Apoc.1:12 ."Y me volví á ver la voz que hablaba conmigo: y vuelto, vi siete candeleros de oro; Y en medio de los siete candeleros, uno semejante al Hijo del hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por los pechos con una cinta de oro. Y su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; y sus ojos como llama de fuego; Y sus pies semejantes al latón fino, ardientes como en un horno; y su voz como ruido de muchas aguas. Y tenía en su diestra siete estrellas: y de su boca salía una espada aguda de dos filos. Y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza. Y fue cuando yo le vi, caí como muerto á sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas: yo soy el primero y el último; Y el que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo por siglos de siglos, Amén. Y tengo las llaves del infierno y de la muerte. Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de éstas: El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y los siete candeleros de oro. Las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias; y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.

12.

Ver la voz.

Es decir, ver quién le hablaba.

Candeleros.

Gr. lujnía, "portalámparas". La vela, tal como se conoce hoy, generalmente no se usaba en los tiempos antiguos. Las lámparas solían tener forma de una taza poco profunda en la cual se ponía aceite y se insertaba una mecha. Por lo tanto, los "candeleros" que vio Juan sin duda eran portalámparas en los cuales se colocaban las lámparas.

En el vers. 20 se declara que estos candeleros representan a las siete iglesias, y por lo tanto a toda la iglesia (ver com. vers. 11). El hecho de que sean de oro parece indicar cuán preciosa es la iglesia a la vista de Dios. Juan ve a Cristo que camina en medio de ellos (vers. 13-18), lo que indica su presencia continua en medio de la iglesia (ver Mat. 28: 20; cf. Col. 1: 18).

Esta referencia a siete candeleros de oro recuerda al candelero de siete brazos del lugar santo del santuario terrenal (Exo. 25: 31-37). Sin embargo, es obvio que son diferentes, porque Juan vio a Cristo que andaba entre ellos (Apoc. 1: 13; 2: 1). Se dice específicamente que estos "siete candeleros" representan a iglesias en la tierra, y por lo tanto no deben ser considerados como el equivalente celestial del candelero de siete brazos del antiguo santuario terrenal.

13.

Hijo del Hombre.

Gr. huiós anthropou. El texto griego no tiene el artículo definido. Es una traducción exacta del kebar 'enash arameo , y parece tener aquí el mismo significado. Lo que se comenta de kebar 'enash se puede, por lo tanto, aplicar a huiós anthrÇpou, pues sabemos por Apoc. 1: 11, 18 que Aquel a quien se hace referencia, como en Dan. 7: 13, es a Cristo. El título "el Hijo del Hombre", con el artículo definido, se usa más de 80 veces para referirse a Cristo en el NT, mientras que la expresión "Hijo del Hombre", sin el artículo definido, se usa para él en el NT en griego sólo en otros dos casos: en Apoc. 14: 14, que es una clara alusión a Dan. 7: 13, y en Juan 5: 27, donde se recalca la humanidad de Jesús.

Si se aplica el mismo principio como en el caso de kebar 'enash , llegamos a la conclusión de que Juan está contemplando aquí a Cristo en visión por primera vez. ¿Quién es este ser glorioso? No tiene la forma de un ángel ni de otro ser celestial, sino de un hombre. Su forma es humana a pesar de su deslumbrante brillo.

Aunque Juan escribió el Apocalipsis en griego, su manera de expresarse a menudo es la de su arameo materno (el idioma que hablaban los judíos de Palestina en tiempos del NT). Esto puede verse en sus expresiones idiomáticas, y es posible que huiós anthrópou "hijo de hombre", sea una de éstas. Si es así, "hijo de hombre" significaría simplemente "ser humano", "hombre" . Los "hijos de la resurrección" (Luc. 20: 36) son simplemente personas resucitadas, e "hijos del reino" (Mat. 8: 12) son, de la misma manera, personas aptas para el reino. Así también "los que están de bodas" (Mar. 2: 19) son los convidados a las bodas; los "hijos de este siglo" (Luc. 16: 8) son los que viven para este mundo; los "hijos de ira" (Efe. 2: 3) son los que se acarrean el castigo a causa de sus malas obras, y los "hijos de Belial" (1 Rey. 21: 10, RVA, margen) son personas malvadas, despreciables. Cuando el Cristo glorificado se manifestó a Juan con esplendor celestial, todavía se le presentó con la semejanza de un ser humano. Aunque Cristo es eternamente preexistente en su condición de segunda persona de la Deidad y siempre lo será, tomó sobre sí la humanidad para toda la eternidad futura . ¡Qué consuelo es saber que nuestro Señor, que ascendió y fue glorificado, es aún nuestro hermano en la humanidad y, sin embargo, también es Dios! Para una mejor comprensión de este pasaje, ver Problems in Bible Translation, pp. 241-243.

Hasta los pies.

Un vestido largo es símbolo de dignidad.

14.

Blancos como blanca lana.

