una miseria bíblica y el ejercicio de una violencia macabra sobre el pueblo brasileño. Ya no es posible esperar que las oligarquías políticas resuelvan los problemas creados por ellas.

La crisis final del capitalismo mundial va a desmontar el sistema político brasileño. Va a desorganizar la precaria formulación económica de los partidos y del gobierno brasileños. Esta crisis va a reducir a polvo los planes capitalistas del próximo presidente de la República. Todo esto ya sucedió con nuestros hermanos argentinos. ¡Es lo que nos espera!

La tarea de los trabajadores brasileños no es poner barreras el ALCA. Éste es sólo una cortina de humo para ocultar lo esencial: la crisis final del capitalismo corporativo mundial. Ella va a provocar la más colosal desorganización económica y política de la historia de la humanidad. Los trabajadores brasileños deben prepararse para gobernar el aparato del Estado, las ciudades y el campo. Deben prepararse para la reorganización de la economía, de la política, de la cultura, del ocio y de la educación del pueblo brasileño. Desgraciadamente, ésta es una tarea que tendrá que ser realizada por cada pueblo, por cada nación.

Es preciso ser optimista con la práctica. Amigos, el fin del capitalismo mundial significa que las máquinas capitalistas de destrucción de la Tierra van a dejar de existir. Éste será el punto de partida de la formulación de una nueva economía y de una nueva política que dé prioridad a la existencia del medio ambiente, de los hombres, de las mujeres, de los niños y de los animales. En esta nueva formulación de la humanidad, el lucro capitalista dejará de habitar la Tierra.

Saludos.

Ciudadano Paulo

 

 

 

Picasso: La muerte del minotauro, 1933 (tratamiento gráfico con Photoshop).