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Dentro
de aquella celda y en un rincón, una mesa cubierta de velas exhibía con
especial solemnidad la sagrada imagen del Señor de la Muerte, tallada en
hueso humano y bendecida como es lo usual. Siempre las imágenes
protectoras y talismanes que pueden ser imposibles de bendecir por un
sacerdote, se ocultan dentro de un objeto normal para que cuando el
Sacerdote le de sus bendiciones a aquel objeto normal, la bendición
también caiga sobre nuestra imagen benefactora o Talismán que va oculta
adentro.
Un día pedí al Señor de la muerte un imposible, a cambio prometí construir un pequeño altar para su veneración. El milagro me fue concedido y su altar hoy se puede observar en un rincón de mi sala de trabajo. Tiene su capa negra azabache de seda, cuando me dirijo a él, la saco al tiempo que saco el gorro de mi cabeza. Luego nos saludamos. .El maestro |
Mi agradecimiento al Sr. de la Muerte por favores concedidos.
Porque llegaste sin que yo te buscara y me mostraste la maldad del mundo.