Pimienta negra, 25 de noviembre de 2002

 
 
Discusión
Acerca de la teoría crítica de Krisis
El capitalismo pone al orden del día la emancipación social del proletariado
y de todo el género humano.
 
Comunistes de Catalunya
vallseca@arrakis.es

Estamos muy de acuerdo con la teoría crítica radical de Robert Kurz (grupo Krisis, www.krisis.org). Era absolutamente necesario ese ajuste de cuentas con el pasado. Sin él no es posible dar un solo paso adelante. Esa crítica da respuesta a las grandes preguntas que se hace el movimiento obrero desde hace ya muchos años. Pero también es cierto que esa crítica plantea nuevos interrogantes e inquietudes tanto en la teoría como en la práctica. Y esta no es una critica que hagamos a la crítica de Kurz. Al contrario, es una prueba de que esa crítica está en el buen camino y de que no se trata de una crítica dogmática. Pero esto no excluye que se puedan adoptar actitudes dogmáticas ante esa crítica elevándola a una categoría absoluta y por tanto cerrada.

A modo de ejemplo expondremos aquí algunos de esos interrogantes. Kurz asegura que el desarrollo del capitalismo ha llegado a su límite histórico. Pudiera ser y nosotros lo hemos creído también desde hace algunos años. Pero la pregunta que nos hacemos hoy día, y sobre todo desde el autoatentado del 11 de septiembre —obra de la fracción dominante del imperialismo yanqui—, es si estamos presenciando el final del capitalismo o si lo que estamos viendo es como será el final del capitalismo. Más en concreto: teniendo en cuenta la acertada observación de Marx de que "ninguna formación social desaparece hasta haber desarrollado todas las fuerzas productivas de las que es capaz", surge una realidad que podemos estudiar en dos ejemplos concretos y esclarecedores: Argelia y Colombia. Por la vía militar terrorista, la gran burguesía de esos países ayudada en ambos casos por el imperialismo yanqui y en el de Argelia por el francés y otros como Italia, España, Alemania... están haciendo lo mismo que el general Franco hizo con una España de capitalismo atrasado. Acumulación capitalista por la vía prusiana en el campo, arrojando a los suburbios de las grandes ciudades a las grandes masas campesinas de las zonas más ricas y preparando las condiciones para su desarrollo capitalista "posmoderno", es decir, en las mejores condiciones de explotación de la fuerza de trabajo por parte de las transnacionales. Claro que dos países no van a cambiar la suerte final del capitalismo. Además se nos dirá que en ambos casos hay la prioridad del petróleo como en el caso de la guerra contra Irak. ¿Sólo dos países? ¿Y si el petróleo que impregna el 11 de septiembre, Afganistán, Irak, Argelia, Colombia... nos está escondiendo otro objetivo más ambicioso?

Hay un dato que no podemos eludir: 6.000 millones de parias de la tierra son potencialmente una fuerza de trabajo enorme. Y como tal no ha sido desarrollada por el capitalismo. Estamos convencidos de que a los equipos de analistas del capitalismo, que trabajan en la sombra y el silencio para sus gobiernos e instituciones internacionales respectivas, no se les escapa el problema del fin del capitalismo. ¿No sería posible que el autoatentado del 11 de septiembre, además del petróleo y otros objetivos ya mencionados en muchos análisis, encerrara un cálculo frío para poner, por la vía militar y bajo la hegemonía del imperialismo yanqui no compartida con nadie, un plan de desarrollo "posmoderno" del modo de producción y reproducción capitalista con desigual desarrollo y por tanto con desiguales condiciones en los países subdesarrollados y en vías de desarrollo, saltando de un lugar a otro e implantando una precariedad capitalista muy parecida a la precariedad del trabajo que ya está implantada en todo el mundo? En este caso los objetivos yanquis del petróleo, de asegurar su hegemonía y de guerra indefinida contra "el terrorismo" estarían al servicio de un plan más ambicioso que intentaría asegurar por un tiempo mayor la prolongación del modo de producción capitalista asegurándose lo mejor para el imperio y haciendo tabla rasa de los demás cuando los intereses imperiales así lo exijan.

