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La dictadura duradera de la "Libertad"

 

14/11/ 2001

 

 

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"Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miseria a nombre de la libertad."

Simón Bolívar (1783-1830).

 

Bolívar no sabía lo que se venía. Menos de doscientos años después de su muerte, la plaga ya hace rato que se está extendiendo por todo el mundo y no sólo en aquellos imposibles "Estados Unidos de Sudamérica" (que no incluirían a los Estados Unidos de "América", por supuesto) con los que soñó. Con la novedad, ahora, del más bestial de los terrorismos que se consuma bajo el pretexto de luchar contra los "terroristas", concepto este último casi tan amplio como el del Ser, que incluye a todos... menos, claro, a los propios Estados que nos aterrorizan y planean día a día aterrorizarnos un poquito mejor. Una vuelta de tuerca más y acabarán metiéndonos en la Máquina del Tiempo, con destino final a la Inquisición. ¿O a Auschwitz?

No deja de ser infinitamente (ya que estamos) curioso que la perversidad de los medios de formación de masas de aquí y de allá esté llegando tan lejos en su presuposición general de la estupidez de la gente. Así, por ejemplo, a estos "medios" no se les mueve un pelo cuando cotorrean sin parar de cosas tan insignes como la llamada Operación "Libertad Duradera" (y en verdad que el invento duele como una operación en el quirófano, aunque a lo que más se parece sin ninguna duda es a un sacrificio en el altar) e informarnos al mismo tiempo de que por esta "libertad" habrá que "recortar" necesariamente "las libertades" de los seres corrientes, nosotros.

¿Les suena la cantinela del loro? Antes se decía que para defender la democracia había que acabar justamente con la democracia, de donde nos cayeron todas las leyes de "Defensa de la Democracia" que en el mundo hubo y habrá. También se viene diciendo machaconamente, desde tiempos mucho más recientes, que para salvar el empleo hay que acabar justamente con el empleo. Ahora el precio que hay que pagar por la "libertad duradera" es ni más ni menos que la falta de libertad (o, como dicen ingeniosamente, el "recorte de las libertades", así, en plural, algo que entre los de la rubia Albión, que ya han puesto manos a la obra, habría que llamar con infinita justicia "el Recorte Inglés").

Todo esto, como las Grandes Obras con que nos obsequian cotidianamente (y que no son otra cosa que los Grandes Agujeros que de un tiempo a esta parte vienen sembrando incansablemente en las grandes y pequeñas ciudades del mundo, nuestras Grandes Sobras del cartelito ese: "Estamos trabajando por su bienestar, disculpen las molestias" -firmado: Sobras)-, todo esto, decimos, forma parte de los geniales artilugios del lenguaje de las agencias gubernamentales y privadas de relaciones públicas, que hacen pasar como si nada tales fuegos de artificio porque previamente han construido el artilugio lingüístico básico que hace que la gente trague: el del "Futuro" (palabreja con letra inicial mayúscula no explícita, pero implícitamente presente entre los signos de admiración, tampoco manifiestos, donde la emplazan los escribas de los discursos presidenciales, ministeriales y secretariales de cualquier Estado que se precie), lugar misterioso del Tiempo, este Futuro, en el que aparte de estar todos muertos tendremos un buen trabajo remunerado (en lugar de no trabajar, ¡vaya!), gozaremos de la democracia perfecta -tan duradera e infinita como ese mismo trabajo en beneficio del Capital y su infinita acumulación- y de la libertad que, por haber alcanzado entonces el sutil estado de la perfección, más que duradera será eterna, como cualquier dios. Recuerden: cuando estemos todos muertos.

UNA O DOS MANCHAS MENOS, ¿QUÉ LE HACEN AL TIGRE?

Tiene su picardía, por otro lado, esa frasecita con resonancias publicitarias que dice "recorte de las libertades"-como si las libertades fueran un montón y se las comprara y vendiera al peso- en lugar de decir lisa y llanamente la verdad, esto es, que lo de la "Libertad Duradera" se está cargando ya la Libertad a secas, que no se compra ni se vende, y que además es absolutamente una sola: la Libertad. Fíjese usted como suena lo del recorte: "Señora, ¿le recorto a usted estas grasas?", le preguntó un buen día el carnicero a mi vecina, "total, para que las quiere, si además son puro colesterol". "Corte sin miedo, buen hombre", respondió la señora, "que la carne es lo esencial".

