6.3.03

 

 

 

 

KURT VONNEGUT *

QUERIDO SR. VONNEGUT

 

inthesetimes.org (28.2.03)

La reciente entrevista que publicamos con Kurt Vonnegut («Kurt Vonnegut contra los psicópatas que mandan en EE.UU», 17.2.03) se ha convertido en el tema más popular de inthesetimes.com, y centenares de lectores están expresando su opinión en la sección «Comentarios». La entrevista ha sido traducida y reproducida por Aftonbladet, el periódico de mayor circulación de Suecia, y La Jornada, el periódico más prestigioso de México. Ante esta reacción, Vonnegut ha decidido responder cada tanto a las preguntas de los lectores. Si deseáis hacerle alguna pregunta, escribid a vonnegut@inthesetimes.com, y nosotros se la transmitiremos.

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¿Qué es lo que realmente impulsa a Al-Qaeda al crimen y a la autodestrucción? El presidente dice que «ellos odian nuestras libertades –nuestra libertad religiosa, nuestra libertad de expresión, nuestra libertad de voto y de reunión, y que les disgustan todas las demás», unas libertades que seguramente no se les ha enseñado a los prisioneros de Guantánamo, y que tampoco figuran en los informes que él mismo maneja. ¿Por qué la industria de las comunicaciones y nuestros políticos electos permiten que Bush incurra impunemente en semejante absurdo? ¿Y cómo puede haber paz alguna vez, o cómo se puede confiar incluso en nuestros dirigentes, si no se le dice al pueblo norteamericano la verdad?

Peter Hoyt, Little Deer Island, Maine

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Querido Sr. Hoyt:

Uno desearía que aquellos que se han apoderado de nuestro gobierno federal, y a partir de ahí del mundo, por medio de un golpe de estado a lo Mickey Mouse, y que han desconectado todas las alarmas antirrobos prescritas por la Constitución, es decir, la Cámara de Representantes y el Senado y la Corte Suprema y Nosotros el Pueblo, fueran verdaderos cristianos. Pero como nos lo dijo William Shakesperare hace mucho tiempo: «El diablo puede citar las Sagradas Escrituras para sus propios propósitos».

Y lo que constituye el secreto mejor guardado de la Segunda Guerra Mundial, puesto que es tan embarazoso, es que Hitler era cristiano, y que su svástica era una cruz cristiana formada por dos ejes, el símbolo adecuado de un partido político para cristianos de la clase obrera. Y los tanques y aviones de Hitler llevaban grabadas unas cruces muy simples y nada ambiguas.

Una vez más: uno desearía, por la causa del mundo entero, que las personas que se encuentran actualmente dentro y en torno de la Casa Blanca quisieran de veras expresar esto cuando dicen: «Perdona nuestras ideudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores», y que respetaran como hijos de Dios a los perdedores, a los don nadie tan amados por Jesús en las Bienaventuranzas, en Su Sermón de la Montaña: a los pobres de espíritu, a los apesadumbrados, los humildes, los misericordiosos, los mansos y a todos los demás.

Pero éste no es obviamente el caso. George W. Bush sonríe y disfruta cruelmente mientras se jacta de su habilidad para arrojar más de un centenar de misiles de crucero, que yo llamo «Timothy McVeighs», sobre la población civil de Irak, cerca de cuya mitad son niños, chicos y chicas de menos de 15 años.

Sus políticas internas, cuya perversidad es insignificante en comparación con aquello que está tan ávido de hacerles a los extranjeros que no le gustan y que no hablan como él, que no tienen nombres como el suyo, produce dolor, sin embargo, a aquellos ciudadanos del tipo de los que se mencionan en las Bienaventuranzas, al despojarlos de unos servicios de salud decentes y de educación, y de comida, refugio y vestimenta en tiempos difíciles. Es muy posible que su opinión sobre el pueblo norteamericano se haya formado mientras contemplaba el Show de Jerry Springer, que es propaganda republicana de la peor especie.

Pero Norteamérica era evidentemente odiada en todo el mundo desde mucho antes de este golpe de estado. Y no se nos odiaba, como pretende Bush, a causa de nuestra libertad y de nuestra justicia para todos. Se nos odia porque nuestras corporaciones han sido las principales difusoras e impositoras de las nuevas tecnologías y los esquemas económicos que han destruido la autoestima, las culturas de los hombres, las mujeres y los niños de muchas otras sociedades.

Es así de simple.

¿Qué es lo que debemos hacer cuando nos enfrentemos a este odio? Responder al Código Rojo y salir corriendo como pollos con las cabezas cortadas.

Seguimos en contacto,

Kurt Vonnegut

 (Traducción: Round Desk)

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* Kurt Vonnegut (1922) es autor de novelas como Matadero 5 (1969), Slapstick (1976) o Hocus Pocus (1990).



 

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