41 DETERMINISMO Y LIBRE ALBEDRÍO
De todos aquellos
atributos que poseemos los seres vivientes, y que nos permiten lograr una
aceptable adaptación al medio en que vivimos, quizás el más importante sea nuestra
capacidad para poder prever los acontecimientos que ocurrirán en un futuro
inmediato, incluso en un futuro lejano en el caso del hombre. Para ello, a
partir del conocimiento del estado del presente y de la ley natural respectiva,
podremos determinar el estado del futuro.
Determinismo =
Condiciones iniciales + Ley natural causal
Así, decimos que
el futuro está implícito en el presente y ocurrirá necesariamente. En el caso
citado, la ley natural causal es sólo una de las tantas leyes que existen
(descubierta por el hombre), y que rige a una pequeña parte de los fenómenos
naturales posibles, no existiendo una ley de validez general.
Tal como hemos planteado el tema, se trata
de un aspecto cognoscitivo asociado a los seres vivientes, y no algo inherente
a la propia realidad exterior. Sin embargo, si el determinismo cognoscitivo se
adapta muy bien a la realidad, seguramente ello se debe a la existencia de un
determinismo estricto, en el propio marco de la naturaleza.
De la validez de la relación anterior
podemos extraer que nuestro grado de adaptación al orden natural progresará a
medida que conozcamos mayor cantidad de leyes naturales. En ello ha de
consistir la “adaptación cultural” del hombre, como una prolongación de la adaptación
biológica. Luego, la “cultura” estará ligada al conocimiento del mundo en que
vivimos, y la cultura de los pueblos deberá estar ligada a los aportes que
hacen al conocimiento universal.
Los primeros hombres que habitaron el
planeta debieron luchar contra el frío, el calor, las enfermedades, la
violencia, etc. El propio medio los presionó, mediante las incomodidades y el
sufrimiento, a adaptarse de una manera eficiente. Este fue el origen de la
tecnología y de la cultura. En la actualidad, la naturaleza nos sigue
presionando, entre otros aspectos, para que lleguemos a una mejor convivencia
social. Incluso para que logremos extraer energía del proceso de fusión nuclear
antes que se haya terminado el petróleo y el uranio en nuestro planeta. Para ello
deberemos conocer mejor las leyes de la sociedad, en un caso, y las de la
física, en el otro caso, siendo éste el precio que debemos pagar por nuestra
supervivencia.
En la física del átomo surgió el principio
de indeterminación de Werner Heisenberg.
Se llegó a la conclusión de que no es posible conocer con precisión las
condiciones iniciales previas a una secuencia de causas y efectos. No podemos
prever el futuro porque tampoco podemos conocer el presente, aun cuando pueda
seguir vigente la validez del vínculo causal.
De todas formas, en el mundo atómico, la
validez causal se sigue manteniendo pero sólo a un nivel estadístico. Así,
supongamos que vemos pasar, a través del vidrio de la ventana, a un caminante.
Podemos observarlo porque desvía la luz proveniente del Sol. El propio
caminante podrá verse reflejado, parcialmente, en la parte exterior de ese
vidrio. Como la luz está compuesta de pequeños impulsos de energía (fotones),
parte de esas partículas atravesará el vidrio y otra parte se reflejará yendo
al exterior. Si todos los fotones son idénticos, ¿porqué unos “eligen”
atravesar el vidrio y otros “eligen” retroceder? La descripción que nos da la
física sólo tiene validez para una gran cantidad de fotones, en cuyo caso
permite calcular los porcentajes de ocurrencia de cada caso. En cuanto a un
fotón particular, sólo se podrá estimar la probabilidad de que vaya por uno u
otro camino. El físico David Bohm escribió: “A la categoría general de ley, que incluye
las leyes causales, las leyes del azar y las leyes que relacionan a estas dos
clases de leyes, le daremos el nombre de leyes
de la naturaleza” (De “Causalidad y azar en la física moderna” – UNAM)
No sólo el mundo material está regido por
leyes naturales, sino también lo estamos los propios seres vivientes, porque el
requerimiento de prever el futuro también estará asociado a nosotros mismos. En
este caso, como existimos en una escala de observación macroscópica, podemos
seguir considerando válida a la relación antes escrita considerando que existe
un determinismo estricto dentro del nivel de exactitud con que podemos conocer
las leyes naturales vigentes, así como las condiciones iniciales (los datos) de
cada caso particular.
Una gran parte del proceso de adaptación
cultural provendrá del conocimiento de las leyes naturales que rigen al propio
ser humano y a la sociedad. Otra parte provendrá de lograr que ese conocimiento
tenga un alcance masivo. La acción ética, derivada de esas leyes, ha de ser la
resultante esperada para establecer el inicio de una mejora ética generalizada. En realidad, tal
conocimiento ya existe en ámbitos de la religión y de la filosofía, pero, si no
tiene el éxito esperado, conviene intentar fortalecerlo desde el ámbito
científico. La idea clave de esa mejora está en el concepto del amor, respecto
del cual podemos mencionar la definición de Gottfried
W. Leibniz, quien dijo: “Amar es encontrar en la
felicidad de otro la propia felicidad”.
La idea de que el hombre esté regido por
leyes naturales y que esté determinado por su condición actual, puede resultar
poco atractiva para quienes tienen posturas filosóficas distintas a la postura
predominante en el ámbito de la ciencia experimental. De todas formas, si no
existiera una ley causal, sería imposible prever acontecimientos que involucran
a seres humanos, predominando el caos y la incertidumbre.
El hombre toma decisiones, en cada instante,
en función de lo que perciben sus sentidos y de lo que tiene grabado en su mente.
