Edward Said
PALESTINA
Pensando más allá: después de la supervivencia, ¿qué?
8/4/02
Título original: "Thinking ahead: After survival, what happens?" Fuente: ZNet. Traducción: R.D.
Cualquiera que tenga algún tipo de relación con Palestina se encuentra hoy en un estado de pasmosa afrenta y conmoción. Casi una repetición de lo sucedido en 1982, el actual asalto de Israel contra el pueblo palestino (con el apoyo sorprendentemente ignorante y grotesco de George Bush) es en realidad peor que las dos incursiones masivas anteriores de Sharon, en 1971 y 1982. El clima político y moral es ahora más tosco y degradado; el papel destructivo de los media (que se han concentrado casi exclusivamente en los ataques suicidas palestinos, aislándolos del contexto de la ocupación ilegal de sus territorios durante 35 años por parte de Israel) a favor del punto de vista israelí, mayor; el poder de los EE.UU. es más indiscutido; la guerra contra el terrorismo ha ocupado completamente la agenda mundial y, en lo que respecta a los árabes, hay una incoherencia y una fragmentación más grandes que nunca.
Los instintos homicidas de Sharon se han intensificado (si ésta es la palabra correcta) por todo lo alto, y magnificado por añadidura. Esto significa que puede hacer más daño con mayor impunidad que antes, aunque también sus esfuerzos así como su entera carrera se encuentran más minados ahora por el fracaso en que desembocan la negación testaruda y el odio, los cuales al fin y al cabo no alimentan ni el éxito político ni el militar. Conflictos como este entre los pueblos contienen más elementos que los que pueden ser eliminados por los tanques y el poder aéreo, y una guerra contra civiles desarmados –no importa cuántas veces Sharon repita pesada e insensantamente su estúpido mantra sobre el terror– no puede traer jamás un resultado político duradero de la clase que sus sueños le dicen que puede obtener. Los palestinos no se marcharán. Además, Sharon acabará casi con seguridad estigmatizado y rechazado por su pueblo. No tiene ningún plan, excepto destruir todo lo que tenga que ver con Palestina y los palestinos. Incluso su rabiosa fijación con Arafat y el terror no está logrando otra cosa que aumentar el prestigio de aquél, a la par que atrae la atención sobre la ciega monomanía de su propia posición.
Al final, es el problema de Israel con el que hay que lidiar. En cuanto a nosotros, nuestra principal preocupación es hacer moralmente todo lo que está a nuestro alcance para convencernos de que, a pesar del sufrimiento y la destrucción enormes que nos impone una guerra criminal, debemos seguir adelante. Cuando un renovado y respetado político jubilado como Zbigniew Brzezinsky señala explícitamente en la televisión nacional que Israel ha estado actuando como el régimen de supremacía blanca del apartheid de Sudáfrica, sabemos que no se encuentra solo en esa posición, y que un creciente número de estadounidenses y otros no solamente están desencantados sino también disgustados con Israel en cuanto punta de lanza enormemente cara y despilfarradora de los Estados Unidos que aumenta el aislamiento de este país y perjudica seriamente su reputación entre sus aliados y sus ciudadanos. En estos momentos tan complicados, la pregunta es: ¿qué podemos aprender racionalmente sobre la presente crisis que necesitemos incluir en nuestros proyectos sobre el futuro?
Lo que tengo que decir en estos momentos se limita a unos pocos puntos, pero es el modesto fruto de muchos años de trabajo a favor de la causa palestina de alguien que pertenece tanto al mundo árabe como al occidental por igual. No sé ni puedo decirlo todo, pero he aquí un puñado de ideas con las que puedo contribuir en esta hora tan difícil. Cada uno de los cuatro puntos que siguen están interrelacionados.
1) Para bien o para mal, la causa palestina no es sólo árabe e islámica; es importante para mundos diferentes, contradictorios y sin embargo entrelazados. Trabajar para Palestina significa forzosamente ser consciente de estas múltiples dimensiones y educarse de manera permanente en ello. Porque necesitamos un liderazgo sutil, vigilante y altamente educado y que cuente con un respaldo democrático. Por encima de todo necesitamos, como nunca se cansó de decir Mandela sobre su propia lucha, ser conscientes de que Palestina es una de las grandes causas morales de nuestra época. Por lo tanto, es preciso tratarla como tal. No es nada para comerciar, trapichear o hacer carrera. Es una causa justa que debe permitir a los palestinos ganar un elevado fundamento moral y mantenerlo.
