61 LOS NUEVOS SOFISTAS
Quienes destruyen la religión y la filosofía no son, generalmente, los
que están fuera de esas actividades, ya que tales ramas de la cultura entran en
crisis debido, principalmente, a las falencias existentes
entre sus propios cultores. Así, con una gran adhesión al relativismo de la
verdad y al relativismo moral, gran parte de los filósofos de la actualidad nos
hace recordar a los antiguos sofistas griegos, tal como lo relata la historia
de la filosofía.
Al respecto podemos leer: “El
relativismo consiste en un ataque sistemático a la pretensión de universalidad
de nuestras prácticas (ya sean epistémicas, éticas o
estéticas). Afirmar –como por otra parte, no es infrecuente escuchar en
ocasiones- que el relativismo sostiene la invalidez de nuestro conocimiento o
de nuestros códigos morales resultaría falso, amén de simplificador. El
relativista lo que niega es la posibilidad de universalizar en ningún sentido racionalmente admisible creencias o prácticas cuya
validez, sin dejar de ser reconocida, es restringida a ámbitos extremadamente
concretos” (De “El desafío del relativismo” de L. Arenas, J. Muñoz y A. J. Perona – Ed. Trotta).
Es evidente que los
resultados de la ciencia experimental tienen validez universal. Tanto la
matemática, como la física, la química, la biología, etc., establecen
resultados y descripciones cuya validez puede ser verificada en cualquier parte
del mundo y en cualquier época. Ello se debe a que la ciencia describe leyes naturales
que son, a su vez, propiedades inherentes a la materia, y como ésta no cambia,
de ahí su carácter invariable. En ciencia se buscan descripciones de validez
universal, de lo contrario no serían científicas. La ciencia existe aún cuando
algunos relativistas de la verdad la desconozcan.
En cuanto al relativismo
moral, o ético, es oportuno recordar que la ética describe las causas que
producen ciertos efectos (deseados y no deseados) por el ser humano. Como estos
vínculos de tipo causal no cambian con el tiempo y con el lugar, también tienen
un carácter universal. De ahí que pueden ser descriptos por la psicología, la
psicología social, la sociología, etc. En este caso han de tener un fundamento
biológico. También existen relaciones causales que no tienen ese tipo de
validez, por lo que no entran en el marco de la ciencia experimental,
tratándose de aspectos netamente culturales del comportamiento humano. Aún así,
los resultados de distintas propuestas culturales han de ser distintos, por lo
que una será mejor
que otras.
Así, la tendencia a compartir
las penas y las alegrías de nuestros semejantes es una actitud que permite
establecer un vínculo afectivo que la propia evolución ha asignado a los
mamíferos, y no sólo al hombre, como una necesidad evolutiva para lograr una
mejor adaptación y un medio efectivo para la supervivencia de las especies,
teniendo también un carácter universal.
El relativismo no sólo
desvincula la ciencia de la filosofía, sino que tiende a anular la validez de
los propios sistemas filosóficos, especialmente los que buscan los dos aspectos
básicos, como son la teoría del conocimiento y la teoría de la acción ética. Si
se supone que ambos aspectos carecen de validez universal, el filósofo tan sólo
ha de proponer sugerencias de validez subjetiva y parcial, casi como si se
tratara de una obra de arte o de una obra literaria. Como las “ciencias”
sociales están metodológicamente más cerca de la filosofía que de la ciencia,
también resultan ser “víctimas” del relativismo mencionado. Mario Bunge escribió:
“Feyerabend sostuvo que el «monótono mundo
material» puede repoblarse con dioses «si sus habitantes tienen el coraje, la
determinación y la inteligencia de dar los pasos necesarios». En suma, el
constructivismo ontológico es una regresión al pensamiento mágico”.
“A su turno, el constructivismo implica el relativismo epistemológico, esto es, la concepción de que no hay
verdades objetivas. En efecto, si todos los hechos son creación de uno u otro
grupo social, no puede haber verdades objetivas referidas a ellos. Y si ése es
el caso, no puede haber pruebas de la verdad o «controles de la realidad». Es
decir que lo que cuenta como método válido o evidencia pertinente para un grupo
social no necesariamente cuenta como tal para otro. En suma, la evidencia y la
verdad son relativas al grupo social”.
“A causa de semejante pluralidad de verdades, debe haber tantos
sistemas de creencias como grupos sociales, y de ninguno de ellos puede decirse
que sea objetivamente superior a ningún otro, precisamente porque no hay
pruebas de verdad objetivas y por lo tanto universales. Este punto de vista
–quizás expuesto por primera vez por Nietzsche –fue
adoptado por la escuela de Francfort, Foucault, Rorty, Ross, Aronowitz
y la mayoría de los demás «posmodernistas». Todos ellos niegan la existencia de
verdades objetivas y afirman que el conocimiento científico no cartografía el
mundo sino que es únicamente una herramienta del poder. Pero ninguno explica
por qué la matemática, la ciencia y la tecnología, independientemente del orden
social, tienen éxito con frecuencia cuando todo lo demás fracasa”.
“Por ejemplo, de acuerdo con el relativismo epistemológico, una
mentalidad crítica moderna no es superior a una primitiva; una cosmovisión
mágica es tan válida como una científica; y la ciencia no es mejor que la pseudociencia: «Todo vale» (Feyerabend)”
(De “Las ciencias sociales en discusión” – Ed.
Sudamericana SA).