Pero esa información grabada en su memoria proviene de la influencia, a nivel
consciente y subconsciente, acumulada desde las primeras etapas de su vida a
través del agrupamiento y conexionado de sus neuronas. Podemos decir que el
hombre trae una estructura mental heredada, pero esa estructura se va
modificando parcialmente debido a la influencia del medio social:
Información en la
memoria = Herencia
+ Influencia
Nadie puede
conocer dicha influencia por cuanto se trata de una cantidad de información
excesivamente grande. Podemos decir que tal información determina la acción
posterior del hombre. Si no podemos conocerla, el hombre estará, en primera
instancia, indeterminado para nuestro conocimiento, pero estrictamente podrá estarlo
en su comportamiento. Pero aún así, será un ser autónomo porque podrá decidir
el rumbo de su vida en cada instante. Vendría a ser una auto-causalidad en
lugar de ser un determinismo impuesto exteriormente. Jacques Maritain escribió: “La ley natural es para el hombre una
ley moral, porque la obedece o la desobedece libremente, no por necesidad” (Del
“Diccionario del Lenguaje Filosófico” de P. Foulquié
– Ed. Labor SA)
En cuanto a la libertad de la voluntad,
libertad de elección o libre albedrío, podemos decir que el hombre viene
determinado parcialmente por la influencia, o información, recibida desde las
etapas iniciales de su vida. De ahí que podrá ser libre cuando en su mente
predomine información verdadera, o concordante con las leyes naturales, o podrá
ser esclavo de la realidad cuando en su mente predomine información errónea, o
cuando ignore la verdad. Marco Tulio Cicerón escribió: “La ignorancia del Bien
y del Mal es lo que más perturba la vida humana”.
Cuando se supone que el hombre no es libre,
sino que, haga lo que haga, elija lo que elija, cada acontecimiento de su vida
vendrá determinado por el Dios que influye en los hechos cotidianos, estamos
considerando la existencia de un destino previo, o de un fatalismo. Esta idea
conduce al hombre a la inacción, puesto que los resultados de sus actos no
dependen de su propia elección. La noción de destino supone a la existencia
humana gobernada «desde fuera» por una fuerza sobrenatural: la providencia, si
el destino es feliz; la fatalidad, si es desdichado. Norbert
Wiener escribió: “En un mundo regido por una serie de
milagros sucesivos, obra de un dios irracional sujeto a súbitos antojos, nos
veríamos forzados a esperar cada nueva catástrofe en un estado de pasividad”
(De “Cibernética” – Tusquets Editores).
Como el hombre tiene la posibilidad de
adquirir información verdadera, en principio es posible anular la mala
influencia reemplazándola con tal información. Posiblemente en ello consista la
“conversión religiosa”. J. Lacroix escribió: “La
conversión no es generalmente un cambio brusco de creencia, sino la conquista
progresiva gracias a una duda continua. Pero esta duda no es a su vez posible,
desde un principio, más que por la presencia insospechada, pero real, de otra
creencia que roe la primera a medida que se explicita” (Del “Diccionario del
Lenguaje Filosófico”)
42 CAUSALIDAD Y LÓGICA
La lógica es la
rama de la ciencia que describe los razonamientos realizados por el
hombre. De
la misma manera en que la ética
debe encontrar tanto las causas que conducen al Bien como las que llevan al
Mal, la lógica debe encontrar tanto la forma de los razonamientos válidos como
la de aquellos que no lo son.
Debido a que es posible describir la mayor
parte de la realidad mediante vínculos causales, ha de ser posible, en
principio, asociar la lógica con la causalidad aparente que predomina en los
procesos mentales.
Los vínculos causales aparecen en tres
formas básicas: respuesta característica, secuencia causa-efecto y secuencia
realimentada. Mediante este último proceso es posible acceder a la lógica
científica, o analógica, que consiste esencialmente en el proceso conocido como
“prueba y error”. Podemos hacer un esquema de esta secuencia:
R (Realidad) →→ ○ →→ Hombre →→→ M(t) (Modelo de R)
↑ ↓
↑ ↓
←← Experimento ←←
El objetivo del
sistema será la descripción de la realidad a través del logro, como resultado
parcial, de un modelo de la realidad. Mediante la experimentación comparamos la
realidad con el modelo y, si la diferencia es grande, desechamos el intento y
comenzamos con otro.
Este proceso no sólo es empleado por la
ciencia experimental, sino que constituye la esencia de la lógica elemental
utilizada en forma cotidiana, incluso en todo proceso de aprendizaje. Lo
esencial, en este caso, es la operación “comparar”, que establece la diferencia
entre la Realidad y el Modelo de la Realidad (R
− M(t)). Cuando la diferencia es pequeña, aceptamos el
modelo propuesto.
Luego, para establecer el conocimiento
organizado, debemos agrupar adecuadamente, en nuestra mente, la información
adquirida. Para ello utilizamos la operación “agrupar”, de la cual luego
diremos algo más. Y así tenemos las dos operaciones básicas del pensamiento adaptativo. Albert Einstein escribió: “El
desarrollo de la ciencia occidental se basa en dos grandes consecuciones: la
invención de un sistema de lógica formal (con la geometría euclideana)
por parte de los filósofos griegos y el descubrimiento de la posibilidad de
encontrar relaciones causales mediante la experimentación sistemática (el
Renacimiento)”. (Citado en “La nariz de Cleopatra” de
D.J. Boorstin – Ed. Crítica).
Es oportuno decir que el
diagrama causal anterior relaciona causas y efectos con valor informativo, y no
hace referencia a algún ente material específico. Así, si deseamos describir el
simple encendido de una lámpara eléctrica, mediante un interruptor, la causa
física o material del encendido ha de ser la fuente de energía que alimenta a
la lámpara, pero, desde el punto de vista de la información asociada al
proceso, decimos que es el estado del interruptor (abierto o cerrado) el que
produce (causa) el encendido de la lámpara (efecto).
