Ciudadano José
Porto Alegre II: ¡qué lástima!
24/2/02
TEXTO FINAL MOVIMIENTOS SOCIALES PORTO ALEGRE
Resistencia contra el neoliberalismo, el militarismo y la guerra: por la paz y la justicia social.
Ante el continuo empeoramiento de las condiciones de existencia de los pueblos, nosotros, los movimientos sociales de todo el mundo, decenas de miles de personas, nos hemos reunido en el Segundo Foro Social Mundial en Porto Alegre contra el neoliberalismo y la guerra. Aquí estamos en gran número, a pesar de los intentos de romper nuestra solidaridad. Nos hemos reunido de nuevo para continuar nuestra lucha, ratificando los acuerdos del Foro anterior y reafirmando que "otro mundo es posible". Somos diversos -mujeres y hombres, jóvenes y adultos, campesinos- campesinas, pescadores-pescadoras, pobladores de la ciudad, los y las trabajadoras, desempleadas, estudiantes, profesionales, migrantes, pueblos indígenas y gente de todas las creencias, colores y orientaciones sexuales. La diversidad es nuestra fuerza y su expresión es la base de nuestra unidad. Somos un movimiento de solidaridad global, unido en nuestra determinación para luchar contra la concentración de la riqueza, la proliferación de la pobreza y la destrucción de nuestro planeta. Estamos construyendo un sistema alternativo y usamos caminos creativos para promoverlo. Estamos construyendo una alianza amplia a partir de nuestras luchas y la resistencias contra el sistema basado en el patriarcado, el racismo y la violencia, que privilegia los intereses del capital sobre las necesidades y las aspiraciones de los pueblos. Este sistema conlleva a un drama cotidiano, donde millones de mujeres, niños y ancianos mueren por hambre, falta de atención médica y enfermedades prevenibles. Familias enteras son obligadas a abandonar sus hogares a consecuencia de guerras, de los impactos provocados por la imposición de modelos de desarrollo modernizadores, la pérdida de sus tierras agrícolas, los desastres ambientales, el desempleo, el debilitamiento de los servicios públicos y la destrucción de la solidaridad comunitaria. Tanto en el Sur como en el Norte luchas combativas y resistencias reivindican la dignidad de la vida.
Los acontecimientos del 11 de septiembre marcaron un cambio dramático. Después de los ataques terroristas, que condenamos completamente, así como condenamos los demás ataques sobre población civil en otras partes del mundo, el Gobierno de los Estados Unidos y sus aliados promovieron una respuesta militar masiva. En nombre de la "guerra contra el terrorismo", se han vulnerado derechos civiles y políticos en todo el mundo. La guerra de Afganistán en la que se emplearon métodos terroristas, se está expandiendo a otros frentes. No es más que el inicio de una guerra global permanente que consolida la dominación del gobierno de los Estados Unidos y de sus aliados. Esta guerra revela la cara brutal e inaceptable del neoliberalismo. Se sataniza al Islam, al tiempo que se exacerba intencionadamente el racismo y la xenofobia. Y los medios de comunicación y la información que se vierte promueven un ambiente belicista, dividiendo al mundo en "buenos" y "malos". La oposición a la guerra es una parte constitutiva de nuestra lucha.
La situación de guerra continúa desestabilizando la región del Medio Oriente, dando pretextos para la represión contra el pueblo Palestino. Movilizarse solidariamente con la gente de Palestino y sus luchas por la autodeterminación de su pueblo frente a la brutal ocupación promovida por el Estado israelí es una de las tareas fundamentales del movimiento. Esto es vital para la seguridad colectiva de todos los pueblos en la región. Otros hechos confirman también la urgencia de nuestra lucha. En Argentina, la crisis financiera fruto del fracaso de la política de ajuste estructural del FMI, y una deuda creciente han generado una crisis social y política. Esta crisis provocó protestas espontáneas entre las clases trabajadoras y medias, contestada con represión que provocó muertes, cambios en el Gobierno y nuevas alianzas entre diferentes grupos sociales. Con la fuerza de los "cacerolazos", el pueblo exigió la satisfacción de sus demandas. La quiebra de la transnacional Enron ejemplifica la bancarrota de la economía de casino y la corrupción de empresarios y políticos, dejando a los y las trabajadoras sin empleo ni pensiones. Esta transnacional operaba con empresas fantasmas y fraudulentas en los países en desarrollo y sus proyectos expulsaron a pueblos enteros de sus tierras y promovieron la privatización de la electricidad y del agua.
