ABAJO LA INTERVENCIÓN IMPERIALISTA EN COLOMBIA!

UNIR LA LUCHA DEL MOVIMIENTO OBRERO CON LA OFENSIVA MILITAR DE LA GUERRILLA PARA DERROCAR AL GOBIERNO DE PASTRANA Y AL DOMINIO IMPERIALISTA Y BURGUÉS!


Después de diez meses de negociaciones, el Gobierno de Andrés Pastrana y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC-EP) resolvieron establecer una "agenda de diálogo por la paz". El acuerdo fue sellado después de que el gobierno colombiano desmilitarizó una zona de 42.000km2 en el sur del país, localizada en el municipio de San Vicente del Caguán, atendiendo a una exigencia impuesta por la guerrilla para participar de la mesa de negociaciones. Después del acuerdo, el encuentro entre los representantes de las FARC y del Gobierno viene siendo constantemente aplazado por la polarización política desencadenada con la reciente ofensiva de la guerrilla, el secuestro y asesinato de campesinos por parte de grupos paramilitares y por la amenaza de intervención militar del imperialismo yankee en Colombia.

A pesar de la división dentro del propio gobierno burgués, con la renuncia reciente del Ministro de Defensa, que acusó al Presidente de ceder en demasía a las exigencias de las FARC, y de las últimas declaraciones del Departamento de Estado norteamericano alertando que en caso que la situación colombiana saliese del control del Gobierno los EEUU intervendrían militarmente la región -llegando su representante en la OEA a proponer la creación de una fuerza multinaciónal de intervención-, las negociaciones con la guerrilla están siendo llevadas adelante por Pastrana. Las actuales tentativas de establecer un "diálogo de paz" tienen el acompañamiento y el aval directo del imperialismo, constituyendo un medida preventiva de la burguesía y el gran capital ante la profunda crisis económica y política que enfrenta el país. Los EEUU enviarán para acompañar las negociaciones e intensificar el entrenamiento antiguerrillero del Ejército colombiano al general Barry MacCaffray, director general de la DEA, y anunciaron que van a aumentar sus efectivos de instructores militares en Colombia, hoy oficialmente 240 hombres.

La ayuda militar anual de EEUU para el Gobierno colombiano, actualmente de 289 millones de dólares, va a ser intensificada para combatir a la guerrilla, en una especie de "intervención blanca" de EEUU en el país. En caso de que la crisis social avance, no está descartada por imposición de los EEUU una intervención militar de la OEA bajo la dirección de las Fuerzas Armadas argentinas, país cuyo régimen se alinea incondicionalmente con el imperialismo yankee, tomando como pretexto el combate al narcotráfico. Los EEUU unen la intervención militar contra la guerrilla al combate al narcotráfico porque, al mismo tiempo que pretenden eliminar una fuerza de oposición al gobierno pro-imperialista, desean tener el control total sobre la producción y distribución de narcóticos de Colombia, hoy el mayor proveedor de drogas para el mercado norteamericano. El narcotráfico es un negocio que moviliza millones de dólares, con las más altas tasas de lucro del mundo, pero contradictoriamente, no es controlado por el imperialismo, represantando una pérdida monumental de divisas para los EEUU con salidas de dólares ilegales del país.

Colombia, así como el conjunto de América Latina, se encuentra en el epicentro de una crisis que se agiganta a grandes pasos desde el crack financiero internacional que comenzó en Asia en 1997, atacó fuertemente a Rusia y afectó duramente la economía de todo el cono sur. A partir de esto, la región se viene destacando como un foco creciente de inestabilidad, donde las economías más frágiles como Ecuador, Colombia, Perú y Bolivia, fueron a la debacle, y los gobierno nacionales tienen sus peores índices de popularidad, aún siendo recientemente electos, como es el caso de Andrés Pastrana y del ecuatoriano Jamil Mahuad, que asumieran la Presidencia en agosto de 1998.