En cuanto a la operación
“agrupar”, parece ser que el hombre establece modelos elementales de la
realidad (especies de “cuadros o escenas”) en los cuales esquematiza una
situación bajo conceptos básicos tales como:
a)
ENTIDAD
(¿quién?)
b)
ATRIBUTO
(¿cómo es?)
c)
ACTIVIDAD
(¿qué cambios produce?)
De inmediato surge la posibilidad de asociar palabras a estos conceptos
básicos constituyéndose un lenguaje elemental:
a)
SUSTANTIVO
(Entidad)
b)
ADJETIVO
(Atributo)
c)
VERBO
(Actividad)
Así como la lógica simbólica establece criterios para verificar la validez,
o no, de un razonamiento, en la lógica analógica la validez está asociada a la
compatibilidad del razonamiento respecto de las leyes naturales involucradas en
la descripción. Además de ser “compatible con la realidad”, ha de existir una
correspondencia con esa realidad, de donde surge el concepto de “verdadero” o
“falso”. Lev Vygotsky escribió: “Una palabra no se
refiere a un solo objeto, sino a un grupo o a una clase de objetos, y cada una
de ellas es, por lo tanto, también una generalización” (De “Pensamiento y
lenguaje”- Fausto Ediciones).
La lógica simbólica, que
describe razonamientos en los cuales intervienen proposiciones a las cuales se
les puede asociar el carácter de Verdadero o Falso, tiene una imagen concreta
en el conexionado de interruptores eléctricos en serie y en paralelo. Existe
una estructura matemática, el álgebra de Boole, que
describe tanto la lógica bivalente como el comportamiento de los circuitos
eléctricos con interruptores, que es la base de la electrónica digital y de la
computadora.
Los interruptores en serie dan
lugar a la operación “y” (AND). Decimos: la lámpara encenderá si está cerrado
el interruptor A “y” el interruptor B (causas en serie), mientras que los
interruptores en paralelo dan lugar a la operación “o” (OR). Entonces decimos:
la lámpara encenderá si está cerrado el interruptor A “o” el B, “o” ambos
(causas en paralelo). Junto con las operaciones mencionadas, aparece la
negación (NOT), como una tercera operación. Con estas operaciones simples se ha
podido establecer la revolución informática.
Como ejemplo de ley lógica
podemos citar una de las formas del teorema de De Morgan,
el cual se expresa así:
No (A y B) = (No A) o
(No B)
Por ejemplo: Si A es la proposición: “Juan es médico” y B es la
proposición “Luis es ingeniero”, tendremos las dos formas equivalentes
siguientes:
No es verdad que (“Juan es médico” y “Luis es ingeniero”) Equivale a
(No es verdad que “Juan es médico”) o (No es verdad que “Luis es
ingeniero”)
Estos razonamientos válidos los hacemos aún cuando no conozcamos nada
de lógica, y esto se debe a que la lógica describe los razonamientos luego de
que los usamos cotidianamente.
La lógica simbólica,
establecida mediante operaciones surgidas de las causas en serie, en paralelo y
la negación, presenta una asombrosa verificación en la realidad de la
computadora digital. No toda lógica propuesta ha de ser parte de la realidad,
ya que no todo sistema presenta una adecuada coherencia interna, o matemática,
ni tampoco una concordancia con los pensamientos reales.
Y ya estamos en condiciones de
intentar establecer la secuencia básica que se da en el proceso del
conocimiento y de la comunicación humana:
1)
Lógica
analógica (Comparar, Agrupar)
2)
Modelo
elemental (Entidades, Atributos, Actividades)
3)
Lenguaje
elemental (Sustantivo, Adjetivo, Verbo)
4)
Concepto
de verdadero-falso
5)
Lógica
simbólica (Y, O, NO)
6)
Sistemas
axiomáticos
7)
Otras
lógicas
Luego de la aparición del lenguaje elemental, el hombre trató, aparentemente,
de establecer expresiones verbales a las cuales les podría asociar un carácter
de verdadero o falso, como una cuestión de requerimiento de seguridad o
confiabilidad. Ello le permitió hacer “experimentos mentales” a través de
razonamientos basados en esta lógica bivalente, pero para ello necesitó el
lenguaje. En cambio, para la lógica analógica no fue necesaria su
disponibilidad, ya que esencialmente se relacionan imágenes extraídas del mundo
real. Albert Einstein
escribió: “Las palabras o el lenguaje, ya sea escrito o hablado, no parecen
desempeñar ningún papel en mi mecanismo de pensamiento. Las entidades físicas
que parecen servir como elementos del pensamiento son ciertos signos e imágenes
más o menos claros que pueden reproducirse y combinarse ‘voluntariamente’…Los
elementos antes mencionados son, en mi caso, de tipo visual y muscular. Las
palabras u otros signos convencionales tienen que buscarse laboriosamente sólo
en una segunda etapa, cuando el citado juego asociativo está suficientemente
establecido y puede ser reproducido a voluntad” (Citado en “La nueva mente del
emperador” de Roger Penrose
– Fondo de Cultura Económica).
Así como podemos agrupar
entidades materiales y atribuirles ciertos atributos, es posible agrupar
entidades caracterizadas puramente por su contenido de información y también
atribuirle propiedades informáticas. Esto da lugar a los sistemas axiomáticos
que requieren un tratamiento algo similar al agrupamiento de entidades
materiales visto antes.
En la medida en que el
lenguaje se perfecciona, con artículos, adverbios y demás, también la lógica se
amplía para poder describir tales ampliaciones. Con ello tenemos una secuencia
completa que nos da idea de cómo se establece el conocimiento por parte del
hombre.
43 EDUCACIÓN Y POSMODERNIDAD
La acción humana
depende no sólo de las características individuales heredadas, sino también de
la influencia social recibida desde las primeras etapas de nuestra vida.