El gobierno de los Estados Unidos, en su afán de proteger los intereses de sus grandes empresas, se negó con arrogancia a respetar los acuerdos de Kyoto sobre calentamiento global, los Tratados Antimisiles y Antibalísticos , la Convención sobre la Biodiversidad, la Conferencia de la ONU contra el racismo y la intolerancia, la propuesta de reducir las armas pequeñas y otros tratados internacionales que demuestran una vez más que el unilateralismo de los Estados unidos subvierte los esfuerzos de encontrar soluciones multilaterales a problemas globales. En Génova, el G-8 falló completamente en su tarea autoasignada de un gobierno global. Ante la resistencia y la masiva movilización popular, se respondió con violencia y represión, denunciando como criminales a quienes se atrevieron a protestar. No obstante, no han logrado amedrentar a nuestro movimiento. Y todo ello se da en un contexto de recesión mundial. El modelo económico neoliberal está destruyendo crecientemente los derechos y condiciones de vida de los pueblos. Empleando cualquier método para proteger el valor de sus acciones, las transnacionales realizan despidos masivos, reducen salarios y cierran empresas, exprimiendo la última gota de sangre de las y los trabajadores. Los gobiernos enfrentados a la crisis económica responden con privatizaciones, recorte de gastos sociales y reducción de derechos laborales. Esta recesión muestra la mentira del neoliberalismo y sus promesas de crecimiento y prosperidad. El movimiento global por la justicia social y solidaridad se enfrenta a enormes retos: su lucha por paz y los derechos sociales implica superar la pobreza, la discriminación, la dominación y obliga trabajar por una sociedad sustentable. Los movimientos sociales condenamos la militarización de la resolución de conflictos, la proliferación de guerras de baja intensidad, así como las operaciones militares planteadas en el Plan Colombia como parte de la iniciativa regional andina, el Plan Puebla Panamá, el tráfico de armas y el incremento de los gastos militares. Los bloqueos económicos contra pueblos y naciones, en particular contra Cuba pero también Irak y otros países y la creciente represión contra sindicalistas y activistas. Apoyamos la lucha sindical de las y los trabajadores formales e informales y a los sindicatos comprometidos en la lucha por la defensa de unas condiciones de dignas de trabajo y de vida, los derechos genuinos de organización, huelga, y el derecho a negociar contratos colectivos en los distintos niveles para lograr equidad en los sueldos y condiciones de trabajo entre mujeres y hombres. Rechazamos la esclavitud y la explotación de los niños. Apoyamos sus luchas en contra de la flexibilización, subcontratación y despidos, y demandamos nuevos derechos internacionales que regulen el empleo de las compañías transnacionales y sus empresas asociadas, en particular, el derecho de sindicalizarse y disponer de contratos colectivos de trabajo.
La política neoliberal nos empuja a una mayor pobreza e inseguridad. Pobreza e inseguridad que genera trafico y explotación de mujeres y niños, que condenamos enérgicamente y empuja millones de seres humanos a la emigración, viendo negadas su dignidad, libertad, derechos y legalidad, por lo que demandamos el derecho al libre movimiento, la integridad física y un estatus legal en los países de trabajo. Defendemos los derechos de los pueblos indígenas y el cumplimiento del Convenio. 169 de la OIT y su inclusión en las leyes de los respectivos países, así como su aplicación. Los países del Sur han pagado muchas veces su la deuda externa. Una deuda ilegítima, injusta y fraudulenta, que funciona como un instrumento de dominación privando a las personas de sus derechos humanos fundamentales y con la única meta de aumentar la usura internacional. Exigimos su cancelación incondicional, así como la reparación de las deudas históricas, sociales y ecológicas. Los países que exigen el pago de la deuda están implicados en la explotación de los recursos naturales y del conocimiento de los pueblos del Sur. Agua, tierra, alimentos, bosques, semillas, culturas y las identidades de los pueblos son patrimonio de la humanidad para la presente y las futuras generaciones. En este sentido, es fundamental preservar la biodiversidad. Los pueblos tienen el derecho a alimentos sanos y permanentes sin organismos genéticamente modificados. La soberanía alimentaria en el ámbito nacional, regional y local es un derecho humano básico y lograrlo es clave una reforma agraria democrática y garantizar el acceso de las campesinas y campesinos a la tierra.