Juan trata en vano de hallar palabras para describir exactamente lo que contempla en visión. La blancura del cabello de Aquel que aparece en visión le recuerda a primera vista la blancura de la lana; pero no bien lo ha escrito cuando piensa en algo aún más blanco: la nieve, y la añade para lograr una descripción más perfecta. A su mente quizá también acudió la descripción de Dan. 7: 9.

Llama de fuego.

O una "llama ardiente", lo que hace resaltar el brillo de su rostro y la intensidad de su mirada.

15.

Bronce bruñido.

Gr. jalkolíbanon, una sustancia de identificación incierta. Quizá un metal parecido al oro, lustroso y radiante.

Refulgente.

O "como encendido o acrisolado en horno". Los pies se parecían al bronce que ha sido sometido a un calor intenso.

Muchas aguas.

En los días de Juan el estruendo del océano y el estrépito del trueno eran los sonidos más fuertes e intensos que conocía el hombre. Su profundidad y majestad aún no han sido sobrepujados como símbolos de la voz del Creador.

16.

Su diestra.

La mano de Dios representa aquí su poder para sostener.

Siete estrellas.

Símbolo que representa a los "ángeles" o mensajeros enviados a las siete iglesias (ver com. vers. 20).

Salía.

La flexión del verbo en griego implica una acción continua. El poder de Cristo obra constantemente.

Espada aguda de dos filos.

Gr. romfáia dístomos, literalmente "espada de dos bocas". La romfáia era una espada grande y pesada de dos filos. Es la palabra que usa la LXX para describir la espada que Dios colocó en la entrada del Edén y la espada de Goliat (1 Sam. 17: 51).

La frase "espada de dos bocas" es sin duda un semitismo aunque aparece en griego ya en el siglo V a. C. en las piezas teatrales de Eurípides; sin embargo, se encuentra mucho antes en el AT, donde la frase equivalente en hebreo es pi jéreb, "boca de espada" (Gén. 34: 26; 2 Sam. 15-14). Cuando el autor de jueces cuenta la historia de Aod, dice literalmente: "y Aod se hizo para sí una espada, y para ella dos bocas" (Juec. 3: 16). Y en Prov. 5: 4 también se habla de una jereb pioth, "una espada de bocas", traducida como "espada de dos filos". Esta interesante figura de dicción puede derivarse o del pensamiento de que la espada de un hombre devora -el filo es su boca- a sus enemigos (ver 2 Sam. 11: 25; Isa. 1: 20; Jer. 2: 30), o por la forma de ciertas espadas antiguas cuyos mangos parecían la cabeza de un animal, de cuya boca salía la hoja del arma.

Juan repite el símbolo en los cap. 2: 12, 16; 19: 15, 21. El significado es que como sale de la boca de Cristo, es un instrumento de castigo divino. En este versículo parece mejor entenderlo con el mismo sentido: como símbolo de la autoridad de Cristo para juzgar, y, especialmente, de su poder para ejecutar el castigo. "Una espada aguda de dos filos" implica cuán penetrantes son sus decisiones y la eficacia de sus castigos.

Como el sol.

El sol es la luz más brillante que conoce normalmente el hombre.

17.

Como muerto.

El primer efecto sobre los que recibían una visión de un ser divino revestido con toda la gloria del cielo era privados de su fuerza física (Eze. 1: 28; 3: 23; Dan. 8: 17; 10: 7-10; Hech. 9: 4; cf. Isa. 1: 5). Compárese con el caso de Daniel (ver cap. 10: 7-10). "persona que recibía ese honor quedaba completamente anonadada por el sentimiento de su propia debilidad e indignidad. Un estudio del estado físico del profeta en visión, lo hace E D. Nichol en su obra Ellen G. White and her Critics, pp. 51-61. Otros ejemplos de la reacción emotiva de Juan ante lo que vio en visión aparecen en Apoc. 5: 4; 17: 6. Juan cayó dos veces en adoración a los pies de un ángel (cap. 19: 10; 22: 8).

No temas.

Después de que un profeta perdía su fuerza natural, era fortalecido sobrenaturalmente, por lo general mediante el toque de una mano (Eze. 2: 1-2; 3: 24; Dan. 8: 18; 10: 8-12, 19; cf. Isa. 6: 6- 7). A menudo un visitante celestial pronunciaba la orden: "No temas", para calmar los temores que espontáneamente surgían del corazón humano frente a un ser tal (Juec. 6: 22-23; 13: 20-22; Mat. 28: 5; Luc. 1: 13, 30; 2: 10).

El primero y el último.

Ver com. vers. 8. Esta expresión es sin duda una cita de Isa. 44: 6; es una traducción directa del texto hebreo y no una cita de la LXX, como en el vers. 8.

18.

El que vivo.

Gr. ho zÇn "el Viviente", indudablemente el término común del AT 'El jai, "Dios viviente" (Jos. 3: 10; etc.). La flexión del verbo implica una vida continua, permanente. Esta declaración tiene un significado especial porque Cristo había estado muerto. "En Cristo hay vida original, que no proviene ni deriva de otra" (DTG 489; ver 729). "En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres" .

