Javier Marimón



 

 

PROCEDURE / FUNCTION

 

 

Procedure 1:

Que algo de ese valor sería la formulación: «algunos

fumaban, otros no»; y otra cosa que no era de ese valor,

pero que podía engañarme. Decir / no decir cuál. Súbito,

sentir la profunda confusión entre los juicios y el valor.

—y aplicado a este procedure, lo pensado desde antes de su

construcción: «algunos fumaban, otros no», como ese

valor, y mi criterio realmente era contrario, desde antes. y

lo de creer que no era ese valor, pensado y no dicho

finalmente, que fuera ese valor. Aplauso. Hacia el culito.

Procedure 2:

«pensado y no dicho finalmente». Antes: « Decir / no

decir cuál». La relación entre ambas expresiones. La

inversión del sentido del procedure 1, entre los dos, sin

terminar, pues el segundo es parte de la argumentación

interior. La sustitución de reconocer lo que se ha dicho

finalmente por la expresión de su conocimiento; la

posibilidad de operar con él en forma de relación de datos

que existen y no de modo intratextual. De cualquier

modo, su importancia, (como la del procedure 1), es que,

reconociéndose como tal, permite la existencia del otro

 (procedure 2). Además, podría argumentarse que se

encuentra realmente dentro del procedure 2, de absoluto

valor intratextual; aun si en el procedure 1 se declarara

extensivamente la descripción fisonómica de lo otro que

no era de ese valor; ( o que aquí en el procedure 2 si era).

Entonces que sí era, por el procedure 2, donde estamos

ahora. El vuelco Súbito: estamos dentro. Hay que hacerlo

todo con corrección. Nos están mirando. Hacia el sentido

profundo de la representación, con los requerimientos de

los que me miran. Apretar el culito, no afuera, sino dentro

de la representación. y que el de afuera (mirón) sepa de

mi conciencia de apretar el culito para que me vean en la

representación?, o hacer esta conciencia fuera? Dentro,

incluso estos propios análisis que atrapan como una boca

potente mi ilusión de la realidad.

—Salirme. Por fin, apretar el culito, ahora.

Dentro de la representación del procedure 2, que estabas:

—Salirme. Por fin, apretar el culito, ahora.

Déjame.

Procedure / Function (traspaso):

Que arrojaría un valor booleano: true / false (sin propósito

de engañar, la relación arbitraria para la representación

con: Decir / No decir. A quién engañar, claro. Graficar la

function en el espacio físico delante. Allí la madre, apartar!

Aplicar a la función la interrupción en el deseo de su

muerte (odio). O no, sin dejarme influenciar: a la

representación: relación true / false. Que no era! El

engaño hacia decir / no decir. Apretar el culito, dentro de

la representación, y después preparar el engaño mayor: era

de procedure / function! Pero estando dentro de la

representación, no sólo de eso, sino de su propia sustancia

interna. Apretar el culo, como el mirón que me ha dejado

por un instante permanecer junto a él en la

representación, permitirme que le abra mi culo y

acostarme a sus pies. No aquí: hay demasiados espías aquí.

Procedure / function: soy vuestro perro culón. Dentro,

dentro de tu conciencia introspectiva. Permíteme

permanecer aquí. La function, furtiva entre las

conversaciones, afuera. Retomarla! Esquivar las idiotas

conversaciones. Acaso estaciones, existencias-ideas donde

bajar unos segundos los ojos y continuar luego la infame

carrera. La function ha atravesado la escenografía hacia la

realidad más inmediata: el descubrimiento excesivo de mi

situación en la vida u otro dato común que alcanza una

sutil emoción. Arrojar un valor en la function. y estos

cuerpos aquí, distrayéndome de la exigente obra que debo

representar al Impulso. Los idiotas cuerpos de mi familia:

la facilidad patológica de la quietud. Impulso, sólo a ti me

confío (hacia el culito). Sólo tú debes martirizarme y

poseerme. Seré tu chica. Sepárame de estos cuerpos

lejanos. Atraviesa con violencia el punto infame de mis

estados morales. Penétrame como a tu mejor chica. A ti

me confío y obedezco.

