l. Visión panorámica de avances y retrocesos en la exposición
El Apocalipsis rechazado; fuego reestablecido.-
Cuando comenzó la era cristiana ya estaba aceptado el libro de Daniel como parte integral del canon del Antiguo Testamento; pero el libro del Apocalipsis sólo fue escrito alrededor del año 100 d. C. Transcurrieron unos trescientos años antes de que fuera finalmente aceptado en todos los sectores como un escrito genuino del apóstol Juan y, por lo tanto, canónico.
El motivo de esa vacilación fue que desde muy antiguo se introdujeron ciertas extravagancias en la interpretación de la profecía de los 1.000 años (el milenario) del cap. 20. Los quiliastas, que entusiastamente enseñaban el reinado de los santos con Cristo en la tierra durante esos 1.000 años, habían introducido ciertos conceptos de fertilidad y prosperidad fantásticas que, sin fundamento, pretendían que caracterizarían ese período. Esas extravagancias "carnales", que habían sido tomadas tanto de los escritos apocalípticos judíos como de la tradición pagana, con el tiempo hicieron que todo el libro fuera criticado y rechazado. Las consecuencias de esa controversia continuaron hasta los días de Lutero, y aún forman parte de los ataques de la crítica moderna contra el Apocalipsis.
Complemento y cumplimiento de Daniel.-
El libro del Apocalipsis es evidentemente el complemento, el cumplimiento y la revelación de las profecías de Daniel. Pero en el tiempo de Juan la cuarta potencia mundial -Roma- de la serie de Daniel, se había convertido en el punto de partida histórico, así como Babilonia lo había sido para Daniel. El Apocalipsis despliega varios rasgos que caracterizan el período de esta cuarta potencia mundial: su dominio, sus divisiones, los conflictos político-religiosos y el resultado triunfante. El Apocalipsis bosqueja el gran conflicto entre la iglesia verdadera y la falsa en toda la era cristiana; presenta potencias y acontecimientos que no se manifiestan en la presentación enigmática de Daniel.
Culmina con la crisis de los últimos días.-
El Apocalipsis pone de relieve el desarrollo y la secuencia de los últimos acontecimientos, conocidos teológicamente como "escatológicos"; presenta los principales sucesos de los últimos días -los movimientos finales del gran conflicto de los siglos entre el bien y el mal-; bosqueja el último mensaje de Dios y su exhortación para los hombres; presenta los últimos sucesos que finalizan con la terminación del tiempo de gracia, el castigo que caerá sobre los apóstatas y el glorioso y eterno triunfo de Injusticia. Incluye el surgimiento del movimiento y mensaje del segundo advenimiento, y caracteriza al remanente: el séptimo y final segmento de la verdadera iglesia en los tiempos cristianos. Por lo tanto, es ante todo una profecía de "la verdad presente" que incumbe en gran medida a nuestros días, y debe entenderse dentro del fondo histórico del transcurso de los siglos.
El libro del Apocalipsis proyecta luz sobre las profecías del Antiguo Testamento y ayuda a comprenderlas, especialmente las predicciones de Daniel. Los símbolos y los períodos de las dos grandes profecías apocalípticas -Daniel y Apocalipsis- están inseparablemente unidos.
Están implicadas las profecías cronológicas.-
El valor de un enfoque coordinado de los dos libros puede verse en el desarrollo del principio del día-año en los repetidos períodos cronológicos: de 1.260 días, 42 meses o 3 l/2 tiempos. Este principio del día-año fue aplicado en la iglesia primitiva. Ticonio lo usó para los 3 l/2 días de los dos testigos (Apoc. 1 l). Joaquín de Fiore (c. 1 130-1202) lo extendió después a la huida de la "mujer" o iglesia al desierto durante los 1.260 días o años (Apoc. 12). Esta nueva aplicación fue un progreso fundamental que con el tiempo indujo a una aplicación similar al período profético más largo de Daniel -los 2.300 días-, que finalmente se reconoció que abarcaba los períodos de 1.260, 1.290 y 1.335 días-años y, además, los 10 días de persecución sin paralelo de la iglesia primitiva (303-313), los 3 l/2 días de los dos testigos, los "cinco meses" y los 391 años de las trompetas-"ayes" del Apocalipsis. Se ha considerado que el período de los 1.000 años de Apoc. 20 es el único que está fuera del alcance de los 2.300 días.
Una larga batalla sobre la interpretación del milenio.-
Algunas características distintivas del Apocalipsis fueron discernidas con notable claridad y exactitud en el tiempo del cumplimiento de sus profecías, y entonces fueron ampliamente proclamadas y conservadas sin alteraciones de allí en adelante. Otros aspectos del libro fueron objeto de grandes distorsiones y regresiones que afectaron permanentemente la comprensión y el bienestar de la iglesia y de las naciones, en mayor grado de lo que sucedió con cualquiera de las profecías de Daniel.
Ticonio y Agustín hicieron retroceder el comienzo de los 1.000 años hasta el primer advenimiento de Cristo, extendiéndolos hasta la era cristiana. La enseñanza de esta falsa interpretación del milenio, hecha por Agustín, llegó a ser la base del concepto dominante y la filosofía de la Edad Media: que la Iglesia Católica era el reinado de Cristo en la tierra. Si bien es cierto que el milenio agustiniano fue repudiado por el protestantismo, permanece hasta hoy como la posición clásica de la Iglesia Católica.