La crisis capitalista ha provocado una reacción ascendente del movimiento obrero y campesino en muchos países latinoamericanos, con fuertes movilizaciones de masas que presentan elementos de guerra civil, como en Ecuador, cuyas manifestaciones callejeras diarias llegaron a la inminencia de ocupar la sede del Gobierno central. Estas luchas fueron momentáneamente desviadas por un pacto de gobernabilidad entre Jamil Mahuad y el Frente Patriótico opositor. Ecuador es hoy el espejo de América Latina. Con un desempleo que ya llega a casi el 20% y con una semidesocupación que alcanza el 50% de la población, la crisis económica empuja a las masas a una lucha heroica, que choca directamente con un gobierno pro-imperialista y con las podridas instituciones del régimen.

Esta dinámica de crisis es la que marca la situación política y económica de todo el continente latinoamericano. La falencia de la pretendida estabilidad económica y política en la región coloca al borde del agotamiento a los regímenes "democráticos" y torna a América Latina un verdadero barril de pólvora con peligro de explotar, en una especie de efecto dominó. Ese es el centro de las preocupaciones del imperialismo en la región, y por eso amenaza con la intervención militar en Colombia, ya que los EEUU se sienten fortalecidos (después de la ocupación de Yugoslavia por parte de la OTAN), para ejercer la función de ejército supremo del planeta, pronto a agredir con su descomunal aparato bélico cualquier país, pueblo o fuerza política, que no se someta integralmente a sus dictámenes económico-políticos.

En el caso particular de la crisis colombiana, las fisuras económicas son agudas. La moneda nacional, el peso colombiano, se desvalorizó un 25% frente al dólar en los últimos meses, mientras se instaló la mayor recesión de los últimos 60 años. El rechazo popular a Pastrana llega a un 70% de la población, y la actividad económica retrocedió un 5,8% en el primer trimestre del año. Por otro lado, el gobierno enfrentó una masiva huelga general de profesores, estudiantes y trabajadores en mayo de 1999, y las FARC, que ya controlan o tienen una considerable influencia en el 40% del territorio colombiano, tienen cerca de 15 mil hombres en el área desmilitarizada de San Vicente del Caguán, cuya frontera está a 100km de la capital del país, Bogotá. Para tener una dimensión del peso de las FARC, un informe de la propia comisión designada por el entonces Presidente Ernesto Samper para negociar con la guerrilla, afirmó que "...los guerrilleros operaban en apenas 173 municipios en 1985, mas ahora, en poco más de 10 años, aumentaron su influencia hasta 622 municipios". Y concluye que el conflicto armado "...en sus nuevas formas de expresión es superior a la capacidad del Estado para someter a la Ley y que no hay otro instrumento mejor para superar la situación que no sea el diálogo" (Informe de la comisión gubernamental para la paz, Colombia/97).

En los últimos días de julio, las FARC desencadenaron una ofensiva militar que ya dejó en enfrentamientos con el Ejército más de 360 muertos. El objetivo de esa ofensiva es, según el Gobierno, negociar en mejores condiciones un acuerdo de paz. Por esta razón, la agenda del "diálogo de paz" fue postergada, y los grupos paramilitares ligados al ejército y al Partido Conservador, como "Autodefensas Unidas de Colombia", están atacando poblados campesinos provocando solamente en la última semana más de 25 muertos y 50 rehenes. La crisis colombiana se agudiza a pasos largos y hoy se torna el centro de atención de América Latina, junto con las luchas en curso en Ecuador.

La ofensiva de las FARC y la amenaza de una intervención del imperialismo, dificultan los acuerdos entre el Gobierno y la guerrilla. Las FARC tienen más de 35 años de existencia y una indudable influencia en las masas colombianas. El debate sobre su estrategia, su programa y su trayectoria es fundamental para las organizaciones revolucionarias, con el objetivo de fortalecer la lucha antimperialista y por la revolución proletaria en el continente.