 

 

 

 

A

 

 

Siendo A = “es práctico vivir en El Vedado, sólo que todos

van al Vedado y los del Vedado, adónde irían?”.

Allí, en el espacio de la escalera, antes de llegar arriba (B).

(formular exactamente B como B = “ la finalidad de

nuestros actos”. A con respecto a B alcanza la nueva

expresión de A: A = “distracción de B”) sustituir cuando él

dijera A (letra), en sus palabras, por A (enunciado), o por

C. C = “ el odio que provoca A, efecto de A”. El dolor que

comunica esa genialidad profunda. Antes de B, como una

distracción (definición que no le gusta a B, aunque B

gusta de decir: “tiene que haber alguna cosa”. Pero B

acostumbra, como el muchacho del póster que representa

hacia fuera que ha fumado y no lo entiende como una

tarea esencialmente hacia él, confundiendo lo que es

intrínsecamente con lo que se dice acerca de él), el dolor

de caminar por las escaleras en la miríada de

significaciones continuas. Hacerlo cuando las palabras

con Z. Si seré perro: D= ”menor en el flujo de la

conversación”. y D entendible como Z: al decir de que D

fuera incorrecto, siendo Z. O mejor, que Z fuera

incorrecto, y el correcto era Z! El dolor de la pérdida de

A, disuelta en B; baldíos intentos de atravesar hacia A

como un vaho alejado de la conciencia B. La separación

de B tras A; la sensación momentánea de que mi vida

pertenece allí, a ese punto imposible. Se viraban atrás,

como evasivos golpes. Golpes hacia mí, al menos por la

metáfora, por mantenerla consecuentemente: una mínima

exigencia en mi imbecilidad. O voltear (virar) la taza de

café sobre ella, para que, aunque siendo en B, el vuelco de

la finalidad dentro de B; como una sucesión infinita de

sentidos en el trozo de B que aparentaba una fija unidad.

Ayúdame! y aun representar E = “(formulación

abstracta(limitadora) de la forma, en general): concibo los

enunciados como puntos fijos y diferenciables: mi estupidez”. y

a partir de él: E´ = “utilización de E como representación

hacia afuera, con el efecto de burla que me ayude al dolor que

puede purgar mi estupidez”. y aun E´´ = “desarrollo de E

para comprobación de la fórmula: n (cantidad de letras de

enunciado)= m (cantidad de enunciados); donde m es menor

que n, atendiendo a que algunos enunciados representen

variaciones o nuevas perspectivas (interpretaciones) de

enunciados anteriores (como B con respecto a A)”. Mejor

ahora. O no: la horrible relación entre los enunciados, sus

bordes disueltos; como esperar en la mente, y era detrás,

fugado. Siendo A realmente A´; y A = “formulación de

A´”. Representación donde A´ es formulación errónea

(sin declarar que A = A´´ con variaciones esenciales, y

sin declarar mi inconformidad con A (formulación

errónea: burda en minúsculas. Que era). Se ha escapado.

Seguir. y la mentira de decir: dolor. La representación

mentida de mi miseria. Donde el que dice: “no debe ser A,

sino A” (como en Z; donde la significación de A distinto

de A pertenece a la sutilidad inconfesada), es lA estAción

mAgníficA en mi conocimiento. Sin confesarle que A =

expresión fija en forma de pensamiento para distraer la

imagen del tren que vino y que no conocí de la forma fija, y de

esa estación extraña en mis emociones que me dejaron perdido

en un instante feliz de incomprensión; subiendo la escalera”.

 

 

EL KARATECA

 

Como en el ejercicio del cuchillo pinchando el espacio

entre los dedos,

Empezar por el que era antes el final; pero esperar un

poco,

El tiempo en que se levanta el cuchillo en el aire.

Y Súbito; por engañarlo, hacia la incorrección: no el

espacio, el dedo.

Cuánto tiempo debía esperar (permanecer) en la esquina?

