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Ciudadano José

A propósito del Estado de Derecho

15/1/02

 

 

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"Las nociones correlativas de seguridad y libertad son sencillas. Los poderes omnímodos encarcelaban hasta el final de la vida, asesinaban, o torturaban a sus enemigos; la civilización fue arrebatando a aquellas bestias su poder religioso para ir hasta el camino actual, poco seguro pero infinitamente mejor. El juez de carrera como poder independiente, las garantías procesales, la supresión de las torturas, la necesidad de las pruebas, y mil figuras más contenidas en los procedimientos, han mantenido la seguridad de estas sociedades sin la vesania del poder (...). Es una forma de buscar un pacto entre los dueños de todo y los pobres de todo. (...) El atentado a Nueva York puede dar la ocasión de que el gobierno de Estados Unidos olvide su obligación de mantener la seguridad dentro de las esencias humanas que empezaron a sellarse en la Declaración de la Independencia. Sobre todo, con un Gobierno y un presidente de los que llamamos "conservadores", partidarios del antiguo poder absoluto. La pena de muerte en ese país es una amenaza severa a las conquistas humanas; Bush las aumenta ahora con detenciones sin huellas, campos de concentración ocultos, jueces militares sustituyendo a los civiles y con capacidad de dictar la pena de muerte: la noción de "seguridad" destroza el derecho, la libertad; y la inocencia mientras no se demuestre lo contrario (...)" "Miedo a la seguridad", Eduardo Haro Tecglen, El País, 20/11/01)

Déjeme, querido amigo Eduardo, contradecirle. Yo le entiendo perfectamente cuando nos dice que la civilización ha ido arrebatando a aquellas bestias su poder religioso hasta llegar al camino actual, poco seguro pero infinitamente mejor.

Es cierto, el conocimiento nos ha ido humanizando, pero nunca en la historia las relaciones entre los dueños de todo y los pobres de todo se han pactado. Los vencidos no pactan, se rinden. La rendición es incondicional y en términos extremadamente claros: la vida o la muerte. La vida, bajo la imposición de unas condiciones determinadas de vasallaje o la muerte. Las condiciones de vasallaje nunca se han pactado. Se han impuesto. Se han impuesto por la fuerza.

En algunos casos la rendición no ha servido ni tan solo para conservar la vida. La matanza en la fortaleza de Qila-i-Jhangi no es un hecho inédito.

La rendición a cambio solamente de la vida ha sido el llanto más frecuente de los vencidos. Los seres humanos amamos la vida hasta el punto de implorar por ella a cambio de cualquier tipo de sumisión o vasallaje. Solamente mentes enfermas prefieren la muerte. Se dice que preferimos morir de pie que morir de rodillas, pero en la realidad solo deseamos vivir no arrodillados.

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Los supervivientes de los campos de concentración nazis nos hablarían de todo esto. Los rostros de los talibanes, heridos y maltratados por nuestros actuales aliados, también nos hablan de ello. Usted, Eduardo Haro, que vivió la guerra y la posguerra es mucho más conocedor de todo esto que el que escribe estas reflexiones.

Estas condiciones impuestas de vasallaje que pasan comúnmente desapercibidas en periodos de estabilidad social, afloran con todo realismo en momentos de crisis y turbulencias. Más especialmente en momentos de guerra.

En tiempos de "paz" la rebeldía de los pobres de todo continúa siendo proscrita por las leyes de los dueños de todo (el Estado de Derecho). Cuando la rebeldía de los pobres de todo se generaliza, vuelven a practicarse las "leyes de la guerra" de los dueños de todo.

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En todas las guerras sólo existe un Estado de Derecho: el del derecho de la fuerza. La fuerza se ejerce por encima de toda moral, de toda ética, de toda ley, de todo derecho. Es sencillamente la fuerza de destrucción, de aniquilación, de pillaje, de asesinatos y masacres... sin escrúpulos ni piedad. Ejerciendo la fuerza, se imponen a los vencidos las condiciones de sumisión. Y más tarde se construye la ley y el orden (el Estado de Derecho) que intentará perpetuar las condiciones de vasallaje.

