Cuaderno Carmín
Por la vida (carta abierta)
15/1/03
Editorial de Cuaderno Carmín de Poesía
Nº 18; Buenos Aires, diciembre de 2002.
El
hecho de que sea posible encontrar más gente en los basurales que
en cualquier restaurante de la ciudad, en búsqueda de comida, y,
por otra parte, las evidencias de desintegración y abandono de
los sistemas de salud, hablan por sí de la irrealidad pavorosa
de este país desguazado hasta la atrocidad sin límite.
De la
tortura y el exterminio de personas, en el marco de un pueblo ya aterrorizado,
hasta el soborno más grosero y la manipulación informativa
de los medios de comunicación, todo ha sido válido para
el despojamiento, ya de la posibilidad de subsistencia en los términos
más elementales.
En el
plano cultural, donde se gesta la idea, el diálogo de proyección
social, el encuentro, desde aquellos años fatídicos del
Plan Cóndor, las políticas oficiales en uno u otro caso
forzaron siempre un silenciamiento metódico para el resquebrajamiento
de todo tramado de pensamiento y observación.
Pero resultaron las filosofías y la propia voracidad de las corporaciones multinacionales y el correlato a pie juntillas de las políticas económicas y culturales, los que fueron estableciendo, ya en el periodo llamado "democrático", los pisos y techos para el ordenamiento de un discurso tan desnaturalizante y bestial como hegemónico.
Si bien las jornadas del 19 y 20 de diciembre significan un hito en la historia del país, como una acción popular contra el hambre, el vaciamiento y la corrupción política, no por ello el aparato sistémico enajenador dejó de reafirmar su presencia y su extensión procaz, aun en los ámbitos culturales y educativos.
Pero
esas jornadas y sus instancias y ecos expansivos, que fueron señalando
estos meses una medida de recuperación del diálogo social,
afirman un antes y un después en torno del discurso único
y el arrasamiento único, para dejar al desnudo un horizonte humano
de laceración y ruina.
Un tiempo cultural y social parece estar anunciándose en medio de la barbarie de signo neocolonial, desde todo un movimiento basal, inclusive desde algunas producciones humanísticas y poéticas, que propician de hecho, con nuevos modos, nuevas miradas, la necesidad más íntima del fin de lo asfixiante y de lo absurdo.
CUADERNO CARMÍN