Allí vi a la gente caminar hacia la esquina.

Cuando pasaban junto a mí, apretar las nalgas: el

contador.

Que miraban mi dedo sangrante. Lo que se marcaba

porque era.

Como mi vida. O una flema en el piso que aparentaba

una moneda.

Hacia esas relaciones. Como lo que yo aparentaba.

Que ignoraba esa manera en que se recomponían

Los fragmentos de la flema debajo de cada miradura.

El sabrosismo: como decirlo a alguno: si quieres te la chupo.

No, no era sencillo. El tormento que vendría de la

trayectoria impecable.

Como distraerme del conocimiento: esperar en la esquina.

Volver ahora a su casa; lo que había sido último,

En la dinámica de los recorridos por las casas; ahora

primero.

Desde una dinámica y un fin arbitrarios. No pensar eso:

volver a la casa.

Haber dejado las llaves del carro para eso: el pretexto.

Ahora vendría la recuperación. Como lo que era

necesario.

Pude regresar a pie, igualmente.

Como lo que podía ser un fragmento verosímil de

tiempo.

Aunque un poco mayor: no era fácil la decisión de la

herida en el dedo.

Él lo notó: —Tardaste tanto en notarlo? —me decía.

Haberle dicho que habían robado el carro

Sin que variara el transcurrir siguiente hacia ese

sentido,

Como de otra significación: el reto mayor.

Decirlo en baja voz, sin que él me oyera;

Como un cochino, esperar que se alejara.

Ni siquiera el pensamiento de regresar a pie, con las

llaves.

—Déjame quedarme aquí contigo —le pedí.

Pues si regresar atrás, como el anterior (ahora posterior)

Deberé herir con el cuchillo mi próximo dedo,

Hacia la prevención de la incorrección.

Déjame; le había dicho; le estoy explicando a él, como

lo que no deseo;

Pero de modo burdo y explícito, como el perdón al

mental.

Déjame; le había dicho; le estoy explicando a él, como

lo que no deseo;

Pero de modo burdo y explícito, como el perdón al

mental: la falacia Incluida en mi representación al

mental! (procedure/ function. Mi estupidez)

Ver la película, que desde antes.

Pues el tiempo afuera, breve: la alegría momentánea.

Estaba lo del karateca, antes. y otra vez, ahora.

Pero yo sin recordar la relación: al karateca le gustaban o

no las matemáticas.

Que había notado la primera vez de salir.

Mi incorrección principal de no saber cuál era;

Que movía el conocimiento de los miembros del público.

La sensación de no haber estado allí. De mi ignorancia

profunda.

Nada en ellos. Como lo que sólo tiene sentido desde el

sufrimiento.

Miraba las reacciones de los miembros del público:

—Para que preocuparse por sus matemáticas, si mira que

buen karateca es?

—Para que es tan bueno en matemáticas, si ya es buen

karateca?

Buscaba. Otros indicios.

En la atmósfera inquietante venían las impresiones de mi

desconcierto.

El hombre de subir el volumen; lo había hecho con el

vaso en la mano.

Maniobrando con los dedos restantes.

La sensación de la oscuridad y la existencia del sofá

Y el sutil desarrollo del pensamiento de los seres allí

Que exhalaba un entendimiento que me sobrecogía.

Aislado en mi miseria!

Salir a la calle!

Olvidado el pensamiento de ir a la segunda casa

(penúltima),

Recuperarlo ahora, desechando el del karateca:

No como efectos o coincidencias, sino en la confusión

atenazante.

Ver como el cuchillo subía a la segunda casa: era

absolutamente necesario, sí.

Como la incorrección que refugiaba en el salto atrás del

traidor:

Comprobarlo además en la refracción de la mano en el

charco

Donde la distancia (tiempo) entre las primeras visitas

(últimas)

Y su revisitación; era la mayor; permitiendo incluso pensar

Que eran momentos separados del deseo de regresar,

aislado del pretexto,

Y no como una sola unidad.

Era perfecto: a no ser por la sangre que interrumpía la

figura en el charco.