La estrategia de las FARC: ¿Tomar el poder o reformar el régimen burgués?

Los primeros focos de la guerrilla colombiana surgieron a partir de la insurrección popular de abril de 1948, conocida como "el bogotazo". La derrota de la insurrección, debido a la traición de sus dirigentes burgueses ligados al Partido Liberal, devino en un resistencia campesina, que combinó la lucha contra la dictadura conservadora y las reivindicaciones de tierras contra los latifundistas. La mayoría de los núcleos guerrilleros eran influenciados por el Partido Comunista, que actuaba conjuntamente con fuerzas militares insurgentes ligadas al Partido Liberal, de cuño nacionalista burgués. El PC seguía así, la política etapista de Moscú, de subordinar la lucha de las masas a la dirección de la burguesía nacional, adoptando una política de "dos campos" , "democracia versus dictadura", la cual alimentaba ilusiones de que "a lo largo de cuatro años de lucha, los núcleos guerrilleros liberales avanzaran de una lucha en respuesta a la violencia oficial a levantar reivindicaciones de profundo contenido social" (Declaración conmemorativa de los 30 años de las FARC).

Lejos de la expectativa abierta por el PC de solidificar la alianza con la burguesía nacional en nombre de la construcción de una "Nueva Colombia", en 1953, las guerrillas del Partido Liberal acabaron por deponer las armas y establecer un acuerdo con el Gobierno Nacional conservador, lo que tuvo como consecuencia una brutal ofensiva del régimen sobre las guerrillas comunistas e inclusive, sobre focos liberales que resistían, con el asesinato en masa de sus principales dirigentes. Se repetía en Colombia, por responsabilidad de la política de colaboración de clases del stalinismo, las masacres de dirigentes obreros y campesinos, como sucediera en la China de Chiang Kai Chek. Los núcleos guerrilleros resistentes continuaron influenciando algunas zonas campesinas y, en 1964, el gobierno desencadena (con el apoyo de EEUU), a través del Plan OSAL (Operación de Seguridad de América Latina), la "Operación Marquetalia", que destacó 16.000 hombres para la selva, con helicópteros, aviones de ataque e instructores norteamericanos, consiguiendo imponer una derrota a la guerrilla.

Como una forma de recomponerse, los núcleos guerrilleros realizan entre 1965 y 1966 dos conferencias: en la primera, deliberan por un programa agrario para las guerrillas, y en la segunda fundan las FARC. En ese mismo período surgen otras organizaciones guerrilleras: ELN en 1965 y el EPL en 1966. En la década siguiente surge el M-19. El conjunto de estas guerrillas tienen características de ser movimientos armados pequeñoburgueses, con base social en el campo, cuyo objetivo es crear un espacio político democrático para la oposición burguesa, fortaleciendo la economía nacional, sin alterar las relaciones de clase: una especie de reformismo armado.

En la década de los 70 y 80, con la agudización de la crisis económica, las revueltas campesinas fueron más intensas y las FARC y los demás grupos guerrilleros acabaron colocándose a la cabeza de esas movilizaciones, hasta que en 1984 las FARC firmaran con el Presidente Belisario Betancur (1982-1986) "un acuerdo de cese del fuego y tregua", donde se integran a la oposición civil con el nombre de Unión Patriótica (UP), con un programa que declara su decisión de encabezar "en unión con otros partidos y movimientos democráticos y de izquierda la lucha de las masas populares por el retorno de la normalidad, de la controversia civilizada, por apertura democrática que grantice el libre ejercicio de la oposición y su acceso a todos los medios de comunicación social, su organización, su lucha y movilización hasta crear un clima de participación popular en las gestiones del Estado" (programa citado en la Declaración conmemorativa de los 30 años de las FARC-EP).