Debemos decir que, en
realidad, cualquier tipo de propuesta (cognoscitiva o ética) ha de ser tan
“respetable” como otra, ya que cualquier tipo de propuesta tiene derecho a
participar en la “selección natural” posterior, pero no toda propuesta se ha de
ajustar de igual manera a la realidad. De ahí el gran absurdo que proponen los
que niegan la validez de la contrastación final entre
descripción y realidad.
Se ha dicho que “así como un
reloj detenido da dos veces al día la hora exacta, hay quienes, de tanto hablar
inexactitudes, terminan diciendo la verdad”. No es lo mismo el planteamiento científico
que, en general, parte de bases concretas y verdaderas, pero que tiene errores
y limitaciones, que el planteamiento sofista que surge de la ignorancia de las
leyes naturales y que, sin embargo, podrá llegar a algunas conclusiones
verdaderas. Podemos hacer una síntesis de lo que podríamos denominar
“pensamiento sofista”:
1) No hay verdad de validez universal
2) No hay ética de validez universal
3) La validez del conocimiento se establece mediante debate y consenso.
(“El hombre es la medida de todas las cosas….”)
Desde un punto de vista
científico, se acepta que iguales causas producirán iguales efectos, mientras
que, desde el punto de vista relativista, se supone que iguales causas podrán
producir distintos efectos. Así, mientras que, para el científico social, el
amor (compartir penas y alegrías) produce efectos deseables y el odio (burla y
envidia) produce efectos indeseables, en todo tiempo y en todo lugar, para el
relativista el amor podrá, en algunas ocasiones, producir lo indeseado e
incluso el odio podrá producir lo deseado (por lo que daría lo mismo predicar
el amor que el odio).
El científico se basa en la
existencia de vínculos causales observados en la propia realidad, mientras que
el relativista desconoce tales conceptos, incluso la idea de “ley natural”
parece no existir en sus pensamientos ni en sus referencias.
Si el relativismo es parte de
la realidad, entonces no existe posibilidad de establecer acuerdos entre
distintos grupos, o entre distintas opiniones, porque todas tendrían una
validez similar. Pero en ello no radica el principal problema, ya que la
ausencia de una verdad objetiva y de una ética de validez universal, impide que
el individuo perfeccione su conciencia moral. En lugar de establecer cierta
introspección que le ha de permitir valorar los efectos de sus acciones y
actitudes, se sentirá liberado de tal tipo de autocontrol e incluso tenderá a
considerar como “bueno” a todo lo que haga o a todo lo que desee.
Una de las pocas veces en que
los relativistas hacen referencia a la ciencia, es cuando suponen que la
“teoría de la relatividad” de Einstein confirma
parcialmente sus ideas. Debemos decir que el “principio de relatividad” afirma
que las leyes de la física tienen igual forma matemática si se los refiere a
dos sistemas de coordenadas en movimiento mutuo rectilíneo y uniforme. Incluso
existe un intervalo espacio-temporal absoluto, o invariante, para ambos
sistemas de referencia. Como vemos, este principio nada tiene que ver con el
relativismo de la verdad, y mucho menos con el relativismo moral.
Las esperanzas ciertas para
que, desde la intelectualidad, se inicie un cambio ético favorable, radica en
el futuro desarrollo de la neurociencia. Es posible que sus hallazgos sean
luego incorporados como fundamentos de la psicología, luego a la psicología
social y a la sociología, para llegar finalmente al público. Es tan grande el
divorcio entre filosofía y ciencia que pocas esperanzas quedan para establecer
entendimientos, sobre todo cuando no se acepta la existencia de una verdad
común a todos, porque ni siquiera se acepta la evidente existencia de leyes
naturales inherentes al mundo real.
62
ACCIÓN POLÍTICA
La política surge de la necesidad de tomar decisiones, que afectarán a
toda la sociedad, y que serán adoptadas por medio de sus representantes. Como
no es posible que todos decidan, se opta por la elección de los que tendrán esa
responsabilidad. Pero en política no sólo se ejerce una función administrativa,
sino también ideológica, ya que el accionar individual es inherente al éxito de
la sociedad.
Podemos encontrar dos
extremos en el ejercicio de la política. En un caso, las decisiones y la
influencia ideológica serán orientadas al hombre-masa, tratando de usarlo y
dirigirlo hacia donde mejor le parezca al político en el ejercicio del poder.
En el otro extremo tenemos el caso en que las decisiones y la influencia
ideológica son orientadas hacia el hombre libre, buscando su mejor adaptación
al medio social, incluso al orden natural.
Asociadas a estos casos extremos,
aparecen dos resultados posibles: el conflicto o la paz. Así, hay quienes
sugieren que toda culpa por los males de la sociedad recae en un grupo
concreto. Luego describen con lujo de detalles el porqué de la supuesta
culpabilidad fundamentando tal afirmación. De esta forma se instiga a la
violencia sin necesidad de que exista una sugerencia explícita hacia la acción.
Así tenemos el caso de Hitler, que sugería que los
judíos eran los culpables de todos los males de Alemania, o el caso de Marx, que sugería que la burguesía era la culpable de todos
los males de cualquier sociedad. En el otro extremo tenemos el caso de Gandhi, quien veía en cada individuo al “culpable” de sus
propios males, fortaleciéndolo eficazmente aun cuando no fuese culpable del todo.