Respecto de tal influencia podemos considerar los siguientes factores
principales:
a) Influencia del ámbito familiar y social
b) Influencia de los medios masivos de comunicación
c) Influencia del ámbito educativo
Así, el individuo
tiene una actitud característica (Ac), mientras que
su familia, como grupo, tendrá cierta actitud predominante; los medios masivos
y el ámbito educativo también la tendrán. Luego, podemos describir este
fenómeno de la “inducción de la personalidad” teniendo en cuenta el aspecto
hereditario (Ao) y la mencionada influencia recibida
ΔA:
Ac = Ao + ΔA
En realidad, con
esta fórmula no se hará ningún cálculo, sino que la emplearemos para describir
la idea con mayor precisión.
En una sociedad habrá individuos más influyentes
que otros y habrá individuos más influenciables que otros. Así, cada uno recibe
desde cada grupo ciertos valores culturales, incluso esperanzas, miedos, etc.
De la misma manera en que los objetos que están en un mismo ambiente tienden a
la uniformidad térmica, existirá una tendencia hacia una actitud generalizada
de la sociedad, o del grupo social. Y así cada grupo adquiere su
“personalidad”.
Debido a que cada individuo tiene una
actitud característica propia, la educación, o influencia, que recibe, ha de
ser la que le permitirá lograr un cambio progresivo en dicha actitud. El cambio
será favorable para una mejor adaptación al orden natural o bien podrá ser
desfavorable para ese logro. Además, la educación deberá ser integral, y no
especializada, por cuanto una misma actitud será mostrada en todas y en cada
una de las acciones cotidianas. De ahí que debe educarse al individuo en forma
general y no parcial, como podría ser la educación vial, la educación sexual,
etc. Debe educarse a partir de lo emotivo para que tenga predominio el comportamiento ético.
Uno de los mayores problemas que afrontan
los niños y los adolescentes en la actualidad, es la educación basada en la
supuesta existencia del relativismo, en sus tres formas básicas: moral,
cognoscitivo y cultural. No existirían el Bien ni la Verdad absolutos, es
decir, de validez universal, de ahí que tampoco deberían buscarse ni enseñarse.
El hombre pierde así dos importantes objetivos que podrían darle sentido a su
vida. Tanto el sentido de la vida desde lo intelectual y desde lo ético
perderían su razón de ser, por lo que tan sólo le quedaría al individuo
refugiarse en un consumo orientado a satisfacer a su cuerpo. Friedrich Nietzsche dijo: “La
verdad, como la moral, es una cuestión relativa; no hay hechos, sólo hay
interpretaciones”.
También el marxismo considera que la verdad
y la moral tienen validez dentro de la “clase social” de donde surgen. Tanto Marx como Nietzsche son
considerados figuras importantes dentro de la filosofía, aunque sus ideas
favorecieron las grandes catástrofes humanas llevadas a cabo por el nazismo y
el comunismo. Si se considera que el conocimiento de la verdad y la búsqueda
del Bien han de ser los problemas básicos de la filosofía, resulta llamativo
que quienes anulan esos objetivos sean llamados “filósofos”. Pero la
destrucción de la filosofía no es tan importante como la destrucción de las
metas que deben orientar al individuo y a la sociedad. Cuando la filosofía
acepta escritos que desconocen la existencia de la verdad y cuando sus efectos
sociales llegan a ser nefastos, dicha rama del conocimiento pierde el prestigio
que debería siempre mantener.
La existencia del Bien y del Mal tiene
sentido cuando responden a cierta finalidad previa, ya que el Bien la
favorecería y el Mal la desfavorecería. Si no existe una finalidad objetiva de
la vida, o del universo, tampoco existen los mencionados conceptos. De ahí que
el relativismo moral está asociado al nihilismo (la nada). Así, Nietzsche propone llenar ese vacío mediante el “hombre
artificial”; el superhombre por él diseñado, mientras que Marx
propone llenar esa ausencia por medio de la “sociedad artificial”; el comunismo
por él diseñado. En lugar de adaptarnos al orden natural, deberíamos adaptarnos
a los diversos diseños humanos propuestos, algo totalmente absurdo.
En cuanto a las Iglesias
cristianas, al centrar su atención en la fe, y no en la acción ética,
prácticamente dejan sin efecto lo esencial de la “religión de Cristo”, que es
reemplazada por la “religión acerca de Cristo”, en la que predomina una actitud
filosófica, antes que ética.
Es admisible que coexistan
distintas visiones de la realidad, como si fuesen fotografías obtenidas desde
distintos ángulos. Pero por ello no debemos decir que existen varias verdades,
sino que existen aspectos complementarios de una única realidad que deben
originar aspectos complementarios de una única verdad.
El niño y el adolescente
conocen perfectamente sus propios derechos tanto como los deberes de los demás,
pero desconocen sus propios deberes y los derechos de los demás. Esta actitud,
que imaginamos en los nobles y en los déspotas de antaño, resulta ser una
actitud cada vez más común entre las personas que ocupan los lugares más
simples en la sociedad actual. Implica una ética del egoísmo, bastante alejada
de la ética natural. Armando Roa escribió: “Una actitud que asombra y que sin
embargo aparece natural, es una especie de paso desde la ética de los deberes a
la ética de los derechos en los últimos veinte años. La ética siempre fue una
disciplina ocupada del deber ser, o sea, la que discernía entre lo que se
quiere y se puede hacer, y a su vez, lo que cabe hacer sin evadirse de lo
correcto”. “Se reclama si se vulnera el más pequeño de los derechos, y de hecho suena mal hacerle presente a alguien sus deberes. Se
podría pensar que todo derecho involucra un deber, pero la posmodernidad
maximiza los derechos y en cambio tiene una mirada benévola, comprensiva,
silenciosa, para las evasiones de deberes. Parece curioso sin embargo que la
situación engendrada por este paso a la ética del posdeber,
no haya provocado un caos en la vida social, como sería lo esperado” (De
“Modernidad y posmodernidad” – Ed.