El resultado del acuerdo de paz fue el asesinato de 5.000 dirigentes populares por parte de las fuerzas paramilitares del Ejército. Los parlamentarios electos por la UP fueron asesinados, lo que forzó a las FARC a romper la tregua en 1987. A pesar de esto, en 1990, el M-19 y un sector del EPL depusieron las armas y se incorporaron a la oposición burguesa, llegando al extremo de que el dirigente del M-19, Navarro Wolf, se integró al Gobierno como Ministro de Salud. En la década de 1970, las FARC se desarrollaron como un movimiento guerrillero con poca influencia política que por mucho tiempo actuó como una fuerza que cobraba a los narcotraficantes el denominado 'impuesto revolucionario' en las áreas donde actuaba, donde se procesaba y exportaba cocaína. Con estos "recursos" las FARC conseguirán adquirir un respetable arsenal bélico, colocándose en muchas zonas casi en igualdad de capacidad de combate con el Ejército regular colombiano. El crecimiento de las FARC en los últimos años, tornándose la más importante referencia de oposición al Gobierno pro-imperialista, con un aumento de su influencia en extensas zonas campesinas, es producto directo del vacío político existente en Colombia en función de la completa integración al Estado Burgués, tanto de las ex organizaciones guerrilleras como de la oposición civil y sindical.

La deposición de las armas por parte del M-19, con su integración a la oposición burguesa civil, copatrocinando los ataques patronales a las masas populares, reforzó a los ojos del movimiento de masas, principalmente del campesinado, la necesidad de combatir al Gobierno en el terreno de la lucha armada. Por otro lado, el Partido Comunista, el MOIR (Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario) y las centrales sindicales (CUT, CTC, FECODE, etc.) vienen teniendo una política sistemática de colaboración de clases, colocándose siempre como auxiliares de los partidos burgueses tradicionales, al punto de que en las elecciones del 98 no existió ninguna candidatura, siquiera de carácter reformista, ligada al movimiento obrero.

La inexistencia de un fuerte partido ligado al movimiento obrero de masas en las ciudades, y la descomposición de la ex izquierda foquista, con su completo fracaso como alternativa de oposición burguesa, dejó un espacio político que fue ocupado rápidamente por las FARC, crecimiento umbilicalmente ligado al avance de la crisis social colombiana. Al mismo tiempo que las FARC ganan peso de masas, su estrategia política y su programa refuerzan su carácter de ser un movimiento guerrillero que no tiene como objetivo destruir al Estado Burgués y tomar el poder contra los capitalistas. Es una fuerza armada que se coloca como instrumento de presión en pro de las más elementales reivindicaciones campesinas y democráticas, limitándose a ser un grupo para reformar el régimen político burgués, similar al EZLN de México.

En este sentido, las FARC se diferencian asímismo de las guerrillas centroamericanas que tuvieran su clímax en las décadas de los 70 y 80 (como el FSLN), quienes a pesar de su programa reformista, instauraron un nuevo régimen político donde las instituciones del Estado somocista fueron destruídas (Parlamento, Justicia, Ejército), dando lugar a nuevas instituciones políticas creadas bajo el control del FSLN. Un nuevo régimen que por el carácter reformista de los sandinistas (que no deseaban llevar a cabo una ruptura completa con el orden burgués), culminó integrado posteriormente a las necesidades del gran capital, participando de la reconstrucción del Estado Burgués, para finalmente entregar el poder a partidos directamente ligados al imperialismo.

El programa de la guerrilla pequeñoburguesa, sea por la vía de la oposición parlamentaria pequeño-burguesa, sea por la lucha armada, se mostró totalmente incapaz de atender las demandas obreras y campesinas, y de luchar por la destrucción revolucionaria del Estado Burgués. La plataforma política de las FARC se limita a intentar apuntalar a la tambaleante democracia burguesa de Colombia, constituyéndose como una fuerza auxiliar de apoyo a un sector de la burguesía nacional, considerada "patriótica y progresista". Pero esta política es utópica y reaccionaria ya que es imposible conciliar los intereses de la burguesía y su Estado capitalista (sometidos al imperialismo), con las reivindicaciones de las masas. Esta lección se torna aún más evidente si recordamos las capitulaciones de integración al Estado burgués del FSLN (Nicaragua), el FMLN (El Salvador), así como la política de frentes populares en Chile y en España, que sólo consiguieron derrotas y sangre en las filas del movimiento obrero, fortaleciendo la contra-revolución burguesa pro-imperialista.

