Apoc 2:1-7."ESCRIBE al ángel de la iglesia en EFESO: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el cual anda en medio de los siete candeleros de oro, dice estas cosas: Yo sé tus obras, y tu trabajo y paciencia; y que tú no puedes sufrir los malos, y has probado á los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; Y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado por mi nombre, y no has desfallecido. Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor. Recuerda por tanto de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré presto á ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. Mas tienes esto, que aborreces los hechos de los Nicolaítas; los cuales yo también aborrezco. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice á las iglesias. Al que venciere, daré á comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.
1.
Ángel.
Ver com. cap. 1: 20.
Efeso.
Algunos definen el nombre Efeso con el significado de "deseable". Efeso era en los días de Juan la ciudad principal de la provincia de Asia, y más tarde fue su capital . Estaba situada en el extremo occidental de una gran carretera que atravesaba el Asia Menor desde Siria; esto y su ubicación como un puerto marítimo importante sobre el mar Egeo, hacían de ella un centro comercial importante. Parece que el cristianismo fue predicado allí por primera vez por Pablo alrededor del año 52 d. C., cuando se detuvo por un corto tiempo en esa ciudad de camino a Jerusalén y Antioquía en su segundo viaje misionero. Sus amigos Aquila y Priscila se radicaron allí en esa ocasión y, junto con un judío alejandrino llamado Apolos -cuyo concepto del cristianismo parece haber sido formado antes de Pentecostés- fomentaron la obra de evangelización hasta el regreso de Pablo, quizá uno o dos años más tarde (Hech. 18: 19 a 19: 7). Esta vez el apóstol permaneció en Efeso unos tres años , más que en cualquier otro lugar en sus otros viajes misioneros. Esto parece indicar que su obra allí fue muy fructífera. Lucas, su biógrafo, declara que "todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús" (Hech. 19: 10). Por lo tanto, es probable que durante este tiempo fueron establecidas por lo menos algunas de las otras iglesias de Asia (ver Col. 4: 13, 15-16). Después de su primer encarcelamiento en Roma, Pablo parece haber visitado nuevamente a Efeso, quizá alrededor del año 64 d. C., y dejó como encargado a Timoteo (1 Tim. 1: 3).
No se conoce con exactitud nada más de la historia de la iglesia de Efeso, hasta que su nombre aparece probablemente unos treinta años más tarde en el Apocalipsis; sin embargo, la tradición indica que Juan, el discípulo amado de Jesús, llegó a ser el dirigente de esta iglesia, quizá después de la disolución de la sede cristiana de Jerusalén, alrededor del 68 d. C., durante la guerra judío- romana. Por lo tanto, cuando se escribió el Apocalipsis Efeso debe haber sido uno de los centros principales del cristianismo. Era, pues, muy adecuado que el primer mensaje de Cristo por medio de Juan hubiera sido dirigido a esta iglesia. Su posición central en relación con el mundo cristiano general, hace más comprensible el hecho de que su condición espiritual pudiese muy bien ser característica de toda la iglesia durante el período apostólico período de la historia cristiana que se extiende aproximadamente hasta fines del siglo I (c. 31-100 d. C.; ver Nota Adicional). Este período bien puede llamarse el de la pureza apostólica, atributo sumamente deseable a la vista de Dios.
Tiene.
Gr. kratéÇ, "sostener firmemente" una expresión más vigorosa que la que se usa en cap. 1: 16.
Siete estrellas.
Ver com. cap. 1: 16, 20. Los dirigentes de la iglesia deben estar de manera especial bajo la protección y dirección de Cristo. En la tarea que se les ha asignado son siempre sostenidos por el poder y la gracia de Dios. Debe notarse que la manera característica como Cristo se presenta a cada una de las siete iglesias, proviene de la visión más amplia que Juan contempló en el cap. 1: 11-18.
Anda.
Una descripción más completa de la relación de Cristo con su iglesia que la que se da en el cap. 1: 13, donde Juan simplemente dice que Cristo está "en medio de los siete candeleros". Las iglesias del tiempo apostólico disfrutaron del cuidado, la atención y el ministerio de Cristo, y esta ha sido también la privilegiada situación de la iglesia cristiana en conjunto a través de los períodos sucesivos de su historia. Así se cumple la promesa que el Señor hizo a sus discípulos de estar con ellos "todos los días, hasta el fin del mundo" (Mat. 28: 20).
Candeleros.
Ver com. cap. 1: 12.
2.
Yo conozco.
A cada una de las siete iglesias Cristo declara: "Yo conozco tus obras". Su amonestación es la de Aquel que conoce a fondo los problemas de cada iglesia, y que por lo mismo es capaz de indicar una solución apropiada y eficaz.