Poco después de la Reforma fue restaurado el milenio a su lugar cronológico: al fin de los siglos, comenzando con el segundo advenimiento de Cristo y entre la primera y la segunda resurrección. Poco después apareció una segunda falsa interpretación. Daniel Whitby, párroco anglicano, introdujo en 1703 su tesis revolucionaria de que los 1.000 años eran un futuro período glorioso que precedería al segundo advenimiento, una era durante la cual el mundo se convertiría debido a la combinación del esfuerzo humano y la efusión del Espíritu. Declaró que cesarían las guerras, y que sobre la tierra prevalecerían ¡ajusticia y la equidad en forma universal.
El postmilenarismo pospone el segundo advenimiento de Cristo hasta después de la terminación de los 1.000 años. Este es, por supuesto, otro concepto equivocado acerca de la gran profecía de Apoc. 20. El postmilenarismo produjo la reacción inevitable del mensaje premilenarista del advenimiento en los últimos días, mensaje que declara que el fin de todas las cosas ocurrirá acompañado de un cataclismo, con el segundo advenimiento personal y glorioso de Cristo y la resurrección literal de los justos. Los conceptos de un sector del premilenarismo moderno han producido posteriormente una reacción considerable de los que defienden el amilenarismo, una interpretación que afirma que el milenio se refiere simbólicamente a toda la era cristiana.
La interpretación católica opuesta y el protestantismo moderno.-
Los reformadores protestantes sostenían que el sistema papal era el anticristo profetizado, descrito por los múltiples símbolos del cuerno pequeño de Daniel, el hombre de pecado y el misterio de iniquidad de Pablo, y la bestia, la Babilonia y la ramera descritas por Juan, etc. Dos astutos jesuitas opusieron el argumento de que el anticristo no era un sistema que pretendía ser cristiano y que abarcaba la Edad Media, sino un solo individuo. Según Francisco Ribera, el anticristo era un judío en el futuro distante, que reinaría en Jerusalén. O, según Luis de Alcázar, un emperador romano pagano del pasado, que gobernó durante los primeros siglos. De esta manera la iglesia católica eliminó completamente al anticristo de la Edad Media. La aceptación de cualquiera de las dos tesis, contrarrestaría con eficacia los conceptos predominantes del protestantismo.
Con el tiempo estas interpretaciones fueron adoptadas por la gran mayoría de los protestantes que, probablemente, no conocían estos antecedentes jesuíticos. La mayoría de los fundamentalistas han adoptado el argumento futurista de Ribera: que la bestia-anticristo es un tirano perverso y ateo que aparecerá y ejecutará sus fecharías en Jerusalén al fin de los siglos en un lapso de 3 l/2 años literales. De esta manera el futurismo coloca la mayor parte del libro del Apocalipsis en el llamado "tiempo del fin". Pero los modernistas mayormente aceptaron la tesis preterista de Alcázar, identificando a la bestia-anticristo como un emperador romano perseguidor en un lejano pasado, y aplican todo el libro del Apocalipsis a los comienzos de la era cristiana. De manera que el protestantismo moderno dividido ha abandonado en general la clara enseñanza de los reformadores protestantes en cuanto al anticristo, y ha aceptado interpretaciones basadas en uno u otro de estos dos puntos de vista, que se excluyen mutuamente y fueron auspiciados por la Contrarreforma católica.
Exposiciones que implican símbolos del Apocalipsis.-
Las posiciones historicistas comunes acerca de la profecía fueron tomadas, en gran medida, durante el despertar adventista del Viejo Mundo en el siglo XIX y también en el movimiento milerita en el Nuevo Mundo, de los expositores de la Reforma y de quienes les siguieron. Sin embargo había diferencias básicas entre esos dos sectores del premilenarismo resurgente, especialmente en cuanto a la naturaleza del reinado del milenio. Los literalistas hicieron surgir el futurismo fundamentalista, mientras que los mileritas -de los cuales procedieron los adventistas del séptimo día- dieron un desarrollo más amplio a la posición historicista. Los precursores de los mileritas dedicaron más estudio al libro de Apocalipsis que al de Daniel, que había sido captado y entendido más plenamente. Conceptos limitados, heredados del protestantismo primitivo, fueron corregidos y profundizados, como fue el caso de (1) la simultaneidad de los tres ángeles de Apoc. 14 y de sus mensajes; (2) el primer avance para superar el concepto erróneo, generalizado entre los protestantes, de los 1.000 años como un reino "temporal", reemplazándolo por el concepto de que el milenio es solamente para los redimidos; (3) el concepto de que no sólo Babilonia, la madre de Apoc. 17 y 18, sino también sus hijas, tenían errores que hacían necesario separarse de ellas.
La presentación de los mensajes de los tres ángeles.-
Las especificaciones de los mensajes de los tres ángeles de Apoc. 14, especialmente del tercer mensaje dentro del contexto de la sección más amplia de Apoc. 12 a 20, llegó a ser el tema especial del más intenso estudio, y produjo el máximo progreso en la comprensión que lograron los pioneros adventistas del séptimo día en los años siguientes a 1844. Los sellos, las trompetas y sus períodos de tiempo, los dos testigos, las dos mujeres (Iglesias) de Apoc. 12 y 17, ya habían sido ampliamente reconocidos en el Antiguo Mundo y también en el Nuevo. Se había vislumbrado el verdadero significado de la segunda bestia simbólica de Apoc. 13. Sin embargo, en el siglo XIX se alcanzó en la iglesia remanente una interpretación profético sistemática o integral, una estructura para la cual el libro del Apocalipsis, junto con el de Daniel, llegaron a ser el modelo inspirado.
Después de haber visto el marco histórico general, ahora estamos listos para trazar el desarrollo progresivo de las profecías del libro del Apocalipsis.