Andrés Bello).
Favorecido por los avances tecnológicos en
materia de comunicaciones, se establece una mentalidad que tiende a
globalizarse. La mentalidad predominante ha dado lugar a lo que se conoce como
“posmodernidad” y está caracterizada, principalmente,
por dos aspectos básicos:
a) Relativismo moral y cultural
b) Búsqueda prioritaria del placer
En realidad, si no
se busca la felicidad en las relaciones profundas de afecto ni en lo
intelectual, sólo le queda al hombre adoptar una actitud consumista y
superficial.
La búsqueda del placer no tiene ningún tipo
de limitación ética. Se acepta la homosexualidad e incluso se la promueve a
través de los medios masivos de comunicación. Esto constituye una actitud
perversa por cuanto gran parte de la población no aceptará que sus propios
hijos adopten tal forma de vida. De todas formas, pocos se oponen a esta
difusión ya que, en general, aceptan la homosexualidad en los hijos de otros,
pero no en los propios. También la búsqueda del sexo-placer, desvinculada de
lazos afectivos profundos, ha legitimado la infidelidad, el adulterio,
llegándose a la aceptación del sexo libre.
En épocas anteriores, en las que predominaba
la hipocresía, todavía se aceptaba la existencia de acciones éticas que
llevaban al Bien y al Mal, si bien se las transgredía con frecuencia. En la
actualidad se ha pasado a una etapa de cinismo, en la cual ni siquiera se
reconoce la validez objetiva de normas éticas elementales.
Se acostumbra a los niños a tutear a sus
maestros, en la escuela primaria, por lo que esa costumbre la adoptan para todos
los casos, lo que en general no es bien aceptado. Los adultos suponen
erróneamente que ser tratados igualitariamente, como jóvenes, los ha de
convertir en tales. Incluso esa apariencia de “igualdad” aparece en el trato de
los padres hacia sus hijos, por lo que se pierde totalmente el rol de jerarquía
y autoridad que debe imperar en todo grupo social organizado.
Los sentimientos de intimidad se van dejando
de lado cada vez más. Es frecuente que en televisión se le pregunte a una mujer
casada que relate aspectos íntimos de su vida matrimonial. La consecuencia
inmediata es que los alumnos comiencen a indagar respecto de la vida íntima de
sus profesores, ya que tácitamente se considera que la televisión legitima
socialmente lo que está bien y lo que está mal. Esta actitud generalizada hace
que la simple indagación se vaya transformando en burlas y degradaciones que
muchos docentes deben padecer a diario.
Al predominar la actitud hedonista y
consumista, el hombre posmoderno compra a crédito, beneficiando al presente y
sacrificando al futuro. Si se dedicara a ahorrar, sacrificaría el presente en
favor de cierta seguridad futura. La búsqueda permanente del placer hace que
pocos tengan aptitudes y deseos de trabajar y estudiar, algo que se refleja en
los pobres rendimientos escolares que se van dando últimamente.
Ante la ausencia de un sentido de la vida,
asociado al vacío existencial, existe una necesidad de evasión de la realidad,
lo que conduce frecuentemente al alcoholismo y al consumo de drogas.
Si alguien propone la búsqueda del Bien y de
la Verdad, como valores objetivos, podrá ser considerado “anticuado” bajo la
opinión posmoderna, que no sólo predomina en el hombre común sino en la actual
intelectualidad. Las exigencias que no se les hace a personajes como Marx y Nietzsche, se transforman
en severos requisitos de aceptación centrados en detalles de poca cuantía como
podría ser el conocimiento preciso de la jerga filosófica de moda. Si hace una
propuesta concreta sobre el Bien y la Verdad, será tachado de soberbio, o de
fascista, por querer imponer a los demás “su verdad” y “sus valores”, ya que se
supone que tales valores no existen objetivamente. Es oportuno citar una frase
de Marco Tulio Cicerón, quien tuvo la habilidad de cambiar críticas por
elogios: “Tanto vale ser alabado de los buenos, como vituperado de los
malos”. Así, el que busca una mejor adaptación del hombre al orden natural,
debe considerar como elogios las destructivas críticas emitidas tanto por los
que adhieren como por los que aceptan a Marx y a Nietzsche.
Para la mentalidad predominante en la
actualidad, el origen de la crisis no está en el predominio del relativismo
moral, sino en el “sistema capitalista”. Los empresarios son los personajes
“perversos” de la sociedad porque no les dan a sus empleados los beneficios que
les corresponden como si fuesen socios. Resulta entonces que el que produce es
el culpable de todos los males y el que hace muy poco es la víctima del
primero.
Todavía predomina el ideal socialista, ya
que se supone que la gran concentración de riquezas y poder en manos de
empresarios y accionistas privados es el factor principal de la crisis
reinante. Por ello promueven una concentración de poder mayor aún en un total
monopolio por parte del Estado, ya que, mientras que el empresario “es malo por
naturaleza”, el político que dirige la economía desde el Estado es “bueno por
naturaleza”. La lógica marxista parece decirnos que si una dosis de veneno mata
al hombre, una dosis doble o triple, le brindará buena salud. Esta lógica es la
que ha imperado sobre gran parte de la población mundial durante el último
siglo.
Incluso muchos guardan la esperanza íntima
de ver la caída y el colapso de la economía mundial, lo que llevaría asociado
un caos social nunca antes visto. Se odia intensamente a EEUU y a Europa, que
constituyen, aproximadamente, el 12% de la población mundial y producen un 80%
de los bienes económicos del planeta. Con esto no quiere significarse que esos
países estén exentos de culpas por los males que aquejan al mundo, pero debe
lograrse que los que poco producen, comiencen a hacerlo en forma más efectiva.