En estos ejemplos podemos ver
tanto el origen de las grandes tragedias del siglo XX (nazismo, comunismo) como
el origen de la liberación de la India ante el imperialismo británico. En un
caso se degrada al hombre-masa inculcándole el odio sectorial, mientras que en
el otro caso se lo trata de fortalecer en todos sus aspectos. Los que se
dirigen al hombre-masa utilizan la propaganda para difundir verdades parciales,
incluso la mentira, mientras que quienes se dirigen al hombre libre utilizan la
difusión directa de la verdad.
Adolf Hitler escribió:
“La propaganda es un arte, debe dirigirse siempre y únicamente a la
masa”.
“Repetir constantemente un reducido número de ideas”.
“La palabra es un medio de propaganda superior. Es a través de ella que
se desencadenan las revoluciones”.
“La gran masa de un pueblo obedece siempre al poder de la palabra.
Todos los movimientos de la historia son movimientos populares, erupciones
volcánicas de pasiones humanas provocadas por la diosa cruel de la miseria o
por las antorchas de la palabra arrojadas al seno de las masas; jamás por los
chorros de limonada de estetas literarios y de héroes de salón”.
“Únicamente un huracán de pasión devoradora puede cambiar el destino
de los pueblos; pero únicamente quien lleva en sí mismo esa pasión es capaz de
provocarla. Es ella la única que inspira a sus elegidos las palabras que abren,
como a golpes de martillo, las puertas del corazón de un pueblo. Aquel que
ignora la pasión y cuya boca permanece muda no es el elegido del Cielo para
imponer su voluntad”.
“Si el judío, apóstol del marxismo, se convierte en el vencedor de los
pueblos de este mundo, su corona será la corona mortuoria de la humanidad.
Entonces nuestro planeta recorrerá su ruta por el espacio en el estado mismo en
que se encontraba hace miles de años: los hombres habrán desaparecido de la
superficie. La naturaleza se venga sin piedad cuando se transgreden
sus órdenes. Por eso es que creo obrar de acuerdo a los designios del
Todopoderoso, nuestro creador, ya que: Al
defenderme contra el judío, combato para defender la obra del Señor”. (De
“Mi doctrina” – Ed. Temas Contemporáneos).
Los fundamentos ideológicos
del nazismo se nutren de los aportes de pensadores anteriores, que de alguna
manera fortalecen y permiten la gestación de la doctrina final. Werner J. Dannhauser escribió:
“Si Marx está inseparablemente relacionado
con el desarrollo del comunismo, debe reconocerse que Nietzsche
está ligado al surgimiento del fascismo del siglo XX. La relación del fascismo
con Nietzsche nos recuerda la relación de la
Revolución Francesa con Rousseau”.
“Acaso el fascismo abusara de las palabras de Nietzsche,
pero es singularmente fácil abusar de tales palabras. Nietzsche
fue un extremista, y nadie tuvo más talento que él para hacer que una opinión
extrema pareciese atractiva, presentándola con gran audacia y elocuencia. Un
hombre que aconseja a los hombres vivir peligrosamente, debe esperar que
hombres peligrosos, como Mussolini, sigan su consejo;
un hombre que enseña que una buena guerra justifica toda causa debe esperar que
se abuse de su enseñanza que, a medias, había sido presentada en broma, pero sólo a medias. Nietzsche
elogia la crueldad y condena la piedad, sin reflexionar lo suficiente en si
realmente debe recomendarse al hombre ser más cruel de lo que él es, o sobre
cuál será el efecto de semejante idea sobre hombres crueles”.
“Nietzsche no fue racista, pero sus escritos
abundan en reflexiones sobre la raza y en las posibilidades de un
rejuvenecimiento biológico del hombre. Nietzsche no
sólo no propone ni enseña la prudencia y la responsabilidad pública; las
calumnia. Por último, hay que repetir que Nietzsche
es el inventor de un ateísmo de la derecha política”. (De “Historia de la
Filosofía Política” de L. Strauss y J. Cropsey – Fondo de Cultura Económica).
Podemos citar algunas frases de Nietzsche
para tener una idea de su personalidad:
“Los débiles y malogrados deben perecer: artículo primero de nuestro amor
a los hombres. Y además se debe ayudarlos a perecer”. “¿Hay algo más
perjudicial que cualquier vicio? Sí, la compasión que experimenta el hombre de
acción hacia los débiles y los idiotas: el cristianismo” (De “El Anticristo”)
“Debéis buscar vuestro enemigo y hacer vuestra guerra. Debéis amar la
paz como medio para nuevas guerras, y la paz de corta duración más que la
larga. Decís que es la bondad de la causa la que santifica la guerra; yo digo,
es la bondad de la guerra lo que santifica toda causa”.
Debido a la importante
influencia que tienen las ideologías, no es raro el caso de los marxistas que,
durante la Guerra Civil española, asesinaron a 8.000 curas y monjas católicos,
buscando exterminar la influencia cristiana, interpretada como “la ideología
que la burguesía utiliza para explotar al proletariado”. K. Marx
y F. Engels escriben: “La leyes, la moral, la
religión son para el proletariado meros prejuicios burgueses, detrás de los
cuales se ocultan otros tantos intereses de la burguesía” (De “El Manifiesto
Comunista” – Ed. Anteo)
La idea de la revolución
tiene muchos adeptos. Ven en ella la posibilidad de destruirlo todo para
comenzar a construir la nueva sociedad desde cero, sobre los escombros de la
anterior. Alguien dijo: “Es una gran idea porque llena todo un cerebro”. K. Marx y F. Engels escriben: “Los
comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman
abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la
violencia todo el orden social existente. Las clases dominantes pueden temblar
ante una revolución comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en
ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar” (De “El
Manifiesto Comunista”).