Unir la ofensiva de la guerrilla a la lucha de las masas por el derrocamiento revolucionario de Pastrana y de la dominación burguesa e imperialista

Fueron los sucesivos "acuerdos de paz" con la guerrilla y la política de las direcciones del movimiento obrero lo que permitió al régimen democratizante prolongar su sobrevida hasta hoy. El movimiento obrero urbano, a pesar de dos importantes huelgas contra el gobierno de Pastrana, (trabajadores estatales en octubre del 98 y profesores en mayo del 99), ha sido víctima de la política de derrota y de colaboración de clases de los partidos de la oposición (PC, MOIR, y las centrales sindicales por ellos influídas).

En cuanto a la guerrilla, a pesar de la lucha armada, su programa continúa siendo el mismo de la UP: La instalación de una Mesa de diálogo y de una esperanza viable para la búsqueda de la paz con justicia social y poder convertir en realidad una serie de medidas políticas, económicas, sociales y estructurales que liquiden la raíz de las profundas desigualdades sociales expresadas por la crisis que afecta a la nación"(Revista Resistencia, febrero-abril/99).

La estrategia de las FARC consiste en presionar a la burguesía para conseguir algunas reformas del régimen político, constituyéndose en una fuerza auxiliar de un futuro gobierno democrático burgués, como revela la Declaración de la Comisión Internacional de las FARC-EP/mayo 1998: "Cualquier proceso que se inicie debe tener como tarea la concreción de una Asamblea Constituyente que cambie en Colombia las relaciones de poder a favor de los sectores populares". Por eso las FARC defienden que el proceso de paz debe "contribuir a la organización y a la lucha de los colombianos por una patria generosa y democrática, para la constitución de un gobierno de reconciliación y reconstrucción nacional, pluralista, democrático y patriótico" (ídem). Toda la formulación programática de las FARC está preñada de colaboración entre las clases, donde el proletariado y el campesinado, al contrario de ejercer su propia dictadura, su subordinarían "democráticamente" a sectores de la burguesía nacional. Esa es la esencia de la política de reconciliación nacional que pretende reconstruir sobre nuevas bases burguesas el Estado capitalista. A pesar de su programa claramente reformista, la crisis económica y política empuja objetivamente a las FARC a ser una alternativa de poder frente al desgastado gobierno de Pastrana, constituyéndose en un catalizador popular del odio al régimen. Esta cuestión es la que debe orientar la intervención de las masas y de los revolucionarios frente a la guerrilla colombiana.

Para que no se repitan las tragedias de Nicaragua y El Salvador, donde la cúpula guerrillera tuvo manos libres para pactar derrotas históricas impuestas al proletariado, las organizaciones que se reivindican revolucionarias y clasistas deben intervenir activamente en el escenario político en defensa de la unidad militar con la guerrilla en sus acciones contra el gobierno, al mismo tiempo que se debe levantar un programa anticapitalista y antiimperialista, de ruptura abierta con la burguesía nacional, que propugne la reforma agraria expropiando el latifundio y las grandes fábricas y multinacionales, la estatización del sistema financiero bajo el control de las masas y el no pago de las deudas internas y externas en ruptura abierta contra el imperialismo.