Más en concreto. Ahí está Argentina desahuciada. ¿Eso es definitivo? Si la revolución no lo impide, Argentina volverá o mejor dicho entrará en esa etapa "posmoderna" del capitalismo precario. Argentina es víctima de la crisis general del capitalismo, pero los gringos y el FMI, que es lo mismo, están castigándola en particular por la rebeldía y combatividad de sus masas trabajadoras y, hasta cierto punto, por la demagogia populista del peronismo, pero su ideología camaleónica podría adoptarse a las necesidades de ese capitalismo "posmoderno" dirigido y controlado directamente por los gringos. Lo mismo que necesitan una Europa dividida y en crisis económica permanente. O una China y una Rusia en el punto de mira de sus ojivas nucleares. Lo mismo que la lucha contra los regímenes islamistas es una prioridad porque al ser el Islam un todo que incluye concepción de la vida, relaciones sociales etc., es un obstáculo para ese desarrollo "posmoderno" del capitalismo que sobrepasa con creces en crueldad y crímenes la etapa de la acumulación primitiva del capital. Queda la cuestión de si ese plan gringo de extensión del sistema de producción, hoy en retraso mortal para el capitalismo con respecto al desarrollo de la productividad con las técnicas más modernas, es factible o no. Pero esta carrera contra reloj ya ha empezado.

Esta cuestión nos lleva de la mano a otro problema que plantea la teoría crítica de Kurz: el paso de esa teoría a la práctica y también qué ha querido decir Kurz con el llamamiento que hace al proletariado: "proletarios de todo el mundo acabad con esta situación". Kurz es parco y prudente a la hora de abordar el tipo de práctica que se desprende de la teoría crítica que expone. En cuanto al objetivo fundamental, Kurz hace una generalización final: "la emancipación social del género humano". Este planteamiento es de una gran imprecisión, aunque como objetivo final sea totalmente justo. Esa imprecisión queda de relieve si tenemos en cuenta los dos principios sobre los que fundamenta el avance hacia ese objetivo: la autonomía de los colectivos de base y la autogestión de los mismos. Si a esto unimos el llamamiento al proletariado mundial para que ponga fin al capitalismo en su crisis final, nos queda un cuadro de orientación un poco abstracto y prendido con alfileres. Cualquier viejo luchador ha conocido o ha tenido una larga experiencia de la autogestión y la autonomía de colectivos o colectividades. El hecho de que a estas formulaciones de asociación y funcionamiento se les adhiera el "poner fin al fetichismo de la mercancía y el dinero" creemos que no cambia en nada la percepción que tenemos de esas experiencias.

Hacemos estas observaciones críticas porque sus autores plantean la estrategia autonomista y autogestionaria ya desde ahora y por tanto en el actual contexto de dominio mundial del capitalismo. Estamos seguros de que los grupos Krisis que surgen en la práctica conocen el fracaso de experiencias anteriores. Es más, Kurz hace referencia en ese sentido a la experiencia libertaria en España y más concretamente en Catalunya. Entonces lo que hay de nuevo en este sentido en el planteamiento kurziano es el empezar ya a poner fin al fetichismo de la mercancía y el dinero en la medida en que se crean esos colectivos o se explican esas ideas a colectivos ya existentes. Y eso nos conducirá a la emancipación del género humano siempre que el proletariado mundial decida acabar con el capitalismo. ¿Cómo pone fin el proletariado mundial al capitalismo y a su poder omnímodo? La experiencia histórica nos prueba que esa tarea no será fácil ni de corta duración, aunque el movimiento anticapitalista encargado de acabar con el fetichismo de la mercancía y el dinero haya ganado algunos espacios de libertad para su autonomía y autogestión en el interior del capitalismo.

Seamos realistas: el antifetichismo capitalista, la autonomía y la autogestión por sí solas no harán avanzar un ápice hacia su emancipación social a esos miles de millones de proletarios en situación precaria o en paro ni a los parias expropiados, aplastados y marginados por el capital imperialista. La emancipación de los trabajadores debe ser la obra de ellos mismos, repetía Marx. La violación de este principio por parte del movimiento comunista ha sido constante y ha conducido al proletariado de derrota en derrota. Y esa derrota ha sido también la de todos los oprimidos, explotados y marginados.

