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José Paulo Bandeira da Silveira

Capitalismo mundial, revolución mundial

5/1/02

 

 

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Título original: Capitalismo mundial, revoluçao mundial. Traducción del portugués: R.D.

En 2001, dos acontecimientos se unieron en relación al pasado y al imaginario marxista novecentista. El marxismo del siglo XX, ¿logró acercarse al 11 de septiembre en los EE.UU. y la revolución argentina de diciembre? ¿No admitieron una parte de los marxistas la interpretación del gobierno Bush sobre la autoría de los atentados al WTC y al Pentágono? ¿No predominó la idea de una confrontación entre Osama bin Laden y los EE.UU.? ¿No se refirió Robert Kurz a Laden como la última forma de lucha del tercer mundo? ¿Cree Robert Kurz que Laden es el autor de los atentados? R. K. es el líder de Krisis. Se trata de un grupo de marxistas alemanes dedicados a la crítica del viejo marxismo. Y aun así, no consiguieron entender el 11 de septiembre; tampoco fueron capaces de publicar, hasta el momento, algo decente sobre la revolución argentina. ¿Abolió Krisis el concepto de revolución marxista? Para ellos, la lucha de clases es un fenómeno funcional del capitalismo (1). Fue útil para desarrollar el capitalismo. Esta concepción abstracta de la lucha de clases marxista hace de Krisis un grupo de estudio marxista que tiene como objetivo demostrar que la ley del valor es el motor de la aniquilación del capitalismo. La sociedad de mercancías ya contiene en sí los gérmenes de su propia destrucción. Al abolir el concepto de praxis revolucionaria, la crítica al viejo marxismo lleva a Krisis al imaginario marxista dominante en los novecientos: el estalinismo. ¿No se trata en lo esencial de una nueva versión alemana del economicismo marxista novecentista? Ahora tenemos esta versión frankfurtiana del economicismo marxista. Tal versión tiene el coraje de decretar el fin de la lucha de clases en esta coyuntura internacional de agenciamiento de la lucha de clases entre Occidente y Oriente. No es ningún secreto que la guerra de los EE.UU. en Afganistán es el escenario de la lucha de clases del capitalismo occidental contra el capitalismo oriental. Se trata de una confrontación de intereses en el campo del capitalismo de la mercancía-energía: petróleo, gas, etc. La lucha de clases en el terreno del capitalismo es hoy uno de los principales fenómenos de este círculo de crisis capitalista. Sin embargo, el viejo marxismo y la crítica de Krisis no son capaces de aceptar tal realidad. Se olvidaron ya de las guerras capitalistas de los novecientos; olvidaron que las oligarquías financieras utilizaron a los Estados-nación en dos guerras mundiales. En la actualidad, las grandes redes capitalistas usan a los grandes Estados-nación y a las redes terroristas de derecha en Occidente y Oriente para llevar adelante la lucha de clases entre el capitalismo occidental y el capitalismo oriental. Tal panorama se puede ampliar con la entrada, en este escenario histórico, del capitalismo asiático. Sea como fuere, la ley del valor no es el motor de la destrucción del capitalismo. En la actual coyuntura mundial, la lucha de clases no puede ser ya usada para desarrollar al capitalismo mundial. Al contrario, el capitalismo mundial es el motor de la lucha de clases en el campo internacional. Ahora la lucha de clases se ha convertido en un fenómeno mundial. Ella sí es el motor del colapso del capitalismo mundial. Siendo así, el internacionalismo es el ámbito natural de los conflictos sociales. En la actualidad, por ejemplo, una defensa del nacionalismo capitalista es una de las formas de la lucha de clases mundial. Del mismo modo, la lucha entre el Occidente y el Oriente capitalistas, ¿no es la instalación de un amplio campo de luchas nacionalista? Veamos ahora el capitalismo latinoamericano.

En la segunda mitad de los novecientos, el capitalismo industrial neolatino vivió la internacionalización del capitalismo occidental. Tal fenómeno generó un campo de conflictos económicos, políticos e ideológicos de gran magnitud. En el campo ideológico, la subjetividad nacionalista fue casi destruida por la intervención de las industrias de la comunicación en la lucha de clases en el campo cultural. El agente de esta destrucción fue la lógica de la mercancía transmitida por las industrias de la comunicación; el contenido americanista de esta lógica de la mercancía es un factor importante, pero secundario, en el arrollamiento de la subjetividad nacionalista del capitalismo latinoamericano. En el campo político, el choque entre el capitalismo occidental y el capitalismo latinoamericano favoreció una coyuntura prolongada de dictaduras y regímenes autoritarios. En el campo económico, la teoría de la dependencia surge como la escritura política conciliatoria entre el capitalismo occidental y el capitalismo neolatino. El capitalismo dependiente-asociado instaló en América Latina el modo de producción burocrático del capitalismo internacional. Después de la transición hacia el capitalismo corporativo mundial, las luchas sociales pusieron fin a las dictaduras burocrático-capitalistas. Éstas ya no encontraban su lugar dentro de la nueva axiomática, la del capitalismo corporativo mundial.

En la nueva coyuntura, el capitalismo latinoamericano procuró insertarse en la globalización neoliberal. Al final de la década de los noventa, pocos países habían conseguido instalar las premisas del modo capitalista corporativo mundial. En el Cono Sur, Brasil y Argentina emergen como plataformas productivas del capitalismo mundial, a pesar de la crisis del capitalismo mexicano rescatado por el gobierno Clinton y del capitalismo de los Tigres Asiáticos. En 2001, llega la crisis catastrófica del capitalismo argentino. No obstante, tal crisis reveló a los agentes del capitalismo la revolución argentina. Se trata de una revolución que instala la ideología política como un fenómeno importante de la comunicación capitalista. Las industrias de la comunicación ocultan un fenómeno político que circula, con una cierta libertad, en internet. La multitud argentina no es un amasijo de pendencieros, de resentidos y de rebeldes sin causa. Tal es la imagen, por ejemplo, que la televisión brasileña transmite de la multitud argentina. Por el contrario, la multitud argentina es el ensayo de una nueva praxis revolucionaria. Se trata de una praxis que hace aflorar la Nueva Izquierda Mundial. Se trata de una izquierda que conjuga el comunismo y el anarquismo como fenómenos del modo de producción posmoderno de la realidad mundial. En esta nueva izquierda, sólo el anarco-marxismo del Manifiesto de Marx denominado Guerra Civil en Francia sobrevive al viejo marxismo de los ochocientos. En cuanto al marxismo novecentista, aparece como la ideología estatal del capitalismo asiático. Este capitalismo asiático es el fenómeno que sustenta la China Continental. La revolución argentina es la negación histórica del capitalismo asiático chino; y también lo inverso del 11 de septiembre americano; ella, finalmente, contiene la soberanía del nihilismo como fenómeno ideológico de las multitudes periféricas en el campo mundial de las redes de cultura política. En América, se esperaba que la historia mundial de otra globalización comenzase en Brasil. Hoy, la Argentina ya es aclamada como la vanguardia de la revolución mundial. Y por fin Lula y el PT no cargan ya con el peso de liderar la globalización no-capitalista de los pueblos y civilizaciones. ¡Que sean felices!

jpbs@terra.com.br

 

(1) Anselm Jappe. Presentación del libro de R. K. Os últimos combatentes. Editora Vozes, Brasil.

 

Buenos Aires, jornadas de diciembre. Foto: argentina.indymedia