Solamente el movimiento obrero y sus organizaciones políticas pueden desviar a la guerrilla de su curso de colaboración de clases imponiendo un programa revolucionario para las masas colombianas que coordine la ofensiva guerrillera en el campo con fuertes movilizaciones de masas en las ciudades. La guerrilla no está inmunizada a las presiones del movimiento obrero urbano si éste se moviliza. La ofensiva guerrillera en las vísperas de la negociación está al servicio de los diálogos de paz, pero está también ligada a una dinámica causada por la fuerte crisis social que la empuja a una lucha cada vez más abierta con la propia burguesía nacional y el imperialismo.

La base radicalizada de la guerrilla, el ascenso del movimiento campesino, las duras luchas de las masas en las ciudades colocan la posibilidad de que las FARC vayan más allá de sus objetivos inciales de encontrar un acuerdo con el Gobierno. Para detener esa perspectiva, el Gobierno busca una negociación, un acuerdo con la guerrilla, ya que el enfrentamiento de las FARC con el régimen podría coincidir con el creciente clima de revuelta del movimiento obrero, campesino y popular por la grave crisis social. Ese fue el motivo por el que los diálogos con la guerrilla fueron intensificados durante la huelga de profesores en mayo, y recibieran un apoyo a través de la visita a las FARC en la propia selva del Presidente de la Bolsa de Valores de Nueva York, Richard Grasso.

Los 10 meses de negociaciones iniciales con la guerrilla fortalecieron a Pastrana, dándole una relativa base social para llevar adelante el plan pro-imperialista que su antecesor Ernesto Samper no fue capaz de implementar. Según los cálculos del propio Gobierno, una suspensión de hostilidades permitiría un crecimiento de 4 puntos en el PBI, revirtiendo la expectativa de un crecimiento negativo para Colombia. Es por eso que sectores importantes de la burguesía y del imperialismo consideran a la política de "paz" un buen negocio, ante la inminente bancarrota económica. Alentando la negociación con el Gobierno, la guerrilla mostró que sobre la actual estrategia de colaboración de clases sus intereses son completamente distintos de los de los explotados, operando como factor de debilitamiento de las reivindicaciones de las masas populares.

La política de aproximación de las FARC con el Gobierno en medio de la lucha de profesores produjo una enorme confusión entre los trabajadores, principalmente cuando el comandante máximo de la guerrilla, Manuel Marulanda, llamó al pueblo a participar activamente del proceso de paz. Eso se intensificó aún más cuando la guerrilla no emitió ninguna declaración de apoyo al movimiento huelguista, ni condicionó la negociación a que se atiendan las reivindicaciones de los sectores en lucha.

Lejos de apoyar la estrategia de "diálogo por la paz" entre las FARC y el gobierno, y mantener el aislamiento entre la guerrilla y el movimiento de masas, las organizaciones obreras deben coordinar acciones políticas comunes con las FARC y demás organizaciones guerrilleras para imponer el derrocamiento revolucionario de Pastrana y del conjunto del régimen burgués. Este llamado se torna aún más necesario frente a la amenaza concreta de una intervención militar del imperialismo, que no será solamente contra la guerrilla y mucho menos contra los narcotraficantes, sino dirigida a imponer una derrota al conjunto del movimiento obrero y de las masas populares del país.

Es preciso apoyar la ofensiva militar de la guerrilla en el sentido de colocarla al servicio del movimiento obrero y campesino para impulsar una insurrección popular en toda Colombia. El Gobierno de Pastrana negocia con la guerrilla buscando su desmilitarización incondicional, mientras lleva a cabo la más feroz de las guerras contra las condiciones de vida de las masas (reforma a las condiciones de trabajo, fin del salario mínimo, aumento de los combustibles, recortes en educación y salud). Su plan de desarrollo "Cambiar para construir la paz" aprobado en el Parlamento, prevé el pago puntual de la deuda externa que corresponde al 35% del presupuesto nacional, lo que coloca a su pueblo en la peor crisis social de su historia.