Estuve muerto.

Literalmente "llegué a estar muerto", una referencia a la crucifixión. Una clara indicación de que Aquel que apareció a Juan en visión era Cristo.

Vivo.

Gr. zón eimí, "viviendo estoy", es decir, tengo vida continua, vida que no termina, vida autoexistente . A pesar de la muerte que Cristo sufrió por la raza humana, sigue siendo "el que vive" porque es Dios. "La divinidad de Cristo es la garantía que el creyente tiene de la vida eterna" (DTG 489). Ver com. Apoc. 1: 5. Eimí, "Yo soy", implica existencia continua y contrasta notablemente con egenóm'n, "estuve", "llegué a estar" muerto.

Por los siglos de los siglos.

Ver com. vers. 6.

Amén.

La evidencia textual establece (cf. p.10) la omisión de esta palabra.

Llaves.

Las llaves son un símbolo de poder, autoridad. Cf. com. Mat. 16: 19; Luc. 11: 52.

Hades.

Gr. Hád's, "la morada de los muertos", "el sepulcro" . La resurrección de Cristo es la garantía de que los justos se levantarán "en la resurrección en el día postrero" (Juan 11: 24) para vida eterna (ver Apoc. 1: 5).

19.

Escribe.

Se repite la orden del vers. 11.

Has visto.

Lo que ha visto en visión hasta ese momento (vers. 10-18).

Las que son.

Algunos sostienen que esta frase describe la situación histórica de ese momento, particularmente en lo que se refería a la iglesia. Creen que en contraste con "las cosas que has visto" -la visión de Cristo (vers. 10-18)-, "las que son, y las que han de ser después de éstas" se refieren a los verdaderos sucesos históricos presentados simbólicamente.

Otros sostienen que "las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de éstas", simplemente se refieren a las cosas que Juan ya había visto en visión, lo que estaba viendo y lo que vería en el futuro (cf. vers. 11).

20.

Misterio.

Gr. must'rion, "secreto", misterio"; deriva de una palabra que describe al que ha sido iniciado en una religión . La palabra "misterio", como la usaban originalmente los cristianos, no significaba algo que no podía ser entendido, como se entiende hoy, sino algo que sólo podían entenderlo los iniciados, es decir los que tenían el derecho de saber. Por eso Cristo les dijo a sus discípulos que les era "dado saber los misterios del reino de los cielos", pero no a las multitudes . Pablo habla de la resurrección como de un "misterio" (1 Cor. 15: 51), y con frecuencia también se refiere en la misma forma al plan de salvación mismo.

Los antecedentes judíos de esta expresión aparecen en un pasaje del Manual de disciplina de los esenios de Qumrán (ver t. V, p. 92-93), donde dice al hablar de la salvación: "La luz de mi corazón penetra en el misterio que ha de ser" (1QS xi. 3; en Millar Burrows, The Dead Sea Scrols, p. 387). La palabra "misterio" aparece repetidas veces en el documento citado. Esta expresión también era común en las religiones paganas basadas en misterios.

"Misterio" se aplica aquí a las siete "estrellas", símbolo que hasta este momento no se ha explicado; pero ahora este símbolo se denomina "misterio" porque la interpretación está a punto de ser dada a conocen Por lo tanto, en el libro del Apocalipsis un "misterio" es un símbolo oculto que está por ser explicado a los que están dispuestos a "guardar" (ver com. vers. 3) las cosas reveladas en este libro (cf. cap. 17: 7, 9), o a uno a quien Dios decide darlas a conocen Los símbolos del Apocalipsis también son llamados "señales" (ver com. cap. 12: 1 y 15: 1).

Siete estrellas.

Ver com. vers. 11, 16. Este versículo es un puente que une los vers. 12-19 con los mensajes de los cap. 2 y 3. Explica los símbolos de los vers. 12 y 16 y prepara el camino para los mensajes a las diferentes iglesias.

Ángeles.

Gr. ággelos, "mensajero", ya sea celestial o humano. Aggelos se aplica a seres humanos en Mat. 11: 10; Mar. 1: 2; Luc. 7: 24, 27; 9: 52; cf. 2 Cor 12: 7. Se ha sugerido que los "ángeles" de las siete iglesias son sus respectivos ancianos o supervisores del tiempo de Juan, y que el Señor les dirige los mensajes para que los transmitan a sus respectivas congregaciones. Sin embargo, con la posible excepción de los "ángeles" de las siete iglesias, la palabra ággelos no se refiere a seres humanos en los 75 casos en que Juan la usa en el Apocalipsis los "ángeles" con los dirigentes de las iglesias (cf. OE 1314- HAp 468).

Siete candeleros.

ver com. vers. 12.

Siete iglesias.

Ver com. vers. 4, 11.