Pimienta negra, 17 de octubre de 2002

 

Las elecciones brasileñas y la crisis mundial

 

José Paulo Bandeira da Silveira

En Brasil, el resultado de la primera vuelta de las elecciones alteró el equilibrio del poder brasileño. En un plano secundario, hay una organización de corrientes ideológicas en elaboración. En San Pablo, Enéias es un médico que obtuvo el mayor número de votos en la historia brasileña de las elecciones para diputado nacional. Y Mercadante, del PT, es un economista que obtiene el mayor número en la historia brasileña para el Senado. Enéias es un híbrido con un discurso aristocrático nacionalista. Se trata de un nacionalismo tosco, cómico, pero perfectamente inteligible. La bomba atómica, para Enéias, constituye el símbolo de la soberanía nacional. Mercadante es la imagen perfecta de una versión sobria de la socialdemocracia europea. Según el criterio de la representación política, es el nombre más importante del futuro Congreso. Para infelicidad general de la nación, el malufismo/1 se mantiene como una fuerza importante en San Pablo. Y otras corrientes ideológicas antiguas de la cultura política brasileña vuelven a ocupar su lugar. El campo ideológico paulista muestra la potencia del sistema político brasileño.

En Minas Gerais, un joven político fue consagrado por las urnas. Aécio Neves es sobrino de Tancredo Neves. Tancredo fue el arquitecto de la transición de la Dictadura Militar a la Nueva República. Murió antes de asumir la Presidencia de la República. Aécio retoma el camino del tío y se convierte en gobernador de la tradicionalísima Minas Gerais. Los modelos más sutiles de la política brasileña fueron elaborados siempre en Minas Gerais. Minas parece soñar aún con un futuro político glorioso para Brasil. Se trata, evidentemente, de un Estado que cultiva cariñosamente el viejo romanticismo político brasileño. Este es por cierto un camino posible. Se trata de sustituir el realismo perverso, como modo de gobernabilidad, por un nuevo romanticismo político. Esta es la leccción de los comicios en Minas Gerais.

En Río de Janeiro, a Rosinha Garotinha le corresponde en la primera vuelta el gobierno del Estado. Desgraciadamente, no hay siquiera una línea que pueda ayudar a caracterizar esta elaboración ideológica en el campo político. Ciertamente, la práctica gubernamental será decisiva en esta formulación política. Río es una incógnita. El proyecto derrotado significaba una nueva forma de gobierno para la ciudad. Se trataba de una gobernabilidad pautada por los derechos humanos, la transparencia administrativa, la responsabilidad fiscal y un concepto de ciudadanía generalizada. A veces, Río recuerda a la antigua Youngstown.

En el plano nacional, el PT aparece como el mayor partido en votos. Son más de cien millones de votos otorgados al PT. Ahora, es el mayor partido de la Cámara de Diputados y del Congreso Nacional. Además, tiene la mayor bancada estadual o provincial. Estas elecciones apuntan claramente a una desintegración del poder oligárquico brasileño. Tal poder viene funcionando como el poder moderador del régimen político capitalista y como factor de unificación del campo de poder en Brasil. Por lo tanto, la primera vuelta electoral ya definió líneas políticas que van a tejer un nuevo lazo social brasileño. Se ha configurado un nuevo paisaje político. El paisaje político del Brasil colonial podrá ser sustituido finalmente por un nuevo modo de percepción de la naturaleza política brasileña. Respecto a la candidatura del gobierno, ésta sólo llegó a la segunda vuelta por los votos de las ciudades menores. Estas ciudades son la reserva ecológica de la tradición política brasileña.

El candidato del gobierno intentó escapar del determinismo ideológico neoliberal. Deseaba construir una candidatura que no fuese la personificación del sistema liberal. Además, pensó utilizar la crisis del poder oligárquico como un medio de construir una fórmula distinta de poder brasileño. Sin embargo, tal esfuerzo fracasó. Para llegar a la segunda vuelta, tuvo que someterse al modelo FHC. Es éste un modelo que combina una alianza constitucional entre el poder oligárquico brasileño y las oligarquías del capitalismo corporativo mundial. El FMI es la principal agencia institucional de este modelo mundial. Aquí, economistas norteamericanos piensan en la manera en que el sistema continúe funcionando en plena crisis del modo de producción capitalista corporativo mundial. En Japón, el nuevo gobierno habla de la nacionalización de los bancos. En Europa, el funcionamiento del mercado de las corporaciones financieras y automovilísticas muestra el paso del estancamiento económico a la recesión y después a la depresión económica. ¿Seguirá la economía europea el camino de la economía japonesa? Todo el mundo ya sabe que el milagro norteamericano se acabó. Y el ALCA no es la solución para la crisis del modo de producción capitalista mundial. Es una solución geopolítica para la crisis del Estado americano del norte. Dentro de poco, la economía norteamericana ya no será el polo dominante de la economía mundial. Sin desearlo, el candidato del gobierno se convirtió en el representante de la crisis final del modo de producción capitalista corporativo y de la crisis política del poder oligárquico brasileño. En este marco, ni la genialidad de un Ricardo III sería suficiente para la conquista del poder. En el discurso de Maquiavelo, la «fortuna» es, para el candidato gubernamental, su madrastra.