Al proponer la expropiación
de los medios de producción, en el socialismo se produce una gran concentración
de poder en el Estado. También los fascistas y nazis establecen una gran
concentración de poder estatal, por lo que resulta en extremo peligroso, más
aún con las experiencias conocidas de Stalin y de Hitler. De ahí que las economías mixtas resultan ser las
más adecuadas a la sociedad.
La justificación de la
violencia proviene al considerarse que se lucha contra la injusticia que
produce el grupo enemigo. En la actualidad se justifica incluso al terrorismo,
que no sólo ataca a sus rivales, sino a cualquier persona, en una forma
traicionera. Los propios estados, en su lucha contra el terrorismo, terminan
actuando en forma similar, tal el caso de los EEUU en sus invasiones a países
que, supuestamente, colaboran con grupos terroristas. Sin embargo, aún cuando
tuviesen apoyo de los gobiernos de esos países, el pueblo no tiene porqué
padecer los efectos de esa lucha. Los países poderosos tienen la obligación de
mostrar cierta grandeza moral que, por lo visto, la han dejado de lado
completamente.
Mahatma Gandhi escribió:
“Mi noción de democracia es que, en ese régimen, el más débil posee
las mismas oportunidades que el poderoso”.
“Todo sistema económico que desatiende las consideraciones morales y
sentimentales es como una figura de cera que, a pesar de su semejanza con lo
humano, carece de la vitalidad de la carne humana. En momentos cruciales, estas
novedosas leyes económicas de moda han fracasado en la práctica. Los individuos
o naciones que las aceptan como axiomas deben sucumbir”.
“Cuando contemplo a la URSS, sitio donde se ha alcanzado la apoteosis
de la industrialización, noto que la vida allí no me interesa. Para decirlo con
palabras de la Biblia: «¿De qué le servirá al hombre
ganar el mundo entero si pierde su alma?» En términos modernos, perder la
individualidad y convertirse en un mero engranaje de la maquinaria está por
debajo de la dignidad humana. Ansío que cada individuo se convierta en un
miembro digno y plenamente desarrollado de la sociedad”.
“Poder político significa capacidad para regular la vida de la nación
a través de los representantes nacionales. Si la vida de la nación se vuelve
tan perfecta como para regirse a sí misma, la representación se vuelve
innecesaria. Surge entonces un estado de anarquía ilustrada, en que cada uno es
su propio soberano. Cada uno se gobierna a sí mismo de manera que jamás es un
estorbo para el prójimo. En ese estado ideal, no existe el poder político,
porque no existe el estado. Pero el ideal no se da jamás en la vida real. De
ahí la clásica aseveración de Thoreau que dice: «El
gobierno mejor es el que gobierna menos»”.
“No tengo nada nuevo que enseñar al mundo. La verdad y la no violencia
son tan antiguas como las montañas. Toda mi obra consiste en haber
experimentado con ambas en una escala tan vasta como me fue posible. Al
hacerlo, me he equivocado algunas veces y he aprendido de mis errores. La vida
y sus problemas se han convertido así, para mí, en sucesivos experimentos en la
práctica de la verdad y la no violencia….” (De “Mahatma Gandhi.
Pensamientos escogidos” seleccionados por R. Attenborough
– EMECE Editores).
Mientras que Nietzsche y Marx, y sus
seguidores, suponen inexistente la verdad y la moral objetivas, predicando la
violencia, para Gandhi la verdad y la no violencia
son el fundamento de su acción política. Aquéllos iniciaron el camino a las
grandes catástrofes humanas, mientras que Gandhi
mostró al mundo un método eficaz y positivo para el género humano. Sin embargo,
los apóstoles de la violencia gozan de la admiración y de la veneración de
muchos sectores, mientras que, pareciera, la acción exitosa de Gandhi es tan sólo un recuerdo que quedó perdido en la
historia. Aunque ya nos advirtió que: “El Bien viaja a paso de tortuga.
Aquellos que quieren hacer el bien no son egoístas ni están urgidos, ellos
saben que inocular el bien en los demás requiere largo tiempo”.
63
POSTURA FILOSÓFICA EN CIENCIA
Es oportuno preguntarse si existe alguna postura filosófica favorable para
el científico. Al menos uno no puede imaginarse que alguien que no busque la
verdad objetiva vaya a encontrarla. Esto se debe a que, en ciencia,
precisamente, se buscan las leyes naturales, que tienen un carácter universal,
o de validez general, que no está limitada a un lugar ni a una época.
Esto es de especial interés
para el científico social, ya que el científico dedicado a las ciencias
naturales, pareciera, tiene mejor asumido el carácter objetivo de las
descripciones científicas. Si bien nadie puede afirmar que nunca tendrá éxito
quien tenga una postura filosófica “incorrecta”, podemos intentar establecer
algunos principios ideológicos básicos que, se supone, deberían formar parte de
la actitud favorable mencionada:
1) Todo lo existente está regido por leyes naturales.
2) Estas leyes son invariantes en el tiempo y en el espacio.
3) La actividad del científico consiste en describirlas.
4) La existencia de estas leyes es independiente de que el hombre las
describa, o no.