2) Existen diferentes clases de poder, aunque el militar es por supuesto el más obvio. Lo que ha permitido a Israel hacer lo que está haciendo con los palestinos desde hace 54 años es el resultado de una campaña cuidadosa y científicamente planeada para legitimar las acciones israelíes y, simultáneamente, devaluar y borrar las acciones palestinas. No se trata tan sólo de sostener un ejército poderoso, sino de organizar la opinión, sobre todo en los Estados Unidos y Europa occidental, y éste es un poder que se deriva de un trabajo lento y metódico, gracias al cual la posición de Israel está claramente identificada, mientras que los palestinos son vistos como sus enemigos, en consecuencia repugnantes, peligrosos, contrarios a «nosotros». Desde el fin de la Guerra Fría, Europa ha perdido casi toda su importancia en lo que se refiere a la organización de la opinión, las imágenes y el pensamiento. Estados Unidos (lejos de Palestina) es el principal campo de batalla. Sencillamente, nunca hemos comprendido la importancia de organizar nuestro trabajo político en este país en un nivel masivo, de manera que, por ejemplo, el estadounidense medio no piense inmediatamente en «terrorismo» cuando escucha la palabra «palestino». Esta clase de trabajo hubiera protegido literalmente cualquier avance que pudiéramos haber hecho en el terreno de la resistencia a la ocupación israelí. Por consiguiente, lo que permite a Israel tratarnos con impunidad es que carecemos de cualquier cuerpo de opinión que pueda disuadir a Sharon de cometer sus crímenes de guerra y decirle que lo que ha hecho es terrorismo. Dadas la inmensa difusión y el insistente y repetitivo poder de las imágenes retransmitidas por la CNN, donde, por ejemplo, la frase «bombas suicidas» es repetida aturdidoramente ante los consumidores y contribuyentes norteamericanos un centenar de veces por hora, resulta de una enorme negligencia carecer de un equipo de gente como Hanan Ashrawi, Leila Shahid, Ghassan Khatib o Afif Safie –por mencionar a unos pocos– establecido en Washington y listo para presentarse en la CNN o en cualquiera de los otros canales para contar la historia de los palestinos, aportar el contexto y la comprensión, y darnos una presencia narrativa y moral con valor positivo, en vez de uno meramente negativo. Necesitamos un futuro liderazgo que entienda esto como una de las lecciones básicas de la política moderna, en una época de comunicaciones electrónicas. No haberlo entendido es parte de la tragedia de hoy.
3) Resulta simplemente inútil actuar política y responsablemente en un mundo dominado por una superpotencia, sin un conocimiento y una familiaridad profundos con esa superpotencia –Estados Unidos, su historia, sus instituciones, sus corrientes y contracorrientes, su política y su cultura– y, sobre todo, sin un conocimiento operativo perfecto de su lenguaje. Escuchar a nuestros portavoces, así como a los del resto de los árabes, diciendo las cosas más ridículas sobre Norteamérica, poniéndose a su merced, maldiciéndolos en una ocasión, pidiendo su ayuda en otra, todo en un inglés chapurreado miserablemente e inadecuado, muestra tal estado de primitiva incompetencia como para ponerse a llorar. Los Estados Unidos no son monolíticos. Tenemos amigos y posibles amigos. Podemos cultivar, movilizar y utilizar a nuestras comunidades y sus comunidades asociadas en este país como parte integrante de nuestra política de liberación, como hicieron los sudafricanos, o como los argelinos en Francia durante su propia lucha de liberación. Planeamiento, disciplina, coordinación. No hemos entendido en absoluto la política de la no-violencia. Tampoco hemos entendido el poder de tratar de dirigirnos a los israelíes directamente, a la manera en que el ANC lo hizo con los blancos sudafricanos, como parte de su política de inclusión y de respeto mutuo. La coexistencia es nuestra respuesta al exclusivismo y la beligerancia israelíes. Esto no es hacer concesiones: es crear solidaridad y, por tanto, aislar a los exclusivistas, a los racistas, a los fundamentalistas.
4) La lección más importante para nosotros, para entendernos a nosotros mismos, se manifiesta en la terrible tragedia que Israel ha desencadenado sobre los territorios ocupados. El hecho es que somos un pueblo y una sociedad, y que a pesar del feroz ataque de Israel contra la Autoridad Palestina, nuestra sociedad aún funciona. Somos un pueblo porque tenemos una sociedad que sigue adelante –y lo ha hecho durante los últimos 54 años–, a despecho de toda clase de abusos, de cada cruel giro de la historia, de cada desgracia que hemos padecido, de cada tragedia que nos ha golpeado como pueblo. Nuestra mayor victoria sobre Israel es que personas como Sharon y los de su calaña no pueden entender esto, y tal es la razón por la que están condenados, a pesar de su enorme poder y de su crueldad inhumana, espantosa. Hemos remontado las tragedias y los recuerdos de nuestro pasado, mientras que los israelíes como él no lo han hecho. Sharon descenderá a su tumba sólo como un asesino de árabes y un político fracasado que sólo trajo más inquietud e inseguridad a su pueblo. La herencia de un líder debe ser seguramente dejar algo detrás, sobre lo cual las generaciones futuras puedan construir. Sharon, Mofaz y el resto de los asociados con ellos en esta brutal y sádica campaña de muerte y masacre no dejarán nada, salvo lápidas. La negación alimenta a la negación.
Como palestinos, creo que podemos decir que hemos dejado una visión y una sociedad que han sobrevivido a todo intento de asesinarlas. Y eso es algo. Corresponde a la generación de mis hijos y a la de los vuestros seguir adelante a partir de aquí, críticamente, racionalmente, con esperanza y paciencia.