Sembramos la semilla de la vida
en el jardin de la esperanza
en una noche llena de estrellas
bajo la luz enamorada de la luna.
Sembramos la semilla de la vida
con el sudor de nuestros cuerpos,
el gemir de nuestras almas
y el latir acelerado de tu corazón y el mío.
Sembramos la semilla de la vida
arrullados por los acordes embriagantes
de aquella vieja canción
que suavemente con sus notas melodiosas
rompían el silencio profundo de la noche.
Con el paso del tiempo
nuestro jardín se llenó de flores
y en nuestro huerto se cosechó el amor.
Hoy en la plenitud de nuestras vidas
levantamos los ojos al cielo
para agradecer a Dios en una plegaria silenciosa
y decirle que nuestro jardín de la esperanza
es el jardín del amor hecho realidad.