5) Es posible, en principio, conocer la totalidad de las leyes
Es oportuno mencionar la
opinión de uno de los físicos que se ocuparon del tema, tal el caso de Max Planck, el iniciador de la
teoría cuántica:
I)
La naturaleza existe de por sí y el
hombre no es sino una pequeña parte de ella
II)
La naturaleza es legal (satisface
leyes) y la legalidad es causal (no hay azar objetivo)
III)
La realidad puede conocerse de a
poco, aunque jamás perfectamente
IV)
La ciencia marcha de la diversidad a
la unidad, de lo subjetivo a lo objetivo, y de lo relativo a lo absoluto.
Mario Bunge escribe al respecto:
“La primera tesis, de la realidad del mundo exterior, era considerada
como metafísica por el positivismo que reinó durante la vida de Planck, y que sigue siendo, aunque muy debilitado, la
filosofía oficial de la física aun después de haber sido abandonado por casi
todos los filósofos. Planck no se ruboriza cuando se
le acusa de hacer metafísica (u ontología). Sostiene que las hipótesis de la
realidad y legalidad del mundo son supuestos metafísicos de la investigación
científica. Quien no las acepta no puede hacer contribuciones al conocimiento,
ya que la finalidad de la investigación científica es encontrar el orden (la
ley) en la realidad. (También Einstein pensaba así)”.
“La tesis II, de la legalidad de la realidad, fue concebida por Planck a la manera clásica. Si bien es cierto que Planck admitió que hay dos clases de leyes, las «dinámicas»
y las probabilistas o estocásticas, creía que estas últimas eran inferiores a
las primeras por dar lugar a excepciones inexplicables. Según Planck, en efecto, las leyes probabilistas, a diferencia de
las causales, no son necesarias. Por este motivo preconizó el programa de la
reducción de las leyes estocásticas a leyes dinámicas (causales) elementales.
Reconocía que, desde el punto de vista lógico, también puede sostenerse la
hipótesis contraria, del carácter fundamental de las leyes probabilistas. (Esta
hipótesis subyace a la física cuántica)”.
“El principio filosófico III de Planck, a
saber, el de la cognoscibilidad del mundo exterior,
no es tan evidente como podría creerse. Ante todo, supone la realidad
independiente de ese mundo, lo que a su vez es una hipótesis metafísica.
Además, después de Kant se tiene el derecho a dudar
de que podamos conocer las cosas tales como son en sí mismas: después de todo,
el cerebro humano no es un registrador perfecto ni pasivo, los órganos de los
sentidos son limitados, y no conocemos las cosas, en el laboratorio, sino por
su acción sobre nosotros. Además, el positivismo nos asegura que sólo se puede
conocer sucesos en los que hemos participado: nada ocurriría de por sí,
independientemente del sujeto. Por ejemplo, Bohr y
sus discípulos nos dirán que la teoría cuántica, aunque completa y por
consiguiente perfecta, no nos informa sobre cosas en sí (electrones, átomos,
fotones, etc.), sino sobre experimentos y mediciones”.
“La tesis de la cognoscibilidad de la realidad
tiene como consecuencia la tesis de que nuestras teorías son imágenes (sin duda
imperfectas) de la realidad. Ellas no son resúmenes de nuestras experiencias
sensibles (positivismo) ni construcciones cómodas que sirven para hacer
predicciones (convencionalismo). Son, en cambio, representaciones de cosas
reales o presuntamente reales. Por consiguiente nos permiten no sólo prever
(aunque sea probabilísticamente) el curso de los
acontecimientos, sino también explicar su mecanismo”.
“Planck no era un realista ingenuo: sostenía
que nuestras representaciones de las cosas son incompletas y a menudo falsas.
Por un lado están las cosas, por el otro nuestros modelos de las mismas; por un
lado los acontecimientos, por otro las imágenes que construye el teórico para
dar cuenta de los mismos. El hecho que maneja el teórico es un «modelo
idealizado» creado a fin de eliminar los elementos fortuitos y accidentales del
hecho real, casi siempre más complejo y espurio. El físico teórico nos da a
conocer la realidad por medio de esos modelos. Este conocimiento es imperfecto
pero no deja de hacerse más preciso y más profundo: se aproxima progresivamente
a la verdad completa (o «absoluta», como prefería decir Planck),
sin alcanzarla jamás. Siempre queda algo desconocido e irracional. Pero éste no
es el residuo irracional de Meyerson: es un residuo
que desafía al investigador, quien a su vez lo reduce progresivamente. La
naturaleza es, pues, cognoscible paso a paso. Pero el
mundo, según Planck, contiene más que la naturaleza:
también existe el Dios de los cristianos. Ante lo desconocido Planck se divide en dos personas: el investigador que
intenta reducirlo, y el creyente que se resigna a venerarlo” (De la
presentación de “Max Planck:
autobiografía científica” – Ediciones Leviatán)
64 ¿ES EL
NAZI EL SUPERHOMBRE DE NIETZSCHE?