Tus.
Posesivo que corresponde a la segunda persona del singular, porque Cristo se dirige al "ángel" (vers. 1) que representa a cada miembro individualmente o a la iglesia como una sola unidad. Cristo trata con los seres humanos tanto en su condición de grupos -como una iglesia- como también en una relación personal directa con él.
Obras.
Gr. érgon, "hecho", "acción", "actividad", más particularmente obras que demuestren carácter moral. La vida y conducta de la iglesia son conocidas totalmente por Jesucristo.
Trabajo.
Gr. kópos, la fatiga o cansancio que resulta de un intenso esfuerzo. Cristo afirma tener conocimiento de las obras realzadas por la iglesia. También reconoce la fatiga que han causado y la paciencia que fue necesaria.
Paciencia.
Gr. hupomon' , "perseverancia", "paciencia", "resistencia". Ver cap. 1: 9,com. "paciencia".
No puedes soportar.
Ahora, como en tiempos pasados, la iglesia se siente muy a menudo inclinada a "soportar" o tolerar en su seno enseñanzas y prácticas malas supuestamente en nombre de la paz. Posiblemente sea más cómodo para los ministros de Cristo permanecer callados en cuanto a los pecados favoritos de sus congregaciones que tomar una posición firme a favor de la verdad (cf. Isa. 30: 10; 2 Tim. 4: 3). La iglesia de Efeso debía ser alabada por hacer una clara distinción entre la verdad y el error -ya fuera en doctrina o en práctica- y por definirse con firmeza contra el error.
Los malos.
Es decir, los falsos apóstoles que se considerarán un poco más adelante con mayor detalle. Los crasos errores doctrinales se reflejan tarde o temprano en mala conducta. Lo que una persona hace es el inevitable resultado de lo que piensa y cree (ver Prov. 4: 23; Mat. 12: 34; 1 Juan 3: 3).
Probado.
Gr. peirázÇ, "probar", "poner a prueba". La iglesia de Efeso había investigado diligentemente las pretensiones y enseñanzas de esos falsos apóstoles. Ignacio, que escribió a principios del siglo II, habla de la diligencia de los cristianos efesios al rechazar las herejías (A los efesios ix 1).
Juan previno a los creyentes en una de sus epístolas en cuanto a la venida del "anticristo", y les aconsejó que probasen "los espíritus si son de Dios" (1 Juan 4: 1-3). Se había cumplido la amonestación dada por Pablo a los dirigentes de Efeso muchos años antes, de que en medio de ellos entrarían los "lobos rapaces" que "hablarían cosas perversas" (Hech. 20: 29-30). Había aconsejado a los tesalonicenses: "examinadlo todo; retened lo bueno" (1 Tes. 5:2 l). Pedro había escrito detalladamente respecto a los "falsos profetas" y "f'alsos maestros" (2 Ped. 2). Cf. 1 Tim. 1: 20; 2 Tim. 4: 14-18. Aunque al principio tal vez no era fácil reconocer los errores sutiles de sus enseñanzas, los maestros podían ser reconocidos "por sus frutos" (Mat. 7: 15-20).
Lo mismo sucede hoy, porque el verdadero "fruto del Espíritu" (Gál. 5: 22-23) no crece en las vidas de los que enseñan y practican el error. Al cristiano sincero, sensible a las cosas espirituales, se le promete que si así lo desea podrá discernir el espíritu y los móviles no cristianos que impulsan a todo maestro del error (ver com. Apoc. 3: 18).
Apóstoles.
Entre las herejías más serias que amenazaron a la iglesia a fines del siglo I, estaban el docetismo y una forma antigua del gnosticismo. Estas y otras herejías que azotaron a la iglesia de los días apostólicos. Una antigua tradición indica en forma más específica que un gnóstico llamado Cerinto visitó a Efeso y le creó dificultades a Juan y a su congregación (ver Ireneo, Contra herejías iii. 3. 4). Lo que sucedió en Efeso durante este período, en relación con las luchas con los falsos profetas, parece haber acontecido en la iglesia general.
3.
Has sufrido.
La iglesia de los efesios se había negado a "soportar a los malos" (ver com. vers. 2), y sufrió pacientemente la inevitable aflicción causada por los falsos maestros y la persecución que padeció a manos de judíos y gentiles fanáticos.
Paciencia.
Ver com. vers. 2.
Has trabajado.
La evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión de estas palabras. El texto establecido del vers. 3 dice: "Y tienes paciencia y sufriste por mi nombre y no has desfallecido".