Exactamente, como si de cortar chuletas se tratara: en este caso, lo que se "recorta" no se corta, no se suprime de cuajo, no se hace desaparecer. Queda la carne, menos lo que la rodea. ¿Pero qué rodea exactamente a la Libertad? Si hay que recortarle algo (más allá del necesario recorte que supone coger a un niño de la mano para que no cruce libremente la calle y lo atropelle un auto), la Libertad se cortó, se suprimió, se la hizo desaparecer. Ningún ser humano adulto, por ejemplo, puede afirmar: "Soy libre para todo, menos para decir lo que pienso, o para ser amparado por un juez", cosa esta última que viene muy a cuento en estos momentos en la rubia Albión, donde se ha tronchado de un certero cuchillazo en el hígado la secular institución del habeas corpus. Ese ser humano, por el contrario, será cualquier cosa que crea que es, menos un ser humano libre. La Libertad, o es todo o no es nada: no es una chuleta, ni un retazo, ni una falda, ni una lámina. Así que ya podemos ir manifestándonos ante el "Recorte Inglés" (sus embajadas), que pronto, como cualquier multinacional del Dinero o del Terror, y frecuentemente de ambas cosas juntas, abrirá nuevas y floreciente sucursales en la cada vez más aterrorizada -por los Estados- aldehuela global.

Y de paso ayúdeme usted, señora, a recortar a estos Estados en el mismo sentido en que nos quieren recortar a usted y a mí, o sea, silenciándonos, metiéndonos miedo o, si el miedo no funciona, metiéndonos presos a usted y a mí en sus cárceles de la Libertad (como sucede actualmente en el Reino Libre de Septentrión, con sus dos millones de presidiarios y trabajadores forzados gracias al Libre Régimen de Privatización de las Cárceles, convertidas en nuevas oportunidades de negocio para los reciclados traficantes de esclavos).

Pero además, ¿es que no estábamos ya suficientemente "recortados"? Desde que el hombre es hombre, jamás hubo Libertad. ¡Qué "libertad" tan miserable incluso esta de ahora mismo que nos quieren "recortar", comparada con la que plantearon los grandes filósofos de la Ilustración y sus sucesores, la única posible: la del género humano que, como un todo armónico, toma en sus manos las condiciones materiales e intelectuales en las que hace su historia! Esta es la Libertad, la otra la del Hombre de Neardenthal o la del Hombre de Marlboro, que da lo mismo: la de comprar en El Corte Inglés, el complemento lógico del "recorte de las libertades" que hoy pretende dejarnos sólo con eso -esta "libertad"- y convencernos, así y todo, de que somos "esencialmente" libres (aunque con algún que otro "descuento" de temporada) y miembros privilegiados de la más avanzada de las civilizaciones, en lucha, naturalmente, contra la Barbarie desatada aquí desde allá, en los arrabales del mundo.

Pero para bárbaros, nosotros los primeros, por terroristas y mentirosos. Infinita y duraderamente tanto una cosa como la otra: el Terror para afuera y las mentiras para dentro, para los que habitamos -en paz con nuestras conciencias y en paz con nuestros más pavorosos enemigos- en el corazón mismo del Horror normalizado de todos los días. Este Horror propio, al que amenaza, según nos cuentan, el Terror de los Otros.

Gracias al Señor: "recortados" (como los salarios), pero libres. Como la propia vida que nos recortan una y otra vez en Libertlandia, para poder seguir disfrutando de la libertad duradera, infinita... y siempre futura, por supuesto. No se te ocurra reclamarla hoy: irías a la cárcel por terrorista.

 

 

Apéndice

Las dur(adera)s luchas por la Libertad

"Uno de los protagonistas del Plan Cóndor en los años de las dictaduras militares en América del Sur, el coronel uruguayo Manuel Cordero, ha declarado que la guerra sucia "es la única manera" de combatir al terrorismo, y que son necesarios los secuestros, las torturas, los asesinatos y las desapariciones. Él tiene experiencia y ofrece su mano de obra. El coronel dice que escuchó los discursos del presidente Bush, y que así será la tercera guerra mundial que está anunciando. Lamentablemente, escuchó bien."

Eduardo Galeano

 

Foto: Chris Gergley.<www.adbusters.org>