Friedrich Nietzsche
fue uno de los precursores del relativismo moral. Su propuesta ética, que lleva
al Superhombre, desconoce la existencia de leyes causales que gobiernan al
hombre, incluso desconoce, como fuente de la moral, a las costumbres, que si
bien no nos garantizan el mejor resultado, al menos constituyen una fuente de
múltiples experimentos que se han dado desde épocas remotas, y de esa
experimentación se puede extraer el conocimiento adecuado para la realización
de la mejor ética posible. Al respecto escribió:
“Si a pesar del formidable yugo de la moral de las costumbres, bajo el
cual han vivido todas las sociedades humanas: si durante millares de años antes
de nuestra era, y después en el curso de ella hasta los días actuales […] las
ideas nuevas y divergentes y los instintos de oposición han renacido siempre,
fue porque se hallaban bajo la égida de un salvoconducto terrible. Casi siempre
ha sido la locura quien ha abierto camino a las nuevas ideas, quien ha roto el vallador de una costumbre o de una superstición venerada”
(De “Aurora” – Ed. Mexicanos Unidos SA)
En cuanto a las coincidencias
que aparecen entre el hombre que responde a la ética subjetiva propuesta por Nietzsche, y el nazi, guiado por la doctrina de Adolf Hitler, podemos citar:
Culpabilidad de los judíos:
Nietzsche asocia una actividad
corruptora a los judíos:
“No merece la pena mencionar nada de lo que sobre la tierra se ha
realizado contra «los nobles», «los violentos», «los señores», «los poderosos»
si lo comparamos con lo que los judíos han hecho en su contra: los judíos, ese
pueblo sacerdotal que sólo ha sabido vengarse de sus enemigos y dominadores a
través de una transvaloración radical de los valores
propios de éstos, es decir, mediante un acto de la «venganza más espiritual».
Eso es lo único que podía encajar exactamente en un pueblo sacerdotal, en el
pueblo del más insaciable deseo de venganza sacerdotal. Han sido los judíos los
que, con una terrible consecuencia lógica, han osado invertir la identificación
aristocrática de los valores (bueno = noble = poderoso = bello = feliz = amado
de Dios) y han mantenido con los dientes del odio más profundo (el odio causado
por la impotencia) esa inversión, es decir, «vosotros, vosotros los nobles y
violentos, sois vosotros, para toda la eternidad, los malos, los crueles, los
lascivos, los insaciables, los ateos….»”
Adolf Hitler
titula algunos capítulos de su libro:
“El judío, enemigo del género humano”. “El judío, corruptor del buen
gusto y las costumbres”. “El judío, bacilo disolvente de la humanidad”
Contra el igualitarismo:
Nietzsche fue contrario al
igualitarismo, tanto al predicado por el cristianismo como por el socialismo.
Para él hay hombres inferiores y hombres superiores, el superhombre pertenece a
este segundo grupo. Escribió en “El Anticristo”:
“Los débiles y malogrados deben perecer: artículo primero de nuestro
amor a los hombres. Y además se debe ayudarlos a perecer”. “¿Hay algo más
perjudicial que cualquier vicio? Sí, la compasión que experimenta el hombre de
acción hacia los débiles y los idiotas: el cristianismo”
Para Hitler hay razas superiores (arios) y
razas inferiores (judíos). Ya que hay desigualdades, tanto Nietzsche
como Hitler sugieren que el fuerte elimine al débil
(con la “noble finalidad” de mejorar la humanidad……)
Moral de la violencia:
En muchos escritos, Nietzsche atribuye al
superhombre rasgos con los que los nazis se identifican: la falta de compasión,
la crueldad, la fuerza, el gusto por la acción, el combate y la guerra, el
desprecio por los débiles. Al respecto se le atribuyen los siguientes escritos:
“Debéis buscar vuestro enemigo y hacer vuestra guerra. Debéis amar la
paz como medio para nuevas guerras, y la paz de corta duración más que la
larga. Decís que es la bondad de la causa la que santifica la guerra; yo digo:
es la bondad de la guerra lo que santifica toda causa”
“¿Quién alcanzará algo grande si no tiene la fuerza y la voluntad de
infligir grandes sufrimientos? Saber sufrir es poco; hay mujeres y esclavos que
han destacado como maestros en este arte. Pero no sucumbir ante los ataques de
la angustia íntima y de la duda turbadora cuando se causa un gran dolor y se
oye el grito de este dolor, esto sí es grande”.
“El hombre superior se distingue del inferior por la intrepidez con que
provoca la desgracia”
Contra el cristianismo:
Nietzsche escribe en “Así habló
Zaratustra”:
“Escuchad y os diré lo que es el superhombre. El superhombre es el
sentido de la Tierra. Que vuestra voluntad diga: sea el superhombre el sentido
de la Tierra. ¡Yo os conjuro, hermanos míos, a que permanezcáis fieles al
sentido de la Tierra y no prestéis fe a los que os hablan de esperanzas
ultraterrenas! Son destiladores de veneno, conscientes o inconscientes. Son
despreciadores de la vida; llevan dentro de sí el germen de la muerte y están
ellos mismos envenenados. La Tierra, está cansada de ellos: ¡muéranse pues de
una vez!”.
Al respecto es oportuno decir
que, en caso de no existir una vida después de la muerte, el simple
cumplimiento del mandamiento del “amor al prójimo” produce, en general, un muy
buen nivel de felicidad en el individuo. Esto es algo que no puede deducirse
lógicamente de algún fundamento previo, sino que es algo que puede comprobarse
mediante la observación del accionar de los propios hombres.
De todas maneras, si alguien
prefiere seguir las enseñanzas y las sugerencias de Nietzsche,
que lo haga, ya que cada uno tiene el derecho de elegir para su vida lo que
crea más conveniente. Es oportuno citar la opinión del psiquiatra Henri Baruk respecto del mencionado escritor:
“…Estos sujetos son incapaces de sentir amor. Asimismo, son incapaces de
sentir simpatía por la humanidad. Pero el hombre nada en el medio social, que
es su medio natural. Todo el que se siente extraño a su medio y no puede vivir
con él, padece. También encontramos en estos sujetos un sufrimiento agudo, que
se vuelve a menudo rencor y odio. Sintiéndose extraños al medio de sus
prójimos, tienen la impresión de ser rechazados, excluidos, y de esta manera conciben
una violenta aversión por toda la humanidad, a la que desprecian profundamente
y a la que quieren someter, dominar, aplastar bajo su bota en un deseo ardiente
de compensación y venganza y, en caso de necesidad, de exterminio”.