Más todavía. La política brasileña pone en crisis el campo de poder mundial. Robert Kurz mostró cómo el neoliberalismo es un instrumento ideológico y gubernamental para hacer fintas a la crisis del capitalismo mundial. Esta crisis comenzó con la implosión de la URSS. Siguió con la implosión de México, de los Tigres Asiáticos y de Argentina. El golpe de Estado de Bush y el 11 de septiembre la convirtieron en irreversible. ¡Y el gobierno brasileño desea que el elector se incline por esta opción! ¿Desean los medios electrónicos e impresos profundizar en este camino? ¡El abismo más próximo se halla en la frontera sur de Brasil! Desean que el país siga el ejemplo de un pueblo precolombino. Después de conquistados por los españoles, la élite de este pueblo se suicidó. Sus miembros murieron arrojándose a un enorme abismo.

Observando los hechos, es posible concluir que el gobierno actual y los grandes medios esperen una solución de fuera: «la verdad está allí fuera». Esperan que la crisis del modo de producción capitalista corporativo sea tan sólo una pesadilla. ¡En los cafés de la mañana de los hoteles de cinco estrellas de todo el mundo, desean que la pesadilla haya terminado! Pero, desdichadamente, Dios dejó de funcionar en la economía capitalista. Está quedando claro que las naciones, los países, ya no pueden contar con el modo de producción capitalista corporativo. Ya no pueden esperar que el capitalismo mundial continúe dirigiendo la vida de las naciones. Ahora, es la hora de los proyectos nacionales. El gobierno y los medios intentan colar la imagen de la crisis venezolana en las elecciones brasileñas. ¡Todo vale! Primero, pretendieron asociar al PT con las FARC. Ahora, quieren asociar a Lula con Hugo Chávez. ¡Es pura manipulación del Príncipe Infame! La crisis de Venezuela no sirve como modelo para pensar la coyuntura brasileña actual. La crisis venezolana es una crisis de sociedad política. En ese país, no tuvo lugar una reforma moderna del sistema político. Venezuela vivió siempre a la sombra de un sistema político oligárquico, de una sociedad oligárquica. Los partidos fueron siempre oligárquicos. Cuando este sistema dejó de funcionar, el coronel Hugo Chávez tomó el poder. Se trata de un líder carismático que gobierna una semicolonia de las corporaciones petroleras norteamericanas. En Venezuela, estas corporaciones petroleras son los agentes centrales en el campo de poder. Hugo Chávez es un típico líder carismático en un ambiente populista. La ausencia de partidos políticos modernos genera la típica situación populista. En tal situación, no existen estructuras políticas para mediar la relación de los liderazgos con las multitudes en la sociedad civil. Así, la relación directa del líder con las «masas» forma el lazo social constitutivo del espacio político. En tal situación, Chávez esbozó un proyecto nacional-populista imposible de ser realizado. Este proyecto tiene como enemigo inmediato los intereses de las corporaciones norteamericanas y como enemigo fatal al gobierno Bush. Éste usa directamente al Estado norteamericano como instrumento de defensa de los intereses corporativos del «complejo industrial-militar» y de las corporaciones petroleras. Tal vez, las corporaciones y las agencias policiales norteamericanas estén tramando sus hilos en la crisis venezolana actual. Es una verdadera comedia intentar asociarla con las elecciones brasileñas. ¡Por favor, olvídense de esta asociación infame!

El PT es el mayor partido brasileño. Pero, según el gobierno y los medios, ¡el electorado no confía en el PT! Esta torpe opinión muestra el creciente divorcio entre el electorado y los preconceptos de los grandes medios electrónicos. ¡En algún momento, esto va a llegar a la conciencia de la audiencia! La lucha electoral del PT y sus aliados es contra el candidato del gobierno. Y también contra el discurso inconsistente del gobierno y contra la ideología neoliberal de las grandes empresas de comunicación. En este campo, el periodismo no existe como profesión y ética pública. Es un campo de poder. En éste, el periodista es el agente político de la ideología neoliberal. Es el defensor del capitalismo corporativo mundial. Es sólo el efecto de la ideología patronal. Ahora, los canales de televisión están defendiendo el ALCA como un verdadero proyecto de libre comercio. Así, muestran que prefieren ayudar a subyugar a Brasil a los intereses geopolíticos de los EE.UU. Para ellos, la formulación de un proyecto nacional es algo risible. Obviamente, no creen en Brasil. ¿Será por pereza? ¿O por hábito colonial?