Los que pasan y miran lo que existe.

 

 

 

AUTO- STOP (NO, NO ERA SUFICIENTE:

SIN SER ESTRIBILLO)

 

El que me da la tarjeta en el carro:

Olazábal: para la cara no me imaginaba Olazábal.

Imaginarlo reír: pensar Olazábal.

Imaginarlo hablar: pensar Olazábal.

No, no era suficiente.

No como hechos aislados (que no era),

Sino como el complejo pulsante y nervioso de los actos

En la circunstancia específica del momento pasado, algún

instante.

Era necesario que le mirara un poco los dedos de los pies.

Pensarlo así. Todavía.

Lo que había en ello que me superaba;

Que venía de mi inferioridad.

Y regresar sobre algún momento de la conversación

anterior, que yo habría motivado.

Que temblaba como el humo susurrante que sumergía la

carretera

Y las palmas que vigilaban veloces el desarrollo de mis

actos.

Pensarlo, o mascullarlo; y entonces: Olazábal.

No, no era suficiente.

Instarlo a reproducir ahora la conversación de antes

(provocada).

Como de modo natural. Era la única vía de su exigencia.

Lo dictaba el paisaje; y entonces pensarlo: Olazábal.

A lo que cedía por el aburrimiento de la carretera

vaporosa.

De modo natural?: el miedo que venía del engaño.

No, no era suficiente.

Y pensar en lo que pasaría luego de saberlo;

Esa inútil progresión de los sucesos.

Y: por qué recordar lo del momento antes?, sino que fuera

en otra situación anterior.

Que reclamaba fingir que nos conocíamos desde antes;

Que yo era su mujer: el veleidoso proceder

Que mis instintos delataban hacia el deseo/ la depuración

Y yo dejaba elegir al cansancio de mis aptitudes

Que relajaban el esfínter. y pensar: Olazábal; como que

nunca antes;

Y que me horrorizaba. Como si antes.

Pensarlo; y mientras se la chupaba: Olazábal.

Al nivel de la mordedura del timón; que se me ofrecía

pero

Adonde yo no me debía desviar.

El odio en mi estupidez que no sabía qué hacer con los

actos

Y que se confiaba plenamente a él.

Relamer la leche hacia los mirones de la cámara.

Que demostraban el arquetipo del goloso.

Pensar: Olazábal; desde el arquetipo del goloso, no como

yo,

O lo que pienso que soy.

Volver atrás en la representación;

Comprobar otras variantes de nuestro conocimiento,

acumulando las reacciones que ya conocía de las

representaciones anteriores, pero como si cada vez fuera la

única

Y pensar: Olazábal. Aplicarse a mirar sus pies!

Y: no, no era suficiente; sin ser estribillo:

En el pensamiento que trataba de organizar la

representación posterior.

Y para el que todo sacrificio alcanzaba sentido.

Las vueltas atrás: con momentos de trozos agregados. No

la situación completa.

El miedo de lo arbitrario de lo que podía ser, no siendo

antes. De lo ya arbitrario.

Agregar un momento interesante en la conversación que

ya había sido

Y que nos apurábamos en repetir.

Aunque la inexistencia de una conversación previa

facilitaba la vuelta atrás;

Así que el intervalo entre «real» y su imagen era apenas

nulo;

Plantear alguna miradera del paisaje, como norma del

intervalo. Que variaba.

Tampoco elegíamos sintaxis complicadas.

Y entonces pensar: Olazábal.

Extraviado en la dimensión de los acontecimientos.

el pensamiento de que podría no elegirse el último

instante de nuestra conversación, sino del previo

conocimiento;

Un momento «aleatorio» en esa trama.

Una felicidad momentánea que no bastaba para ahogar

los golpeteos de lo real.

Y: Olazábal.

Después ya nada. Lo que expulsaba la carretera

Y que aprovechábamos como carroñeros acechantes.

Bajarme de allí. O quedarme. Como correspondencia de

mis emociones.

valores que nada arrojaban a mis impulsos.