La cumbre de Doha confirmó la ilegitimidad de la OMC. La supuesta "Agenda de Desarrollo", sólo defiende intereses transnacionales. Mediante una nueva Ronda de negociaciones, esta institución avanza en su objetivo de convertir todo en mercancía. Para nosotras y nosotros los alimentos, los servicios públicos, la agricultura, la salud, la educación y los genes no pueden ser patentados. Rechazamos cualquier tipo de comercio y patentes sobre la vida. La OMC perpetúa esta agenda, a nivel planetario, mediante tratados de libre comercio regional y acuerdos sobre inversiones. Mediante la organización de protestas, amplias manifestaciones y plebiscitos contra el ALCA, los pueblos denunciamos estos acuerdos como una recolonización de la región y la destrucción de los derechos y valores fundamentales sociales, económicos, culturales y ambientales. Llamamos a reforzar nuestra alianza mediante el impulso de movilizaciones y acciones comunes por la justicia social, el respeto de los derechos y libertades, la calidad de vida, la equidad, el respeto y la paz. Por ello, luchamos:
Por el derecho a conocer y criticar las decisiones que tomen sus propios gobiernos, sobre todo, con relación a instituciones internacionales y porque asuman la responsabilidad que tienen de rendir cuentas frente a sus pueblos. Mientras que reforzamos la democracia electoral en todo el mundo, enfatizamos la necesidad de democratizar los estados y las sociedades y la lucha contra las dictaduras.
Por la abolición de la deuda externa, exigiendo medidas reparadoras. Contra las actividades especulativas, exigiendo la creación de impuestos específicos, como la Tasa Tobin, sobre el capital especulativo y la supresión de los paraísos fiscales.
Por el derecho humano a la comunicación.
Por los derechos de las mujeres contra la violencia, la pobreza y la explotación Contra la guerra y el militarismo, contra las bases militares extranjeras y las intervenciones, así como la escalada sistemática de la violencia. Privilegiamos el diálogo, la negociación y la resolución no violenta de los conflictos.
Por una Europa democrática y social basada en las necesidades de los y las trabajadoras y de los pueblos, que incluya la necesidad de la solidaridad y cooperación con los pueblos del Este y del Sur Por el derecho de las y los jóvenes para acceder a la autonomía social y su derecho a una educación pública y gratuita y la abolición del servicio militar obligatorio.
Por la autodeterminación de los pueblos, y en especial de los pueblos indígenas Apoyaremos e impulsaremos la realización de Foros Sociales Continentales en el año 2002. Sólo la lucha de los pueblos puede lograr conquistas concretas.
Porto Alegre II: ¡qué lástima!
Introducción
Responderé al Manifiesto de Porto Alegre en solidaridad con los miles de ciudadanos del mundo que de buena fe asistieron o siguieron de una u otra manera al desarrollo de sus sesiones. Como un ciudadano más me sumo a la lista de los defraudados. Responderé, pues, apesadumbrado por esta nueva gran ocasión perdida.
No me siento ni representado ni identificado en ninguno de los postulados del Foro de Porto Alegre. Sus buenas intenciones no dejan de ser un alegato a la confusión. Es más, estoy convencido que si "otro mundo es posible", lo será si los ciudadanos somos capaces de apartar de nuestro camino obstáculos de esta índole.
Qué lástima que ustedes, los asistentes, no hubieran dedicado su tiempo, sus centenares de reuniones, conferencias y charlas a leer, analizar y discutir minuciosamente el discurso de clausura de Saramago ("Este mundo de la injusticia globalizada"). Qué lástima que ustedes no hayan entendido absolutamente nada de sus palabras. Qué lástima que ustedes no se hayan atrevido a arrinconar a sus santones antiliberales de las presidencias de este Foro y no hayan colocado en su lugar a autoridades de la humanidad y la sabiduría de Saramago. Qué lastima que ustedes hayan preferido a parlanchines políticos, ministros, alcaldes y catedráticos de no sé cuántas cosas, en vez de hombres de Ciencia y de Razón.
No ha sido así. Los políticos y las organizaciones políticas han conseguido "encauzar debidamente" (en el área de la lucha política) las inmensas ansias de libertad de cientos de miles de ciudadanos asistentes al Foro. Pero me consuela pensar que los ciudadanos del mundo que están realmente empujando contra la sociedad del Capital, probablemente ni asistieron al Foro ni oirán nunca hablar de él. Quizás alguno de estos nuevos santones antiliberales se toparán algún día con muchos de estos ciudadanos.