“Esta mentalidad harto especial se encuentra en las obras de Nietzsche y de los discípulos de Nietzsche.
La psicología y la caracterología de Klages ofrecen
un ejemplo más reciente. Por eso he designado estos estados con el nombre de «nietzscheísmo». Esta denominación es tanto más indicada
cuanto que a estas personas les atrae generalmente Nietzsche
y profesan en seguida, después de su lectura, la moral de «los amos y los
esclavos». Colocándose entre los «amos» encargados de aplastar a una humanidad
de esclavos, dan satisfacción a sus reacciones de compensación, de odio y de
orgullo desmesurado” (De “Psiquiatría moral experimental” – Fondo de Cultura
Económica).
En esto vemos que tanto Nietzsche como Hitler son casos
que deben ser mejor comprendidos desde la psiquiatría antes que desde la
filosofía o la política. La catástrofe humana producida por los nazis es un
elocuente ejemplo de los resultados que produce cierta “ética subjetiva”, que
promueve la maldad, valorada dentro del esquema de una ética natural. Aún así,
muchos prefieren gastar su tiempo tratando de encontrar “conocimientos
profundos” en escritos de personajes tan nefastos para la humanidad, algo que
resulta incomprensible.
65
MAESTROS Y DISCÍPULOS
Tanto en ciencia, como en filosofía y religión, existen los innovadores
y sus seguidores. Los primeros son los maestros y los segundos los discípulos.
El progreso en el conocimiento se da generalmente cuando existe una buena
transferencia de información desde el maestro hacia sus discípulos, permitiendo
a éstos seguir las investigaciones en el punto en que aquéllos las dejaron,
aunque pueden también surgir actitudes que impiden el progreso del
conocimiento. La relación innovador-seguidor se da también a través de los
libros, sin que haya un encuentro personal entre los protagonistas citados,
porque a veces pertenecen a distintas épocas.
El seguimiento al maestro
determinará distintas actitudes. Cuando la adhesión está exenta de críticas y
de razonamientos, podrá caerse en el sometimiento intelectual o bien en el vulgar
fanatismo. Estas actitudes pudieron observarse en los seguidores de
Aristóteles, unos siglos atrás, cuando suponían que todo conocimiento posible
estaba en sus libros. Al disponer de ese conocimiento, los propios discípulos
se atribuían una privilegiada situación intelectual, cuando en realidad eran
tan sólo oportunistas que poco se interesaban por la verdad. Por estos hechos,
sin embargo, no debe culparse a Aristóteles, ya que fue un pensador y
científico que hizo importantes aportes en varias ramas del conocimiento.
Esta actitud de sometimiento y
de fanatismo se repite en muchos de los que adhieren a la Biblia y a otros
libros sagrados. Suponen que toda la verdad está en ellos y desprecian el
conocimiento que pueda provenir de otra parte. De la misma forma en que se
someten intelectualmente, sin razonamiento ni vocación, pretenden someter a los
demás. De ahí que no resulta extraño observar adolescentes que, al conocer de
memoria gran parte de la Biblia, suponen estar en la cima del conocimiento y de
la humanidad, mostrando parte de la severa crisis por la que atraviesa la
religión.
Tanto el pseudointelectual
como el fanático religioso se oponen al progreso del conocimiento. El ejemplo
histórico lo tenemos en el caso del físico y astrónomo Galileo Galilei, quien tuvo que defenderse no sólo de los embates
de los filósofos aristotélicos, sino también de la propia Iglesia Católica, ya
que sus observaciones no concordaban con las creencias aceptadas en la época y,
sobre todo, cuando no había ningún interés en conocer la verdad aportada por la
naciente ciencia experimental. El sometido intelectualmente se caracteriza por
su espíritu destructivo, ya que parece haber renunciado para siempre a realizar
algún aporte personal, siendo el único medio que dispone para sentirse en una
posición social privilegiada.
La filosofía cristiana surge
como consecuencia de la adhesión de varios filósofos a su maestro. En unos
casos se trató de compatibilizar la verdad revelada con la verdad filosófica,
como ocurrió con la obra de Santo Tomás de Aquino respecto de Aristóteles. En
otros casos se trató de filosofías “sometidas intelectualmente”, sabiéndose de
antemano cuáles habrían de ser sus conclusiones. También hubo intentos por
establecer fundamentos adicionales, incluso se hicieron propuestas sobre
distintas interpretaciones de la religión, favoreciendo de esa forma el
desarrollo de la filosofía.
Respecto de los resultados de
los intentos por compatibilizar razón y fe, o filosofía y religión, surgieron opiniones
como las siguientes:
1) Unos piensan que la asimilación supone la pérdida del mensaje original
de Cristo, aplastado por el enorme peso de la filosofía griega.
2) Otros piensan que la filosofía medieval representa un intento legítimo
de aclarar con las luces de la razón el misterio cristiano, fin para el que la
filosofía griega sirvió de instrumento.