Como siendo el que viaja a un lugar

Y el que me recibe; con mi deseo de seguir espiando su

vida al irme.

O que siendo el que recibe, al que viene,

Desear fervientemente tener la sensación desde él,

viniendo y luego yéndose.

(Siendo los que reciben yo y mi mujer; que he encontrado

en mí la mujer del deseo/ purgación)

Lo que viene de mi incorrección.

Venir por el recorrido mucho más largo para efectuar;

Y cuando por fin parece que va a efectuar;

Pasarle por arriba hasta el final, llegando al punto de

partida para el recorrido mucho más corto.

Y entonces, partiendo de allí, llegar al punto mediante el

recorrido mucho más corto. y entonces efectuar.

Aprovechar ahora. Bajarse rápido. Con la garza.

Que tampoco era confiable.

Adiós, desconocido: para la formulación que luego de salir

de la carretera habría de recordar.

Significando nada: la contracción.

Desde el cuerpo.

Con un gesto rápido, como invirtiendo la conmoción.

Desde el cuerpo, que es el atajo más corto.

Como la compulsión de Dios en Jesucristo.

Nadie en la carretera.

Y la garza, espantada por mis actos.

Que no sabía si era correcto o no.

Esta es mi oportunidad.

 

 

 

LOS HIMNOS URBANOS

 

Sentía que lo pisaba, durante el otro desarrollo.

Le pedía perdón.

Súbito, antes de continuar aquel desarrollo,

Notaba que realmente no lo había pisado.

Mientras buscaba lo que había pisado

Pisarlo realmente.

Reía por haberle pedido perdón, por no haberlo pisado

Y entonces pisarlo.

Yo le explicaba. Reíamos los dos.

Como haberle pedido perdón por lo que era, después.

Sin su conciencia (de ello).

Como de hecho- efecto de hecho,

Sin haber ocurrido el hecho.

Reíamos, esa extraña magnitud del tiempo,

Como se revolcaba entre nosotros pidiendo perdón.

Podíamos dejar de reír, por eso mismo.

Estaba lo otro: salirse de este desarrollo para entrar a este.

Recuperar el otro desarrollo, no era sencillo.

Reír. O angustiarnos por las vías hostiles

A que nos llevaba la recuperación del desarrollo perdido

Y reír luego de recuperarlo.

A él no la habría importado recuperarlo.

Reía con una facilidad que no me era posible;

Y que trataba de imitar.

Aunque notaba que él comprendía

Que yo estaba demasiado ocupado en recuperar el

desarrollo

Que avanzaba dando tumbos nerviosos

Y no aportaba mucho hacia mis penosas palabras.

La confusión que él no tenía.

Al menos de no haber pensado aquello.

Quedaba de todos modos el dolor de haber atravesado por

allí;

Una geografía que se ajustaba a nuestras localizaciones

pensantes.

La inquietud que me superaba. y juntos.

Si no en ese momento, sería luego.

Deseaba la cercanía entre nosotros.

Que después me abandonaba

Hacia la ilusión estruendosa del mar

Que nos traía la apreciación del rompiente.

 

 

 

EN LA GUAGUA

 

Evento próximo: una tipa en la guagua que me pide un

trozo de hoja.

—En peores hojas le he escrito a mi amiga —me dice.

Le he dado sólo un trozo de la hoja; en el resto: En la

guagua.

Se lo explicaba: —Es que tengo un trozo escrito: En la

guagua.

Sin afirmar que no tenía más que esa hoja.

La molestia de conformarme con mi explicación,

arrebatado.

Atender: miedo de que me atacara, entonces.

No atacando, pero seguramente distrayéndome para luego

atacar:

—Déjame ver lo que ha escrito; pedía. Era mi evento

próximo.

Me aplicaba a él:

En la guagua

En la guagua; lo que significa viajar en la guagua.

Una emoción del paisaje interior: lo que ocurre sin saber

totalmente.