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"En el día 14 del mes de Airu, crucé el Tigris y me acerqué a las ciudades de Giammú y de Balik. El terror de mi nombre y el poder de mis armas las llenaron de espanto, y con sus propias manos los habitantes mataron a su rey. Puse mis dioses en sus templos y festejé en sus palacios. Abrí sus tesoros y sus riquezas y envié sus dioses a Azur. De ahí partí cruzando el Éufrates durante la inundación, en barcos hechos con cueros hinchados. Recibí el tributo de los pueblos del otro lado del Éufrates y llegué a Kalman. Sus habitantes temieron a mis huestes y se abrazaron a mis pies. Plata y oro recibí como tributo. Ofrecí sacrificios a Adad, el dios de Kalman. Capturé Adana, Pargú y Argana, gané botín, dioses y posesiones. Después incendié sus palacios y partí. De Argana fui a Karkar, la ciudad real; la saqueé, destruí y quemé; 1.200 carros y 1.200 caballos tomé. Vinieron soldados de Damasco, de Damath, de Ahab... Con el poder que Azur me dio, peleé contra ellos y los derroté. Maté 14.000 guerreros; como el dios de Abad, hice llover destrucción sobre ellos y esparcí por el campo sus cuerpos. No había bastante lugar para los muertos; con ellos cegamos el curso del río Orontes, hicimos una presa de cadáveres..." (escritos de Salmanasar III, rey asirio, año 854 a. de JC.).

La fuerza de los asirios eran sus formidables ejércitos de mercenarios, sus carros de guerra, sus escudos y espadas de bronce, sus hachas y largas lanzas, sus arqueros cubiertos de cotas de mallas, sus caballos con caparazones protectores... y sus tácticas de guerra. Supieron, mucho antes que Maquiavelo que los dos únicos medios para conquistar un país son dividirlo o destruirlo. Bush en Afganistán no es ningún primerizo. Toda la tecnología de la época al servicio del poder: la usurpación y el monopolio de los conocimientos humanos convertidos en ciencia para la destrucción. De esta manera el imperio asirio hizo temblar durante mil años a los pueblos vecinos.

Pero el imperio asirio, como el babilónico, como los semitas, los hititas o los hebreos no fueron civilizaciones o pueblos sin ley. Escuchando los discursos de los actuales mandatarios nos podría parecer que el "Estado de Derecho" lo ha inventado la actual civilización occidental.

En aquel periodo histórico, de reyes crueles y sanguinarios, se desarrollaron sociedades humanas minuciosamente organizadas en plenos Estados de Derecho. El código de Hammurabi, por ejemplo, recopilaba extensas normas de derecho civil, comercial, familiar y penal. En el código comercial están escritas muchas técnicas de banca que usamos todavía, la letra de cambio o el reconocimiento de una deuda que puede endosarse o traspasarse estaba ya reconocida como de empleo frecuente. Las reglas para los contratos de trabajo, el salario mínimo, los tres días de vacaciones al mes, la responsabilidad mutua del amo y del obrero, estaban precisados al detalle. También, los contratos reguladores de préstamos, el interés legal en las deudas privadas, en el comercio, o en las deudas públicas de los templos, etc. Estaba a su vez regulado el contrato matrimonial y los deberes y derechos de cada uno de los cónyuges...

Habría que recordar, por cierto, al Imperio Bush que el primer ordenamiento promulgado por Hammurabid después de un largo prólogo, fue: "Si un hombre acusa a otro de un crimen capital y no puede probarlo, el que acusa será castigado a muerte" (Código de Hammurabid, 1750 a. J.C.). Al respecto podríamos decir que las leyes del imperio semita estaban más ajustadas "al derecho" que las leyes del imperio Bush.

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Escritas o no, todas las sociedades humanas se han regido por normas, leyes, códigos, etc., que se han correspondido a la realidad social existente.

