Quería dedicar mis primeras palabras, mi saludo, a los trabajadores de la textil Brukman, que ayer fueron represivamente desalojados de su lugar de trabajo, y poco después reconquistaron para su lucha por el pan, inclusive yo diría para una posibilidad de justicia para todos nosotros, su sitio de labor.

También, que mis primeras palabras sean para las comunidades wichi y mapuche, que hoy quieren ser desalojadas del lugar que les correspondió siempre a sus ancestros milenarios, y en favor de las corporaciones multinacionales.

Yo vine a este encuentro con muchas expectativas, dados los poetas que Pablo convocó; expectativas que giran alrededor de la idea de en qué medida en el ámbito poético estamos provistos para enfrentar esta realidad tan pavorosa, y afirmar ya no sólo un concepto literario, un concepto de las formas, sino una humanidad, como nos corresponde.

Así, celebro que este encuentro se realice en Bollini, donde muchos de nosotros tenemos grandes recuerdos de momentos compartidos, y no en ninguna institución cultural oficial, con sus aviadores de turno y sus paracaidistas de guardia; también, que este encuentro, estas jornadas, no cuenten, ni lejanamente, con el auspicio de ninguna fundación ni ningún centro relacionado a las multinacionales y corporaciones con negocios en nuestro país.

Acerca del título de la convocatoria, "La poesía argentina en la crisis", yo no sé si estamos en realidad viviendo una crisis; más bien me inclino a pensar, por lo que dicen mis vivencias, que estamos sufriendo los resultados de un desguazamiento sistemático profundo al que se sometió al país desde la Triple A propiciada por el Ministerio de Bienestar Social del tercer gobierno peronista hasta la fecha. Yo no puedo sentir que estemos viviendo una crisis; me parece que el discurso de crisis se corresponde otra vez con el argumento de la clase política.

De un país aterrorizado y silencioso durante los años del Proceso hemos pasado, a través de la manipulación política y la opresión, al silencio por el temor a la exclusión. Muy duros son, fueron, estos 25 años, donde el desguazamiento ha sido también, la pulverización ha sido también, de los sitios donde solíamos apoyarnos.

En el plano cultural hubo una política funcional a los resultados filosóficos y económicos, y a su continuación, del llamado Plan Cóndor. Son tan representativos los discursos de Lopérfido, de Carlos Menem y de la represión del presidente De la Rúa de una misma forma; todos manifiestan, por arriba o por debajo, las "relaciones carnales" así como las definió un canciller argentino.

A partir del 20 de diciembre, siento que en buena parte todo fue distinto, porque las gentes recuperaron el derecho a expresarse, y la valoración de la palabra, de la situación calamitosa en que había caído, está muy lentamente resurgiendo. Ese correlato lento tiene su expresión también en la poesía, que pasó del cultivo de las formas vacías o vaciadas a este diálogo, que en numerosos poetas se va intensificando.

Creo que en lo dado desde el 20 de diciembre para aquí, nos estamos reconstituyendo; en primer lugar, dentro de nuestras propias cabezas; en segundo lugar, en los diálogos ciertos que establecemos con nuestros compañeros y vecinos.

Estamos a muy pocas horas del cumplimiento de los diez años de la muerte del poeta Néstor Perlongher, quien en los años '80, que por lo general son considerados como los años light o livianos o donde se fueron afirmando las destrucciones, nos dijo que la gravedad de lo que nos estaba aconteciendo no era ni más ni menos que una constante en la historia.

El neobarroquismo o neobarrosismo, como lo llamó este poeta, por momentos siento que es la imagen de la fragmentación de todos nosotros, de toda nuestra vida y nuestra historia, inclusive de cada uno de nuestros pensamientos cuando no alcanzan a configurarse.

Creo que este desguazamiento, que ha significado también una desnaturalización y un corrimiento de lugar de todas las cosas, nos está llevando, acaso sin que lo vayamos notando del todo, a una revalorización de la instancia poética, que es la instancia de nuestra humanidad histórica con nuestro pecho al descubierto. Qué es un poeta si no un reafirmador de la vida, un reafirmador del hombre y un reafirmador de todo aquello que en la humanidad no debe morir porque es lo necesario, lo vital.