Como que se teclee: enter; y que por alguna razón en que

volvamos arriba;

Bajar con: enter; y distraerme un rato en las líneas

inmediatas;

Pero que cuando vayamos a buscar la de abajo, después de

haber

Subido y bajado por las líneas de esa vecindad,

Descubrir que los: enters han mandado esa línea varias

páginas debajo;

Extraviado por las otras formas de la vecindad: el rencor.

Cada uno hacia la cápsula jadeante de sus vidas.

Pensarlo antes, en la calle. Esperar para atrapar esa guagua

Y cuando ya estaba a punto de irse, entonces correr,

alcanzarla.

Que cuando subí yo también jadeaba.

Por si alguno; yo decirle: qué pasa, entiendo tus

movimientos.

Esa manifestación de mi cuerpo físico

Para la que se volvieron las cabezas.

La imposibilidad de saber cómo era capaz;

En los extraños días que confunden mi situación en los

estados.

Mi ser pasado, allí en la esquina

De donde partía mi aventura en la guagua, perdido.

Adiós!

Ese incómodo punto de seguir conmigo.

Lo que había venido en la guagua para mí que luego me

distraía.

Aprovecharé ese aliento que no quiere cuidarme,

Pero que me refleja en el grave susurro de mi unidad

Y que me excluye de los hartos parámetros de la

vergüenza.

Me sumerjo en la cercanía del hombre que lee:

La patada en el culo más grande de la historia.

El placer de estar aquí; y los síntomas que la yerba

transforma.

Esperar el momento en que atravesemos la esquina

Del imbécil en su silla de ruedas, como un punto

sostenido.

La voluntad ajena de la muchacha que avanza hacia mí.

—Ah, claro, es que tienes que entregar la carta ahora —le

decía—.

Pues si tuvieras que entregarla mañana, no lo harías así, en

ese trocito.

Ahí fue donde vino su ataque:

—No, realmente debo entregarla mañana, pero no importa

que la haga así. Además, deseo hacerlo ahora —me decía.

Horrible: el punto de mi incomprensión. Y: deseo!

Que me impulsaba para nuestra lucha:

Quitarle el papel; ahora!

Ya tengo engañado al perro. La patada más grande en el culo

viene ahora; era lo que decía.

Golpearme ella, en el culo.

Aunque lo que leía el hombre, antes.

Debí bajarme antes, hacia lo de los 5 centavos! Ahora,

correr!

Y la esquina del imbécil, extraviada detrás.

Pero conservaba el trozo de papel.

—Gracias por escribir esto por mí, perra —le grité.

A la guagua en movimiento.

Y: —Perra, eras el evento próximo,

Que no me diste tiempo a escribirlo, já!

Nada en eso. Revolcado en mi indigencia.

Golpearme yo en el culo, como si antes. Creerlo, por

favor!

Yo primero. y de sacrificio, proporcionar luego la

circunstancia

Para que otro lo hiciera, sin saber que elidía a ella.

Prometerlo.

Y recordarlo, luego. Por ahora

Correr al establecimiento; y pagar con cinco centavos

Que luego debería retirarle de modo exagerado

Y a cambio darle otra moneda igual.

Lo que permitía sus pensamientos.

Una explicación que debía a la guagua

Y de la que soportaba sus insultos. Luego nada.

Su dirección se indicaba hacia otros clientes.

Aplicarme a la espera de otra guagua.

Proseguir en la condición de siervo a la que me debía.


Javier Marimón (Matanzas, Cuba, 1975). Ha publicado en poesía: La muerte de Eleanor (Editora Abril, 1998); Formas de llamar desde Los Pinos (Editorial Letras Cubanas, 2000); El Gran Lunes (Ediciones Vigía, 2000); El gatico vasia (cómo engañé al Súbito) [Aldabón Editores, 2001] e Himnos Urbanos (Editorial Letras Cubanas, 2002). Aparece en una decena de antologías de poesía cubana. Otros textos suyos aparecieron en diversas revistas y publicaciones cubanas y extranjeras. Ha obtenido numerosos premios de poesía en Cuba y en el extranjero.


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