Pimienta negra, 28 de junio de 2002
Argentina
El discurso del loro
Como siempre, al lado de la tragedia, la farsa. Un comisario (el que dirigió a los homúnculos encargados de aterrorizar, apalear y asesinar a los piqueteros de Buenos Aires este 26 de junio), según un periódico argentino (subrayados nuestros):
"Dijo que lo había lastimado un proyectil. Tenía un raspón en el cuello, y un ojo morado producto de la furia de los familiares que le pegaron en el Hospital Finochietto [donde se atendía a muchos piqueteros heridos], cuando el oficial intentó acercarse a los medios para ostentar el rasguño. El comisario, golpeado y todo, se dio el gusto de difundir su versión de lo sucedido: ‘Actuamos porque esa gente iba dispuesta a combatir’, dijo a las cámaras. ‘Nos dimos cuenta por sus cánticos’". ¡Qué sagaz! ¡Y qué oído musical! Claro, Wagner, tan belicoso él, no es Offenbach.
Por lo demás, ellos, los polis, sólo actúan, ¡pobres!; los otros combaten. Sutilezas língüísticas que nunca faltan en ocasiones como ésta, y en las que los comisarios de la policía suelen estar acompañados por los comisarios de la política y de los llamados "medios de comunicación", con sus comisarías de papel, o de cristal pulido, mucho más eficaces que las de hormigón con celdas adentro.
Un comisario argentino (ministro del Interior, para más señas, o comisario de comisarios y del nuestro en particular) dijo, o mejor dicho "denunció", según el medio que lo cita (esta vez del Reino de España, y de los "prestigiosos"), que los hechos violentos del miércoles "no constituyen un hecho aislado" [claro que no: la policía, aquí o allá, siempre pega, siempre mata, nunca de forma "aislada"). Y añadió: "El Gobierno tiene elementos que le permiten presuponer [por lo general "presuponen", probar no es costumbre] que estamos frente a acciones concertadas que constituyen un plan de lucha organizado y sistemático", lo cual no deja de ser naturalmente un crimen contra la Ley (y de paso un pecado), puesto que sólo el Estado y los ricos que lo manejan pueden concertar sus acciones, hacer planes organizados y sistemáticos, en tanto que a sus víctimas lo único que les queda es sufrirlos lo más solos que la una puedan, y siempre que sea factible en casa y adelante de la televisión.
Para el ministro –agrega el periódico- este plan "puede llegar a amenazar y reemplazar [la palabra "amenazar" siempre asusta, y más si se amenaza "reemplazar" lo que ya existe] la fórmula del consenso que los argentinos mayoritariamente han elegido [¿quién eligió qué en un país donde lo único que manda es el Capital internacional, con un "presidente" de facto y la inmensa mayoría del pueblo en la calle, pueblo al que se aterroriza, se apalea y se mata cuando precisamente proclama a los cuatro vientos su "consenso": que se vayan todos?]". El comisario del comisario "ha señalado asimismo –termina el 'medio'- que los derechos constitucionales de trabajar y transitar en todo el territorio nacional seguirán siendo garantizados, así como también el derecho de peticionar a las autoridades".
¿"Trabajar", en un país donde la mitad de la población está en paro? "Transitar", ¿a dónde? Bueno, ya se sabe a qué clase de derechos se refiere el comisario: trabajar cuando hay huelga y transitar cuando hay huelga. O sea, en la práctica, el "no-derecho" a ninguna huelga, que es, de todos los "derechos", el más universal.
En cuanto a lo de "peticionar", ¡eso sí!, ahí no se ponen trabas, porque sabido es que para los comisarios pocas cosas hay más dulces que las palabras "Petición" o "Autoridad". En esto no cabe duda de que los comisarios-ministros y los comisarios-comisarios son sinceros y menos loros repetidores del ancestral discurso del Poder que en todo lo demás. "¡Papa para el loro!", como parodiaría cualquier argentino al bello animal. Se la merecen todos, el comisario, el comisario del comisario y el Loro del Rey, ese "medio" (y particularmente el aludido)-que-te-comunica... con Presidencia.