Por eso saludo a este encuentro, saludo a esa instancia de crecimiento, que sin soslayar las formas, nos va haciendo nuevamente reaprender que la poesía es igual a la voz más profunda del hombre ante sí mismo y ante el universo.

Las escuelas, los estilos, el compromiso, la libertad, la contracultura

En un momento del encuentro, ya con la participación del público, cuando se estaba dialogando acerca de escuelas, estilos, compromiso, libertad, contracultura, Eduardo Dalter expuso lo que sigue.

La poesía es muy anterior a la literatura y al concepto literario; inclusive, la poesía es anterior a la escritura; y yo creo que la poesía hasta es anterior a la palabra. En algún momento, algún hombre arriba de un árbol tuvo un destello, una vibración en el corazón, y habrá gritado, mirando hacia arriba o mirando hacia abajo. Tal vez la poesía tiene sus comienzos, día más o día menos, cuando un primer hombre tuvo por primera vez sed. Yo ubico así a la poesía, en ese grito o en ese susurro del hombre ante la grandeza como gran interrogante de la vida y como gran interrogante de la muerte.

Creo que las bases de las verdaderas coordenadas, a no perderse en el poeta, están en no olvidarnos nunca de aquel hombre arriba del árbol, antes de que se creara la escritura y antes de que se crearan las palabras, que se asombró ante una estrella. Podemos desprendernos de cualquier otra cosa, pero no de esa magia, de ese interrogante, y del sentido de tribu. Qué es un poeta, potencialmente, para hallarse en su veta y ante su verdadera significación, si no la voz de una tribu. ¿No lo fue Vallejo?, ¿no lo sigue siendo Vallejo de los indios subdesarrollados que somos nosotros? Digo indios, claro, con el mayor orgullo.

Acerca del contradiscurso, acerca de la contracultura, que se habló hace un momento, si yo hablo de contradiscurso le estoy dando el lugar de discurso, el lugar de eje, a una cultura mentirosa, y yo pasaría a establecer la coordenada del contradiscurso; o sea, automáticamente, lo estoy validando. Si yo digo contracultura, le estoy dando a la cultura chicle, a la cultura del arrasamiento y de la infelicidad de la humanidad, que es gestada en verdaderos laboratorios, el lugar de cultura. ¿Nosotros no andamos acaso por estas calles?; ¿no tenemos los dolores, los problemas que tiene la gente? Yo no puedo pensar que lo que estoy haciendo es contradiscurso, es contracultura, es contrapoesía; porque, a la hora de comer, yo como o no como comida, no contracomida.

En el congreso que se hizo en la Universidad, precisamente los jóvenes se encontraban ante esta cuestión, de levantar la idea de contracultura; como resultado, que fue por cierto bastante favorable, algunos grupos que se denominaban de contracultura decidieron finalmente quitarse la denominación.

Nosotros somos los que hacemos la poesía; la gente que está en las calles es la que hace la poesía, que con un gesto nos está dictando las letras que nosotros después escribimos. Nada de contra; la contra verdadera, contra el hombre y contra la vida, es esta cultura nefasta.

Que desde la poesía, con el lenguaje... Un lenguaje, en la cuestión genuina, qué es si no la forma de respirar y la impresión digital más íntima, que un poeta adueñado de su propia voz manifiesta. ¿Qué es el lenguaje de Vallejo?, por ejemplo; ¿una forma de uso del hipérbaton?, ¿una forma de uso de la sintaxis?; no. El lenguaje de Vallejo es el corazón mismo de Vallejo; el lenguaje de Vallejo es la respiración misma de Vallejo. Si no hubiera sido así, no nos habría llegado tan íntimamente. Nos habló desde el alma con su discurso y su lenguaje, que es también la cara de su alma.

PORTADA


 

 

EN CARNE VIVA

Palabras de Eduardo Dalter en la jornadas de debate "La poesía argentina en la crisis", coordinadas por Pablo Montanaro (Café literario Bollini, Buenos Aires, 25 de noviembre de 2002).

16.12.02