José Paulo Bandeira da Silveira
Pombalismo virtual
22/3/02
En los días que corren es imposible no notar la importancia cultural y profesional de las ciencias sociales en Brasil. La actividad gubernamental utiliza –en el municipio, el estado y la federación– los servicios del científico social de varios modos. En las ONGs, éste tiene una presencia destacada. En las industrias de la comunicación, el periodismo de contenido desea sustituir la investigación periodística por el comentario abstracto del científico social. Además, en los programas de entrevista y debate el científico social es imprescindible. Hoy tiene más éxito que el economista y el psicoanalista. En verdad, el psicoanalista dejó de escribir para los periódicos y de hablar en los programas de televisión. La comunidad psicoanalítica tuvo un papel notable en la transición de la dictadura militar a la «Nueva República». ¿Y cuál es el vínculo en Brasil entre las ciencias sociales y el psicoanálisis? Aquí, las ciencias sociales jamás establecieron un vínculo con el campo freudiano. Los grandes científicos sociales universitarios brasileños ignoraron y continúan ignorando el campo freudiano. ¿Hay algún problema relevante, para la cultura brasileña y para el cotidiano del país, en la constatación de este hecho? Los científicos sociales consideran que esto es un detalle insignificante. Freud mostró cómo la lógica del insignificante funciona en el dispositivo de poder de la normalización de la vida cotidiana. Una serie de hechos psicológicos patológicos son vividos como algo insignificante en la normalización de la vida cotidiana. La cultura hace pasar en lo cotidiano lo patológico insignificante como normal. Y de este modo el inconsciente freudiano es vivido como un hecho insignificante /1.
En la Europa de los novecientos, Foucault mostró, en textos excepcionales, cómo la ciencia social y la psiquiatría formaron la base de saber de un nuevo campo de poder: el del poder disciplinario. Para Foucault, la era moderna no es la era del derecho, sino la de la sociedad disciplinaria. No hay normalización de los sujetos por el derecho en la era moderna. La normalización es un ejercicio de poder de la sociedad disciplinaria. Foucault también sugirió el abordaje correcto del problema de la teoría freudiana en la cultura política novecentista. Para él, Freud es el gran paradigma del poder represivo en la formación de la cultura contemporánea. De este modo, el freudismo acaba inscrito en las redes de poder complementarias de la sociedad disciplinaria/2. En el Anti-Edipo de Deleuze y Guattari hay esta investigación demoledora del freudismo como dispositivo de poder edipiano. Y Foucault (nota) reconoce que Lacan provocó una revolución en el psicoanálisis al mostrar cómo el Edipo freudiano es un modo de ejercicio de poder en la producción del deseo social. Este trabajo lacaniano, ¿no acabó por generar todo un campo científico en el debate con Foucault, Deleuze, Guattari y el posmodernismo? En este nuevo campo científico, ¿existe la posibilidad de una nueva articulación entre las ciencias sociales posmodernas y el espacio de la psicología?
Las ciencias sociales siempre mantienen algún tipo de vínculo con el campo de la psicología. En el pasado, un selecto grupo de intelectuales brasileños –Joaquim Nabuco, Oliveira Lima, Oliveira Vianna, Gilberto Freyre y otros– intentaron elaborar modos de inscripción de las ciencias sociales en el campo de la psicología. Tal fue la tradición de la ciencia social brasileña. Ésta no vincula las ciencias sociales a la sociedad disciplinaria. Inscribe estas ciencias en un conflicto dialéctico con el campo de la cultura política brasileña. Éste fue siempre el proyecto de los grandes intelectuales brasileños en la primera mitad de los novecientos. Querían iluminar la realidad psicológica perversa de la cultura política brasileña. En Brasil, la cultura política realiza el trabajo de la normalización de los sujetos en la vida cotidiana y en las instituciones, en la casa y en la calle. Los autores citados investigaron con éxito la psicología perversa de la vida brasileña. Deseaban abrir una zona de análisis –la psicología política en la vida brasileña– en el campo de las ciencias humanas para desvincular estas ciencias de la cultura política brasileña. Procuraron evitar que la cultura política brasileña se colocase en el lugar de la ideología científica moderna y se naturalizase como el inconsciente de la ciencia social brasileña.