El proletariado defiende a la democracia pequeño burguesa en su lucha contra la reacción y el imperialismo, pero lo debe hacer desconfiando de ésta y sabiendo que ésta va a terminar atacándole. Las FARC y el ELN no han nacido en el movimiento obrero ni le expresan. Su objetivo es reconstituir al estado burgués y mantener al capitalismo. Se precisa mantener en alto la independencia y oposición política de clase del proletariado frente a la pequeña burguesía antiimperialista. Con ella es preciso hacer acciones de frente único antiimperialista, al mismo tiempo que se plantea la organización de consejos y milicias obreras, campesinas y populares. La guerrilla no apunta a destruir al estado burgués sino a reflotarlo via reformas. De allí que sus acciones militares apunten a presionar mejores condiciones para capitular y llegar a un acuerdo con los amos del país. La propia guerrilla está condenada a enfrentarse al proletariado. Ya se vio como los ex-guerrilleros del M-19 entraron al gobierno que reprimió huelgas y hasta guerrilleros. También se ha visto como los sandinistas en el poder reprimieron a organizaciones obreras y campesinas.

La estrategia del proletariado debe ser distinta a la de la guerrilla. Nuestra labor es ayudar a crear fuertes, masivos y combativos sindicatos y organismos de poder obrero, campesino y popular. Son las acciones directas de masas -la movilización callejera, las tomas de tierras y empresas, y la HUELGA GENERAL- los mecanismos que debe utilizar el proletariado. La guerrilla quiere que el proletariado se le subordine y no se perfile como tal, independientemente como clase, para poder llegar así a un acuerdo con la reacción. Nuestra estrategia no pasa por formar un gobierno de las FARC o uno de coalición entre la guerrilla y el proletariado. Las FARC en el poder repetirían la misma experiencia de Bolivia 52 o Nicaragua 79.

En caso que la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar se estructure como un poder dual que sea la autoridad indiscutible de las masas, nuestra política podría pasar por exigirles que tomen el poder aunque el proletariado no integre ese nuevo gobierno. Esto, para ayudar a desenmascararles. Exigimos que las FARC rompan con los programas de reforma del sistema y con las conciliaciones con el viejo orden reaccionario y llamen a la formación masiva de organismos de poder de los obreros y campesinos. Llamamos a los trabajadores a solo confiar en sus propias fuerzas y a luchar por su propia revolución y gobierno obrero-campesino (dictadura proletaria).

Los trabajadores deben luchar contra Pastrana y cualquier gobierno burgués. No deben pretendender que caiga Pastrana para que lo remplace algún otro reaccionario, sino que quieren remplazar al estado burgués por uno de los obreros comandando a los pobres de la ciudad y el campo. Por eso es preciso que el proletariado colombiano se organice y que a través de sus huelgas, marchas, ocupaciones de empresas y demás acciones se convierta en el eje de la lucha contra el sistema y del derrocamiento del orden imperante.

En vez de pactar con los paras hay que organizar la autodefensa popular para aplastarlos. Para que la democracia se imponga hay que desarmar a los paras y a las FFAA y policiales; y los trabajadores del campo y de la ciudad deben contar con sus propias milicias subordinadas a sus asambleas de base.

Combatir la intervención imperialista con la unidad revolucionaria de las masas de la ciudad y el campo

El imperialismo yankee, bajo el pretexto de combatir al narcotráfico, está proponiendo por medio del comité antiterrorista de la OEA que una fuerza multinacional (comandada por argentina) intervenga en Colombia para atacar militarmente a las FARC y al ELN en caso de que el gobierno no controle la situación. El propio presidente argentino Carlos Menem declaró que "si Colombia lo pide, la Argentina, por solidaridad, estará allá" (frase recogida por distintos medios de todo el mundo, entre ellos, Folha de Sao Paulo del 26-7-99).

