Cuando pequeño mi madre, dama muy religiosa, solía
asustarme diciéndome con seguridad absoluta que por malo me iba a ir al
infierno algún día. Yo era travieso, pero jamás me asustó la idea de
conocer un lugar como ese. Al llegar a mi adolescencia, pude comprender
que el infierno estaba en la tierra. Observaba las pinturas de
grandes artistas donde personas ardían en el fuego y me preguntaba, como
un hombre podía sufrir castigo físico después de muerto si no existía
el cuerpo, enseguida pensaba que si era malo, me iría al infierno, pero
como iba a ser castigado si yo estaba del mismo lado del diablo. El
príncipe de las tinieblas no puede castigar a sus seguidores, sería algo
contradictorio, por tanto concluía que si me iba al infierno, debía ser
bien recibido por ellos y no ser castigado como cree el común de las
personas. Afortunadamente heredé los conocimientos de mi Abuelo quien me
confió sus artes de sanación antes de fallecer para que yo continuara su
Santa Obra en favor de los demás. Allí cultivé la sabiduría de la
Magia Celeste, derivado de la Magia Celestial, como la llamaba él. Ganó
muchas batallas a los Reyes de la oscuridad y su Magia no era Magia Negra
como decían. Siendo muy joven nos trasladamos desde Toconce a Calama y
fue aquí que poco a poco fui ampliando mis conocimientos y con la ayuda
de mi Abuelo con quien aún hasta hoy mantengo una férrea comunicación
la que durará sólo algún tiempo mas. Hoy a mis 68 años siento que mi
recorrido por la vida no ha sido malo, se que las semillas echadas
no caerán al vacío sino en tierra fértil. Creo asimismo en la
existencia de nuestro Señor, como único Dios. Creo que todos tenemos el
Don maravilloso de poder decidir entre usar y no usar nuestras aptitudes
no desarrolladas y si decidimos un día usarlas, ojalá estos
conocimientos sean para mantener el equilibrio eterno de las
fuerzas. No creo que una magia sea buena (magia Blanca) y otra sea mala
(Magia Negra), tampoco creo que la magia se deba clasificar en colores, sólo creo en los efectos secundarios que suelen ser destructivos cuando
nuestro subconsciente alberga alguna forma de arrepentimiento y esto se
transforma en energía que se vuelve en contra nuestra. Producir un
desbalance en la energía de las personas, causa en ellas grave deterioro
físico que no se cura con la medicina tradicional, pero cuando este
desbalance es necesario para reestablecer el balance del Universo,
entonces lo que hacemos está bien y nuestra conciencia estará acorde con
nuestro subconsciente produciéndose la armonía que tanto deseamos. |