Por amor de mi nombre.
Los seguidores de Cristo eran conocidos por el nombre de él: eran llamados cristianos. Su fidelidad a este nombre, su lealtad a Aquel a quien reconocían como a su Señor, fue lo que los sometió a la persecución de las autoridades romanas , y los indujo a sufrir a manos de los que estaban empeñados en destruir su fe.
Desmayado.
Gr. kopiáÇ, "cansarse", "fatigarse". Compárese con el uso de kopiáÇ en Isa. 40: 31 (LXX); Juan 4: 6.
4.
Tu primer amor.
Este "amor" probablemente incluía un amor de todo corazón a Dios y a la verdad, y amor mutuo fraternal para sus semejantes en general . Las controversias doctrinales suscitadas por los falsos profetas quizá habían dado lugar a un espíritu de división. Además, a pesar de los diligentes esfuerzos de muchos para contener la marea de falsas enseñanzas, una cantidad de personas que permanecieron en las iglesias sin duda estaban afectadas en mayor o menor grado por ellas. La actividad del Espíritu Santo como mensajero de la verdad (Juan 16: 13), con la tarea de convertir los principios de la verdad en fuerza viva para lograr la transformación del carácter (ver Juan 16: 8-1 l; Gál. 5: 22-23; Efe. 4: 30, etc.), fue estorbada en la medida que el error halló cabida en la iglesia. Además, a medida que morían los que se habían relacionado personalmente con Jesús y su testimonio dejaba de oírse, y al comenzar a borrarse la visión de la inminencia del regreso de Cristo (ver com. Apoc. 1: 1), la llama de la fe y la consagración ardía cada vez más débilmente. 5.
Quitaré tu candelero.
Ver com. cap.1: 12. La iglesia perdería su posición como legítima representante de Cristo. La iglesia había "caído", pero la misericordia divina le dio una oportunidad de arrepentimiento (cf. 2 Ped. 3: 9).
Si no te hubieras arrepentido.
En el Prólogo de su Epístola a los Efesios, Ignacio nos informa que la iglesia prestó atención a la invitación que le decía "recuerda", "arrepiéntete", y "haz las primeras obras" (ver también Ignacio, A los efesios i. 1; xi. 2).
6.
Nicolaítas.
Una de las sectas heréticas que atormentó a las iglesias de Efeso y Pérgamo (vers. 15) y tal vez a otras. Ireneo identifica a los nicolaítas como una secta gnóstica: "Juan el discípulo del Señor, predica esta fe [la deidad de Cristo], y mediante la proclamación del Evangelio procura quitar aquel error que había sido diseminado entre los hombres por Cerinto, y mucho tiempo antes por los llamados nicolaítas, que son una rama de aquella falsamente llamada 'ciencia', a fin de poder confundirlos y persuadirlos de que sólo hay un Dios que hizo todas las cosas por su Palabra" (Contra herejías iii. 11.1). Hay también evidencia histórica de que más o menos un siglo después hubo una secta gnóstica llamada de los nicolaítas. Algunos padres de la iglesia que nos informan respecto a esta secta (Ireneo, Contra herejías i. 26, 3; Hipólito, Refutación de todas las herejías vii. 24), identifican a su fundador con Nicolás de Antioquía, uno de los siete diáconos (Hech. 6: 5). No sabemos si esta tradición relativa a Nicolás el diácono es correcta, pero la secta puede ser la misma mencionada por Juan. Los seguidores de esta secta parecen haber enseñado, por lo menos en el siglo II, que las obras de la carne no afectan la pureza del alma, y por consiguiente no tienen que ver con la salvación.
7.
El que tiene oído.
Es decir, preste atención a los consejos que se han dado (ver com. cap.1: 3). Esta misma declaración acompaña la promesa para cada una de las siete iglesias.
Oiga.
El verbo griego usado aquí significa oír con comprensión . El oír la Palabra de Dios no tiene sentido si la vida no es modelada a semejanza de lo que se ha oído .
Las iglesias.
La promesa dirigida particularmente a la iglesia de Efeso es, en un sentido especial, para todas "las iglesias" de los tiempos apostólicos representadas por esta iglesia; pero aunque era particularmente apropiada para ella, se aplica también a los creyentes de todas las edades (ver com. cap. 1: 11).
Venciere.
La flexión del verbo en griego implica que la persona "continúa venciendo". La victoria es un tema que se repite en el Apocalipsis. Las promesas del Apocalipsis han sido especialmente preciosas para los perseguidos hijos de Dios de todos los siglos. Sin embargo el contexto (vers. 2-6) sugiere que esta victoria es en un sentido especial el triunfo sobre los falsos apóstoles y maestros que habían estado tentando a los creyentes a comer del árbol del conocimiento humano. ¡Cuán apropiado es que la recompensa por la victoria sea el acceso al árbol de la vida!