Al mismo tiempo, el director de la DEA, que se encontró con el presidente Andrés Pastrana en los últimos días, prometió más recursos para el ejército y más instructores norteamericanos, cuando visitaba una base militar, donde está siendo entrenado un batallón de 950 hombres para actuar en las zonas controladas por las FARC. El imperialismo, usando al mismo tiempo la política de "paz" y de intervención militar, estudia el mejor modo de seguir recolonizando Colombia. Por eso es preciso una política de independencia de clase que, rechazando la tentativa de intervención imperialista, denuncie el carácter fraudulento y reaccionario de los acuerdos de paz en curso.

La "lucha contra las drogas" es una vieja cantaleta imperialista para inmiscuirse en los asuntos internos de otra nación. Si la droga se produce en países pobres esto se debe a que los EEUU y otros países imperialistas la demandan. También a que el imperialismo cierra las posibilidades para el desarrollo de otras áreas de la economía de las semicolonias. La droga que viene de Los Andes bien puede ser sustituída por otra proveniente de otros lugares o de la misma norteamérica.

Estamos por la descriminalización del cosumo de drogas y por el cese de toda represión a los campesinos que producen la coca o a los consumidores de la cocaína. Los narcotraficantes deben ser expropiados. Un estado de los trabajadores debe tener el monopolio de la exportación y procesamiento de la coca, la cual debe priorizarse para usos medicinales.

Nos cabe a las organizaciones revolucionarias que supieran colocarse incondicionalmente en la trinchera de Yugoslavia cuando la OTAN bombardeaba en forma asesina a Serbia (justificando la acción militar del imperialismo con el pretexto de defender la autonomía de Kosovo), desplegar todas nuestras energías contra una posible intervención imperialista a una nación oprimida latinoamericana, defendiendo a los grupos guerrilleros, independientemente de las divergencias políticas que tenemos con ellos.

Las masas colombianas sojuzgadas por la opresión imperialista y por la explotación de la burguesía nacional solamente pueden conquistar una genuina paz derrotando a Pastrana y tirando abajo el podrido estado burgués. Solamente es posible conquistar la tierra, la soberanía nacional, y garantizar los más elementales derechos democráticos hoy pisoteados por los grupos paramilitares, tomando el poder, expropiando a los capitalistas y a los monopolios imperialistas y destruyendo al ejército asesino a través de la construcción de un genuino poder proletario. Los campesinos y las masas trabajadoras de las ciudades precisan de una estrategia opuesta a la defendida por las FARC, y justamente por eso, debemos luchar decididamente contra una intervención imperialista en Colombia, reclamando que todos los grupos guerrilleros coloquen todos sus recursos militares y humanos al servicio de la unidad revolucionaria entre los trabajadores del campo y de las ciudades, contra el imperialismo y contra todas las variantes burguesas.

El proletariado debe dotarse de un partido revolucionario. Su objetivo debe ser desarrollar la democracia directa y las organizaciones de masas de los trabajadores hasta transformarlas en alternativa de poder para llevar a cabo una revolución socialista. Esta estrategia es opuesta a la de una guerrilla pequeñoburguesa que apunta a reestructurar el estado capitalista y que terminará aliándose a un ala de la burguesía contra los trabajadores.

Este partido debe ser internacionalista y apelar a la unidad internacional con las demás clases obreras, incluyendo la de los propios EEUU. Su meta debe ser acabar con el capitalismo para establecer los estados unidos socialistas.

Convocamos a todas las organizaciones obreras y antiimperialistas a realizar manifestaciones contra la intervención imperialista en Colombia y a coordinar jornadas huelguísticas a nivel continental exigiendo la expulsión de las tropas yankees de ese suelo.

5 de Agosto de 1999

LIGA BOLCHEVIQUE INTERNACIONALISTA - LBI (Brasil)

Partido Obrero Revolucionario - POR (Argentina)

GRUPO TROTSKISTA ORTODOXO (Brasil)

Comité de Enlace de Militantes por una Internacional Comunista Revolucionaria - CEMICOR: PODER OBRERO (Bolívia-Peru), GRUPO COMUNISTA OBRERO (Nueva Zelandia)

Grupo Solidaridad (Alemania)

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