3) Para otros la filosofía cristiana es un pseudo-saber que, por un lado
tergiversa la filosofía griega, y por otro lado fracasa en su intento de
expresar la experiencia religiosa. (De http://acacia.pntic.mec.es)
Uno de los seguidores de
Cristo, el filósofo y matemático Bernard Bolzano, propone como criterio de validez de la ética y de
la religión, su efectividad en lograr los fines propuestos. Al respecto leemos:
“Una formulación algo más precisa de este principio utilitarista es
ésta: Entre todas las acciones que te
sean posibles, elige siempre aquella que, sopesadas todas las consecuencias,
fomenten más la virtud y la felicidad del todo”.
“La religión más perfecta en sí es para Bolzano
una religión «que incluya todas las doctrinas y opiniones que sean convenientes
para el hombre en general, de tal
manera que ninguna otra sería más conveniente»”.
“En pocas palabras: religión es el «conjunto de todas las verdades que
son útiles para fomentar la virtud y la santidad» o un «conjunto de verdades
que nos llevan a la virtud y a la santidad»” (De “Filosofía Cristiana” – Tomo I
– Encuentro Ediciones)
Esta postura no resulta extraña en un matemático, incluso porque su
maestro expresa un criterio de validez similar para toda propuesta ética, por
cuanto dice “..por sus frutos los conoceréis”.
Justamente, cuando uno quiere saber cuál es el grado de veracidad de una
propuesta filosófica o religiosa, tendrá un indicio en los resultados que
produce, algo que a veces no es tenido en cuenta.
La aceptación, o no, de nuestra
parte, de una postura religiosa, o filosófica, teniendo en cuenta la influencia
que produjo, nos lleva a formular hipótesis respecto de su contenido y de su
veracidad. También podremos formular hipótesis respecto de la posible
influencia que tendrán tales posturas a través del contenido observado. Luego,
habrá que confirmar la hipótesis establecida en un principio. Esta es la manera
de no someterse intelectualmente, aun cuando no podamos verificar del todo la
suposición inicial.
Teniendo presente que Nietzsche y Marx fueron los
autores de “filosofías” que originaron grandes catástrofes humanas, y que ambos
se opusieron al cristianismo, degradándolo de diversas formas, no resulta
extraño descubrir en tales ideologías un notable alejamiento de la realidad. Es
por ello que, ante una lectura de los escritos de Nietzsche,
se encontrará una obra literaria antes que filosófica, tal como siempre debió
considerarse. Al respecto, Francisco Leocata
escribió: “Durante varias décadas Nietzsche fue
considerado más bien como un poeta, ejerciendo una poderosa influencia en el
arte y en la literatura de los primeros años del siglo XX. Fueron los filósofos
de la existencia, especialmente Jaspers y Heidegger, quienes reivindicaron su valor filosófico” (De
“Del Iluminismo a nuestros días” – Ed. Don Bosco Argentina).
Cuando las ideologías dividen a
la sociedad en sectores (amos y esclavos, burgueses y proletarios, creyentes e
infieles, cristianos y paganos, etc.) y culpan a uno de esos sectores por los
males padecidos por el otro, la violencia quedará establecida y garantizada. De
ahí que la verdadera religión (según el criterio de Bolzano)
es la que sugiere el aumento de la “virtud y la santidad” individual, y es la
que se dirige a todos los hombres de la Tierra, y no a un sector en particular.
Si no tiene ese carácter universal, no será una “religión”. Para Cristo hay
justos y pecadores, y su mensaje está dirigido especialmente a éstos. No busca
la división de los hombres, sino su unidad.
Uno de los seguidores de Cristo
fue el paleontólogo y sacerdote Pierre Teilhard de Chardin. Así como Santo Tomás de Aquino se vio en la
necesidad de compatibilizar religión y filosofía, Teilhard
se vio en la necesidad de compatibilizar religión y ciencia, porque pertenecía
a ambas y en ambas veía la verdad. Tal compatibilidad aparecería, no en un
cambio en el cristianismo ni en un cambio en la ciencia, sino en una distinta
interpretación del primero.
Mientras que la religión
revelada se basa en la postura filosófica que supone la existencia de un Dios
trascendente al mundo, que interviene durante el desarrollo de la humanidad, la
ciencia se basa en la postura filosófica que parte de la existencia de leyes
naturales invariantes, no previendo interrupciones ni cambio alguno en ellas.
De ahí que la única posibilidad que queda, para unificar ciencia y religión, es
interpretar al cristianismo (como a las otras religiones reveladas) como una
religión natural, es decir, no revelada. No por ello dejará de tener validez ni
efectividad, incluso para el hombre es más meritorio haber encontrado la verdad
ética por sus propios medios que haberla recibido a través de una revelación.
Los errores, que se van
acumulando y que impiden cualquier tipo de entendimiento entre ciencia,
filosofía y religión, incluso internamente a esas actividades intelectuales,
provienen generalmente del sometimiento intelectual de los que pretenden ocupar
un lugar destacado en la sociedad, o de los que buscan que su pueblo ocupe un
lugar preponderante entre los demás pueblos y naciones, antes que buscar el
predominio de la verdad. Pareciera ser que un auténtico buscador de la verdad,
que necesita de ella para poder compartirla con los demás, es algo muy poco
frecuente entre los seres humanos.
El sometimiento intelectual
entorpece el propio razonamiento y así la realidad deja de ser la referencia
inmediata. Cuando no disponemos de una referencia común, el entendimiento es
impracticable.