En una tarde de primavera, un gato caminaba por la calle feliz y contento. Nunca pensó que podría ser más feliz que en ese momento, hasta que sus hermosos ojos divisaron en el horizonte una esplendorosa y jugosa chuleta. El la vio, se detuvo por unos segundos y luego…

Sigilosamente acercóse el gato, como es característico en su especie. Pero claro, como era de esperarse, no era el único interesado en tan jugoso banquete: otros mininos con sus mismas intenciones empezaron a acercársele. Primero uno, después otro y más tarde un tercero lo rodearon y les mostraron sus diminutos, pero en escala ENOOOOORMES dientes. El pequeño animal, y por pequeño nos referimos a que estaba en su más tierna infancia, sabía de su desventaja ante sus ladinos oponentes. Pero como era joven y los pibes de ahora vienen re piolas con todo esto de la internet y que se yo, intentó algo diferente…

El primero de los gatos se acercó y en el idioma más tierno que los oídos de alguien pueda escuchar le dijo “Rajate de acá pibe, que eso es nuestro, cachai?”. A lo que astutamente nuestro amigo respondió: “Ud. se equivoca buen gato, mi interés en esa chuleta no es el que Ud. cree… Esa es la legendaria chuleta creada por el Mago Clow, destinada a terminar con la existencia de los gatos sobre esta tierra. Según cuenta la leyenda…” siguió, “un gato iba a nacer con el coraje y la magia necesaria para sellar su poder y neutralizar su maldad. Debo acercarme lo suficiente a ella para saber si yo soy ese gato. Pero se debe ser cuidadoso, pues cualquiera que no posea estas cualidades será atrapado por su carnoso poder.” Como era de esperarse, los gatos fijaron su mirada en el infinito, luego entrecerraron los ojos, bajaron las cabezas y chillaron confundidos. Era TAN obvio. Son sólo gatos, sus cerebros no aguantaron tanto animé. Esto le dio tiempo suficiente al más astuto de los felinos para correr hacia su bien merecida chuleta.