Alberto Benavides Ganoza Al pie del desierto Cajamarca: Antares artes & letras, 2005
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ALBERTO BENAVIDES GANOZA / UN POETA QUE CONTEMPLA EN EL DESIERTO
“La fantasía es fantasía hasta que la belleza la empuja a la existencia”
Alberto Benavides Ganoza
Alberto Benavides Ganoza, poeta y filósofo está viviendo, haciendo a cada paso poesía, viviendo cada tarde intensamente. Sintiendo y pensando la estancia del silencio, contemplando un único desierto, el suyo y el nuestro. Abordamos este libro como quien entra en la boca de un río, y se deja llevar, curioso, expectante. Disfrutando y sorprendido. Y luego, una de sus ondas nos devuelve a su vado, con alguna idea líquida o sustanciosa.
Al pie del desierto es un poemario de epigramas, suerte, derrotero existencial, derrotero. Camino que se anda mientras se lo piensa. Se advierte en él las ideas platónicas que el autor encarna en las artes y letras de su centro cultural: Antares. Irónico y barroco. Este señor con aspecto de patriarca bonachón a la vez que sabio (por lo leído, lo vivido y lo versado), nos regala sus hallazgos risueños. Y por mi parte, me siento en falta, advirtiendo cierto tono solemne en mi versamiento.
Hay un cierto aire de vanguardia, de mañana meridiana-mente neobarroca. El poeta se detiene en el instante que lo lleva a su infancia o al primer beso. El desierto le recuerda la patria de la memoria, lo ido y lo por venir: lo presente. Y él, prorrumpe alabanzas o denuestos procaces contra la necedad de un mundo que no se detiene ya, que no descansa la mirada en un ocaso ni en una lagartija, un río, un huarango. En este desierto poblado de palabras que reclaman luz y defensa para lo que queda de bueno en este mundo y en esta tierra; uno envidia sanamente al autor por las bellas imágenes que vive serenamente allá en Samaca. Síntesis posible de Platón y un zorro quechua, al pie de nuestro desierto, un poeta habitado por huarangos memoriosos va de la mano del mar, en arte excelso.
Místico y juguetón, (por esto mismo serio), soltando lisuras de sencillas florituras, uno de nuestros poetas más rokanroll jóvenes, es algo así como el sobrino nieto del humo del viento. Creyendo que no tiene retórica se la va forjando sin ser ni especial-mente dura ni amordazada. Viviendo el mito nos invita también a vivir el mito verdadero de la inventiva creadora, fantástica, re-creadora y constante. Alegre y esperanzada. Los dioses estarán contentos por los traviesos dones que te dieron y que tú ofrendas, hermano nuestro, como quien silba su silencio. Tranquilito, ocupado y sereno -expectante-, allá en tu desierto, allá en Samaca. Ofrenda que un viento nos trae, silbando tus palabras:
HARAWI
He oído al viento silbar huaynos alegres en Samaca harawis que no se escuchan hace mucho tiempo huaynos que no hablan de orfandad ni olvido sino del gozoso apareamiento de la tierra con el cielo. Y te he recordado niña de ojos negros.
Gustavo Reátegui Oliva |