La explicación más simple es que los países poderosos se oponen a que progresen
los menos desarrollados, en cuyo caso existiría un grado de maldad pocas veces
visto, lo que, seguramente, no responde a la realidad. Aún en ese caso, lo que
se necesitaría sería una mejora ética, justamente la que el relativista no
puede ofrecerle.
Como se atribuye al sistema capitalista el
origen de todos los males sociales, y no a la crisis ética, se considera que la
delincuencia urbana es una respuesta “normal” de alguien que fue previamente
excluido de la sociedad. Se ha elevado la edad de la imputabilidad por delitos
de los menores, favoreciendo de esa forma a que se dediquen a la delincuencia.
En las escuelas predomina una mentalidad similar, en la que se busca no poner
amonestaciones, por lo que se favorece la indisciplina generalizada.
Las sociedades actuales parecen buscar
soluciones económicas para los problemas éticos cuando en realidad se trata de
problemas éticos derivados de tener una información bastante distorsionada de
la realidad. Incluso si nos pusiéramos de acuerdo en que la solución de los
problemas sociales se debe dar desde la educación y desde lo ético, debemos
ponernos de acuerdo en qué tipo de educación (¿relativista?, ¿absolutista?).
Roberto Thompson escribió: “¿Pero es que hay más de
una ética? Los cristianos dirán que no, que SU ética es la verdadera basada en
la teología cristiana; los antropocentristas del
renacimiento dirán que no, que SU ética es la única válida basada en que el
hombre es el centro del todo el universo; los marxistas dirán que SU ética es
la verdadera basada en el materialismo histórico y los individualistas
contemporáneos dirán lo suyo también. ¿Puede ser tan relativo el concepto de
ética? Yo creo que no. Pienso que más allá de ciertas interpretaciones
ideológicas conforme las distintas escuelas filosóficas que cada cual sustente,
tiene que existir un substrato mínimo que le de a la ética un carácter mucho
más trascendente y no la convierta en un concepto tan relativo como las
opiniones de cada cual. Si así fuere, resultaría ético lo que cada persona
entienda que resulte afín a su forma de pensar y esto constituye un absurdo
para cualquier filosofía y un relativismo difícil de imaginar incluso para los
más relativistas” (De “En busca de una economía ética” – Ed.
Dunken)
44 ANOMIA Y SENTIDO
El sociólogo Emile Durkheim encuentra en la anomia
(ausencia de normas) una de las causas de suicidio. El individuo, por alguna
razón, deja de sentir el control social y llega a sentirse desligado de las
normas aceptadas por la sociedad. Ello da lugar a una tendencia autodestructiva
que incluso puede llevarlo hasta el suicidio. Los casos más notorios implican
un cambio abrupto, tanto ascendente como descendente, del nivel económico que
hasta entonces ha mantenido. La ausencia momentánea de normas de conducta, ya
sea porque no se aceptan las imperantes en la sociedad, o porque tampoco en
ella están claramente definidas, provoca serios inconvenientes en la vida de
sus integrantes. Mc Yver
escribió al respecto: “Anomia es el estado de ánimo del individuo cuyas raíces
morales se han roto, que ya no tiene normas sino impulsos desconectados, sin
ningún deseo de continuidad de grupo, ni obligación. El individuo anómico se ha hecho espiritualmente estéril, sólo
responsable ante sí mismo. No le interesan los valores de otros individuos. Su única
fe es la negación. Vive en la frontera de ningún pasado y ningún futuro”
Por otra parte, el psiquiatra Víktor Frankl encuentra que la
mayoría de los problemas existenciales y psicológicos que afectan al individuo
tiene su origen en la ausencia de un definido sentido de la vida. Generalmente,
las normas éticas están asociados a un objetivo implícito en ellas, por lo que,
en realidad, se trataría de un mismo problema. El Bien es lo que promueve el
logro de un objetivo y el Mal lo que lo desfavorece.
De los aportes de Durkheim
y de Frankl podemos inferir que es necesario disponer
tanto de normas éticas en la sociedad como de un sentido de la vida en el
individuo. En épocas pasadas, cuando la influencia de la religión era notoria,
casi no existían estos problemas. Justamente, el predominio del ateísmo y del
relativismo moral, ha incrementado notablemente los trastornos mencionados.
Prevalece la opinión de que no existe una
ética natural, u objetiva, sino que toda norma aceptada tiene un carácter
puramente convencional, casi como si se tratase de una moda. De ser así,
nuestro universo no sería un lugar confiable, sino una verdadera trampa. Si el
hombre tiende a autodestruirse ante la ausencia de normas y ante la falta de un
sentido definido de la vida, y si no existen tales conceptos sino a nivel
subjetivo y convencional, entonces deberíamos renunciar a solucionar los
problemas existenciales que afrontamos. Incluso algunos especialistas en medio
ambiente han afirmado que “el problema ecológico es un problema moral”.
En lugar de descubrir la mejor ética, para
adaptarnos óptimamente al orden natural, se supone que habría que inventarla
para adaptarnos luego a la voluntad del que la inventó. Este gran absurdo
mantiene cautivo el pensamiento de muchos intelectuales. Otros suponen que los
problemas sociales e individuales se resolverán por medio de la economía, por
lo que la ética ocuparía sólo un lugar secundario. En esto coinciden liberales y
marxistas.
En realidad, la ética natural, asociada a
los aspectos emotivos del ser humano, es necesaria tanto para evitar las
tendencias autodestructivas, como para evitar el vacío existencial y el
deterioro ambiental, e incluso del propio sistema económico. La ética natural,
que propone compartir las penas y las alegrías de nuestros semejantes, resulta
accesible a los niños y a los simples, pero no a la mayor parte de los
intelectuales, que siguen adhiriendo a posturas relativistas que tienden a llevar
al hombre a su autodestrucción. Claude Tresmontant escribió: “Si hay fracaso, la culpa no deberá
ser imputada al Universo, ni a la Creación, sino al hombre. Y Teilhard veía en las filosofías del absurdo y en la derelición (abandono)
los signos inquietantes de un «aburrimiento» que, para él, es el más grande, el
único peligro que puede amenazar a la evolución” (De “Introducción al
pensamiento de Teilhard de Chardin”
– Ed. Taurus SA).