La sumisión por la fuerza de los pobladores de un territorio, la apropiación de sus riquezas y recursos, los impuestos, los tributos y el expolio del fruto del trabajo de los hombres siempre ha sido el botín de los vencedores. Después de la conquista, se crean los instrumentos para su defensa, su justificación y su mantenimiento: instrumentos legales, ideológicos, políticos o religiosos para consolidar el orden social existente hasta el punto de que la legitimación del vasallaje llega a impregnar la vida, el pensamiento y el comportamiento de todos los seres humanos. No son pactos, son imposiciones por la fuerza del poder. Pero la ley es para los vasallos. El poder solamente se ha regido por la fuerza. Por el monopolio de la fuerza.

Por eso, la figura mas representativa del poder (el rey) está "legalmente" exenta de responder ante la ley. Por eso los altos dignatarios de su corte tienen también "inmunidad" ante la ley. Por eso, los EE.UU. simplemente no aceptan la jurisdicción de los tribunales internacionales de Justicia, ni las resoluciones del Consejo de Seguridad o de la Asamblea General de las Naciones Unidas. El "derecho internacional" sólo es aplicable para los vencidos. Los vencedores están "legalmente" exentos (derecho a veto) de responder ante la ley. Es simplemente la política de los hechos consumados.

Frente a esta política de hechos consumados los politólogos hablan, escriben y discuten vanamente sobre si son hechos buenos o malos, si son éticos o morales, si se avienen a no al derecho o a la ley...¡pobres ilusos! Ellos no comprenden que la fuerza es el primer derecho que ha funcionado desde los principios de la Historia del que emanan todos los demás: la fuerza es el derecho real. La fuerza es la ley. Lo que no entienden los que escriben sobre la historia, lo saben perfectamente los que la hacen: el ciudadano poco culto, el hombre trabajador... el vasallo. Lo sabe porque él, su trabajo, sus descubrimientos cotidianos, su constante acción transformadora, etc., son el botín que apetece el poder. El botín no es un concepto abstracto. El botín siempre ha sido real, palpable, medible, mensurable... Darío I estableció minuciosamente el pago de los diferentes tributos de las satrapías: los jonios, carios y licios pagarían 400 talentos de plata. Los misios y lidios pagarían 500 talentos. Los frigios y los pobladores de Helesponto 360 talentos. La satrapía de Cilicia 300 talentos y 360 caballos blancos. Fenicia, Palestina y Chipre, 350 talentos. Egipto, 710 talentos en trigo para los ejércitos persas, más 240 para el tesoro particular de la reina más el usufructo de la pesca en el lago Morais. Babilonia, debía aportar 500 eunucos. Media, 100.000 ovejas, 4.000 mulos y 3.000 caballos. Armenia, 30.000 potros. La India, 4.680 talentos en arena aurífera. La satrapía de la Cólquida debería entregar cada cinco años 100 muchachos y 100 muchachas. Los árabes, 100 quintales anuales de incienso. Los etíopes pagarían en oro, colmillos de elefantes, madera de ébano y en niños adolescentes...

La monarquía persa había estipulado también las tropas que debían aportar los pueblos sometidos cuando se emprendían las grandes expediciones de conquista, aunque la fuerza destructora más importante estaba dirigida personalmente por el rey y formada por 2.000 jinetes y 2.000 infantes -todos de origen noble, armados de lanzas y apoyados por arqueros- y el célebre cuerpo de "los inmortales" compuesto por 10.000 hombres armados con largas lanzas. La mejor forma de "rendir vasallaje" de una satrapía era la de aportar tropas propias en las expediciones de saqueo del imperio. Con ello se pretendía conseguir alguna prebenda. Aznar es un buen conocedor de la Historia.

