El
Rey de los Hunos acaba de anunciar su intención de extender la movida afgana
a Irak. Es como si el Informe Lugano se empezara a cumplir al pie de
la letra. Ahí, Susan George imaginaba un "Grupo de Trabajo" reunido en la
ciudad suiza del mismo nombre, a requerimiento de los Amos del Mundo, para
estudiar una solución a los problemas crecientes del capitalismo desatado.
La solución básica planteada por el Grupo en su informe era la "Solución Final":
acabar -sobre todo por hambre y enfermedad- con la vida de 2.000 millones
de personas del planeta, un tercio de la población actual. No aconsejaban
los expertos el viejo recurso a la guerra porque les parecía un tanto
"anticuado". Claro, el Informe Lugano se escribió antes del 11 de septiembre
de este año, el de la Odisea Espacial. Desde entonces, la guerra se ha puesto
moderna otra vez. Por lo que la guerra (de exterminio: ya andan aplicando
los compinches provisionales del ejército huno la "ley de fuga" a los vencidos)
se puede ir añadiendo a las epidemias y hambrunas para formar la Santísima
Trinidad que terminará definitivamente con la gente que sobra. ¿De
Irak, a dónde? De modo que ya se ve: no sólo era una cuestión de olor a petróleo;
de olor a miedo universal (adrenalina "globalizada") para ir apaciguando a
los disconformes, de Seattle a Génova y más allá; de olor a pólvora para darle
una mano a los fabricantes de bombarderos y de bombas; de olor a osos rusos
y a chinos amarillos potencialmente competitivos en el negocio y en la dominación
de la zona donde el negocio está; de olor a disfraz recién sacado del armario
para ocultar con él las miserias propias y ya francamente irresolubles del
Sistema; del añorado olor al opio erradicado por los talibanes (¡gran fiasco
para los bancos especializados en el lavado de los narcodólares!) y que ahora
se vuelve a respirar en Afganistán gracias al esfuerzo heroico de los nuevos
"luchadores de la libertad", los aliados heroinómanos de la Gran Potencia
de Septentrión embarcada paralelamente en otra Guerra Santa, "contra la droga"
-como lo saben muy bien y mejor que nadie los colombianos- en "su" Meridión.
Era todo esto y algo más: suprimir a quienes no cumplen ninguna función útil
en el mundo, puesto que no pueden producir ni por tanto consumir, los dos
valores supremos de la Civilización que defendemos en tierras lejanas. Como
dijo la propia George en el epílogo de su obra, no se sorprendería demasiado
si llegaba a descubrir que circulaba por ahí algún informe como el suyo, pero
real. Y se ve que circuló (algo de esto sabrá el Rey de los Hunos), sólo que
mejorado y añadiendo bombas humanitarias al de ficción. Donde comen dos, comen
tres. Y de los tres -hambre, enfermedad y ahora guerra (de exterminio)-, esta
última es el comensal que más promete. A pesar de las moderneces que
vivimos (¿os acordáis de noviembre del 89: "Guerras, ¿qué es eso?")...
y de las que morimos. Bueno, de las que mueren los Otros, para nuestra tranquilidad.