Una niña, de unos cinco años, dijo cierta
vez: “Excepto los bebés, todos saben quien es Dios”. Ante el requerimiento de
qué entendía por «Dios», afirmó: “Es el que hizo todo”. En la actualidad
deberíamos volver a la “filosofía infantil” y a la “ética infantil”, la que ha
sido “revelada a los niños y oculta a los sabios y los listos”. Esto se debe a
que se acepta tranquilamente que no existe un objetivo del universo y que ese
sentido debe establecerlo convencionalmente el propio hombre. Sin embargo, al
haber leyes naturales invariantes, está implícito en ellas un sentido que está
oculto para que los hombres realicemos una tarea indagatoria, implicando su
descubrimiento una parte más del precio que debemos pagar por nuestra
supervivencia.
Cuando se critica a tal o cual filósofo
nihilista, se aduce que no tiene ninguna culpa por el actual predominio del
relativismo moral. En cambio, si fuese un solo filósofo el que mantuviera esa
postura, sería distinto. Se utiliza la misma lógica que a veces aplican los
estudiantes secundarios. Si alguien transgrede una
norma de disciplina, acepta su culpabilidad; pero si son muchos los que lo
hacen, el “culpable es el grupo” y ninguno de sus integrantes se siente
responsable por el hecho.
Si el mundo fuera dirigido por un Dios
caprichoso que cambia a cada tanto las “reglas del juego”, no tendríamos la
posibilidad de adaptarnos al cambio. Sin embargo, es evidente que existen
regularidades en los fenómenos naturales y sociales, que denominamos “leyes
naturales”. Por ello, de todas las éticas posibles, habrá alguna que se
adaptará mejor a esas leyes, y producirá mejores resultados que otras. Esa
vendría a ser la “ética natural”. Que nos cueste encontrarla y expresarla, no
implica que no exista. Decir que cualquier ética propuesta se adaptará de igual
manera al conjunto de leyes naturales, es algo absurdo. Vendría ser el mismo
caso que decir que cualquier teoría científica se ha de adaptar de igual manera
al mundo real.
Lo grave del relativismo moral es el hábito
libertino que promueve. Así, la burla asociada a la victoria de un equipo de
fútbol es considerada como un “aspecto pintoresco de nuestra cultura”, y es
difundida por los medios masivos de comunicación, por lo que tal actitud pronto
trascenderá el ámbito deportivo y se generalizará a otros. El robo se considera
“legítimo” si se efectúa contra alguien que posee mucho dinero, por lo que
pronto se generalizará a cualquiera persona. Se consideran “éticos” el
asesinato, la tortura, el secuestro, etc., si se hacen en nombre del
“socialismo”, pero es malo en caso contrario. Se considera que es malo el
imperialismo y la globalización si son impulsados por EEUU, pero era aceptable
cuando esos objetivos fueron impulsados por la ex URSS.
Cada individuo califica como “aceptable” una
acción propia, mientras que esa misma acción sería “inaceptable” si fuese
realizada por otro. Es evidente que se acepta una desigualdad básica entre las
personas. Por el contrario, cuando predomina el absolutismo moral, consideramos
los efectos producidos por nuestras acciones, en otras personas, de la misma manera
en que consideramos los efectos de sus acciones en nosotros mismos.
45 IDEAS Y ACCIÓN
Las ideas que
llevamos depositadas en nuestra mente, ya sea que provengan de conocimientos y certezas,
o bien de creencias e incertidumbres, en cierta forma determinan las acciones
que habremos de realizar en el futuro. De ahí que, en principio, si lográsemos
encontrar información verdadera, respecto de la realidad, podríamos optimizar
nuestro comportamiento. John Dewey
escribió: “Creemos cuando nos falta el conocimiento o la seguridad completa.
Por esto la búsqueda de la certeza ha consistido siempre en un esfuerzo para
trascender la creencia” (De “La busca de la certeza” – Fondo de Cultura Económica).
La idea es la causa, luego le sigue la
acción humana, mientras que el efecto es la consecuencia final. La idea siempre
precede a la acción, aunque los efectos de la acción también podrán conformar nuestras ideas. Este proceso puede
describirse como un sistema realimentado por cuanto los efectos pueden
controlar, o influir, sobre las causas (ideas). Octave Hamelin
escribió: “Estos dos términos causa y efecto se unen en la acción, que es el
despliegue de la causa y la realización del efecto”. Podemos establecer el
siguiente esquema:
Causa (Ideas) →→○→→
Hombre (Acción) →→→→
Efecto
↑ ↓
↑ ↓
←←←
Introspección ←←←
Mediante la
introspección comparamos el efecto de una acción con la idea, o la creencia,
que la favoreció, de donde surge la posibilidad de mejorar la idea en función
del resultado que produjo.
Así como en religión se considera al “saber
de salvación”, para distinguirlo del conocimiento irrelevante a esa finalidad,
podemos también hablar de un “saber de adaptación” que centra su atención en
todo aquello que resulta accesible a nuestras decisiones. Así como la “verdad”,
en religión, hace referencia especialmente al saber de salvación, en las
ciencias sociales tal “verdad” estará asociada al saber de adaptación. Y esa
Verdad, justamente, será la que produce el Bien. Luego, en el esquema anterior
(en la parte superior) tendremos la siguiente secuencia:
Verdad →→→→ Acción
→→→→ Bien
Y así, la Teoría
del Conocimiento, que busca la Verdad, queda vinculada a la Teoría de la Acción
Ética, que busca el Bien. De esta forma queda establecido el vínculo
fundamental entre el conocimiento y la ética, entre la Verdad y el Bien, entre
la filosofía teórica y la filosofía práctica.