Cuando el Imperio desdeña el ofrecimiento de tropas de sus pueblos vasallos muestra su más absoluta prepotencia y arrogancia. ¿Por qué nos estamos preparando para actuar si nadie nos lo ha pedido?, se preguntó el embajador francés ante la OTAN, Philippe Guelluy, en una reunión con los 19 embajadores del Consejo Atlántico. Mientras, dirigentes políticos franceses han calificado de "humillación" el hecho de que los 60 comandos especiales desplazados por el gobierno se encuentren aún esperando desde el 18 de noviembre en Uzbekistán... el visto bueno para entrar en acción.

Es evidente que siempre el Imperio ha tenido el mando sobre las tropas que aportaban sus satrapías o Provincias para sus expediciones de conquista o para sus operaciones de castigo a las sublevaciones. ¿Qué "derecho" asistía al rey persa para mantener sometidos a los pueblos vecinos y para obligarles al pago de estos tributos?

Pues, simplemente, el derecho de la fuerza.

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Noam Chomsky nos lo explica claramente cuando dice que el terrorismo no es el arma de los débiles: es un hecho que el terrorismo funciona. La violencia funciona generalmente. Es la historia del mundo. ("La nueva guerra contra el terror", Le Monde Diplomatique, noviembre 2001). Chomsky está en lo cierto cuando nos describe cómo el mundo occidental ha actuado a lo largo de todo el siglo XIX y el siglo XX en América Latina, en África, en Asia, en cualquier rincón del mundo. El inmenso botín que ha enriquecido a los grandes grupos industriales y financieros occidentales se ha obtenido aplicando la ley de la fuerza, la ley del monopolio de la fuerza. En el siglo pasado, el imperio británico lo llamaba la "diplomacia cañonera".

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Eduardo Haro sabe también perfectamente lo que es terrorismo: (...) "Por cierto, Franco fue un terrorista de Estado, institucional, y lo fueron en su momento la Alemania nazi y la Unión Soviética comunista, y los Estados europeos fueron Estados terroristas durante todo el siglo XX; muchos en el interior de sus países, todos en el interior de Europa y una gran parte en la colonización de otros continentes en los que cometieron crímenes de guerra. (...) Los Estados civilizados en el siglo XX han causado más muertos y mucho mas "intimidaciones graves a las poblaciones" que lo considerado y definido como terrorismo. El japonés fue bastante criminal y traicionero -Pearl Harbour-, y las bombas atómicas contra sus ciudades civiles Hiroshima y Nagasaki para intimidar a sus poblaciones fueron terrorismo, según esta definición, o crímenes de guerra impunes: no tengo dificultad moral en igualar a Truman y a Churchill con Bin Laden, salvo en su aspecto externo..." (El País, 08/12/2001).

Por eso, con el mayor descaro, John Negroponte, el procónsul que lideró las atrocidades del gobierno hondureño, la agresión contra Nicaragua, la oposición armada salvadoreña, los batallones de la muerte, las escuelas de terroristas de El Aguacate... ha sido designado, para continuar con su labor, como embajador norteamericano en la ONU para conducir la lucha contra el terrorismo internacional. Sus primeras declaraciones en una carta dirigida a los miembros del Consejo de Seguridad fueron para precisar que los EEUU "se reservan el derecho" a poner en práctica "otras acciones militares contra otras organizaciones y otros Estados" en nombre de la "legítima defensa" y en nombre de la "lucha contra el terrorismo".

Quien quiera entender, que entienda.

John Negroponte se refiere sin duda al más viejo "derecho" de la historia, el derecho de la piratería internacional: el derecho de conquista y saqueo. Exactamente el mismo derecho que asistía a Dario I y que ha asistido a todos los poderosos de todos los tiempos.

Este derecho se ha cobrado millones de vidas humanas. Se han destruido pueblos y civilizaciones enteras. Se han malbaratado grandes esfuerzos humanos y se han interrumpido, a veces irreversiblemente, caminos de progreso. Este es el camino que hemos recorrido hasta ahora. Esta es nuestra vieja historia que los ciudadanos del mundo hemos de cerrar definitivamente.