El PT no es un partido revolucionario. Ahora, ya es un partido brasileño. En Brasil, o el partido es revolucionario, o es brasileño. Es necesario un elevado grado de abstracción política para construir un partido revolucionario. Por el momento, el PT va a intentar gobernar según los modelos de esta siniestra agencia financiera, el FMI. Va a intentar instaurar una gobernabilidad basada en el fundamentalismo del FMI. El gobierno peteísta no va a anular los contratos internacionales. Va a gobernar con responsabilidad en el área fiscal y va a respetar las leyes que regulan los gastos públicos. El gobierno PT no será un gobierno populista. Ni siquiera las tesis clásicas de la CEPAL forman parte de la dieta peteísta. El PT es un partido de profesores-doctores. Éstos son competentes y poseen una tremenda autoestima intelectual. Aparte, desean construir un país para los brasileños más pobres y para los excluidos. ¿Pueden los medios ignorar esta poderosa voluntad intelectual? El PT tiene cuadros políticos oriundos del sindicalismo. Son individuos excepcionalmente preparados en el arte de la negociación con el capital. Abastecen al PT de la cultura concreta –se trata de una cultura que liga orgánicamente al PT con la economía brasileña– necesaria para una gobernabilidad del tipo «sociedad de clases». Hoy, todo el medio sindical apoya al PT. Además de tener el apoyo de las universidades, de la clase obrera y de la mayoría de los trabajadores, el PT es la última esperanza del inmenso «ejército industrial de reserva» estacionado en las grandes ciudades brasileñas. El PT conquistó el apoyo de federaciones patronales importantísimas. Y por hablar de la crisis en las grandes ciudades brasileñas, hay un inmenso ejército de subempleados que va a votar al PT. ¿Y el personal de las pequeñas y medianas empresas? ¿No vota al PT? ¿Y el campo? Hay sectores rurales importantes que votan al PT.

Vamos ahora a lo esencial. ¿No revela la segunda vuelta una confrontación gigantesca entre el viejo y el nuevo Brasil? De un lado, el gobierno, los grandes medios, las corporaciones capitalistas extranjeras, el sistema financiero, la sociedad tradicional y, probablemente, el gobierno Bush. En el lado nacional, el nuevo Brasil. Hay adhesiones del viejo Brasil al nuevo Brasil. Pero esto no cambia la naturaleza del conflicto en cuestión. Si un barco se va a hundir, es natural que los sobrevivientes busquen refugio en el barco más próximo. Esto se llama hegemonía. Por primera vez en América, un partido de izquierda conquista el poder por la «guerra de movimientos». Durante más de dos décadas, el partido trabajó por la conquista de los aparatos de hegemonía cultural. Hizo de la política un proyecto civilizatorio para Brasil. Este proyecto hegemónico va a cambiar el gobierno y, tal vez, el Estado. El PT reúne a militantes de los derechos humanos, ecologistas, militantes feministas, militantes de la causa negra y otras multitudes de la nueva sociedad civil brasileña. El PT no es sólo un aparato político.

Luiz Inacio, el Lula del PT, está dotado de una verdadera vocación política. Posee una personalidad fuerte y es un hombre formado por los valores de la cultura industrial brasileña moderna. Estas características aseguran que Lula no va a repetir las tristes experiencias del pasado. Lula no va repetir el drama patético de un Jânio Quadros, JQ/2. Tampoco va a repetir la crisis del gobierno João Goulart/3. Sin Lula, el PT no habría nacido. Ahora, Lula es un hombre en la madurez de la vida y de la política. Ya no es más el joven obrero radical de los años ochenta. Tiene cualidades excepcionales para gobernar y el respeto de los líderes mundiales. ¡Éstos no son provincianos! Para ellos, lo esencial son los grandes intereses en juego. Saben que el presidente de un país es la voluntad nacional encarnada en un ser humano. Por tanto, todo depende de la naturaleza del proyecto nacional. El resto es tontería para distraer la vida diaria de las embajadas.

