Pimienta negra, 7 de agosto de 2002

 

Carta de Portugal
Llueve sobre Santiago

António Gonçalves

Si el 11 de septiembre de 2001 todos quisimos ser neoyorquinos, no por eso dejamos de ser chilenos. Chilenos habíamos pasado a ser todos, si no desde 1970 con la elección de Salvador Allende, al menos desde que un martes 11 de septiembre, en 1973, el mismo día que en Nueva York se inauguraban las torres gemelas del World Trade Center, los aviones atacaran el Palacio de la Moneda y bombardearan el sueño de libertad, democracia y socialismo, y suicidaran a Allende.

Os escribo de nuevo para recordaros –y perdonad la presunción– que la lógica de control que impera en los medios es la lógica económica típica del capitalismo. Es una lógica segregacionista, exclusivista, que privilegia el poder del imperio y uniformiza el pensamiento. Así, es de esperar que el próximo 11 de septiembre, la intoxicación con las imágenes de la caída de las torres gemelas, con los textos maniqueístas sobre la civilización contra la barbarie y con las referencias al eje del mal restrinjan nuestra memoria a los dramas más recientes y mutilen nuestra identidad en relación con una parte de la historia de la humanidad.

Habréis recibido un mensaje anterior mío en el que llamaba a recordar el 11 de septiembre de 1973, por oposición al 11 de septiembre de 2001. La abrumadora mayoría de las respuestas que recibí concuerdan con esta iniciativa. Sólo algunas señalan que ambas fechas no deben ser aisladas ni puestas en oposición. Aunque es cierto que la última fecha tiende a anular la primera –de ahí la justicia de apelar al recuerdo de ésta–, coincido en que nada justifica el silenciamiento de la más reciente. A pesar de ser de la opinión de que no se equivocará quien se refiera a ésta, creo que ambas están ligadas por una lógica común: el fin de la política como manera de solucionar divergencias y el recurso a la guerra; ambos son actos criminales terroristas y de ellos resultaron, como siempre resulta de todas las guerras, víctimas inocentes.

Retomo –de una nueva forma, si queréis– mi llamamiento inicial para que el próximo día 11 de septiembre no olvidemos el año 1973, a Víctor Jara, a Salvador Allende y a todas las víctimas del golpe organizado por Kissinger y ejecutado por Pinochet. Hacedlo del modo que entendáis más adecuado al sentimiento del ciudadano/a y a su conciencia cívica, pero hacedlo. Afirmad ese día como una fecha a no olvidar, a través de todos los medios que Internet pone a vuestra disposición.

Y reproducid este llamamiento o bien, de la forma que entendáis más coherente con vuestras ideas y sentimientos, dadle, de algún modo, continuidad.

Un abrazo solidario,

António Gonçalves
Oporto, Portugal
agoncalves@clix.pt
 
Traducción: R. D.