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Más cuando la aplicación de los actuales conocimientos humanos como fuerza destructora pueden poner en peligro la vida de la Tierra y sus pobladores. Pero el Imperio Bush sigue negándose a que se establezca ningún sistema de vigilancia internacional al respecto. Mientras en la V Conferencia sobre el control, la fabricación y venta de armas biológicas celebrada a finales de noviembre en Ginebra, 143 países han ratificado la Convención de 1972, los EE.UU. se niegan sistemáticamente a que se establezca ningún sistema de control en nombre de la defensa de la seguridad nacional americana.

El poder hegemónico no quiere ningún control, pero a la vez silencia el arsenal nuclear israelí y el desarrollo ultrasecreto de armas químicas y biológicas en Ness Ziona. No quiere ningún control, pero sigue bombardeando Irak acusándolo de fabricar este tipo de armamento químico o bacteriológico. Para Irak el control es tan exhaustivo y tan minucioso hasta el punto de haberles prohibido el uso de aditamentos para purificar el agua, lo que a provocado una elevadísima mortandad por diarreas y fiebres tifoideas a mas de un millón de niños iraquíes.

Una semana antes de los ataques del 11 de septiembre, The New York Times reveló las razones del rechazo norteamericano a la totalidad del Protocolo sobre la Prohibición de Armas Biológicas. La Administración americana está desarrollando tres programas de guerra biológica: la experimentación de agentes patógenos, la fabricación de una bomba bacteriológica y un plan de ingeniería genética sobre una cepa resistente de ántrax. Sobre el último programa resulta catastrófico imaginar la posibilidad de desarrollar un agente patógeno modificado genéticamente, contra el cual no habría ninguna defensa...salvo para los ejércitos y las poblaciones que tuvieran la vacuna.

El poder quiere seguir manteniendo, a toda costa, el monopolio de la destrucción.

Los cambios que se avecinan

Todo hace pensar que tras los atentados criminales del 11 de septiembre se están produciendo grandes cambios. Las consecuencias, aún imprevisibles, de la guerra antiterrorista emprendida por el Imperio Bush parecen confirmarlo.

Pero los cambios ya se estaban produciendo mucho antes del atentado. El atentado solo ha sido la chispa a partir de la cual el Imperio ha decidido definitivamente cómo afrontar una situación venidera que está minuciosamente analizada y estudiada de antemano.

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El actual "Estado de Derecho" fruto de la revolución burguesa en donde la libertad, la igualdad y la fraternidad fue la bandera de los ciudadanos contra el despotismo, está extinto. Ya no es posible hablar de Democracia en un mundo en donde el saqueo y la exclusión de más de tres cuartas partes de la Humanidad es la única forma de mantener la supervivencia del Imperio. Cuando este saqueo ya no puede por mas tiempo seguir ocultado o disfrazado.

Las "guerras humanitarias" o las "guerras por la libertad" son ya incomprensibles cuando provocan miles de muertos, una destrucción inusitada y cuando se pone en entredicho la libertad y los derechos de los ciudadanos. En Afganistán, ya no se habla ni tan solo de los "daños colaterales" como se hizo en Yugoslavia: la destrucción es total e indiscriminada.

La guerra, cualquier guerra, todas las guerras, han sido terribles derrotas para la Humanidad. Han sido botín y saqueo para los poderosos y sufrimiento, muerte y destrucción para el conjunto de los seres humanos, tanto para los vencidos como para los vencedores.

El poder ha decidido, tras los atentados, continuar por el viejo camino de la Historia. Pero con una gran diferencia: ha de desmontar el antiguo "Estado de Derecho" porque simplemente éste ya es inservible, ya está desfasado frente a una nueva realidad social.

En la práctica, desde hace mucho tiempo, rige otro Estado de Derecho. Para el poder, se trata solamente de "legalizarlo" ("USA Patriot Act 2001" es un primer intento de ello).

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Batalla de Alejandro contra Darío (mosaico, Pompeya, siglo II A. C.)