No obstante, en la segunda mitad de los novecientos una ciencia social universitaria rompió con este extraordinario esfuerzo científico de los intelectuales independientes. Esta práctica intelectual de la primera mitad de los novecientos ignoró la necesidad del aparato intelectual para el trabajo científico. Con la intervención catastrófica del aparato universitario en las ciencias sociales, el científico social ya no consigue leer a los grandes y magistrales clásicos de la ciencia social brasileña antigua. Y acepta la normalización por la cultura política como un hecho natural. La cultura política brasileña tiene un modo especial de definir lo normal y lo patológico/3. Por ejemplo, para ella la apropiación privada de los bienes públicos es un hecho normal. Hechos y principios sociales considerados patológicos en la vida moderna son vividos como normales en la vida brasileña. Lo tradicional moderno generó el fenómeno de la doble moral en la vida nacional. Y la ciencia social universitaria es un factor más de la naturalización de la normalización de la vida brasileña por la cultura política brasileña en la segunda mitad de los novecientos. Y ésta fue y continúa siendo la fuerza que destruyó la modernidad y el modernismo brasileños.
La cultura política brasileña es hoy el inconsciente de las ciencias sociales en Brasil. Y sigue siendo el inconsciente social de la vida brasileña. A causa de ello, el científico social alimenta un odio inconsciente por todo lo que habita en el campo de la psicología, incluyendo el psicoanálisis. Estas ciencias pueden revelar el secreto perverso de la ciencia social brasileña. A semejanza del hombre común, el científico social vive sumergido, inconsciente e inevitablemente, en el campo psicológico de la vida de la cultura política brasileña. Hoy para el hombre común la línea entre lo normal y lo patológico puede parar en una única estación: la psiquiatría. Se trata de una ciencia predispuesta a ser tomada por cualquier dispositivo de poder policial. El hecho nuevo en la coyuntura actual es la inscripción del discurso de lo policial en la cultura política brasileña. Hoy, un perverso imaginario policial-psiquiátrico habita en las moradas del hombre común y del científico social. En el caso del hombre común, las clases medias bajas de los grandes centros urbanos pueden ser reclutadas como base social de apoyo de este perverso imaginario policial-psiquiátrico. Ellas, que están hundidas hasta el cuello en la vida policial de las ciudades. Ellas, que desean y exigen el Estado policial como solución para la inseguridad generalizada de su territorio. Para completar este cuadro espantoso, la guerra molecular urbana es también una máquina social de socialización de la población joven de todas las clases sociales. Gracias a tal hecho, esta población joven acaba teniendo el mismo tipo de socialización de las bajas clases medias de la periferia de los grandes centros urbanos.
Después que el posmodernismo mostrara que la psiquiatría fue usada como un conocimiento despótico, autoritario y terrorista; después de las denuncias del uso político estalinista, terrorista, de la psiquiatría –en la URSS y en los países «socialistas»– contra los disidentes, en Brasil las ciencias sociales mantienen una alianza tácita y siniestra con la psiquiatría en el campo de la cultura política. Se trata, por tanto, de una ciencia que tiene una concepción estalinista de la vida psicológica en el campo de la cultura política brasileña. En relación al campo psicológico, es una fuerza política de acción estalinista posmoderna, virtual. En este aspecto, constituye hoy una pieza del dispositivo de poder policial presente en el sudeste del país. En el campo de la cultura política brasileña, el científico social maneja el mismo tipo de poder terrorista empleado por Simão Bacamarte, uno de los personajes más fascinantes de Machado de Assis. Sin embargo, es preciso recordar que la teoría orientaba la acción terrorista del psiquiatra Bacamarte. Ahora el científico social se deja guiar, ciegamente, por rudimentarias nociones psiquiátricas en el abordaje y en la acción sobre el campo psicológico de la vida. Para el científico social, lo normal y lo patológico no son hechos científicos. Son hechos naturales. Y la normalización de la cultura política brasileña define lo normal y lo patológico en el campo de la vida psicológica brasileña. La cultura política tradicional es la gramaticalidad del insignificante en la vida moderna brasileña.
En el actual estado de la cultura brasileña, ¿se constituye esto como un problema notable? ¿Hay alguna ligazón entre la soberanía del estalinismo en la cultura política brasileña y las serie de intervenciones legales pero autoritarias del Estado federal sobre los diferentes procesos sociales? ¿No está siguiendo esta intervención la línea de la soberanía del estalinismo de la ciencia social en los campos de la cultura y de la vida psicológica del brasileño? Este estalinismo posmoderno, virtual, ¿es el sucedáneo de otra tradición de la política brasileña? ¿No es el equivalente político del iluminismo pombaliano, del iluminismo del Marqués de Pombal?/4. El pombalismo virtual de los científicos sociales en las industrias de la comunicación, ¿no es un arma poderosa de irradiación del estalinismo psicológico en los campos de la cultura, de la política y de la vida? ¿Será que nuestro destino es alcanzar una versión pombaliana virtual del estado de policía capitalista? Este poder pombaliano virtual es ya una voluntad de poder capaz de subyugar incluso al tradicional poder oligárquico. Puede alterar en un sentido autoritario la geografía del poder en Brasil. ¿No guarda esto una fuerte semejanza con los proyectos autoritarios de la cultura política populista de la década del treinta de los novecientos? Desde otra perspectiva, ¿no apunta el pombalismo virtual hacia el urstaat? Si hubiese una nueva geografía política, ¿el pombalismo virtual brasileño va a intentar restaurar la fuerza y la gloria de la psiquiatría y del dispositivo de poder disciplinario europeo en el campo de la cultura política brasileña? Sin duda, constituye la nueva forma de la cultura política brasileña del estado de policía internacional. Mientras tanto, necesita ganar las elecciones de 2002.