Mediante el razonamiento establecemos el
procesamiento de información grabada en nuestra memoria, “ensayando” todas las
posibilidades para, luego, llevar a cabo la mejor opción, o la que creemos que
es la mejor. El hombre guiado por la razón es el que elabora este proceso con
cierta asiduidad y efectividad. Maurice Blondel escribió: “Admito que la inteligencia es anterior a
la acción, que trata poco a poco de igualarla, de explicitarla, y que debe
acabar por orientarla y gobernarla. Actuar, en esta acepción fuerte y completa,
es buscar el acuerdo del conocer, del querer y del ser” (Citado en el “Diccionario
del Lenguaje Filosófico” de P. Foulquié – Ed. Labor SA).
No siempre las ideas se van conformando en
función de nuestras experiencias, sino también de las experiencias de otros.
Nuestra cultura consiste esencialmente en el traspaso de información de unos a
otros, de tal manera que las experiencias y el conocimiento son parte del
patrimonio común de la humanidad.
Se ha distinguido entre dos casos extremos:
uno es el del individuo que va conformando sus ideas en base a información
lograda por su propia experiencia y también por información adquirida por
influencia del medio social. Generalmente este individuo considera que “quiere”
lo que previamente ha considerado como “bueno”. En el otro caso tenemos
individuos que establecen sus ideas sólo en base a experiencias propias. Ello
los lleva a considerar como “bueno” aquello que previamente han “deseado”. Baruch de Spinoza escribió: “Las
acciones del alma nacen de las solas ideas adecuadas; pero las pasiones
dependen de las inadecuadas solas”. “Nuestra alma obra ciertas cosas, pero
padece ciertas otras; a saber: en cuanto tiene ideas adecuadas obra
necesariamente ciertas cosas, y en cuanto tiene ideas inadecuadas padece
necesariamente ciertas otras” “De aquí se sigue que el alma está sometida a tantas
más pasiones cuantas más ideas inadecuadas tiene y, por el contrario, obra
tantas más cosas cuantas más ideas adecuadas tiene” (De “Ética” – Fondo de
Cultura Económica).
Se ha distinguido entre “acciones”, como
realizaciones y actividades del individuo que sigue a la razón, o a la
información verídica que lleva depositada en su mente, mientras que las
“pasiones”, por el contrario, son nuestras realizaciones y actividades que
siguen nuestros gustos y nuestros deseos. En
realidad, estos casos serían los casos extremos, ya que pocas personas se guían
totalmente por el razonamiento y la verdad, mientras que pocas se guían
totalmente por sus deseos. De todas maneras, es conveniente tener presente
ambas tendencias en vista a un posible mejoramiento personal.
Lo importante, de todas formas, no es tanto
el uso preponderante de la razón, o de la intuición, o de la creencia, o de la
evidencia, sino tan sólo el conocimiento de la verdad. Puede conocer la verdad
tanto el que se guió por su propia experiencia como el que contempla la de
otros, o puede conocerla tanto el que se guía por las pasiones como el que se
guía por el razonamiento, si bien es muy posible que este último caso sea más
eficaz que los otros.
La experiencia personal se va adquiriendo a
medida que vamos verificando los efectos que producen cada una de nuestras
acciones. Sabemos, en general, que ciertas acciones producirán respuestas
deseadas y que otras producirán respuestas desagradables. De ahí que tenemos la
sensación de que todos sabemos distinguir entre el Bien y el Mal, o entre las
causas que producen uno u otro resultado, el cual es clasificado mediante ambos
conceptos (no descartándose una gradual transición entre ambos extremos).
En esta descripción no hay lugar para el
relativismo moral, el cual implicaría que a una misma acción le seguirán
distintas respuestas, dependiendo de la época y del lugar. En realidad se dice
que los efectos no dependen sólo de la acción concreta, sino de la opinión
previa que tengamos respecto de tal acción, pero la descripción ética se
centrará sólo en aquellos aspectos básicos del comportamiento humano que sean
aceptados de igual forma en distintos lugares y épocas porque tienen su origen
en la propia naturaleza humana, a un nivel biológico, antes que cultural.
Por ejemplo, respecto de la burla y la
envidia, un relativista moral dirá que a veces producen el bien y que otras
veces producen el mal, por lo que tales conceptos clasificatorios no tendrían
razón de ser. Supongamos que la burla y la envidia produjeran el bien el 50% de
los casos y el mal el otro 50%. Entonces sería adecuado clasificarlas como
actitudes que producen el mal, debido al gran riesgo de producirlo que tenemos
al aplicarlas.
En realidad, estas actitudes producen
efectos indeseados en un porcentaje cercano al 100%. Esto ha sucedido así en
todos los tiempos y en todos los pueblos, por lo que este ejemplo muestra
claramente que existen causas que producen efectos indeseados (como también
existen causas que producen efectos deseados). Con ello vemos claramente la
inexistencia del relativismo moral en la propia naturaleza de los fenómenos
humanos y sociales, lo que no quita el derecho a que la hipótesis contraria
siga persistiendo en la mente de muchos intelectuales y en gran parte de la
sociedad.
A partir de las descripciones realizadas
mediante sistemas realimentados, se hace evidente que este tipo de proceso es
muy frecuente en la naturaleza de los fenómenos humanos. Y ello se debe a que
la mayor parte de los procesos adaptativos resultan
ser compatibles con tal tipo de descripción. Se logra, mediante ellos, una
exactitud en los conceptos bastante mayor que la lograda con las descripciones
puramente verbales.