Árbol de la vida.
Ver com. Apoc. 22:2. "Al comer del árbol de la vida, Adán y Eva iban a tener la oportunidad de expresar su fe en Dios como el sustentador de la vida, así como al guardar el sábado demostraban fe en su Creador y lealtad a él. Con ese propósito, Dios había dotado al árbol con una virtud sobrenatural. Su fruto era un antídoto para la muerte y sus hojas servían para el sostén de la vida y la inmortalidad. Los hombres continuarían viviendo mientras pudieran comer de él.
Uno de los árboles fue llamado el árbol de "vida", literalmente "la vida", hajayyim. El hecho de que esta palabra sea plural en su forma, se explica reconociéndola como un plural de abstracción; el artículo definido indica que este árbol tenía algo que hacer con "la" vida como tal. Es decir, que se obtendría o preservaría la vida al consumir su fruto. Sin embargo, los otros árboles del huerto, siendo buenos "para comer" también estaban destinados a sustentar la vida. Si un árbol se distingue de los otros por el extraordinario nombre de "árbol de vida", sus frutos deben haber tenido el propósito de mantener la vida de una manera diferente de los otros árboles y con un valor resaltante. La declaración de que comer del fruto de este árbol haría que el hombre viviera "para siempre" (cap. 3: 22) muestra que su valor difería enteramente del de los muchos otros árboles útiles del huerto.
El nombre del segundo árbol es "el árbol de la ciencia del bien y del mal". El artículo "la" antes de la palabra "ciencia" significa que el árbol no podía proporcionar cualquier clase de conocimiento, sino sólo un cierto y triste conocimiento del "mal" en contraste con el "bien".
Los nombres de estos árboles son importantes. En ambos casos, la palabra "árbol" se relaciona con términos abstractos: vida y ciencia. Esto no es una razón para declarar que estos dos árboles no existieron, sino que les atribuye más bien derivaciones espirituales. Aunque el "arca del pacto" era una pieza real del mobiliario del templo, de todos modos recibía un nombre que tenía importancia religiosa. La sangre del pacto derramada por el Salvador en favor de nosotros también fue una sustancia muy real. De modo que los dos árboles deben ser considerados como árboles verdaderos con propósitos importantes que cumplir; esos propósitos físicos y morales estaban indicados claramente por sus nombres.
En medio.
Como en el jardín del Edén (Gén. 2: 9). La ubicación destaca la importancia del árbol en el plan de Dios para un mundo perfecto.
Paraíso.
Gr. parádeisos, transliteración de la palabra persa pairidaeza, "lugar cercado", "parque", donde había árboles y donde con frecuencia se tenían animales para la caza. Estaba cercado de muros y algunas veces había torres para los cazadores. La palabra hebrea equivalente, pardes, tomada también del persa, se traduce como "bosque" (Neh. 2:8) y "jardín" (Ecl. 2: 5). En la LXX, el jardín del Edén es el "paraíso" del Edén y la palabra parádeisos aparece comúnmente donde en español se emplea la palabra "huerto" (Heb. gan). Ver Gén. 3: 1; Isa. 51: 3; Joel 2: 3; etc.
La palabra parádeisos aparece en el NT sólo en Luc. 23: 43; 2 Cor. 12: 4; Apoc. 2: 7. En 2 Cor. 12: 2-4 la palabra "paraíso" es evidentemente sinónimo de "cielo". Que Pablo no se refiera a un paraíso terrenal es muy claro, porque para él son una misma cosa ser arrebatado al "cielo" y ser arrebatado al "paraíso". Según Apoc. 2: 7 el "árbol de la vida" aparece "en medio del paraíso de Dios", mientras que en Apoc. 21: 1-3, 10; 22: 1-5 el árbol de la vida aparece junto con la tierra nueva, la nueva Jerusalén, el río de la vida y el trono de Dios. No hay, pues, duda alguna de que en el NT parádeisos es siempre sinónimo de "cielo". El huerto del Edén era el "paraíso" en la tierra. Cuando el Edén sea restituido a este mundo , la tierra llegará nuevamente a ser un "paraíso".
En cuanto a la aplicación del mensaje a la iglesia de Efeso en determinado período en la historia, ver Nota Adicional al final de este capítulo; y en cuanto a la aplicación del mensaje a la iglesia literal, ver com. Apoc. 1: 11.