También me consuela pensar que miles de hombres y mujeres en todo el mundo están realizando un esfuerzo honesto para comprender con rigurosidad las raíces de los graves problemas que nos acucian. Algunos de ellos seguro que también estuvieron presentes en el Foro. Me consuela pensar que esta gran tarea colectiva dará sus frutos y encontraremos las respuestas y los caminos para que este "otro mundo posible" sea realmente posible. El tiempo apremia para que los vayamos encontrando.
El neoliberalismo
Los seres humanos hemos logrado comunicarnos y transmitir nuestros pensamientos por medio del lenguaje oral y escrito. Usamos miles de palabras y términos preestablecidos para entendernos. Llamamos cielo al cielo y agua al agua. En muy distintos idiomas o dialectos. También intentamos entendernos cuando hablamos de abstracciones como la paz o la libertad, o la bondad, o miles de pensamientos más que no pueden ser medidos, pesados o mesurados.
Es una lástima que ustedes no hayan utilizado en el Foro el lenguaje preciso y claro y hayan optado por el lenguaje de la confusión. La historia de los humanos ha sido un continuado combate entre el idealismo y el materialismo. Entre las explicaciones místicas y la comprensión científica.
Digo esto porque ustedes han encadenado al Foro a la más absoluta de las confusiones: ni el neoliberalismo es un sistema económico (dejando aparte lo que ustedes puedan entender como neoliberalismo) ni éste ni ningún otro sistema económico puede definirse en base a "el patriarcado, el racismo y la violencia" . Que yo sepa, un sistema económico se define por las relaciones de producción y de distribución de las riquezas que se establecen entre los miembros de una sociedad. Que yo sepa estas relaciones siempre han estado sustentadas en distintas formas de propiedad sobre los territorios, los recursos, los hombres, las máquinas, los conocimientos, etc.
El patriarcado, el racismo y la violencia también estuvieron presentes en las sociedades tribales, pero ni tan solo por esta realidad podemos entender la organización de los sistemas tribales.
Es una lástima que ustedes no hubieran aprovechado los miles y miles de trabajos de personas estudiosas que han intentado desvelar qué es y en qué se basa el sistema económico con el que la sociedad humana ha recorrido un largo camino de su historia. Es una lástima que ustedes no hubieran analizado mínimamente cuál ha sido su proceso y en qué momento de este proceso nos encontramos. Es una lástima que ustedes no hayan sido capaces de vislumbrar su caducidad como sistema y la imperiosa necesidad de superarlo.
Es una lástima que ustedes hayan omitido hablar del sistema capitalista.
No es un problema de la "forma" (la neoliberal). No es un problema de mala gestión o de malos gestores. No es un problema de corrupción o de fraudulencia.
Es un problema de inviabilidad. Su mundo no es posible.
Miren ustedes, pueden conseguir imponer todas las Tasas Tobin que quieran, pueden lograr suprimir todos los paraísos fiscales existentes, pueden abolir toda la deuda externa de los países pobres, pueden conseguir todas las medidas reparadoras que se les ocurra, pueden generalizar todas las democracias electoralistas que se puedan inventar. El problema seguirá el mismo.
Los ciudadanos hemos de decidir un nuevo modelo de progreso en función de las necesidades de los seres humanos, que sea generalizable y transmisible para las futuras generaciones. Un nuevo modelo de progreso basado no en el beneficio privado sino en el beneficio común. Esto no es posible si no recuperamos nuestro patrimonio común y lo ponemos al servicio de nuestros intereses comunes, fundamentalmente destinados a solucionar los problemas de primera categoría (alimentación, agua, curar nuestras enfermedades y educación) y al gozo de la vida.
Mantener la propiedad privada sobre este patrimonio común es completamente inviable si queremos caminar en otro sentido.
Lo que definen ustedes por sistema neoliberal o neoliberalismo es un invento que vacía absolutamente de contenido el estadio actual del desarrollo capitalista. El "laisser faire" para los poderes económicos frente a un Estado controlador ha sido siempre una gran farsa hasta en los mejores tiempos que ustedes llamarían liberales. El Estado siempre ha sido el instrumento del poder económico. Hoy ocurre que el poder económico plenamente multinacional ha creado sus instancias superiores.