Y no obstante, el gobierno del PT va a gobernar el país en plena crisis del capitalismo mundial. Todos saben que la deuda del Tercer Mundo es impagable. Hoy, ésta existe para hacer funcionar la cultura financiera de los países ricos. Para ello, basta con pagar los intereses de la deuda y obtener nuevos empréstitos. Con este mecanismo, la deuda de los países periféricos no deja de crecer y el drenaje de la riqueza nacional jamás es frenado. El principal agente de poder de este mecanismo económico es la corporación capitalista de los grandes centros capitalistas. En la coyuntura actual, esta economía mundial está comenzando a mostrar todo su cansancio. Hay un agotamiento evidente de las fuerzas, de los mecanismos y de las lógicas que hacen que esta economía mundial domine el planeta. En algún momento de la próxima coyuntura económica, este sistema va a dejar de funcionar en Brasil. Esto sucedió en la Argentina. Los cretinos neoliberales le echaron toda la culpa del fracaso argentino al gobierno De la Rúa. Este último presidente argentino fue usado como un chivo expiatorio de los «muchachos» economistas del FMI. En breve, los «kids» del FMI van a tener que buscarse otro empleo. ¿Cuál será la reacción del gobierno Lula en el caso de una parálisis del sistema del FMI en Brasil? Si la crisis avanza hacia una recesión mundial, el modelo exportador es una mera panacea. La desvalorización del dólar en la economía norteamericana va a favorecer al sector exportador de ese país. Brasil puede olvidarse del mercado interno norteamericano como modo de obtener divisas en dólares. ¿Se está preparando una reforma del sistema mundial en los países centrales? Con el fin de la hegemonía económica norteamericana, ¿será preciso instalar otro sistema económico internacional? Mucha agua tiene que pasar todavía debajo de este puente. Cautela y caldo de gallina nunca hicieron mal a nadie. El gobierno del PT no tiene por qué preocuparse de la retórica inconsistente del actual gobierno sobre la crisis mundial. Desde el punto de vista teórico y analítico, este gobierno ya no existe. ¡Ellos no saben lo que hacen! No saben nada sobre las teorías actuales. Están obsoletos.

El gobierno Lula ya puede ir preparando un plan bien coherente para la «cuestión social». La nueva sociedad civil va a establecer otro modelo de relación con el Estado. Se trata de un modelo dialéctico de nuevo tipo. Esta sociedad civil va a exigir una gobernabilidad real y va a rechazar cualquier modo ficticio de gobernabilidad. La simulación de la política brasileña va a dejar de funcionar. No va a caer en ningún engaño político. Esta sociedad civil va a tejer un nuevo lazo social brasileño. Es necesario tener paciencia y darle al mazo. Tiene mucho trabajo por delante.

No obstante, el momento es de una gravedad política intimidante. Por primera vez en la historia del país, la clase dominante dejará de ser el centro del poder brasileño. Esta minoría social está simplemente desesperada y presa del pánico. Para esta minoría, el goce social del poder brasileño va a dejar de existir. Tal gozo social de la riqueza de Brasil es el fundamento de la existencia cotidiana de una minoría, y es el modo más barato de hacer funcionar la gobernabilidad del capitalismo corporativo de los países centrales en el país. Para mantenerse en el poder brasileño y en la fruición de la riqueza nacional, la minoría creó las condiciones para el drenaje de la riqueza nacional hacia los países ricos y hacia el mundo orbital de las corporaciones capitalistas.

Durante los tres meses transcurridos entre la elección y la asunción, Jãnio Quadros no dijo nada sobre su futuro gobierno. Viajó a Europa, alejándose deliberadamente de la especulación sobre sus compromisos gubernamentales. Hacer un viaje a los diversos países que tienen relaciones importantes con Brasil es una actitud muy sensata. Luiz Inacio necesita tener una experiencia directa de la crisis final del capitalismo corporativo mundial.

Ya lo dijo Freud: «¡Es imposible gobernar!»

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NOTAS

1. Maluf es el representante de una política orientalista en Brasil. Magnate empresarial, Maluf fue un político paulista importante durante la dictadura militar. Gobernó entonces el Estado y la capital de San Pablo. En el plano de la cultura política, el malufismo es la corriente ideológica que restaura el patrimonialismo oriental brasileño. En el Brasil colonial, el orientalismo es la segunda corriente ideológica en la construcción de la tradición política brasileña. Esta corriente ideológica mantiene un antagonismo primario con el derecho público moderno.

2. En los comicios de 1960, JQ e Goulart fueron elegidos, respectivamente, presidente y vicepresidente de la República. Sin partido y sin mayoría en el Congreso, JQ renunció siete meses después de asumir. Goulart ocupó la presidencia mediante un acuerdo con las oligarquías y la burocracia militar. Este acuerdo convirtió al régimen, de presidencialista, en parlamentarista.

3. Como líder del trabalhismo brasileño, Goulart utilizó a su partido, el Partido Trabalhista Brasileiro (PTB), para contruir un arco de alianzas populista. Tal acción política iba desde el PCB a los partidos de centro. Con el apoyo del sindicalismo y de las masas urbanas, Goulart hizo retornar el país al presidencialismo. Después usó este dispositivo populista para ejercer presión para la aprobación de proyectos reformistas en el Congreso. En esta coyuntura social avanzada, los EE.UU. coordinaron el golpe de estado de 1964. Goulart fue sustituido por una dictadura militar que dominó el país por más de veinte años.      

Traducción: Round Desk