De momento, existen tres campos políticos en la disputa electoral: el campo oligárquico-liberal; el campo democrático; el campo del pombalismo virtual. La elección de 2002 seguirá una línea que será el resultado de choques cada vez más intensos, pesados y consistentes de estos tres campos. De momento, el pombalismo virtual está intentando hacer naufragar cualquier proyecto oligárquico independiente. Quiere subyugar y dirigir a las oligarquías en el proceso electoral. Su objetivo es enfrentar al campo democrático con el apoyo de las oligarquías y de las industrias de la comunicación. En esta empresa infeliz, el país va construyendo paulatinamente la soberanía de esta versión pombaliana virtual de un estado de policía en Brasil. Como ya ha sido apuntado, este Estado de policía no es un Estado nacional. Es una pieza de las redes internacionales de estados policiales. Indiscutiblemente, Fujimori y Menem son en América Latina los precursores de este estado de policía internacional. Ya en Brasil, el pombalismo virtual es la principal red de poder del estado de policía internacional. Este estalinismo político tiene su génesis en el Partido de los Intelectuales de la década de los ochenta de los novecientos. Tal partido fue una fuerza importante en la instalación de la Nueva República, el actual sistema político. En la década de los noventa, los intelectuales universitarios empezaron a existir como una multitud social en el aparato del estado brasileño. Poblaron el aparato del Estado de varios modos. Los más importantes son las redes de poder patrimonialista, notarialista, clánica o viannista, y familística o gilbertiana/*. Éstas son las formas del neotribalismo brasileño. Secundariamente, poblaron y pueblan el aparato del estado como grupúsculos, camarillas, capillas, sultanatos, etc. Éstas son las formas típicas de los grupos intelectuales de las clases medias y de la pequeña burguesía. El pombalismo virtual es una categoría política que está engendrada por la existencia de los intelectuales como masa social en el aparato del estado y en la cultura electrónica de las industrias de la comunicación. Esta categoría política señala, de momento, la diferencia específica de la política brasileña en relación a los otros países de América Latina. Sin embargo, la cosa aún depende para desarrollarse de la victoria del proyecto pombaliano virtual en las elecciones de 2002. Ahora todo va a depender de la producción social de deseo de la población en el campo político. ¿Está apuntando la línea del deseo de la población electoral hacia una coyuntura autoritaria? El pombalismo virtual, como categoría política, ¿es ya la producción social de una sociedad autoritaria? En vez de encaminarnos en la dirección de un Estado democrático, ¿se está formando una deseada sociedad autoritaria? Una sociedad autoritaria puede muy bien funcionar en un régimen político representativo del tipo pombaliano virtual. ¿Es éste el futuro de la vida brasileña? ¿Se trata de una invención radical del imaginario político brasileño? ¡El fantasma de Simão Bacamarte proyecta su sombra sobre la realidad brasileña!
Notas
1 Freud. Obras Completas, vol. XI, Cinco lições de psicanálise. RJ. Imago. 197:36
2 Foucault. História da sexualidade. Vontade de saber. RJ. Graal. 1990.
3 Sobre esto, ver: Foucault. Os anormais. SP. Martins Fontes. 2001
4 El Marqués de Pombal es la personalidad política portuguesa más notable del setecientos. Encarnó con maestría el modelo del príncipe iluminista.
* Weber define el "patrimonialismo", grosso modo, como la apropiación privada, personal, del espacio público. En cuanto al "notarialismo", es una categoría de la cultura política del Estado tradicional brasileño. Designa el poder político de la repartición pública, de las funciones vinculadas a los registros notariales, a las secretarías de justicia, a los registros públicos, etc. Por otro lado, el científico político Oliveira Vianna habla de una sociedad brasileña "clánica", de una sociedad que funciona por la lógica del tribalismo, mientras que el sociólogo Gilberto Freyre sustituye el concepto de patrimonialismo por la categoria empírico-existencial de "familismo".
Traducción del portugués: R. D.