Si de alguna manera podemos definir la forma que toma el capitalismo a partir de los finales del siglo XX es de imperial. De Imperio. Es el poder simplemente de la fuerza con el que se impone hasta el último rincón de la Tierra. Se han derrumbado ya todas las leyes económicas que lo sustentaron, el libre comercio, la libre competencia, el acceso al poder mediante la acumulación y la concentración de las riquezas, la expansión imperialista, etc. Hoy es el poder mantenido sólo por la fuerza.
Así fue, también, en la decadencia de todos los sistemas anteriores cuando fueron incapaces de ofrecer ninguna esperanza a sus pobladores. Es una lástima que ustedes crean que pueden corregirlo o humanizarlo.
Palestina
Es una lástima, también, que ustedes hayan tomado partido, de la manera que lo han hecho, por el pueblo palestino. Yo lo entiendo perfectamente: se han posicionado a favor de un pueblo que está siendo aniquilado brutalmente. Pero su viejo discurso es el cuento de nunca acabar. Es una lástima que ustedes no hubieran hecho un llamamiento a los hombres y mujeres israelitas y palestinos para que de una vez por todas se sublevaran en contra de sus respectivos gobiernos corruptos, criminales y terroristas, para que arrinconaran sus obsoletas tradiciones, para que guardaran en el desván de los recuerdos del pasado los textos sagrados, las biblias y los coranes, para que dejaran vacías las iglesias, los templos y las mezquitas, para que desoyeran a sus sacerdotes, para que optaran por la cooperación y no por las armas... Es una lástima que ustedes no hubieran dado un ápice de esperanza a los futuros hombres de aquellas tierras, niños y adolescentes palestinos e israelitas para que algún día pudieran dar por terminada la sinrazón y los odios de sus progenitores.
Es una lástima que ustedes no les recordaran a unos y a otros que su tierra ha sido tierra de millones de hombres y mujeres de muy diversas razas y credos, de cananeos, de filisteos, de fenicios, de romanos, de árabes, de bizantinos, de judíos, de palestinos... de docenas de razas, de tribus y de distintas familias emparentadas. Hoy mismo hay más de un millón de ciudadanos israelíes-palestinos. Que nos les recordaran a unos y a otros que el conflicto ha sido provocado y avivado por intereses ajenos absolutamente a la voluntad de los pobladores de estos territorios, por los intereses de las grandes potencias, por franceses, norteamericanos y británicos. Que no les recordaran a unos y a otros que el mismo Estado judío es fruto de uno de los mayores antisemitas europeos (el aristócrata británico Lord Balfour). Que no les recordaran a unos que Arafat es un terrorista y a los otros que Rabin fue también un terrorista (responsable de inmensas atrocidades en 1948) y que Sharon es un terrorista.
El derecho de autodeterminación de los pueblos es un discurso del pasado. Es el discurso que nos ha separado, dividido y enfrentado. Yo no sé los criterios que ustedes deberán proponer para separar, en dos estados-nación bien delimitados, a los pobladores de estas tierras: si es por la cuestión religiosa deberían proponer más de dos estados, pero si lo es por la fisiología de sus narices, por el atuendo que cubre sus cabezas, por la estirpe de sus familias, por sus costumbres y tradiciones o por la tez de sus cuerpos, deberían proponer muchos más. Muchos más para que pudieran seguir peleándose por las tierras, por los manantiales, por los olivos o por las piedras de sus templos... No sé tampoco en dónde ustedes ubicarían a los sirio-palestinos o a los jordano-palestinos o a los libaneses-palestinos o a los israelitas-palestinos.
En la Europa central tienen ustedes un problema parecido con los ciudadanos húngaros que viven en Austria, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría, Croacia, Yugoslavia, Rumania, Ucrania...
La constitución de las naciones, de los Estados nacionales, fue una necesidad del pasado. Esto ya lo hicimos. Esto es lo que aún en los años sesenta exigíamos... "cuando los tontos de la tierra nos desgañitábamos pidiendo la independencia para los países subdesarrollados. ¡Cómo no íbamos a conseguir lo que deseaban los imperios!" (Eduardo Haro Tecglen).
Esto ya lo hicimos hasta sus últimas consecuencias: convertir a todos estos Estados-nación en grandes o pequeñas provincias de un nuevo Imperio.
Nuestras respuestas deben ser otras. Nos urge empezar a hablar de Humanidad y de la Patria Tierra para vislumbrar realmente la posibilidad de que otro mundo sea posible.
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