Y ese planteamiento marxista nos lleva al nudo de la cuestión: sin conciencia de clase, sin la autodeterminación emancipadora del proletariado, el capitalismo puede prolongar su vida agónica. No olvidemos que son precisamente la conciencia y la posición de clase del proletariado las que han sido sistemáticamente reprimidas y ahogadas por los partidos comunistas. Son innombrables las luchas que importantes destacamentos del proletariado han llevado a cabo con posiciones anticapitalistas consecuentes, a pesar del control sindical y político de sus falsos representantes. Quien haya vivido y luchado en el seno de la clase obrera conoce muchos ejemplos de lo que decimos y no sólo de antes del año 70 sino de ahora mismo, a pesar de la precariedad en el puesto de trabajo que hace más difícil la autoasociación obrera y su lucha anticapitalista. No es posible imaginar la emancipación del género humano sin el protagonismo del proletariado y sin la fuerza liberadora de su autoemancipación social.

Ahora que tenemos un punto de partida sólido con la teoría crítica desarrollada por Kurz no vayamos a arrojar el niño con las aguas por el sumidero. Si se reconoce al proletariado mundial con fuerza para acabar con el caos capitalista, hay que ser consecuente hasta el final. La teoría crítica será un arma formidable en manos del proletariado, a pesar de las lagunas que tiene junto con algún error rectificable. Einstein decía que si un problema no tiene solución es porque está mal planteado o, podemos decir, porque tiene algunas lagunas y necesita una cierta rectificación. La aceleración de la historia, que no ha hecho más que empezar, no nos permitirá cometer errores gruesos en la orientación teórica y práctica de este gran movimiento emancipador de la humanidad que tendrá como protagonista fundamental al proletariado mundial a la cabeza de todos los parias de la tierra o no habrá tal movimiento. Posiblemente esta será la última oportunidad histórica. Al menos debemos actuar pensando en esa posibilidad para transformarla en la aurora de la humanidad.

No creemos que estas observaciones que hacemos en este escrito sean precipitadas, ya que habíamos llegado en gran parte a las mismas conclusiones de Robert Kurz, sólo que por la vía de la práctica en el seno del movimiento obrero y del análisis de las más importantes experiencias de dicho movimiento, pero sin una teoría crítica global. Consideramos que es una tarea urgente y fundamental llevar la teoría crítica kurziana al proletariado y a las más amplias masas trabajadoras porque también el campo anticapitalista está enfrentado a una carrera contra reloj. Y, además, nadie está en mejores condiciones objetivas para hacer suya esa teoría crítica que el proletariado que ha sufrido las mayores derrotas frente al capitalismo y que ahora, en la etapa aceleradamente descendente del mismo, es degradado como ser humano a extremos inimaginables. El propio capitalismo acaba de anunciar por boca del Sr. Navarro, jefe de personal de la emblemática fábrica de automóviles SEAT-Volswagen de Martorell (Barcelona) que "hay que sustituir la 'cuenta salarial' por la 'cuenta horaria' para facilitar cambios en el número de horas de trabajo y en el salario en función de las necesidades de producción y de la evolución de las ventas de las empresas" (La Vanguardia 11-10-02). Es el fin del trabajo asalariado tal y como se había conocido hasta ahora en la gran industria; ni hay semana laboral de 40 horas ni hay un trabajo fijo. La flexibilidad y la precariedad hasta sus últimas consecuencias.

Al proletariado sólo le queda una salida: ya que el capitalismo ha abolido el trabajo asalariado, al proletariado le corresponde unir sus fuerzas y sus luchas para abolir el sistema capitalista y demoler todos sus soportes, estructuras, superestructuras, relaciones y categorías económicas con todos sus fetiches y apéndices políticos. "Del pasado hay que hacer añicos", como dice el canto de "La Internacional". El mismo capitalismo ha puesto al orden del día la emancipación social del proletariado y con ella la de todo el género humano. Y en esta larga y compleja lucha para acabar con el capitalismo habría que ir ensayando las formas embrionarias socio-económicas de la futura sociedad liberada del capitalismo y demás lacras históricas. El futuro no se improvisa... y el camino se hace al andar. El movimiento asambleario obrero y popular que se ha independizado de los sindicatos, partidos y terceras vías, por ejemplo, es ya una adquisición anticapitalista de valor actual y futuro. Sin olvidar que Internet en la comunicación o el hidrógeno como energía limpia, inagotable y fácil de producir a niveles muy locales, son ya elementos incómodos, sospechosos o contraproducentes para el sistema capitalista y en cambio serán formidables palancas para una humanidad liberada de toda opresión y explotación.


11 de octubre de 2002